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Madrugada del 16° de Obares (El arco del Otoño) del año 101 de la edad oscura [Turno 1]

El sol apenas se asomaba en el horizonte, y, sin embargo, el día ya se mostraba con un calor agobiante. Algo fuera de lo normal en aquellos días. El otoño en las Kaladrun ya no se presentaba con días tan frescos como hacía muchos años. El sol golpeaba con mayor intensidad, aunque solo cuando las oscuras nubes de la sombra se lo permitían. Por ello, el que hiciera tanto calor y que el cielo estuviera tan despejado, era algo inusual. Al menos el camino sería cálido.

La fortaleza aún se encontraba en silencio, más de lo habitual para una jornada común. Lo cual era bueno pues a los orcos, los soldados de la sombra, no les gustaba nada marchar con el sol sobre sus cabezas. No obstante, habrían de tener cuidado, marchar a la luz del día los haría más llamativos. Y un legado sabía reconocer bien a los enanos, y sobre todo si estos iban armados.

El grupo emprendió el camino llevando consigo todo lo que necesitasen. En un principio Woden exigió que Girolamo dejara atrás a su Mula, pero tras mucho debatirlo, fue claro que los héroes necesitarían donde llevar el alimento para el viaje, incluso, no era claro si necesitarían cargas cosas en su viaje de regreso. Al menos eso manifestó Valtarn al Dorith de la roca, el cual sospechosamente asintió. Y es que, si bien el grupo estaba a punto de partir bajo la guía del enano montaraz Dunkan, ciertamente aún no tenían claro a donde iban ni que iban a recoger. Lo único seguro era que se trataba de algo importante pues llevaban a un grueso número de tropas, y era poco probable que la primera misión del futuro heredero de la Roca fuera una que nadie jamás recordase.

A su partida, les fueron entregados víveres para su viaje, primeramente, un medio barril de cerveza, que lamentablemente para los enanos solo contenía agua, un total de 60 litros de agua. Lo cual era suficiente para aplacar la sed de todos ellos por dos días. Y a ello había que sumarle un par de cosas, primeramente, que todos llevan algo de agua para saciar la sed, y segundo, que en aquellas colinas había diversos cuerpos de agua. Aunque aquello último dependería de las capacidades de los montaraces. Les habían también proporcionado 60 raciones de comida para un día, quizá más de lo que la ciudad se podía permitir. Todo esto tenía como fin el garantizar que los héroes lograsen cumplir su misión. Y por si no bastase, se les habían proporcionado a todos amplios mantos de viajero, viejos y desgastados. No les permitirían pasar desapercibidos ni parar una flecha, pero seguramente ocultarían a primera vista a las armas y armaduras que llevasen debajo.

Con todo ello preparado, el grupo partió hacia las lejanas cataratas Kurgun, lugar donde habrían de encontrarse con un gnomo comerciante de nombre Rendel Vendaval. Allí habrían de recoger el “paquete”, del cual no tenían claro de que se trataba, aunque Valtarn había apuntado a que este o parte de este se trataría de un grupo de personas a las que tendrían que escoltar hasta la Roca. Tampoco era claro el papel del gnomo, ¿era un contacto?, ¿sería un guía?, o ¿era el gnomo el paquete? Solo el viaje les daría las respuestas.

Nos alejamos de la Roca, en marcha a nuestra misión, listos para demostrar que podemos pertenecer a la Compañía del Trueno y ser un aporte a la causa contra la Sombra. Los entrenamientos realizados todos estos días han sido útiles para conocer al resto de los compañeros y su forma de luchar, lo que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte llegado el momento de batirnos por nuestra vida.

Pero las instancias de poner en práctica nuestras capacidades se acabaron pues ahora salimos al mundo real, el oscuro mundo donde luchamos una guerra que estamos perdiendo día a día y donde la esperanza es un bien más preciado y escaso que cualquiera.

Cuando llegó el momento de partir, me atavié con mis enseres, mi coraza bajo las ropas para abrigo, todas mis hachuelas urutuk, mi capa y botas de buena calidad, así como el equipo que necesitaré para sobrevivir a la intemperie, todo llevado en mi mochila o atada a ella. El resto de las cosas, las dejé en la Roca pues si no serán útiles en esta instancia, simplemente estorbarán.

Ahora, caminamos en calma pero alertas, sabiendo que el enemigo puede aparecer en cualquier instante y caer sobre nosotros. Marcho en mi posición, preparado para blandir mis armas en defensa de la comitiva y con muchas ganas reprimidas de acabar con seguidores de la Sombra.

No existía alegría en partir de un lugar seguro e internarse en territorio potencialmente hostil, pero tampoco cabía esperanza alguna para Aryth y sus gentes de bien si todos nos dedicábamos a ocultarnos en agujeros a salvo, situación que no perduraría. El tiempo jugaba a favor de la Sombra, los Orcos se reproducían a gran velocidad y las razas como los Elfos y los Enanos caían en un nada plácido olvido mientras eran diezmados.

Pero tenían una misión, una que la Compañía del Trueno había considerado de utilidad para la lucha contra el Enemigo, así que Pel estaba dispuestos a poner de su parte para llevarla a cabo. A menudo pensaba en Pentegarn y dónde estaría el viejo vagabundo, y se preguntaba si sus inicios en la lucha habían sido parecidos a esta misión que iban a acometer.

Pel sacudió la cabeza, concentrándose en lo que se les venía encima y sacando un pequeño zurrón que contenía sus obras más recientes. Pero esperó a que estuvieran solos y alejados de la puerta antes de hablar. Después de todo les habían hecho una llamada a la discreción, y no sería él quien la desoiría.

- Amigos, he tratado de imbuir la esencia de de Aryth en unas pequeñas muestras de artesanía. Son amuletos que os ayudarán una sola vez en momentos de necesidad, sólo tenéis que desearlos con fervor y el favor de Aryth caerá sobre vosotros al acometer una única tarea.

Estas pulseras darán fuerza a vuestro brazo, Ulfrin y Adam. Estas agujas broche te ayudarán con mecanismos y cerraduras, y este colgante hará que tus palabras sean creídas aunque la verdad no salga de tu boca, Girolamo. Un pequeño broche de piedra para ti, Michani, hará que tus palabras sean escuchadas.

Los objetos se desharán en polvo tan pronto los uséis ya que estos materiales contienen la fuerza de Aryth y vuelven a el después de dárosla. -

El arcano había guardado para sí mismo un objeto que aumentaría su visión al buscar algo oculto, y según transcurrieran los días, trataría de ir haciendo más de esos amuletos. Ahora se concentró en sus habilidades en la naturaleza, que sospechaba serían necesarias en esta misión.

Finalmente partimos de la Roca. El sol brilla sobre nosotros con fuerza inusual y decido que eso es un buen augurio.

"que lejos estoy de casa" pienso oteando el horizonte. Cuando vine desde Calador fue apresuradamente y en la oscuridad y no pude ni ver estas tierras. Ahora las veo, son hermosas, aun no manchadas por la sombra, o no mucho. Me pregunto como será mas al norte, donde la sombra lo mancha todo y Aryth se retuerce bajo su yugo.

Es Pel el que me aparta de la contemplación con algunas creaciones

-gracias- digo con mi tosco comercial mientras dejo el pequeño amuleto en la palma de la mano y lo examino antes de guardarmelo en un bolsillo

Wendell disfrutó de la sensación de estar al aire libre. Si, es cierto que por unos días, oculto en la profundidad de las montañas, se sintió seguro, o por lo menos más seguro de lo que solía sentirse en el exterior, donde los siervos de la sombra buscaban acabar con cualquier conato de resistencia. Pero la seguridad de las cuevas tenía un precio. La oscuridad apenas disimulada con las candiles de piedra.

Al sentir la cálida caricia de la luz del sol en su rostro se relajó. Estarían en peligro, si, pero también disfrutarían de la naturaleza.

Tras observar los regalos que Pel repartía entre algunos de los miembros del grupo, una sonrisa se dibujó en su cara. Sus ojos se desviaron levemente a los sacos que portaban el tesoro que habían conseguido gracias a las hábiles negociaciones del gnomo. Wendell aún seguía sorprendido. Tantas cosas y tantos objetos a cambio de un pergamino que, para ellos, resultaba inútil. Girolamo tenía bien merecida su fama como negociador.

Con todo espero a que fuera el el que decidiera cuando repartir los obsequios. Se lo había ganado.

Sin embargo no pudo menos que adelantar la entrega mientras sacaba abría uno de los sacos y mostraba una armadura laminada de tamaño humano, un par de escudos así como un arco corto, algunas flechas varias jabalinas junto a un odre de agua - No tuvimos ocasión de deshacernos de estos objetos. Y quizás alguno de uds les puedan interesar - se explicó - Si alguno cree que le pueden ser útiles puede tomarlo. Cualquier ayuda que podamos tener si debemos enzarzarnos en combate contra los servidores de la sombra será bienvenida -

Por fin partían de la fortaleza enana. No es que Adam no hubiera estado agusto en ella, pues un lugar seguro donde descansar no era lo habitual en aquellos tiempos. Ya no quedaban muchos, y menos quedarían ya que la Sombra quiere acabar con todos.
Pero a pesar de ello el ereño estaba contento de volver al camino. Había logrado unirse a la Compañía del Trueno, y era para pelear no para descansar. Y pelear de verdad, por algo que tuviera un sentido y propósito. Y aunque en el fondo no podía negar que los entrenamientos servían para conocerse mejor y afinar sus capacidades en esa lucha que finalmente vendría, lo que Adama quería era acciones reales. Que dejaran una impronta.

Así que allí estaba aquella mañana soleada con ganas de partir, cuando Pel le sorprendió con un obsequio. Uno de lo más útil. Adam no supo qué decir pues le pilló totalmente fuera de juego.

-Emm...Gracias...Gracias. Haré buen uso de el, te lo aseguro.

No estaba acostumbrado a ese tipo de ayuda tan desinteresada. Para el defensor hacia tiempo que todo era negro y sin futuro. Pero aquel gesto le recordó como era todo en una época más feliz. Y aunque el recuerdo le dolió, esa sensación fue mucho más satisfactoria y la atesoró aún más que el objeto de Pel.

-Muchas gracias.

Al menos durante esa primera jornada Adam no estuvo tan hosco como era habitual.

Después de la somanta de palos que  me lleve en el entrenamiento, y gracias a la recuperación, y por supuesto, la comida y bebida, estuve en disposición de ir, junto a Wendell, a intentar negociar una serie de trueques que nos permitiera obtener algunos objetos útiles.

La negociación fue dura e intensa, pero finalmente creo que conseguimos un buen precio por ese pergamino que, al menos a nosotros, no nos era de ninguna utilidad.

Entre unas cosas y otras, el tiempo pasó, y apenas tuvimos tiempo para reunirnos con el resto de la expedición. 

Eeeh, muchas gracias Pel digo con cara realmente de asombro ante los amuletos que me estaba entregando. Realmente eran poderosos, y gracias a ellos, podríamos utilizar una parte de la energía de Aryth en nuestro beneficio. la verdad es que nosotros también queríamos daros algunas cosas que hemos conseguido.

Como sabéis, nos enfrentamos a un legado y un batallón de orcos y, al acabar con ellos, nos hicimos con todas sus pertenencias. El caso es que hemos conseguido digo señalando a Uffrin y a Wendell, cambiar algunas por objetos que creo nos puedes ser útiles. 

Abriendo un gran saco, comienzo a meter la mano 

- Esto son contravenenos sacando unos pequeños botes, les entrego uno a cada uno de la comitiva.

- A ver que hay más por aquí rebusco hasta sacar otras redomas, de color verdoso esto es fuego de alquimista, un compuesto muy inflamable en cuanto entra en contacto con el aire. Entrego nuevamente uno a cada uno.

- Ahumaderas, que nos podrían salvar en algún momento que debamos de huir entrego una a cada uno, casi poniéndosela entre las manos, ya que apenas cerraban la boca de la sorpresa.

- Esto son cetros solares enseño unos pequeños bastoncillos que entrego, uno para tí digo dándoselo a Dainn, otra para tí  Michani, y para vosotros otro más a cada uno entrego otro a Adam, Barich, Keg y Pel

- Esto son piedras trueno alzo unas pequeñas piedras del tamaño de una canica. Entrego una a cada uno.

- Bolsas de maraña, tenemos 2. Deberían de ser para aquellos que sean capaces de lanzar con cierta puntería y no suelan estar en el frente  alzo dos pequeños saquitos, uno con cada mano agitándolas para que las cogieran.

- Por último, para tí, y... busco con la mirada entre los presentes ¿alguien que sepa de curaciones? se trata de material de curandero.

Una vez entregado todo, vuelco el saco, encogiéndome de hombros Eso es lo que hemos conseguido. Espero que sea suficiente para poder enfrentarnos a lo que sea que nos encontremos en el camino.

Al patir, lamentaba no poder llevarme mi carreta, pero entendía que no íbamos a poder ir tan despacio. Gracias a los viejos dioses que mi mula Galán sí que la pude traer con nosotros, pues había muchas cosas que transportar.

Y así partimos hacia nuestro destino, segunda misión de los héroes de Aryth. Nadie sabía a qué nos íbamos a enfrentar, ni siquiera cuántos lograriamos regresar, pero al partir, los ánimos estaban por todo lo alto ante la posibilidad de dar otro golpe a la sombra.

Apenas avanzados un par de millas más allá de la puerta principal de la Roca, Girolamo les obligó a hacer una pausa, motivado por las palabras de Wendell durante el camino reciente. Entonces, de su mula fue sacando diversas cosas, primeramente, contravenenos, uno para cada uno, luego fuego de alquimista, también uno para cada uno, y lo mismo con ahumaderas. También entrego un cetro solar y piedras trueno a cada uno de los miembros de la compañía del trueno. Y en todo esto nada entregó a Gror y a sus guardaespaldas, ni tampoco a Dunkan, pues ninguno era realmente parte de la compañía, y era claro que, una vez terminada la misión, la compañía seguiría su camino, la senda de los héroes como la llamaba Valtarn; mientras que Gror y el resto se quedarían en la Roca.

Girolamo también ofreció en aquel momento unas Bolsas de maraña, dos para el que las necesitase. E igualmente material de curandero, aunque no era claro quien podría desempeñar esa labor entre el grupo. Wendell no se quedó atrás, dada la emocionante y sorpresiva noticia de Girolamo, Wendell decidió sumar un poco más a todo ello. Así, también quitándole algo de peso a la pobre Mula, mostró algunos objetos más “que les sobraban”. Se trataba primeramente de una armadura laminada para humano, lo más sobresaliente. Luego estaban dos escudos pequeños de madera y uno pesado de acero. Igualmente había un arco corto y quince flechas, que eran algo que justamente necesitaba Pel.

Wendell sonrió complacido ante el "acto de magia" de su compañero. El ya había tomado su parte antes de salir y la había distribuido, parte en la bolsa que colgaba de su cintura y parte en la mochila. La misma que solía dejar caer cuando debía moverse más rápido

- Si alguno cree que va demasiado cargado, puede dejar algunos objetos en la mula. Así podrán moverse más rápido - añadió a las palabras de su compañero. El animal era fuerte, y ya había demostrado que no le temía a las situaciones complicadas. Quizás a veces se empacaba un poco, pero era capaz de mantener el paso firme en las montañas y no huía en medio del combate. Era todo lo que se le podía pedir a un animal - Nos acompaña hace tiempo y podemos confiar en que no salga huyendo en un situación de peligro - se explicó.

- Por mi parte creo que no marcharé ni al frente, ni a la retaguardia, ni en el centro. Prefiero moverme a los costados del grupo, para poder acercarme a donde pueda hacer falta -

La generosidad de Girolamo me sorprende, no por la genrosidad en si sino porque ha conseguido tantas cosas útiles y exóticas

-Gracias- le digo mientras tomo esos objetos y los observo según voy guardandomelos, necesitaré algunas indicaciones sobre ellos, tal vez cuando paremos a descansar.

-yo curar bien con manos, poder usar material de curandero- indico al ver que Girolamo no sabe a quien entregar eso.

Al finalizar el reparto me acerco a dejar mi cuerda de cañamo en la mula, sin duda un animal muy útil

Gror contemplaba el reparto con impaciencia y molestia. Y no es que le importara que no le hubiese tocado nada él, pues bien sabía que estaba bien preparado, tenía de lo mejor que la Roca podría proporcionarle. Pero el problema estaba el lo profundo del acto. Esa camaradería, esa unión, ese respaldo; todo aquello de lo que el no era parte. Y Girolamo se lo estaba saltando, como si el no fuese el comandante de aquella expedición, como si no tuviese que informarle de todo aquello. Si ellos iban a excluirlo, el haría lo propio con aquellos engreídos supuestos héroes.

Con ese pensamiento, tuvo palabras para todos, aunque enfocando su vista sobre todo en Dainn, en quien buscaba reiteradamente aprobación, pues no deseaba fracasar – Debemos continuar la marcha, pero es hora de organizarnos bien y dejar de marchar sin cohesión – dijo en la lengua de la Roca, la lengua del Clan Durgis, la cual para su mala suerte si entendía bien Ulfrin, pero no así Michani, quien le miraba con desconcierto. Tuvo entonces que revirar entonces sobre sus intenciones iniciales y tener palabras ahora en la lengua ancestral de los enanos, la cual aún excluiría a algunos humanos al menos. A su forma de ver las cosas, eso les haría entender a aquellos supuestos héroes, quien manda allí – No perdamos más el tiempo y avancemos, Dainn y Dunkan irán al frente, que uno se adelante más que el otro. Los gemelos y yo iremos en primera línea tras los montaraces. Al centro los canalizadores y el gnomo; protegidos por Adam, Ulfrin y Wendell. En la retaguardia los dos barbaros junto con Barich para cuidar nuestras pisadas – exclamó Gror en la lengua de los enanos.

Así sin más dilación, y teniendo Ulfrin que explicarles a sus compañeros lo que había ordenado Gror, el grupo retomó el camino avanzando al paso de los más lentos, pero sin detenerse más de lo necesario.

Tarde del 16° de Obares (El arco del Otoño) del año 101 de la edad oscura   [Turno 2]

El atardecer ya estaba cercano cuando el grupo tras más de ocho horas de viaje hubo de detenerse en el camino para montar un pequeño campamento y descansar. El viaje había sido como muchos otros de los que los héroes habían vivido ya en aquellas montañas. Aunque en un inicio parecía que éste habría de ser distinto.

Apenas iniciar, tras que Gror estableciera su formación para la marcha, Dunkan, algo adelantado en el camino junto a Dainn, le señaló una serie de montañas que se alcanzaban a ver a lo lejos, tras un extenso valle. Al parecer, allí se dirigían. El grupo entonces empezó a descender montaña abajo a través de continuas colinas que a momentos les hacían regresar el camino o tener que subir de nuevo. Pero tras una hora de marcha, el grupo ya solo marchó en continuo descenso, directo hacia el valle, en las fronteras de Eren Central, el lugar que se conocía como las vastas planicies de Eren, antaño zona de gran producción de frutos y cereales; en la actualidad muerta en gran medida o usada por y para las huestes de la sombra. Todo esto al sureste del mar de Pelluria.

Pero apenas divisar un bosque amplio que nacía en las faldas de las montañas, Dunkan salió del viejo sendero enano por el que marchaban y tomo un curso entre las rocas de las colinas que parecían no llevar a nada. O más bien, a peligrosos riscos. Pero allí, entre las afiladas rocas había un viejo sendero devorado por la maleza y las rocas, el cual descendía también hacia el valle, pero por un camino que mantenía muy cercano a las Kaladrun. El grupo allí hizo una parada para comer y reponer fuerzas, estaban a mitad de la jornada y lo que quedaba tendrían que recorrerlo a prisa, pues se adentrarían en los lindes de un segundo bosque, mucho más grande que el primero, y sumamente peligroso según contaban Dunkan y Dainn. Aquel bosque había sido corrompido por la sombra y era una barrera natural que cubría la entrada al paso de la sal, uno de los pocos caminos llanos que atravesaban las Kaladrun para llegar al desierto blanco.

Avanzando a través del camino con rapidez y sin demora, a la par de siempre guiados por Dunkan, quien parecía recordar bien el camino a pesar de sus palabras de hacía tres días, el grupo pudo cruzar la entrada al paso, manteniéndose fuera del bosque, pero sin acercarse demasiado a las montañas y mucho menos internándose en ellas. Dunkan afirmaba que mientras más cerca del bosque pasasen, menor sería la marcha.

Así, tras la larga jornada, el grupo tuvo que detener la marcha aun encontrándose en el valle, a las orillas de aquel oscuro bosque. Podrían haber continuado, pero el camino era aún largo y solo se habrían visto obligados a parar sumidos por la noche y el cansancio. Era mejor hacerlo ahora, cuando la luz aún estaba de su lado. La noche era de la sombra.

Wendell observó las planicies en la distancia recordando su infancia, allí, en Eren había crecido. Había tenido pocos momentos felices, muchos preocupantes y algunos realmente desagradables, pero de alguna manera, representaban su pasado. ¿Volvería alguna vez? Solo el destino lo decidiría, pero por el momento lo urgente era sobrevivir. Y con el liderazgo del enano cabezadura quizás no resultaría tan sencillo

- Supongo que haremos guardias - comentó lo obvio - Cuenten conmigo para cualquier turno que estimen necesario, solo propongo que seamos por lo menos tres en cada turno. Y que cada uno incluya un enano. Su habilidad para ver en la oscuridad es una ventaja que no podemos desaprovechar - se explicó.

Cuando llego el momento de acampar, se sentía la verdad cada vez más a gusto. Lejos de la Roca y de las quejas de su líder, en el campo, incluso con el riesgo implícito se saboreaba más libertad. Además, estando al frente con Dunkan, ni siquiera debía relacionarse mucho con el resto, pudiendo prestar más atención a su entorno y al camino. Era la primera vez que iba a las cataratas: debía sacarle todo el provecho al viaje para aprender ese curioso detalle que faltaba en su conocimiento de las montañas.

- Aunque no hay que bajar la guardia en ningún sitio, el bosque es peligroso y conviene descansar bien mientras podamos permanecer fuera de él; luego puede que no tengamos tiempo. +replico en la lengua de comercio a Wendell+ Seria mejor si los conjuradores, el pequeño y el guía duerman todo lo que quieran, así pueden levantarse al amanecer descansados y de paso preparar el desayuno. Los demás haremos 5 guardias de dos horas, dos personas cada vez. Somos suficientes enanos para que haya uno en cada una, incluso dos. +indicándose a sí mismo, Durgall, Ulfrin, los gemelos y el mismo Gror. + Yo estaré en la primera. 

Tambien deberian acampar de una forma estrategica que facilitara la defensa. Para eso miro el entorno a ver si habia algun sitio adecuado contra el cual resguardarse. Sino, lo mejor seria poner a los mas fragiles en el centro, mientras el resto formaban un circulo a su alrededor.

Pel suspiró tras la generosidad de Girolamo y el resto en repartir aquellos bienes que tanto les había costado reunir. Tomó para sí el arco y las flechas, además de una de esa bolsas de maraña; eran unos artículos fantásticos, creado para dejar a un enemigo pegado al suelo o al menos ralentizado durante un tiempo y podían ser vitales en una lucha.

- Gracias a todos amigos, espero dar buen uso a estos artículos. Trataré de dedicar un tiempo a hacer amuleto en lo que el viaje lo permita, así que si alguien cree que puede usar algo en particular, que se sirva de decírmelo. - Luego se dirigió a Dainn, el viejo Enano guía.

- Voy a ocuparme del contrarrastreo ahí atrás. Con Keg y Durghall me siento seguro, por no hablar del buen ojo de Barich. Si quieres pasarte a ver cómo va quedando, eres libre de hacerlo, maese Dainn. -

Al llegar la noche, Pel asintió a la disposición de las guardias.

- Me parece bien el asunto de las guardias tal como se ha propuesto. Aprovecharé las dos últimas horas de las diez que estaremos parados para adelantar trabajo en mis amuletos. -

Los tres días pasaron demasiado rápido para la ereña, que luego de recuperarse del cansancio por la paliza recibida en el primer entrenamiento, se había unido con entusiasmo a los otros ejercicios que se habían realizado los días siguientes. Apenas se estaban empezando a conocer entre ellos, pero quedó claro que empezaba una cierta camaradería en el grupo cuando Girolamo, Wendell, y Pel empezaron a repartir objetos. -¡Jo, que chulo!- Dijo la bárbara mientras examinaba los objetos que iba recibiendo. Los guardó todo con ella, examinando si podría cargar con ello. De momento, parecía que iba bien de carga.

Una vez la situaron de última, comenzó a avanzar alegremente junto al resto, aunque luego de haber escuchado a Wendell que pensaba custodiar los costados, ella se apresuró a unirse a su propuesta. -Si no hay problema, haré de espejo de Wendell acá, de manera que haya dos de nosotros vigilando cada lado de los costados a la vez.- Dijo.

El resto del avance estuvo en su mayoría en silencio, aunque de vez en cuando se le escuchaba tararear alguna tonada alegre, animada por el sol y por el aire libre. Llegó entonces el momento de acampar. -Yo puedo tomar la guardia que quieran, seguro pasaremos un buen rato.- Dijo muy animada, pensando en las largas conversaciones que podría tener con aquel que fuera su compañero de guardia esa noche.

Tarde del 16° de Obares (El arco del Otoño) del año 101 de la edad oscura   [Turno 3]

Gror estaba incomodo, se le notaba. Los héroes hablaban demasiado en la lengua del comercio, lo cual Gror y sus compañeros apenas entendían, y eso le molestaba mucho. Como podría ser el líder si no se le explicaban las cosas con claridad. Dainn fue el primero en notar su descontento, o quizá más bien, el único en tomar acciones al respecto. Y es que a la par de darle una pequeña parte del botín, le fue dando explicaciones breves de lo que los héroes discutían. Aquello si bien le frenaba en sus impulsos, por el rostro que mostraba, no parecía calmarle.

Ya cuando el grupo se alejó del camino, tomando el lado contrario al bosque para no correr riesgos, las charlas de todos se incrementaron en la lengua del comercio. sobre todo las de Dunkan que se tornaba parlanchín en torno a un fuego que estaba encendiendo. Fue entonces cuando Gror empezó a discutir a la distancia con Dainn, no era claro que le decía, pero aquellos que entendían la lengua del clan Durgis sabían que parecía reclamarle sobre ciertas órdenes, sobre las guardias y el avance de la comitiva. No era claro, y poco interesaba en aquel momento, aunque sin duda podría ser radicalmente problemático más adelante, pues los peligros iban a acecharles en todo momento.