Partida Rol por web

Lady Jadviga se acerca a tí y te ofrece un exquisito y caro brandy
Lo importo del Oriente...es delicioso y difícil de encontrar, pero los líderes no merecen más que lo mejor ¿No estás de acuerdo?

Pareces ser una mujer entre mujeres. Una líder. ¿eres de buena familia?

Observa detenidamente a su compañera de mesa, la cual se la ha ido llevando a un aparte para hablar con ella. Dalina se ha dejado hacer, deseosa de saber más acerca de ellos y su papel aquí.
Mirándola más de cerca no se adivina mucho más que lo que mostraba cuando estaba sentada en la mesa: una mujer decidida, fibrosa y en algo le recuerda a ella misma, además del mismo ígneo color de pelo.

Al poco de separarse de los demás le ofrece una copa de brandy. Lo acepta sin reservas.
Dalina lo alza en el aire, para brindar por ella y se lo lleva a los labios sin apartar su mirada de sus ojos, como en un escrutinio mutuo o una batalla silenciosa de voluntades.

Nota el calor del licor en su lengua y debe entreabrir la boca para dejar paso al aire.

- Delicioso, lady Jadviga, decididamente es de lo mejor que he probado. Propio de la realeza.

- Lo importo del Oriente...es delicioso y difícil de encontrar, pero los líderes no merecen más que lo mejor ¿No estás de acuerdo? – le contesta ella.

- Por supuesto – contesta. Después Lady Jadviga continúa.

- Pareces ser una mujer entre mujeres. Una líder. ¿eres de buena familia?

Se piensa bien la respuesta, ya que no sabe exactamente qué le han contado sobre ella. Aunque ¿por qué mentir? Simplemente no se ha de contar toda la verdad...

- No soy exactamente una líder… - sonríe maliciosa- pero lo que sí puedo decirte, es que decido por mí, antes que otros lo hagan.

Vuelve a beber un sorbo del delicioso nectar, esta vez con los ojos cerrados. Después vuelve a mirarla.

- En cuanto a mi família… tampoco se puede decir que tenga un gran nombre, ni sea una buena família, aunque sí tenemos influencia- más de lo que te imaginarías…- y estamos muy unidos. - decide no dar más detalles. - Somos un pequeño clan, ya sabes-

- ¿Y vos mi señora? - pregunta - Sé que las apariencias no lo son todo - y yo soy un clarísimo ejemplo - pero parecéis una gran señora, de exquisito gusto, cabe añadir. ¿Qué podéis decirme de vuestra merced?
En estos momentos estoy en desventaja, pues poco más que vuestro nombre conozco.

Lady Jadviga da un trago al brandy, saboreándolo unos instantes antes de tragarlo delicioso... dice más para sí misma que para ser escuchada.

No hay mucho que contar acerca de mi persona querida, llevo una vida muy constante, sin embargo tú pareces una joven más...vital. Aún así para saciar tu curiosidad te diré que poseo y lidero un vasto aunque remoto territorio

Y ahora, volviendo al tema, la noble cuna y la buena crianza no son las virtudes más reveladoras, aunque tengan su valor. La nobleza interior y la voluntad de dirigir a otro son más importantes. He conocido a muchos nobles inútiles e incompetentes, y a más de un estupendo líder de baja extracción ¿Qué eres tú?

La conversación transcurre a medida que avanzáis por el gran salón en dirección a una gran puerta de salida del mismo

Mientras avanzan hacia la puerta de salida del gran salón, Dalina se queda pensativa brevemente.

- ¿Líder? - nunca lo había pensado, aunque estaba claro que la idea no le disgustaba. Desde hacía tiempo jugaba con su "madre" y su maestro en el arte de las intrigas y el asesinato en el juego del control del poder de la zona.

- Estoy de acuerdo con vos. Está claro que no todo el mundo sabe liderar y no vale con tener una noble cuna, aunque por supuesto dicha educación ayuda.- su mente pasa por una de sus úlimas victimas, un pobre noble que no supo jugar bien sus cartas... -

- ¿Que quién soy yo?- rie - Desde luego está mal que lo diga, pero poca gente habrá con mi voluntad y fidelidad hacia mis principios...- esto último lo dice con cara seria.

Llegando hacia la puerta se extraña del tipo de preguntas que la mujer le está haciendo.

- ¿Se trata de algún tipo de prueba?- menea la cabeza y continúa al lado de su interlocutora.

Bueno...pronto veremos si lo que dices es cierto... te dice mientras salís por la puerta hasta un saloncito privado no muy lejano.

Una vez allí, toca una campanilla y un joven sirviente, bastante apuesto, aparece.
Arrodillate, de espaldas le dice, señalando un punto del suelo y, tras entregarte un látigo que estaba en una mesilla, continúa
Demuéstrame que eres capaz de dirigir a otros su tono es firme y seco, sin atisbo de jocosidad

Dalina pega un respingo imperceptible. De todas las posibles variaciones de la conversación, aquella nunca la habría imaginado.

De repente allí estaba, detrás de un pobre desgraciado con la espalda al aire, el cual temblaba ligeramente mientras esperaba el azote del látigo.

Se acerca a la mujer y acepta el látigo que ésta le ofrece.

Durante un instante le llegan a la mente las imágenes de los maltratos que ha sufrido y un calor invade su cuerpo.
Se acerca al chico, demasiado para poder usar bien el látigo. Después gira su cabeza por encima del hombro para asegurarse de que Lady Jadviga la ve.

Alza el dedo índice y sin parpadear clava su uña profundamente en el omoplato del criado. Nota cómo el chico se estremece del dolor. Ella aprieta más y alarga el corte ligeramente hacia abajo mientras la sangre generada resbala por el surco de su espalda. El atractivo muchacho gime, ella ni se inmuta. -Eres afortunado, hubiera sido peor el látigo...-

Después se separa de él y se lleva la uña a los labios lamiéndola y tirando el látigo a un lado.

- ¿Me exiges que demuestre si soy capaz de dirigir o si soy capaz de hacer daño?
Yo creo que lo segundo y la respuesta es sí. - se dirige caminando hacia ella y continúa - Pero no creo que para dirigir siempre sea necesario usar un látigo. Es menos efectivo que otras artes menos directas.

Coge el dedo índice y se lo termina de limpiar en un pliegue de su falda.- ¿Te peguntas si sería capaz de matar si fuese necesario por el liderazgo? - sonríe - Quizás..., pero fustigar a este miserable no lo demuestra. Es más, dicho acto sólo demostraría que la que sabe liderar eres tú, pues me habrías obligado a obecerte. ¿No estás de acuerdo? - dice mirándola fijamente a los ojos.

Lady Jadviga mantiene impasible tu mirada mientras habla En este valle de lágrimas uno debe azotar o ser azotado, no hay sitio para la cobardía ni la compasión pues ambas son debilidades imperdonables en un auténtico líder. Has comenzado con tino... no me defraudes, no te conviene. dice con un tono peligroso que anticipa un castigo ejemplar

La mirada de Lady Jadviga la atraviesa como una daga helada. - Quizá he hecho mal en desafiarla pero... ¿Qué es lo que quiere de mí?-

- No era mi intención ofenderos ni decepcionaros, lady, pero creo que habéis malinterpretado mis actos. - dice con tono suave, aunque seguro - Mi actuación no estaba guiada por la debilidad, sino por una errónea concepción del mensaje que tal vez intentábais transmitirme.

Está claro que en esta vida es mejor azotar a ser azotado, - y yo soy un claro ejemplo puesto que no voy a dejarme azotar de nuevo... - pero creo que en ocasiones es mucho más efectivo el dominio a través de la voluntad que a través del miedo, ya que si doblegas una voluntad, actuará como tú deseas creyendo que actua por sí misma.

Después baja la mirada sombriamente y disimuladamente introduce una mano entre los pliegues de su falda, entre los cuales, prendida de una cuerda se ocultaba una afiladísima daga. Acaricia su frío metal y añade en tono seguro:

- Por supuesto que llegado el momento, se deben tomar todas las medidas necesárias y hay veces que la sangre es la única medida que existe... o la más efectiva.

Tus palabras parecen enfurecer a Lady Jadviga, su serio rostro y el arqueo de sus cejas la delatan. Lentamente se acerca hasta ti y se mantiene unos instantes inmóvil, observándote de cerca. Luego la palma de su mano golpea con fuerza tu mejilla.

-¿Aún no te ha quedado claro quién de las dos es la líder?

De repente su mirada se hace mas intensa, penetra hasta en lo mas hondo de tu ser.

-Coge el látigo y azótale. -te dice.

Sus palabras resuenan en tu cabeza, como si del mismo eco se tratara, sin saber porqué, obedeces y tomas el látigo entre tus manos.

Nota la fúria de Lady Jadviga e inconscientemente retrocede un paso. De repente ella la golpea con fuerza en la mejilla en un movimiento que ni siquiera ha llegado a preveer.

- ¿Aún no te has enterado de quién es la líder? - grita con una terrible fuerza que resuena en todo su interior, como si le hablaran directamente a su consciencia.

Se gira, aún aturdida y se encuentra con ella mirándola. Pero sus ojos estan tan cerca, que parece que vayan a tocarse con los suyos...

- Coge el látigo y azótale, coge el látigo y azótale, coge el látigo y azótale... - Es lo único que pasa por su cabeza.
Extrañamente no puede pensar nada más, pero ¿Qué más hay que pensar? Había una deliciosa simplicidad en seguir esa orden.

Se acerca a Lady Jadviga y a sus terribles y adorables ojos, que no puede dejar de mirar. Sólo por cumplir su petición se atreve a separarse de la inmensidad de sus pupilas.

Coge el látigo con seguridad y se acerca al chico, que aún permanece en la misma postura.

El tiempo parece ir a cámara lenta. Descarga con toda su fuerza un terrible latigazo que arranca un grito de dolor del joven.

Dalina escucha el grito, pero no siente nada. Es aliviador. Se siente liberada... es tan fácil no preocuparse...tan fácil dominar...el poder la embriaga por completo... más que cuando había matado a alguien con sus propias manos.

Otra vez. Vuelve a fustigar con impetu al pobre criado salpicándola en la cara con su sangre.

Una y otra vez golpea, con la satisfacción de quien sabe que está haciendo lo que debería, como si cada latigazo le proporcionara lo que siempre ha deseado.

El criado grita del terrible dolor sufrido, pero poco a poco se va quedando sin fuerzas para gritar.
- Por favor... Parad... - solloza suplicante en un gemido que roza el gorgoteo. - Ella no hace ni el más mínimo gesto de detenerse. Su debilidad le asquea y aún le dan ganas de golpearle con más fuerza.

Luego silencio... El muchacho cae hacia delante en un enorme charco de sangre. No se vé si está muerto, pero esa idea ni siquiera pasa por su mente. ¿Qué importa?

Se gira y vuelve a encontrar esos fascinantes ojos observándola. Se acerca a ella y le entrega el látigo chorreante con devoción.

Cuando Lady Jadviga se dispone a hablar, probablemente para darte una nueva orde, un criado entra en la estacia y con voz algo temerosa se dirige a Lady Jadviga

Mi señora, la cena está servida. Se reclama el honor de su presencia tras lo cual se retira y Jadviga se dirige a ti

Vamos querida, no debemos hacerles esperar... Cuando os disponéis a salir de la habitación ves realmente al criado tirado en el suelo sangrando y recuerdas todo lo que le has hecho aún sin quererlo...

Lady Jadviga comienza a caminar hacia la puerta. La fascinación inducida que Dalina sentía hacia ella hacía sólo unos instantes empieza a desaparecer como a quién se le desadormece una pierna en un cosquilleo.

Se queda paralizada unos instantes al ver el cuerpo inmóvil y ensangrentado del suelo. Y entonces recuerda…

Recuerda lo que había hecho, pero también la sensación embriagadora que la poseyó mientras daba rienda suelta a su violencia dormida, a su ansias reprimidas de dominar y no volver a ser dominada, a la sensación del cosquilleo de su vientre cada vez que notaba el estremecimiento del pobre muchacho al sufrir bajo el golpe del látigo…

Dalina comienza a andar detrás de Lady Jadviga.
Mientras, en su mente, querría sentir lástima, sentir que ha hecho mal, ya que hacía mucho tiempo se hizo a sí misma una estúpida promesa de no torturar a nadie, ya que ella había sufrido ese horrible trato. Pero no podía.
La muerte le era ya demasiado afín como para andarse con principios absurdos de moralidad.

La vida era dura, el mundo era cruel y ella debía ser fuerte para sobrevivir en él.

Obviamente no había disfrutado con el sufrimiento del chico, sino con la sensación que el dominio sobre él le otorgaba. Después de todo, quizá sí que había sido necesario fustigar aquel hombre para ver si estaba preparada para dirigir.

Al pensar en la palabra "líder" no puede evitar pensar en Lady Jadviga, que caminaba pausadamente por delante. - ¿Quién eres? - piensa aterrada, a la vez que tremendamente fascinada.
¿Cómo alguien había sido capaz de obligarle a hacer algo que en principio no quería hacer?. Nunca había visto ni sentido nada similar.

Ahora la miraba con admiración. Nunca se había sentido intimidada por cosas como la nobleza o los títulos eclesiásticos, de hecho le daban exactamente lo mismo, pero ahora, se sentía como un campesino debe sentirse en presencia de una gran reina.

Y la envidió.