De nuevo el silencio vuelve a envolver al grupo. Lentamente la información que va surgiendo va tomando forma a modo de camino de baldosas que surgen a través de las conversaciones y las pistas con las que la compañía se va topando.
Mientras todos reposan alrededor del fuego, al amparo de la noche, Katla deja de atender a Walia ahora que se encuentra mejor y ha recuperado la consciencia para dirigirse hacia el khajiita.
-En harudim Na'ir. He venido para ver como te encuentras y tratar de atender tus heridas si me das permiso para ello.
Katla se sienta sobre sus piernas flexionadas apoyando sus brazos sobre las mismas, observando al Khajiit en la oscuridad. La luz de la pequeña hoguera ilumina la mitad de su rostro resaltando las cicatrices que cubren su cara.
El guerrero khajiit ha recibido una buena tunda durante la pelea. Aunque supo mantener la compostura y seguir luchando pese al dolor, es evidente para cualquiera que el daño recibido por el impacto de Horgrith fue importante:
- Que lunas te sonrían, tonsh jer yanemer. La verdad es que el jefe era guerrero poderoso. Usaba magia extraña. -Na'ir se suelta el abrigo y el gambesón que lleva debajo, dejando un enegrecido pecho a la luz de la luna. Incluso cubierto de pelo, el enorme ematoma causado por la voz de Horgrith es patente- Nunca había visto nadie que pudiera herir con palabras de ese modo. También tu usas magia extraña, Na'ir ve. Piedra acude a tu llamada.
Katla observa la contusión de Na'ir con atención mientras este continúa hablando. Realiza varias comprobaciones con los dedos para comprobar si existe alguna lesión ósea que pueda requerir una atención más especializada, pero parece que el Khajiita ha salido "bien parado" dentro de la crudeza de la refriega.
Mientras Katla realiza algunas comprobaciones más sobre los hematomas de Na'ir, continúacon la conversación que han iniciado.
-Si...sin lugar a dudas nos encontramos lejos de casa...aquí la energía fluye por los cuerpos de una manera diferente a como estamos acostumbrados en Morrowind...Estos individuos actúan como recipientes de poder...no toman su fuerza de los elementos... - Katla continúa observando su intervención sin dirigiri la mirada hacia el rostro de na'ir, ensimismada en su tarea y sus pensamientos. - Entiendo que para ti mi bendición sea...extraña... En Morrowind los Daedras eligen a algunos de nosotros para que seamos emisarios de su poder... a mi me han bendecido siendo hija de la tierra. Yo cuido de ella y ella cuida de mi.
Katla deja de observar las heridas para poder volver a mirar al rostro de Na'ir mientras hablan, recuperando la postura sentada.
- Yo también te he observado, Na'ir. Veo que eres un luchador con una técnica limpia y aguerrida...pero hay algo más en tus movimientos que no han escapado a mi ojo... posees un peculiar poder que no había visto jamás y me intriga el precio que has pagado para poder llegar a semejante capacidad...
Na'ir busca en su chaqueta la pequeña madeja de hilo y la sostiene en su palma abierta un momento. Parece que ya no tiene mucho sentido seguir ocultándolo cuando conocen de su existencia. A primera vista, no parece más que una madeja de hilo negro enredado en dos palos irregulares, suficientemente pequeño como para caber en un puño y con insuficiente material para confeccionar ninguna cosa. Al observarlo a la luz de las estrellas, sin embargo, puede verse que no es un hilo común. Los filamentos son extremadamente finos y reflejan un tono rojizo sobre el negro de los hilos.
El khajiit cierra el puño y sujeta la madeja con ambas manos:
- Esto solo es instrumento... se dió a Na'ir para que pueda alcanzar su objetivo -levanta la vista a las estrellas rememorando algún momento del pasado, pero vuelve rápidamente en sí al dolerle algo durante la exploración de Katla y suelta un gruñido felino.