Partida Rol por web

El frio invernal comenzaba a hacerse patente en el ambiente. Los pajaros ya habian hecho su migracion a zonas mas calidas, o estaban en ellos o empezando. segun la clase de pajaro de la que se tratase. 

Caminabas tranquilamente, por los jardines del Castillo Kakita. Hacia tiempo que ahora vivias alli. Como consejera y confidente del Daimio Kakita Ghuon.

Los samurais te trataban con respeto. No habia demasiados videntes en Rokugan. Con pasarian de la decena de ellos. Una de las elegidas eras tú. Y te sentias bien con el trabajo que realizabas.

Pero ahora habias sido llamada por el Gran Señor del Clan. Quizas necesitara de tus consejos o de tu sabiduria. Pero el mensajero solo te habia dicho:

- El Daimio Kakita Ghuon, desea de su presencia en el salon del Castillo Grulla

Anterirmente en sus mensajes te habia explicado de que trataba el asunto pero ahora mismo, solo te habia dicho eso. Por lo que deberias presentrte en aquel lugar. Como no te gijo hora ni momento del dia, tu paseo se hizo largo, pero las maravillas que poseia aquel jardin eran explendorosas.

Cuando llegaste al lugar asignado, Kakita Ghuon te esperaba sentado en su lugar, como una especie de sobreelvado al suelo. El Daimio siempre estaria por encima de todos. Sentadoe n un cojin con una tetera a su lado y un tazon. Te pide con un gesto que te sientes en u cojin preparado para ti, frente a él, a menor altura.

El paseo por el jardín fue simplemente un placer para los sentidos, la belleza aún retenida en las flores y en las hojas de los árboles, meciéndose con el viento cuasi invernal, los rayos de Sol apenas descongelando todo a su paso... Concentrada en mis pensamientos lo único que oigo es el suave frufru de mi kimono de seda rosa estampado de flores de cerezo y el leve sonido de madera lacada de mis getas negras moviéndose con suavidad entre las piedras y la madera que cubren los caminos transitados que cruzan el jardin hacia el punto de reunión habitual con mi Señor. Mi parasol blanco con grullas pintadas se mece con el aire, sostenido con suavidad entre mis dedos delicados.

"Realmente es extraña la nota mandada por el Daimio-dono, ni una leve pista del motivo de una reunión tan imprevista... Y sigo sin tener noticias de Hermano. Ni espías nuestros dicen nada al respecto ni veo nada en mis sueños. El Agua no me habla. El Fuego no me susurra. El aire no me trae señales de sus quehaceres... Empieza a preocuparme tanto silencio respecto a su paradero...".

Sigo caminando algo ensimismada, aunque sin perder ni un ápice de mi calma habitual. Cierro mi parasol, lo dejo apoyado contra el retablo, a un lado, donde no estorbe a nadie pero me quede a mano si es necesario hacer uso de este. Nunca se sabe... Luego me saco las getas y las dejo con suavidad a un lado y situo mis pies, calzada sólo con los tabis, en la madera del escalón, superando el pequeño desnivel para entrar en el espacio que se iba a dedicar a la reunión. En silencio, recoloco mis ropas para poder arrodillarme, me saco el wakizahi que llevo cogido con mi obi negro y lo pongo en el suelo, delante del Daimio, como signo de submisión y saludo ceremoniosa y educadamente al daimio, pasando seguidamente a ocupar el lugar que se me ha destinado a su lado. Es obvio que va a ser una reunión de cierta importancia o no me habría llamado de este modo... así que espero pacientemente a que éste exponga sus inquietudes.

Kakita Ghuon se encontraba en su cojin, y te mira y sonrie cuando te sientas en el tuyo.

- ¿Un té?

Dijo con su calida y suave voz, pero no esperó tu respuesta cuando ya te sirvió uno. Las palabras parecian costar salir de los labios del Daimio. Se le veia pensativo, algo inseguro, para como solia estar siempre.

-Necesito de tu ayuda, Yasuki Miyu. Ha llegado a mi poder, una carta del Emperador Toturi III. Algo oscuro se cierne mas sobre las Tierras Sombrias. el silencio es tal que incluso las murallas Kaiu estan temblando ante lo que se acontece. El Emperador no tiene fé esta vez en la poderosa valía de los Cangrejo. Por lo que se hará una Corte de Invierno, en las Tierras Fenix. Necesito de tu poder y sabiduria, para que acompañes a mi hijo Kakita Kay, futuro Daimio Grulla y a Musume Tsuki.

Musume Tsuki, bien la conocias, esa Ronin que el Daimio habia dado como alumna al su propio hijo. La deshonra de los Grulla recorria la piel de esa chica. Ella para tu entendimiento no deberia permanecer en aquellas tierras. Era deshonrosa ella misma. Y por lo que te habia dico el Daimio deberia acompañarte a ti y a su hijo a una corte de invierno, donde los samurais se reunian para sus asuntos importantes. Donde una ronin solo haria malas caras y enfrentamientos por destruirla y matarla. Ella no debia ir. 

Sonrío levemente ante el ofrecimiento de té, el cual acepto gustosamente. Ghuon-sama siempre me ha parecido un hombre extremadamente agradable y un jefe con gran dignidad. Su esposa debe de sentirse realmente orgullosa y agradecida de ser no sólo la madre de sus hijos si no su compañera en el camino de la vida.

Tomo la taza llena de té que me ofrece y con un leve gesto de cabeza se lo agradezco. Bebo un sorbo para saborearlo. Huele a una mezcla de flores muy delicada y bien elegida, armónica para los sentidos del que lo bebe.

-Exquisito como siempre, mi Señor- alabo brevemente la calidad del té. Dejo mi taza en frente de mí para escuchar con atención a las dudas del daimio. Bajo la vista ligeramente antes de hablar, algo que nunca puedo evitar, expresar mi opinión, aunque para eso justamente estoy ahí...

-Agradezco la confianza que mi Señor deposita en esta humilde dama- respondo primeramente -Será un placer acompañar a Kay-sama hasta la Corte de Invierno. Le serviré en todo lo que me dicte, siempre- completo mi respuesta a su propuesta, como se espera de alguien como yo. Amago un sentimiento encontrado cuando oigo la parte de añadir al viaje a Musume Tsuki, la rounin, que por algún extraño motivo, estaba bajo la protección no sólo del talante generoso y bondadoso del daimio (y abusando de éste, a mi entender) si nó bajo custodia del propio futuro heredero del Clan.

-Confia en ella mi Señor?- empiezo a expresar mi pequeña inquietud, con voz suave.
-Tanto si es así, como no- continuo sin esperar una respuesta, dándole el margen a mi Señor de no tener que contestar con sinceridad a esa pregunta. Nunca se debe poner a un Señor bajo ese tipo de cuestiones -Deberia acompañarnos alguien más, no dudo de la "profesionalidad" de Musume pero no hay que olvidar que es una rounin, perderiamos "Cara" frente al resto de la aristocracia si el futuro heredero va sólo a la Corte de Invierno acompañado de una descastada. No nos conviene mi Señor, ya sabe cón funciona esto, los rumores devorarían todo lo positivo que ha realizado durante su mandato- trato de expresar la situación de la forma más clara y menos ofensiva posible.
-Y siendo yo la otra acompañante, bueno, yo sólo soy una mujer de paz, no soy suficiente protección para nuestro querido heredero, tanto en el camino, como entre los pasillos de los Palacios nobles...- finalizo la primera parte de mi alegato ante una idea no exenta de inconvenientes. Todo el mundo sabe que los descastados son de poco fiar, cómo fiarse de alguien cuya Verdadera Familia no pertenece al Clan? Hasta un Cangrejo sería de más confianza como séquito de salvaguarda que una persona violenta, sin modales y sin raices como esa...

-Tal vez- inicio mi segunda parte -Debería acompañarnos algún otro guerrero, como guardaespaldas del Heredero. Eso acallaría todo posible rumor- planteo mi propuesta alternativa. Sea como sea, deberiamos llevar un séquito algo más "amplio".
-Y los daimios de los otros clanes qué dicen? Se sabe si piensan tomar alguna medida al respecto?- trato de cambiar de tema y desviarlo abriendo el ángulo con que ver la problemática que se nos plantea.

Tras finalizar, cojo de nuevo la taza de té y bebo un nuevo sorbo, esperando la posible reacción de mi Señor...

 El daimio esccha paciente cada palabra de la vidente, esperando con paciecia que terminara su alegato.

-Sé de buena quinta que no soportas a Musume, al igual que todos en este lugar. sé que es una ronin, pero ha demostrado en toda su vida su lealtad hacia mí. Por lo que confio en ella. Pero si para estar mas segura necesitas un cuarto miembro en vuestro viaje, que así sea.

En ese momento las enormes puertas del salon se abren dando lugar a un hombre, fuerte, corpulento, enorme, de pelo largo y negro, ojos oscuros como la noche, su armadura cubriendo solo parte de su cuerpo, dejando el brazo derecho al aire con medio torso tanmbien al descubierto. 

El Daimio continuó hablando.

-sabia que te opondrias a Musume, y pedí a mi gran amigo Hida Kuon que me eviase a su mejor guerrero. El Daimio cangrejo envia a su hijo Hida Kyoga, para que vuestro viaje sea mas ameno. ¿Estas ahora mas contenta Yasuki miyu?

Dijo sonriendote y señalando al futuro daimio cangrejo. El cual se inclinaba delante del Daimio Grulla.

-como pediste, el mejor guerrero cangrejo se presenta para ir a la corte de invierno a las Tierras Fenix.

Bebo un par de sorbos de té y dejo de nuevo la taza, delante de mi. Miro con calma a Ghuon-sama. Realmente le adoro.
-No se trata sobre mi opinión hacia Musume, mi Señor, si no sobre lo que dirán los demás clanes sobre Vos. No siento ninguna animadversión en particular por Musume-san, apenas he tenido trato con ésta- respondo en un tono neutral.
-Y aunque la sintiera, que no es el caso- añado rápidamente -No afectaría a mi juicio sobre este asunto. No olvide que las apariencias lo son todo en las relaciones diplomáticas con los demás clanes y la cohorte de nuestro Excelentisimo Emperador- trato de recordarle.

Es cierto que no me gusta la idea de ir sólo con Musumi como retaguardia pero es más bien por las consecuencias político-sociales que puedan derivar de esa decisión... En la Corte nunca te puedes despistar ni bajar la guardia, es una enorme nido lleno de tiburones y una decisión de ese calibre podría dejar entrever una debilidad utilizable en contra de mi querido Señor.

-Sabe de sobras, mi Señor, que cumpliría sus órdenes, incluso aunque tuviera que trabajar con un Escorpión o on León, sin importarme en absoluto mis "comodidades" emocionales o intelectuales- añado, continuando con mi tono neutral -Sólo me preocupo por Vos, mi Señor- levanto levemente la mirada hacia Ghuon-sama y cierto pequeño grado de emoción se destila en mi voz tras esta última afirmación, que luego corrijo rápidamente -Es mi trabajo- sentencio, tratando de no sonar de forma poco adecuada. Sentir una gran lealtad por tu Señor es considerado correcto pero exceso de afecto puede ser mal visto.

Vuelvo a bajar la mirada hasta que entra aquel hombre enorme. Me lo quedo mirando de arriba a abajo, disimuladamente. No puedo olvidar que soy una mujer y el desconocido es el heredero del daimio de otro clan, por tanto debo mantener las maneras, aunque sea un Cangrejo. Siento una punzada de dolor dentro de mí, al acordarme de mi hermano ausente... Aún así, me siento algo más aliviada, el daimio parece haber entrado en razón fácilmente, de hecho, está yendo mucho mejor de lo esperado y ni siquiera tuve que decir claramente que "contratara" a un Cangrejo como guardaespaldas, cono era mi intención inicial...

-Estoy segura de que todo el Clan se sentirá mucho más tranquilo cuando sepa que Hida-sama nos acompaña en dicho cometido- sonrío con mucha suavidad, sin perder la compostura en ningún momento, a pesar del aspecto asilvestrado y poco apropiado del guerrero desconocido.

 Kyoga te mira con una mirada seria y calculadora, como intentado ver mas alla de tí, intentado reconocer tu naturaleza.

-Con el tratado de mi padre con el Daimio Kakita Ghuon, yo Hida Kyoga os escoltaré a la Corte de Invierno. Espero no tenagais ningun problema. Yasuki Miyu-sama

Se inclina, aunque fuera de mayor rango que tú, él sabia de la importancia de tu persona hacia muchos clanes, incluso el del mismo cangrejo, que muchas veces habia acudido a tí en busca de consejo y apoyo.

-Cuando deseeis, estaré en el Dojo, junto con Kakita Kay-sama para partir juntos.

Inclino su cabeza de nuevo, no llegando a postrar sus rodillas ante ninguno, y sale por a puerta cerrandol con cuidado.

No parecia comportarse como los demas cangrejos, tenia....clase. Quizas...diplomacia. Era raro, sabia hablar y no balbucear, no miraba a todo como si quiesiera destruirlo, En un futuro seria un Daimio que seguro camviaria las Tierras Cangrejo, para siempre.

Miro a aquel hombre, futuro líder de los Cangrejos, con detenimiento mientras pronuncia aquellas palabras.
"Es más de lo que aparenta, es obvio, incluso siendo un heredero daimio...".

-No, no hay ningún problema por mi parte, Hida Kyoga-sama- respondo, con una pequeña sonrisa encantadora -Los Yasuki nunca hemos tenido dificultad alguna en colaborar con su clan. Será un placer compartir camino con Vos- finalizo con un gesto elegante de cabeza.

Continuo mirándole cuando se marcha para reunirse con nuestro heredero y su acompañante.
"Al final resultará no ser un castigo tan horrible, el verme separada de mi Señor. Puede que incluso sea realmente un viaje muy interesante... el heredero Cangrejo es una persona muy curiosa, digna de ser analizada con detenimiento."

Vuelvo mi mirada a mi Señor, que ha permanecido en silencio durante un buen rato. Entiendo que es un momento incómodo, el Emperador ha dictaminado el "secuestro" legal de los hijos herederos de todos los cabezas de familia de los clanes principales, pidiendo que sean enviados a la nueva Corte. Es una práctica habitual de control imperial para asegurarse la lealta de todos los daimios... Pero aún así, veo a Ghuon-sama más ceñudo y callado de lo normal, más intranquilo...
-En qué piensa mi Señor? Puedo ayudarle en algo más?- le ofrezco mis oidos, mis ojos, en los que vaciar sus preocupaciones y dudas.

 El Daimyo negó con su cabeza.

-No, no necesito nada mas, ahora retirate y prepara tu equipaje, mi hijo estará esperandote en la entrada de la ciudad con las monturas correspondientes, Ahora vé y que las Fortunas guien vuestro camino por la luz y la paz.

Fueron sus plabras antes de sumergirse en la calidez del te en su garganta. Sí, estaba serio y distante, pero no se debia molestar al daimyo siempre y cuando él no deseara hablar.

Inclino levemente la cabeza como señal de respeto.

-Como deséeis mi Señor- respondo suavamente ante su distanciamiento. Procedo a retirarme sin decir nada más, recogiendo mi Wakizashi y luego saliendo de la tarima, siguiendo los protocolos hasta poder pisar el suelo. Me pongo mis getas de nuevo, cojo mi parasol y lo vuelvo a abrir para poder refugiarme de los rayos de Sol y del viento y me dirijo hacia mis aposentos para recoger las cosas necesarias para el viaje.

"A nadie le gusta que le secuestren al hijo... Es comprensible su actitud." Camino con energia, pero sin perder mi elegancia habitual, cruzando los jardines más velozmente que antes, sin pararme esta vez a admirar su belleza perfecta.