Partida Rol por web

- Nunca he estado allí - dijo con sencillez mientras se dirigian al comedor y tras coger algunas cosas volvieron a salir al exterior. Al lado de Elric se sentía tranquila. Igual que aquella noche. Sabía que no tenía porque preocuparse por él al igual que lo sintió cerca ayudando a todo aquel que lo necesitase.

Tuvo que ceder el paso al muchacho para que pudiese guiar el camino.

Los días siguientes pasaron tan rápido que apenas os disteis cuenta del tiempo.Vuestros días se limitaban a levantaros,comer algo y correr hacia el patio donde el instructor y a veces el comandante os sometían al entrenamiento más duro que jamás habríais imaginado.Corríais hasta que vuestras piernas no os sostenían, dabais puñetazos y patadas a muñecos rellenos de algo duro que os hacía desear salir corriendo de allí para no tener que seguir golpeandolos.Os hicieron pelear entre vosotros una y otra vez por lo que los moratones de vuestros rostros y cuerpos se sucedían sin parar aunque al llegar la noche en vuestros dormitorios encontrabais ungüentos que aliviaban en gran parte el dolor 

Las mujeres fueron separadas varias veces y les enseñaron a tirar con el arco mientras que los trazadores de combate aprendieron a trazar con rapidez y en equipo bombas rellenas de cosas punzantes y armas arrojadizas como pequeñas bolas verdes que lanzadas con fuerza actuaban como si de balas se tratasen

Los aspirantes a la Guardia aprendieron que el color por ontonomasia para crear una espada era el azul pero una lanza azul se rompía pues era demasiado rígido por lo que había que utilizar el verde.Aprendieron que podían hacerse armaduras y escudos y les enseñaron a defenderse

Por supuesto fue todo muy básico puesto que en dos semanas  no se pueden formar guerreros pero al menos ya disparabais mosquetes y pistolas sin volaros una mano y sin matar a un compañero por error

Antes del día señalado el instructor os llevó a la zona inferior donde varios estantes con armas se abrían ante vosotros. Cruzándose de brazos el hombre os miró y miró las armas

-"Elegid una,la que más os guste.Practicaréis con ella y ese será el arma que portéis en la batalla.Adelante"-

Los días de entrenamientos fueron muy duros. Los músculos dolían tanto que simplemente con el descanso del sueño no se recuperaba por completo y al día siguiente.... vuelta al entrenamiento.

La relación con Eda era perfecta y cada día que pasaba estábamos más unidos. Al principio se enfadó cuando le dije que me había presentado voluntario para la guerra, pero después lo comprendió e incluso me apoyo aunque mostraba su miedo cada dos por tres.

Ahora nos tocaba la última decisión. Que arma usariamos en combate. Mi fuerte no era el cuerpo a cuerpo, aunque se me diera bien durante el ataque. Y la verdad, podíamos fabricar espadas con luxina así que escogí una pistola.

Me quedaré con esta, Instructor. Usaré la pistola.

En todo este tiempo apenas veía a Mescía salvo en el comedor o cruzándonos por los pasillos de camino a al patio. Se la notaba cansada pero aún así conservaba esa sonrisa y brillo haciendo que esos encuentros fueran de los pocos momentos en los que conseguía olvidarme del quejido de mi cuerpo debido al entrenamiento.

No era la primera vez que había entrenado en mi vida... o al menos eso creía hasta que empezaron los 15 días. No había descanso y pronto me vi casi superado por el ritmo exigido. Encima por otro lado, al solo controlar el subrojo, muchas de las técnicas para trazar que nos enseñaron en esos días me resultaban inútiles. Aunque pude compensarlo con mi propia pericia con la espada, llegando a ser uno de los aceptados para ir a la guerra.

Al escuchar al instructor mientras nos mostraba todo el arsenal, no dudo ningún momento y me dirijo al estante de las armas de fuego, al fin y al cabo ya tenía mi propia espada. Al parecer no era el único que pensaba que estas armas iban a ser más útiles pues Threkor avanza hacia la misma dirección escogiendo rápidamente su arma. Yo por mi parte prefiero mirarlas un rato hasta que encuentro una pistola de rueda.

- Yo también me quedo con esta, señor.

Ya el día estaba cerca, y con un nudo en el estómago seguí al instructor al almacén donde varias armas reposaban en estanterías. Había muchos tipos de armas, con picos y angulos que nunca había visto. En ese momento pensé, ¿cual será le mejor para mí? Miré mis manos. Las quemaduras viejas estaban curadas por completo. Y las que vinieron después del incidente de la guerra también, e incluso, estaban mejor que antes. Mí mano estaba endurecida y en las dos semanas de entrenamientos, no vi aparecer ninguna ampolla más por el esfuerzo. De hecho, en general todo yo me había vuelto más resistente. No veloz, o más fuerte. Solo más resistente. 

Miré las armas de nuevo. ¿El combate directo me irá bien? Si recibía una herida, estaba seguro de poder aguantarla mejor que los demás, y no era muy diestro como para usar una pistola o un arma común. 

Me acerqué a unos guanteletes que relucían con cada destello de luz que se colaba.

-Estos servirán- dije mientras estiraba las manos y daba puñetazos al aire con los guanteletes puestos. 

Ajusta su sombrero y se cuadra frente al instructor. Aquel día pintaba aburrido, como todos los demás: entrenamiento hasta caer casi inconscientes, comida regular, y repetir.

Al menos parece que hay un pequeño cambio, que hace que sonría. Armas. La premura de sus compañeros ante la decisión hace que les mire alzando una ceja... pero no menciona nada. O bien lo tenían muy claro o bien eran unos inconscientes. Parece que alguno se lo toma con un pelín más de calma. Él prefiere paladear las opciones antes de decantarse por alguna. Así pues termina dudando entre dos... a la izquierda un arco largo, un poco simplón, pero eficaz, tradicional, nada que ver con aquellas pistolas que habían cogido... a la derecha un katar, un arma rápida que permite desenvolverse en espacios cerrados con gran soltura. Cerró los ojos para meditar cuál de ellas sería la mejor opción para tener siempre en el viaje. Realmente eran dos armas tan opuestas como complementarias... pero al final ya sabía cuál iba a escoger.

Inclinó un poco la cabeza de lado.

Quiero el arco largo.

Enuncia, como habían hecho antes sus compañeros. Y lo toma en la mano mientras sus ojos azules brillan con cierta emoción.

A pesar de que el dolor había ido agazapadose y acorchando su interior, y ya volvía a ser la misma Naya de siempre, seguía vistiendo las ropas blancas. Lo único que destacaba era la pulsera que lucia con los colores que trazaba y el bronceado dorado de su piel fruto de sus largos entrenamientos. Su coleta alta había sido sustituida por una trenza alta.

Aunque paseó la mirada por las armas, tenía bien claro cual iba a ser su elección. Había practicado su manejo en el trazo, pues era lo que se le daba peor, pero ella seguía prefiriendo el cuerpo a cuerpo. Las distancias cortas. Ahora más que nunca deseaba poder mirar a los ojos a su enemigo y escuchar y oler su último aliento. Quizás así, aquellas miradas que dejarian de captar la luz de Orholam para siempre, borrasen el recuerdo de la que le dedicó su hermana antes de morir.

Con paso decidido se acercó al Yatagán y miró a su instructor unos segundos antes de tomarlo y sopesarlo entre sus manos. Se acercó a los compañeros que habían elegido arma ya y dió una palmada amistosa en el hombro a Lennart.

- Di que si. Eres de los mios - lo felicitó mientras buscaba con la mirada a Kip.

Había ido a entrenar todos los días e incluso algunos se había quedado más tiempo de lo normal.  A medida que pasaba el tiempo, se acostumbró a estar algo más rodeado de gente, su día no era como antes, salir de las clases, comer y correr hasta el jardín de la torre verde, al estar más tiempo entrenando, su forma de ver la ciudad cambió un poco, seguía sin entender muchas cosas que para el eran fáciles y los de ciudad las complicaban pero no decía nada, más bien lo curioseaba, más de una noche se había quedado en la ventana observando como se movían por la cromeria los aún despiertos hasta que le entraba sueño, con el tiempo que llevaba en la ciudad aún seguía con sus sentidos alerta cuando caía la noche y más ahora después de haber sufrido un ataque. 

Ya casi el día de partir, nos llevaron ante un estante de armas, y el instructor nos dio a elegir una de ella, había probado espadas, arcos, pistolas e incluso a crear sus propias granadas, le había gustado eso ultimo pues las podía utilizar junto a su agilidad para entrar al combate cuerpo a cuerpo, se acercó tras el chico con el sombrero, había cruzado un par de miradas con el pero nada más, este eligió el arco, una buena elección si no se te daba bien el combate cuarpo a cuerpo, no se había fijado si ese era el caso esta vez, al mirar el estante vio el Katar le había llamado la atención en varias ocasiones que había visto el arma, por como lo habían explicado era lo más semejante las garras de un animal.

Se acercó a ella y la cogió. - Instructor, ¿podría sugerir alguna modificación a este arma? dijo mientras le enseñaba el Katar, miraba con curiosidad su nueva adquisición, como si le buscase todos los usos ya fuera para la guerra o para la supervivencia. 

El Intructor Rask miró a Elric con curiosidad antes de asentir

-"Puedes sugerir lo que desees cadete pero aunque quisieras no hay tiempo de realizar esa modificación,tendrás que hacerlo si vuelves"-el hombre miró a Ren y a Liv 

-"A vosotros no os hace falta un arma puesto que lucharéis a distancia aunque podéis coger una pistola si así lo deseais"-Liv negó y se quedó en el sitio.Se notaba que no estaba cómoda rodeada de armas.Kip eligió una bich´hwa y la sostuvo torpemente entre las manos mientras se situaba de nuevo junto a Liv mirando de reojo a Naya

Despues de tal ataco, los dias de entrenamiento solo se hacen mas molesto y insufrible que los de antes. Ahora es directamente entrenamientos de resistencia y de vida y muerte. Ya con nuestro objetivo de regresar a mi tierras bajo la ironia para asesinar a los responsable de nuestro ataque, solo quedaba explotarnos como ganado y morir en el campo de batalla.

-Yo pido la pistola

No tengo musculos ni demas fuerzas,asi que mejor una arma a distancia para la ocasion. De tal forma, si todo va mal siempre podria yo ocultarme y huir de la batalla y asi preservar mi vida, mi actos imprudentes casi me cobra la vida, asi que seria mejor que empieze a controlar mi ira para no ser el primero en morir.

-Oye Eric, ¿el azul no puede absorver el sonido ? Una modificacion en donde el sonido de la bala sea disminuido estaria bien para ataques sorpresas.

Flit había trabajado muchas veces hasta el límite de la extenuación, había recibido castigos que habían magullado su cuerpo y doblado su espíritu más de una vez pero nada, nada, había sido comparable con aquellas dos semanas. El entrenamiento en la guardia era duro, con aquello no habían bromeado, pero al acabar el día aun tenía que ir a la enfermería a practicar medicina con la doctora Lucy que, a su manera, también le presionaba para hacer de él el mejor ayudante posible para prepararlo ante lo que podía venir. Muchos días estaba tan cansado que le temblaban las manos tanto que no podía hacer lo que le pedía la doctora pero, aun así, se esforzaba y estudiaba por las noches para prepararse para la guerra, robando horas a su sueño tanto que una vez llegó a quedarse dormido durante la instrucción.

Con el paso de los días el rostro de Flit se fue volviendo más anguloso y una grandes ojeras se perpetuaron bajo sus ojos pero ese no fue el cambio más notable que sufrió. La rabia fue desapareciendo junto a su incontinencia verbal e hicieron de Flit alguien mucho más escaso en palabras aunque siempre tenía una leve sonrisa preparada para el que estuviera a su alrededor.

El instructor Fisk les pidió que eligieran arma. El estaba seguro de que cuerpo a cuerpo no sería útil y a distancia tampoco pero si había que elegir un arma y dado que no le dejarían participar en batalla, los curanderos eran demasiado valiosos, se decantó por algo que pudiera ser útil en caso de luchar a distancia. Con actitud reverente se acercó al estante de armas y dijo

"Instructor, creo que lo más adecuado para mi será el arco largo, señor, pero tomaré otra arma si así me lo ordena"

Las dos semanas había sido lo peor que había pasado Eleanor en su vida. Nunca antes había tenido que entrenar tan duro, y a pesar de que tampoco estaba en baja forma, muchas veces estuvo a punto de desmayarse por el cansancio. Aram muchas veces se quedaba con ella después del entrenamiento, y le ayudaba a mejorar en aptitudes físicas, a la vez que ella le ayudaba a mejorar su trazo. A pesar de que fuese un esfuerzo aún mayor seguir con esas lecciones extra, la chica seguía, decidida a participar en aquella batalla. No sabía siquiera si su padre tenía conocimiento alguno de lo que estaba ocurriendo, pero estaba segura de que si lo supiese, haría lo posible por impedir que su hija fuese a tal batalla.

Tras ese tiempo, su rostro había pasado de la serenidad formal que le habían enseñado, a una seriedad fría, atenta. Su pelo iba constantemente recogido en una coleta alta, de forma que no le molestase durante los combates, y los vestidos que antes llevaba tras las clases habían sido sustituidos por ropas cómodas de entrenamiento.

Viendo todo el arsenal de armas, Eleanor esperó y echó un vistazo a lo que elegían los demás. Las favoritas parecían las de distancia, y podía entender por qué. A pocos les gustaría estar en primera fila. Y ella no iba a ser una excepción. La pistola parecía mucho más rápida, pero había practicado más con el arco, y sería más fácil modificarlo si lo necesitaba. Finalmente se acercó y tomó el arco largo.

- Aunque esté a distancia, prefiero tener algo con lo que protegerme, si no le importa, señor.

Asintió al instructor. - De aucerdo.

Volvió a su sitio cuando le habló Ren y giro el rostro hacia su compañero. - Imagino que podría servir como dices, es cuestión de que lo pruebes. 

Miró a su alrededor para ver quienes estaban y que armas habían cogido. No sabía como era una guerra ni se la imaginaba, así que en la cena lo comentaría con algún compañero o se lo preguntaría a Naya. 

De reojo observa a Naya, enfundada en blanco, y le mira con media sonrisa de pesar. Pero enseguida se centra más en su entorno cercano: un chico de pelo blanco escoge la otra joya que estaba tentando sus ojos, y menciona de modificarla. Su sonrisa se afila... hasta que tanto Eleanor como un chico raro cogían arco largo. Apretó los labios, pues quedaba claro que el valor y la lucha cuerpo a cuerpo no parecía el fuerte de la mayoría. Eso podría ser bastante malo.

Con un ademán del sombrero, elegante, hacia el albino, antes de retroceder un par de pasos y permitir que los demás sigan tomando las armas necesarias. Estaba esperando instrucciones para seguir.

El instructor mira a Secse y a Flit

-"¿Por qué pensáis que las mujeres son separadas hacia aquel lugar y se les enseña a tirar con arco?"-espera unos segundos aunque está claro que la pregunta es retórica-"La Guardia Negra está en primera fila siempre pero las mujeres suelen tener menos fuerza física y mejor puntería.Poneros ahí y disparad,si dais en el blanco os podréis llevar el arco,si no tendréis que elegir otro arma"-mira a Luther-"¿Y tú,no quieres ninguna?"-pregunta con sequedad.Tan solo unos pocos han decidido no coger ningún arma

Flit mira al instructor con estupefacción, parpadeando un par de veces mientras empieza a repasar mentalmente que arma puede tomar en cuanto fracase con el arco.

El gladio tal vez, es como un cuchillo un poco más largo y no parece demasiado pesado, debe ser más fácil de usar que cualquiera otra. Así que el arco es para mujeres y si acierto seré como una mujer y si fallo seré peor que una mujer, casi dan ganas de acertar.... casi

Con gesto dubitativo Flit cogió el arco largo y acarició la elegante curvatura de la madera con una familiaridad que no sabía de donde venía, hizo vibrar la cuerda y entrecerró los ojos mientras calculaba la distancia y el viento. Tenía un único disparo para no quedar en ridículo y era la primera vez que cogía un arco. Se encaminó hacia la linea y tensó y destensó tres veces el arco antes de colocar una saeta en la acanaladura.

Orholam, guía mi flecha. - Susurro intentando encontrar el valor y la calma necesaria antes de soltar la cuerda. Soltó el aire al mismo instante que la cuerda y la flecha voló certera hasta el medio de la diana. Había sido su primer disparo y aquello era la suerte del novato, o tal vez, solo tal vez, había algo para lo que podía ser bueno.

Dejando el arco en su sitio hizo una pequeña reverencia cortés al instructor mientras esperaba su decisión.

Las palabras del instructor hacen que emita un sordo gruñido mientras sus ojos recorren a los presentes y un torrente de pensamientos y sentimientos mal contenidos navegue en su interior. Desde un rápido vistazo a las chicas que habían escogido combatir cuerpo a cuerpo hasta al pobre desgraciado que se encontraba en la misma situación que él. Estaba claro que el instructor habría visto que las chicas podían defenderse con la misma fuerza que un chico que sin problemas en la primera línea, pero no había visto la destreza de los chicos durante los entrenamientos. Suponía que probablemente no era tan bueno como creía si no era capaz de verse algo tan evidente.

No será necesario -comienza a decir, mientras se coloca en el punto tras ver cómo su compañero ha sido guiado por Orloham para acercar de pleno-: si la guardia quiere de mí un combatiente cuerpo a cuerpo, será lo que tendrá.

Pese a sus palabras, tensa el arco, cierra los ojos, respira. Se acompasa... abre los ojos de golpe y libera la flecha para que surque la distancia, silvando. La flecha fallaría en cualquier caso su objetivo, al margen de la habilidad del chico. El instructor había dejado claro lo que pretendían de él.

No obstante, me gustaría destacar que mi habilidad a distancia es superior a mi habilidad cuerpo a cuerpo.

Y para muestra, toma un katar y corre hacia el objetivo, deteniéndose a escasos centímetros y tratando de golpear en el centro del mismo. El golpe había quedado bastante pobre, se gira con una sonrisa tranquila entonces.

Me quedaré con uno de estos.

Tras ello se encamina para dejar el arco en su lugar.

Ignorando el sarcasmo de Secse el Instructor palmea a Flit 

-"Buena puntería,ahora solo queda rezar a Orholam para que no haya sido suerte.Si vuelves te entrenarás con las arqueras,solo unos pocos hombres tienen tal privilegio,chico"-sonríe socarrón antes de mirar a Secse-"Y tú...ambos sois sanadores e iréis a Garriston con la doctora pero siempre viene bien que uno de los curanderos vaya con los combatientes así que ese será tu cometido.El resto le cubriréis ¿entendido? Muy bien y ahora marchaos a descansar,mañana os espera un largo viaje.Suerte a todos"-os despide con voz neutral el hombre

La verdad es que no me podía importar menos quien podía o no podía usar un arco, así que espero con calma mientras termina la "prueba" a la espera de nuevas instrucciones. Estas me sorprenden, pues son simplemente retirarse y descansar. Supongo que nos querrían frescos y descansados antes del ataque.

Haciendo caso al instructor salgo fuera del almacén pero me quedo esperando al lado de la puerta, fijándome en la gente que sale, buscando a Mescía con la mirada. En cuanto la veo me acerco rápidamente y la pillo de la mano tirando de ella. Era consciente de que podía ganarme un tortazo y a punto de ello estuvo hasta que vio quien era y luego sonriendo fue ella la que tiro de mi hasta que nos alejamos de todos.

Había mucho y poco que decir pero la verdad es que no nos importaba, pues sobraban las palabras. Mañana marchábamos a la guerra con un futuro incierto y no queríamos lamentar haber dejado nada por hacer. Por lo que entre besos y caricias conseguimos llegar hasta mi habitación, donde ya la pasión acumulada nos venció y dimos rienda suelta a nuestros deseos...