Marchetus se acerca hasta ti, comenzando contigo una conversación intrascendente apartándote del grupo. Los dos os encontráis a solas en un rincón de la gran sala.
-Opino que habría que hacerles comer a todos los reyes las entrañas de sus ministros y los testículos de sus herederos, y después cortarles la cabeza. Son llagas purulentas en el culo del mundo, ¿no crees?