Partida Rol por web

Se acerca lentamente a tí, no te das cuenta de su presencia hasta que está a tu lado

Toda esta adorable gente con sus adorables perfumes y sus adorables ropas es una abominación. Su belleza es fea y funesta a mis ojos. ¿No estás de acuerdo conmigo? Todos vcan disfrazados, hasta el último de ellos. Ninguno desea aparecer como es realmente. Todos saben que sus auténticas personalidades son horrendas pero no loadmitirán

Observo a la mujer , pero sólo veo la máscara, y asi se lo digo.

-Hay cierta verdad en vuestras palabras, pero nuestra vista nos condena a juzgar las apariencias, al menos hasta develar en parte el misterio tras las máscaras que llevamos. Algunos pueden hacerlo, otros jamás. Yo espero ser uno de los primeros. Pero por ahora no los conozco lo suficiente para juzgarlos abominables, si es que me permite diferir en esto con vuestra opinión. Quizás el tiempo devele los horrores bajo los bellos rostros, tal como used afirma. Mas sólo el tiempo podrá decirlo, el tiempo y la visión aguda de aquellos que sepan ver.-contesto suavemente.

Al cabo de unos momentos de pausa, continuo:

-Señora, quizás podrías develarme que es lo que han visto sus ojos, para tildar de horrendos a todos estos acompañantes, y así darme la sabiduría de vuestra percepción.

Seguidme pues, tomaremos algo de vino en un lugar más tranquilo, donde no haya oídos indiscretos

La acompañas hasta una sala adyacente donde un criado os sirve sendas copas de vino antes de abandonar la sala. Alza su copa en un mudo brindis y da un trago saboreando el vino unos instantes antes de tragarlo.

Todos los mortales son corruptos amigo mío y los individuos asistentes a esta cena no son una excepción. Me arrancaría los ojos y la piel antes que ser como estos atildados petimetres. ¿No harías tú lo mismo?

-Señora mía, en eso ha dado en el clavo. Mis deseos de ser como mis congéneres es nulo. Aunque quizás sea una exageración verbal vuetra intención de sacaros los ojos. Percibo en usted odio hacia las personas. Lo mío es un simple desagrado. No conozco vuestras razones para odiar al resto, mi desagrado es porque los voy conociendo. Ciertas son vuestras palabras, que todos somos corruptos. Mortales, e inmortales por igual, ¿ya que no se le ruega a Dios para que nos conceda cosas? ¿Y sólo lo hace con aquellos que tienen su favor? Pues también es un corrupto. Yo creo que todos somos corruptos y egoístas, sólo hay que saber reconocerlo.

Luego hago una pausa para contemplarla. ¿Que se escondía detrás de esa máscara? ¿Una leprosa? ¿Que deformidades ocultaba al mundo, pero mostrando su odio por él?

La belleza es una máscara. Una máscara letal. Tu alma hierve con feas llagas y profundas y apestosas heridas ¿Por qué ocultarlas al mundo?

Sin esperar respuesta, se acerca a tí y toma tu cara entre sus manos
No escondas tu enfermedad. Es demasiado bella para ocultarla bajo un rostro sin defectos. ¡Luce tu vil interior ante todos! Mientras habla sus manos resbalan por tu cara para luego ir a coger un espejo situado en una mesita a vuestro lado y mostrarte con él tu rostro horriblemente desfigurado

-¿Pero que es esto?? Mi rostro!!! ¿Que ha pasado con mi rostro?-exclamo, atónito y horrorizado al ver en el espejo el reflejo de lo que parece mi rostro, deformado, defectuoso. Palpo con mis manos, buscando señales de que mi rostro sigue alli, y que esto es sólo una alucinación, una pesadilla alcohólica.

-No tiene usted derecho a robarme mi rostro!!-exclamo fuertemente, alterado por la visión.-No importaba que fuera feo o hermoso, pero era mío, y no tengo otro!!-sigo diciendo, mientras intento borrar esa magia a fuerza de seguir contemplando la imagen de mi reflejo.

Te equivocas, querido, todos tenemos mil rostros...disfrutemos viéndolos todos.. mientras habla pasa de nuevo las manos por tu rostro.
Cuando alzas el espejo, asustado por lo que puedas encontrar, descubres que no solamente no está deformado sino que es mucho
más bello que antes.

Sin embargo la belleza es efímera.. vuelve a acariciarte y tu cara pasa de ser la evocación la belleza más sublime a la más terrorífica de tus pesadillas

Me quedo helado, al toque siniestro de esas manos que dan y quitan constantemente.

-¿Quien eres, que me robas mi rostro, sólo para darme otro mas bello y quitarmelo nuevamente? No quiero un rostro horrendo, ni uno bello. Deseo seguir con el mío. No importa que tan horrible os parezca, ya que creo que horrible debe parecerte, si ves a todos por su interior. Yo aún no creo que todos sean tan horrendos.

Me acaricio el rostro horrible nuevamente, buscando que se vaya, como si un sueño espantase.

-¿Que deseas de mi? ¿Que puedo darte para que no juegues conmigo? ¿Acaso te parece divertido darme horror y belleza en partes iguales? La belleza en efímera, si, cual mariposa de un día. Pero el horror, ese dura, queda impregnado en la carne como un hedor siniestro. No deseo juzgar o ser juzgado por la belleza, mas tampoco por un rostro horrendo. Si puedo elegir, dame mil veces la habilidad de ver en el interior de las almas. Eso es lo único que importa. Y devúelveme mi rostro, que horrendo o hermoso es el unico que tengo. Yo no tengo miles, como dices. Sólo uno, y es tan mío como mi misma persona. No me lo quites, no me lo robes.

Cuando Violetta va a contestarte, un criado entra en la sala
La cena está servida mi señora, se reclama su presencia le dice muy educadamente y con cierto temor en la voz

Violetta pasa sus manos sobre tu rostro una última vez y en el espejo puedes ver que has recuperado tu antiguo rostro. Te devuelvo tu rostro, querido, pues me reconforta que comprendas cuan efímera y transitoria es la belleza.
Ahora, no hagamos esperar más a esos petimetres...

Mi corazón, después de la interrupción, late desesperado, como intentando recuperar el tiempo perdido, ya que me parecía que no latía mientras estaba con esta mujer. Que extraña y repelente era, aunque tenía una sabiduría oscura nacida quién sabe de dónde.

Me había quitado mi individualidad...nada es tan precioso para mi como ser único...y ella me lo arrebato con un soplo de su hálito.

Inmerso en oscuros pensamientos, no contesté sus palabras, pero, si, me daba cuenta que los otros eran unos petrimetres. Siempre lo había sabido en mi interior, mas ahora lo tenía frente a mi vista. Como el reflejo del rostro horrendo en el espejo, ella me había mostrado lo que a veces se oculta tras la belleza de un rostro.

Tocando una vez mas mi rostro, asegurandome de que es el mismo de antes, regreso a la mesa, con el resto de los invitados, aún tembloroso por el miedo y la excitación mental que me produzco este encuentro.