Partida Rol por web

Nombre: Eithan Frost
Jugador: Nethian
Profesión: Mercenario Corporativo
Edad: 36
Puntos personaje: 65
Humanidad: 40
PH perdida: 30
Reputación: 5

CARACTERÍSTICAS

INT 5  ♦  REF 11  ♦  TEC 6   ♦  FRIA 8   ♦  ATR 5   ♦  SUE 6  ♦  EMP 7 (-3)    ♦  MOV 8   ♦  TCO 15  

- Carrera (asalto): 24m • 10 seg: 72m  •  Salto carrera: 8m
- Levantar: 560kg • Transportar: 150kg  • Lanzar: 150m

HABILIDADES
Capacidad especial: Sentido del combate 7
Iniciativa: 1d10 + REF + 7

IMPLANTES

TCO: sobrenatural
MTC: -5
N. SALV: 15
Mod. daño: +8
Mod. ataque a distancia: -3

Pantalón cuero duro CP4 CE0
Chaqueta blindada ligera CP14 CE0
Casco e Nylon CP20 CE0

Leve.........(aturd=0): 1
Grave.......(aturd=1):
Crítico......(aturd=2):
Mortal 0...(aturd=3:
Mortal 1...(aturd=4):
Mortal 2...(aturd=5):
Mortal 3...(aturd=6):
Mortal 4...(aturd=7):
Mortal 5...(aturd=8):
Mortal 6...(aturd=9):

ARMAMENTO

Munición pistola pesada: 50 balas (x2)

EQUIPO

Gafas inteligentes
· infrarojos
· amplificador

NOTAS

Implantes 8100
Armas 800
Equipo 1076
Total... 9976, sobran... 24ed

HISTORIA

Las puertas de la habitación se abrieron lentamente, quedaron atoradas durante unos segundos, se escuchó un reniego desde el otro lado y una patada terminó por abrirla. La silueta de Frost se recortó en la penumbra de la habitación. Desde que había llegado a aquel gigantesco bloque de apartamentos le había constado un par de días ganarse el respeto de sus vecinos, una panda de ladrones, drogadictos y animales.

Joder se sentía como si ni siquiera hubiese salido de la cárcel. Desde que había terminado la condena había ido dando tumbos sin ningún propósito, la mayor parte de sus cosas habían desaparecido, el piso franco había sido derruido para construir otro de esos multimercados, y su casa en el barrio corporativo, la que le había dado la compañía desde el principio sin duda había sido asignado a otro.

La puta compañía, su vida había dado siempre vueltas alrededor de ella. Se sentó en el apestoso sofá. En la oscuridad presintió corretear las chinches ,bueno, eran mejores que sus vecinos. Descorchó una botella de licor que había cogido de la tienda de abajo, la vació con un par de tragos y el mundo empezó a girar alrededor de Frost, se dejó llevar, con la mierda que llevaba metido en el cuerpo por la mañana estaría bien, mientras se abandonó a los recuerdos que le infundían los vapores del alcohol empezó a tocar el viejo saxo por el que había pagado una pequeña fortuna un par de días antes.

Su mente retrocedió a los años en que tenía un padre y una madre, era una familia feliz, su padre (ya no recordaba el nombre) era un empleado menor de alguna corporación, vivían en un adosado pequeño, de apenas 50 metros cuadrados en una gran colmena de idénticos empleados corporativos, idénticos trajes e idénticos coches y su madre era... era una especie de borrón, una mujer simple y obediente para el corporativo y hombre de la casa. El saxo fue un regalo de papa, lo Eithan lo empezó a tocar para no escuchar las palizas, los gritos y las discusiones cuando papa llegaba estresado después jornadas de 14 y 16 horas soportando a sus jefes. Al principio solo arrancaba sonidos sin sentido y desafinados pero al caer enfermo a la edad de 8 años pudo empezar a practicar día y noche, jamás fue muy bueno pero le ayudaba a pasar las horas interminables tumbado en la cama. Apenas se acordaba de lo que era la enfermedad, solo que apenas podía moverse y que poco a poco fue perdiendo la movilidad de piernas y extremidades, hasta que a los 10 años necesitaba un respirador y una silla automática para poder moverse. El seguro de la compañía hizo algunas pruebas, pero papa no era lo suficiente importante para que la compañía invirtiese demasiado dinero en el hijo de un don nadie.

Las notas del saxo desafinaron un momento al recordar los últimos días con sus padres, estaba en su habitación, no había salido de ella en semanas y ya no podía ni tocar ningún instrumento, mamá se sentaba horas en silencio y a papa no había ido a visitarlo en semanas. Luego llegaron ellos, creía recordar que prácticamente echaron la puerta abajo. Iban acompañados por papa, las notas temblaron de nuevo al recordar casi a cámara lenta como sus padres discutían delante de los extraños, unos hombres con un traje parecido al de papá pero mucho mas grande se acercaron agarraron a mama y se la llevaron. Luego tres hombres con bata blanca se acercaron al niño que no podía defenderse. Le clavaron agujas en la base de la espalda, hicieron que papá firmara algo, agarraron la camilla y se lo llevaron. Los únicos recuerdos de los meses siguientes fue la de una gran ala de algún hospital, olía a desinfectantes y a un olor que desde el principio identificó como el olor a muerte. Allí era uno más entre al menos un centenar de niños que estaban tan o más enfermos que él. Agujas y pruebas fueron las únicas compañeras a lo largo de tres años. Los niños no hablaban entre ellos, cada semana se llevaban a uno de ellos para no volver a verlo. Era una especie de lotería, a medida que se acercaba el miércoles los niños se miraban los unos a los otros tratando de adivinar quien sería el siguiente. Hasta que le tocó a él. Se meó encima cuando salió del ala del hospital. Le metieron en una habitación solo y aislado conectado a maquinas y respiraderos que zumbaban sin cesar. Empezaron a ponerle tubos y líquidos por todo su cuerpo, nadie le hablaba ni le explicaba que sucedía, le trataban como si fuera un animal de laboratorio, uno de esos perros en los que prueban vacunas y nuevas enfermedades, solo le hacía compañía el dolor. Y así fue durante meses. Sorprendentemente fue recuperando la sensibilidad en cu cuerpo y sintiéndose más fuerte a medida que pasaban los meses. Al final pudo empezar a andar y arrancarse los tubos. Estaba encerrado, al cabo de unos minutos vinieron de nuevo los tipos con bata blanca y sin decirle nada se lo llevaron de allí.

Es saxo fue sonando más deprisa, acelerando el ritmo a medida que su mente embotada por la ginebra barata recordaba aquellos años en que le empezaron a entrenar junto con otros niños. Le enseñaron a pelear, a luchar y en más de un caso a matar por una hogaza de pan. Las inyecciones y las pruebas seguían pero ya no dolían. Aprendió a usar las armas y las manos para matar, no era el mejor de los que había allí, pero si lo suficientemente duro como para sobrevivir hasta la graduación. Le dieron un uniforme con el mismo anagrama que había adornado la casa de sus padres durante todos aquellos años. Le dieron armas y vió de nuevo el mundo exterior con 21 años. La compañía se había vuelto lo único que conocía y lo único que le unía con la humanidad, así que se convirtió en un soldado leal. Incluso le dieron una casa como la que tenían sus padres cambiaron su apellido a Frost, según una indiscreción de uno de los supervisores de su departamento. A medida que fue subiendo de categoría entre las fuerzas de seguridad de la compañía aumentaron sus responsabilidades. Guerras secretas entre corporaciones, asesinatos programados, seguimientos. Era bueno, quizá no el mejor pero era un profesional. Una vez se cruzó con su padre en las instalaciones de la compañía, si le reconoció él no le dijo nada, se limitó a mirarle como si fuera un espectro. Bueno, Ethian tampoco sintió nada especial al verle, papa había muerto el día que se lo llevaron.

Las notas se volvieron discordantes, como el gemido de un animal herido al recordar su última operación para la compañía. Habían pasado siete putos años, desde aquello. Le habían vendido, simple y llanamente. En un agujero infecto de América del sur, por algún motivo que probablemente no tenía nada que ver con él, en una operación de extracción de un científico de una corporación rival les pillaron. En lugar de pegarles un tiro entre ceja y ceja les deportaron a Night City, allí trataron de relacionarlos con la compañía pero no fue posible, a pesar de ello les condenaron en el pero agujero a seis años de trabajo forzado y reeducación. La reeducación no sirvió para un carajo, y la cárcel casi acabó con él, pero los seis años habían pasado y ahora era libre y estaba arruinado. Completamente solo. El saxo cayó al suelo con un ruido sordo que Eithan ya no escuchó.

(...)

La puerta se abrió desde fuera, una luz cegó a Eithan aún medio aturdido por la borrachera de la noche anterior. Aquella voz le heló hasta el alma. La compañía había vuelto por su hijo prodigo.

Salón-comedor-dormitario
Cuarto de baño a parte
Electrodomésticos de calidad.
Tv, videaudio de calidad.

Tallon Global Zeneca

NorthSide, 23:00

Presionaste su cuello mientras que con la otra mano golpeaste su estómago con fuerza. No era más que una yonki pandillera, pero aunque el aspecto de su Dai Lung te decía que se caía a cachos te habían entrenado para no correr riesgos. Mientras la joven se deslizaba doblada de dolor por la pared tiraste por el hueco de la escalera la pistola que de nada te servía. Había sido una pésima idea el haber intentado atracarte, pero sabías que si querías hacerte respetar en aquel bloque lleno de basura y escoria pandillera debías demostrar que no importaba quién te atracaba, sino el hecho de que ibas a ser implacable fuese quien fuese.

Sin más fuiste a tu apartamento mientras escuchabas de fondo cómo la chica se quejaba por el dolor y te insultaba de vez en cuando. En frente de tu puerta te diste cuenta de que habían intentado forzarla otra vez, pero no habían logrado entrar porque la marca que solías dejar estaba en su sitio. Era un sencillo truco con un pedazo de cinta adhesiva, lo más económico que te podías permitir ahora.

Al entrar un vistazo rápido te confirmó que todo estaba en su sitio. Dejaste sobre la silla la chaqueta y sobre la mesa la calderilla que tenías en el bolsillo de los pantalones. Veinticuatro eurdólares era una pésima expectativa para los próximos días, pero la botella de whisky que acababas de comprar te haría olvidar durante unas buenas horas tu situación. Un ruido fuerte de la cocina hizo que desenfundaras rápido y apuntaras a la… nevera. Un par de ruidos más y dejó de funcionar definitivamente, otra cosa más rota en tu vida.

Todo se iba desmoronando lentamente a tu alrededor, incluso la luz del sol se negaba a quedarse más tiempo en aquella decrépita habitación. Aquel era el momento propicio para tumbarte en la cama y dar un largo trago a la botella. Tal vez tus sueños fueran mejores que tu vida…

- Si no hablas vamos a coger a tu mujer embaraza y la sentaremos delante de tuya –dijo Ángela con ese acento español que resultaba rudo- Ves... tus ojos me dicen que no eres un cabrón, sólo un gilipollas que pensó que un par de cientos aquí y allá no se notarían, y que venirse a vivir a una zona protegida por Militech te mantendría alejado de nosotros –se echó a reír.

Otro puñetazo alcanzó la cara de aquel pobre infeliz, uno de los tantos contables de la Compañía con el típico aspecto gris que no destacaba en absoluto. Pero había cometido un grave error y debía pagar por ello. Sin duda iba a ser un ejemplo para cualquiera otro que intentara jugársela a la Compañía.

- ¡Frost, encuentra a la mujer y tráela! –te ordenó tu jefa de escuadra mientras otro compañero comenzó a golpear al contable.

No podías demorarte mucho porque en breve se conectaría el servicio de vigilancia. El netrunner contratado para crear un bucle de imágenes os había dado  veinte minutos de margen hasta que se dieran cuenta del engaño, y ahí se incluía la huída de la zona. Un dedo cortado y los pies destrozados habían acelerado el proceso de interrogación, pero parecía que no era suficiente. Finalmente llegaste a la habitación principal.

Tus gafas térmicas localizaron a la mujer escondida en el interior de un armario, agazapada en su interior pensando que así no la encontrarían. Con cuidado abriste la puerta, con el arma apuntando, pero lo que te esperaba dentro te cogió por sorpresa. Un disparo alcanzó tu chaleco antibalas e hizo que retrocedieras unos pasos y casi perdieras el equilibrio. Había sido una buena lección para aprender que un arma bien pegada al cuerpo no se distinguía muy bien en el termógrafo, pero al menos estabas vivo para contarlo. Sin dilación apuntaste a la mujer y ésta se cubrió de tal manera que resultaba lastimoso. Ya ni se acordaba de que tenía un arma en la mano porque la dejó caer a un lado mientras gimoteaba y suplicaba que no la matases.

- ¡Por favor, estoy embarazada! –dijo sollozando- ¡Por favor!¡Por favor! Mi niña…

No era común la eliminación de la familia en aquellos casos, pero resultaban útiles para hacer hablar a vuestros objetivos. Sin dejar de apuntar fuiste hacia ella para llevarla frente a su marido y presionarlo. Eras leal a la Compañía, pero también te alegraba que su protocolo no fuera tan cruel.

¡BAM! Te giraste, apuntaste y… no hiciste nada. Ángela estaba en la puerta con el arma humeante, observando con frialdad lo que acaba de hacer. Ya no escuchabas ninguna súplica, ningún sollozo. Miraste al armario, a un interior que estaba vacío de vida y lleno de insensibilidad. Los rubios cabellos de la mujer estaban teñidos de sangre mientras que sus manos protegían una vida en su interior que jamás vería la luz.

 - Nos han detectado, tenemos que irnos –escuchaste.

La puerta se abrió de un golpe y abriste los ojos. Reaccionaste bien, aunque tenías la mente embobada entre el alcohol y los malos recuerdos. Rodaste por la cama, giraste en el suelo y te diste cuenta de que lo habías hecho por el lado equivocado, tu arma estaba en el otro. El cañón de una escopeta automática apuntaba a tu cabeza con la suficiente distancia como para desintegrarte si usaba su capacidad máxima. Pensaste que se trataría de un pandillero con presupuesto al que habías jodido en alguna ocasión y quería vengarse, pero aquel hombre olía a mercenario a kilómetros de distancia. No recordabas que te hubieras metido en ningún lío importante desde que saliste de la cárcel, y entonces tus dudas se resolvieron cuando otro hombre entró en la habitación. Tu sangre se heló, estabas muerto.

Kwan Woo era un mercenario de la vieja escuela, y de la nueva porque se adaptaba con rapidez a todo. Sobre él pesaban historias de Escuadrones de la Muerte en la guerra de Centroamérica, de ejecuciones casi imposibles y de otras tantas cosas que competían entre la realidad y el rumor. Pese a ello, las pocas veces que habíais coincidido con él jamás te negó un saludo, pero también era cierto que su presencia era suficiente para mantenerte intranquilo.

- ¿Un mal día, Frost? –preguntó calmadamente y al poner su mano sobre el hombro del tipo que te apuntaba éste bajó el arma- No apuntamos a la familia –dijo con una afligida sonrisa.

Sujetaba una Malorian de forma despreocupada, como si formara parte de él.

- Recoge lo que tengas, es hora de regresar...

.

Las manos se cerraron en torno al frágil cuello de la chica, los instintos y el adoctrinamiento de Frost le dijeron que tensase el brazo y de una sacudida le partiera en cuello a aquella desgraciada, de todos modos le iba a hacer un favor, así no tendría que hacer más de puta o tratar de robar a tíos el doble de grandes y malos que ella cuando el mono apenas le permitía apuntar con el arma sin volarse el puto pie. El hombro empezó el movimiento que iba a acabar con la garganta de la yonquie desgarrada y su cuello roto y Frost cometió el primer error de aquella noche, le miró a los ojos. Aquella niña no debería tener más dieciséis o diecisiete años pataleaba mientras que sus ojos marrones y asustados se movían frenéticamente buscando una salida a medida que le empezaba a faltar el aire. Su mirada aterrada, histérica le recordaron una de las últimas misiones con Angela ... El puño izquierdo de Frost la golpeó en el plexo solar dejándola sin aire mientras que con la pierna empujaba el arma por el hueco de la escalera. La dejó en el suelo, gimiendo y maldiciendo. "Cierra la boca zorra y quizá viviras lo suficiente para volver a meterte". La verdad es que Frost tampoco se giró para ver si aquella desgraciada le hacía caso o no.

Joder tía como si tuviera algo para que me robases.

Habían intentado joderle otra vez la habitación, los pandilleros eran cada vez más imbéciles, ¿Acaso alguien que tuviese algo viviría en aquel agujero de ratas? Bah! Que les jodieran a todos. Al menos tenía una buena botella para emborracharse, aquella noche ni siquiera le apetecía tocar, se bebería la botella entera y cuando despertase quizá tendría en valor para apoyar la puta pistola en la sien y apretar el gatillo de una vez. Pero lo primero era lo primero, dejó tiradas la chaqueta y las armas, una en la silla y las otras a un lado de la cama, segundo error de la noche y empezó con el ritual que llevaba haciendo desde que se había instalado, beber hasta caer inconsciente.

La cara de la tipa de la escalera se le había quedado grabada y su mente vagó hacia el pasado, ambas mujeres no se parecían en nada, la que había intentado robarle era morena y delgada, mientras que la otra era rubia y un poco gruesa. Habían ido allí él, Ángela y otro mercenario, el equipo de gala de la compañía, para darle una lección a un corporativo díscolo y él había pillado a la mujer. Aquella mujer de la cual nunca supo el nombre estaba aterrada, le miró como si fuera el diablo y sollozó implorando por su vida y la del crío que llevaba dentro, solo era para un escarmiento dijeron pero al final Ángela, la jefa de misión le había volado la cabeza. Se hacía tarde. Solo negocios. Como siempre nada personal. Frost recordaba que se había quedado apuntando con el arma a Ángela y que a pesar de que habían follado un par de veces casi disparó contra su jefa. Ella se percató aunque no hizo nada, tia lista, en aquel momento le habría volado la tapa de los sesos y luego el otro mercenario y él probablemente se habrían frito a tiros el uno al otro.

Por la madrugada Ángela se había metido en su cama, ella olía y sabía a sudor, siempre se ponía caliente después de las misiones, sobretodo si le disparaba a alguien. La última vez que la vió. En la siguiente operación estaba rodeado de novatos y fue cuando le pillaron como a un pardillo, y luego seis años de danza cerebral...

El alcohol iba haciendo su efecto, el sopor le entumecía los músculos poco a poco y los más importante era que hacía que dejase de pensar, el sopor le fue invadiendo hasta que ya no fue capaz de mantener sujeta la botella que cayó como otras tantas empapando la sucia moqueta sintética del suelo. La puerta del apartamento se abrió de golpe. Todo el acondicionamiento de Frost le hizo reaccionar por instinto rodó por la cama para agarrar las armas pero escogió en su mareo el lado equivocado de la cama. Tercer error.

Una escopeta acabó apuntándole a la cabeza. La mierda que llevaba dentro se puso a funcionar a toda pastilla y los ojos de Frost volvieron a enfocar la realidad, se percató que en vez de un pandillero con presupuesto para un arma se trataba de un mercenario. No había hecho nada que pudiera acarrearle enemigos con suficiente pasta como para contratar a un profesional desde que había salido del trullo. Tensó todo el cuerpo para lanzarse a la desesperada a por el tipo y entonces entró Kwan Woo, había envejecido igual que él pero seguía tan frío y hermético como el hielo. Woo había sido un ejemplo para todos los niños que participaban en el proyecto y Frost recordaba algunas de las visitas que hacía el oriental al pabellón desde su cama para llevarse a los recién graduados del proyecto. El cuerpo del ex convicto se relajó, a pesar de lo poco que habían coincidido en la compañía, Kwan era el mejor de todos, lo había sido antes y ahora Frost había pasado seis años parado... Estaba muerto, mejor pensó, seguro que Kwa Woo no tendría reparos en apretar el gatillo por él.

Eithan Frost estaba listo para todo menos para las palabras del oriental: - No apuntamos a la familia. Y mientras Frost trataba de entender el significado de aquellas palabras Woo le soltó la puntilla final - Recoge lo que tengas, es hora de regresar...

Mil cosas pasaron por la mente de Frost, las misiones, Ángela, el entrenamiento, el acondicionamiento psicológico, toda la mierda de la que pensaba se había librado de una vez por todas para quedarse... vacío pero libre. Eithan se incorporó, se vistió con la chaqueta y se equipó con lo poco que tenía dispuesto a seguir a Woo, ya que de todos modos ¿Dónde se está mejor que con la familia aunque sea en el propio infierno? La puerta del apartamento quedó abierta balanceándose precariamente mientras los tres salían se dirigían a las escaleras. Cuarto error.

NorthSide, 23:20

Después de recoger todo saliste de aquel cuarto sin mirar atrás. Aquel lugar apestaba, desde un sentido literal hasta uno metafórico; el problema era la cantidad de preguntas que rondaban ahora por tu mente. Sabías que no querían matarte porque si fuera así ya lo estarías, eso sólo dejaba una sencilla respuesta: acababan de localizarte y volvías al redil. No sabíais si el panorama sería mejor ahora pues lo único distinto a la Compañía había sido una auténtica basura. Tal vez había llegado el momento de sacudirte la inmundicia que últimamente se pegaba a ti como la mosca a la mierda.

- Te han jodido bien… -dijo en bajo- Son buenos en eso.

No había sonrisa en su rostro, ni siquiera tristeza. Su voz resultaba casi plana al pronunciar aquellas palabras que pocos se atrevían a decir. Mientras el otro mercenario habría camino a base de algún empujón a la salida de alguno de tus vecinos Kwan retrasaba su paso, lo cual mantenía una distancia adecuada para una conversación.

- Para vivir como hasta ahora mejor te hubieras pegado un tiro –comentó- Ángela está muerta. Siempre creyó que era demasiado lista, pero no se deja a los nuestros sin más –cruzó su mirada con la tuya- Llevas tiempo inactivo y has perdido puestos de importancia. Eso es bueno…

¿Qué pretendía decirte Kwan? Fuera lo que fuese ya divisabas el vestíbulo de aquel apestoso lugar y sin duda habría un coche esperando fuera.Si querías alguna aclaración disponías de poco tiempo.

Eithan salío de la pocilga donde había vivido con paso lento, no le importaba nada de lo que veía a su espalda, pero que volviera Kwan y su pasado de golpe no era una sensación muy agradable, la sensación de impotencia igual a cuando lo arrastraban por los pasillos del trullo para conectarla la danza cerebral a la cabeza volvió. Pero la sensación de pánico terminó en unos segundos. Si ahora se mostraba debil con aquellos tíos se acabó.

Cita :

No, Kwan me jodisteis vosotros... la pasma se limitó a terminar el trabajo. Dijo Eithan a medio camino del rellano del piso, del ascensor solo quedaba el hueco así que les tocaba una larga caminata hasta abajo. Hechó un ojo por si la desgraciada que le había atacado seguía allí, solo faltaría que ahora una yonkie enfurecida saltara sobre él por las escaleras. Por cierto dile a tu amiguito que como me vuelva a apuntar la jodida arma por muy borracho que esté se la come. Dijo Eithan con el mismo tono monocorde y frío del oriental.

Cita :

Ángela... Aunque no quisiera admitirlo la noticia de la muerte de angela le dolió, no se habían querido ni ninguna de esas chorradas pero alguna vez vez se había sentido agusto con ella. Más de lo que podía decir del resto de la humanidad. Kwan era una serpiente astuta así que no iba a darle ningún arma más para putearle. No mencionaría a Ángela en ningún momento.

Sin dar muestras de que lo que le decía Kwan de la muerte de su jefa de equipo Eithan sin detenerse acanzó un poco más deprosa que Kwan hasta ponerse casi a su altura con los puños cerrados pero pegados a los costados. ¿Me estas diciendo que estos años en la puta carcel ha sido como si me tuvieseis en una nevera o algo así Kwan?  

NorthSide, 23:50

No pudo evitar sonreír al escuchar tus palabras, y ya que os separaba un trecho de oídos indiscretos se permitió el lujo de aclararte algunos detalles.

- No hablaba de la pasma, Frost -mantuvo una sonrisa ambigua- ¿Tienes algún amigo? Me gustaría conocer esa respuesta porque los míos murieron hace demasiado tiempo. ¿Acaso crees que Ángela era tu amiga? Te hubiera vendido si con ello hubiera podido huir. Huir... -suspiró- Si algún día tienes la oportunidad deberías hacerlo y no emborracharte como un imbécil.

Su forma de decirte las cosas parecía bastante despreocupada, como si te diera una sugerencia de la cual no estuviera realmente convencido.

- Has estado inactivo, ¿qué esperabas? -te miró- Vuelta a empezar, así son las cosas... mientras más alto estás más oportunidades tienes. Pero mientras más bajo menos interés te ponen -sonrió.

No pudisteis proseguir más la conversación pues ya estabais en la calle y os esperaba una berlina de color gris. Bastantes ojos curiosos observan aquel coche de lujo, pero nadie se acercaba debido a que dos hombres estaban fuera con fusiles en la mano. Habían venido a buscarte cuatro mercenarios, todo un honor (pensaste con ironía) Todo era demasiado poco discreto, y por lo que sabías ese no era el estilo del asiático.

En pocos minutos habíais salido de North Side. Tras unos buenos minutos sorteando el tráfico llegasteis a Japan Town. Las calles estaban atestadas de ejecutivos con ganas de diversión, así como transeúntes que querían pasar el tiempo en salas de fiesta o de juegos. Aquel era un lugar para gastar dinero y permitirse algunos caprichosos, y su cercanía con otras zonas menos conflictivas era bastante conveniente tanto para los habitantes de la zona como sus visitantes. Tal vez la zona más al sur o la que colindaba con Lake Parque traía más problemas, pero por lo general había seguridad en las calles.

La berlina, que ahora no desentonaba con el ambiente, entró en el garaje del edificio y aparcó en la plaza de garaje 405. En el coche se quedó el conductor y el tipo de la escopeta, mientras que el tercero de los acompañantes de Kwan os siguió (ésta vez sin el fusil). El ascensor os condujo a la cuarta planta, y como era obvio llegasteis a la habitación 405.

.

Las palabras de Kwan hicieron plantearse muchas preguntas a Frost, las cuales se tuvo que tragar al no poder preguntar nada en medio de toda aquella gente, quizá en un pasado había respetado e incluso admirado al oriental, pero ahora se sentía como un puto perro que llevan a sacrificar después de mearse en la alfombra y que planea pegarle un buen bocado a la mano que sujeta la correa.

Ángela… De nuevo ella, tan fría tan segura, tan hermosa. Ahora estaba muerta, vale los amigos son un lastre, los matan y luego ¿Qué? Pero Angela, ella no huía, ella era lajefa de pelotón, incluso a veces Frost aún recordaba la vez que ella le partió el labio solo por sugerirle aquella idea. Así que quisiste pirarte Angela… ¿Qué cojones te pasó?

La ironía de Kwan le estaba fastidiando, tenía toda la razón, el se había estado emborrachando jodiendo con putas y metiéndose mierda, ya no era la mitad de bueno que hacía seis años cuando casi había estado a la par del chino o japonés o lo que cojones fuera. Y Kwan debía de saberlo o sea que si le querían para algo –pensó fríamente- era como un puto señuelo sin relación con ellos o como un puto peón listo para ser sacrificable.

¿Vuelta a empezar? Tu puta madre chino cabrón. Jugaré tu juego hasta que os pueda hacer comer esos seis años de vacaciones que tú y TU compañía me regalasteis.

Ángela…

Frost avanzó entre los hombres de Kwan hasta el vehículo, los yonkies de la calle miraban extrañados y asustados la comparsa que se desarrollaba delante de ellos sin entender una mierda de lo que pasaba. ¿Todo esto es para mí? Joder Kwan cuanto honor, me voy a emocionar. –Dijo el mercenario con sorna mientras se dejaba caer en el asiento trasero-

Desde cuando tan ostentoso Kwan. ¿O es que mamá compañía te ha subido el sueldo durante estos años?

Mientras subían por las escaleras Eithan no dijo nada, a pesar de su chachara sabía que si dejaba de ser útil a Kwan este le volaría la cabeza, al menos él mismo lo habría hecho, así que se dejó guiar y trató de tomar nota de cada recoveco que seguían hasta llegar al ascensor y hasta la 405. Al menos el tacto de sus armas le daba confianza tenía una posibilidad de 3 contra diez de sorprender al japo supuso, mala apuesta. Una vez allí sin decir palabra se dejó caer sobre el sofá.

Vale cariño, ya estamos en nuestro nidito de amor. ¿Ahora qué? Vas a decirme que coño queréis de mi o ¿Vas a pedir antes una cena romántica?

Japan town, 23:55

Ya en el coche te permitiste un alarde de ironía. Que menos después de tantos años olvidado por los que te habían enseñado todo lo que sabias.

- No es cosa mía –respondió con sencillez mientras observaba por la ventanilla del coche la ciudad.

El trayecto fue tranquilo y la conversación escasa, por no decir nula. Pero si tuvieras la oportunidad, o más bien la ventaja, te encantaría dejarle claro todo lo que pensabas sobre él, la Compañía y Ángela. Ángela… ¿por qué había huido? Estaba demasiado a gusto como para largarse sin más. Ni siquiera sabías cuándo había sido, cómo y sobretodo quién la había matado. Aquellos pequeños momentos que te habías permitido estar a gusto con ella estaban ahora vacíos con su muerte, y sólo porque Kwan te había informado de ello. ¿No era mejor vivir en la ignorancia o te daba igual?

Cuando entraste en la habitación había dos hombres, uno de ellos armado y otro con traje sentado en la mesa. Su aspecto no era destacable: pelo negro, tez pálida, ojos claros, sin cicatriz ni constitución fuerte. Un tipo normal conectado mediante cables de interface a un maletín con aparatos electrónicos incorporados. Ya lo habías visto antes, se trataba de un equipo antiespionaje bastante sofisticado.

No querías que pensaran que estabas tomando notas de los detalles así que te sentaste en el sofá despreocupadamente. La verdad era que el lugar estaba realmente bien pero inmediatamente tu atención se centró tras la puerta cerrada que debía conducir al baño, alguien abrió un grifo y volvía cerrarlo. Al instante salió una mujer bastante atractiva con un impresionante tatuaje de un dragón que viste claramente por el descubierto de su traje en la espalda.

Te dedicó unos segundos y pasó de largo. Parecía que estaba comprobando algo con el desconocido sentado a la mesa. Mientras tanto tomaste cuenta de los presentes en el piso. Aunque uno de los que te acompañó en el coche se quedó fuera seguían siendo cuatro mercenarios, incluyendo Kwan, a parte de la mujer y el que se ocupaba del maletín. Estabas en desventajas y tus armas se encontraban cautamente dentro de la bolsa.

Ahora sí, la mujer se sentó en un sillón, cruzó las piernas y tecleó una pantalla táctil portátil. Seguro que allí se encontraban muchos detalles, y en especial sobre tí. A su lado, un paso tras ella, estaba Kwan.

Japan town, 00:00

Hay mujeres bonitas, hermosas y atractivas. Cada una con sus encantos y al gusto de cada persona. La mujer frente a ti era de las atractivas, y sobretodo muy sexy. Desprendía un aroma sutil y cada movimiento invitaba a perderse en sus curvas. Podrías seguir con placer cada centímetro de sus medias y traje hasta llegar a una mirada que te haría retroceder si no tenías lo que había que tener.

- ¿Lo que queremos de ti? –repitió tus palabras- Frost, ¿cuándo te enseñaron a cuestionar? Estás sentado en tu nuevo sofá y no dentro de una bolsa de plástico sólo porque has sido leal. La Compañía lo valora, yo lo valoro, y eso es ahora lo que debe interesarte. Tu vida depende de lo bien que me caigas, y mira por donde… de momento tienes éste agradable estudio.

Estaba jugando, era evidente. Aquella actitud era típica de los que ostentaban poder, y como no, de aquellos que estaban seguros respaldados por tantos mercenarios. Seguro que tanto lujo para recogerte era obra suya, ahora lo comprendías.

- Tu identificación en el edificio será el de Adam Halen. Si no proporcionas datos no habrá problemas, el edificio es nuestro pero es imprescindible que no reveles tu identidad –dedicó unos instantes a mirar la pantalla- Es conveniente que de momento te encuentres en “paradero desconocido”, aunque jamás lo has estado –rió.

¿Significaba aquello que siempre habían sabido dónde encontrarte?

La noticia de la muerte de Ángela le había dejado más tocado de lo que quería admitirse a si mismo. Se sentía vacío, no habían sido novios ni nada parecido pero ella había sido lo más parecido a algo suyo, fuese lo que fuese eso. Eithan Frost no era un hombre de honor, no lo habían adiestrado para ello pero se juró que si descubría que había sido Kwan quien le había dado muerte envíaria a Woo convertido en trocitos de shushi a Japón para que se lo comieran las jodidas carpas de los parques.

Frost a pesar de jugar al niño rebelde no perdió de vista a los mercenarios que estaban jugando a ignorarlo. Todos profesionales, probablemente todos adiestrados por Kwan. Incluso había un netrunner ocupándose de la seguridad con cacharros de última generación.

Eithan se acercó al mueble bar y se sirvió una buena dosis de alcohol, la mierda que llevaba dentro ya había filtrado las toxinas pero los demás no tenían por que saberlo y mejor que lo tomaran por un perdedor borrachillo. Quizá esta ventaja le sirviera para algo, valía la pena probar.

Ya está Kwan, esta es mi fiesta de cumpleaños por todos los que cumplí en el trullo ¿Verdad?

Entonces se abrío la puerta del baño y entró ella, Eithan dejó escapar un silbido al verla entrar, realmente era una belleza, el traje de llevaba estaba sin duda hecho a medida para resaltar el voluptuoso cuerpo sobre el que se ceñía, sin duda más de un hombre había perdido todo lo que tenía para poder meterse entre aquellas dos largas y torneadas piernas. Los ojos de ambos se cruzaron por un momento y ninguno aparto la mirada hasta que los fríos ojos de ella descendieron para sentarse en un sofá cercano. Frost inspiró profundamente el aroma de la mujer. Después de mirarla lascivamente se repanchingó en el sofá. Se descubrió preguntándose donde debía terminar el tatuaje del dragón.

Definitivamente debe ser mi fiesta de cumpleaños –dijo lascivamente-.

Cita:

Aquella tipa era peligrosa y estaba acostumbrada a mandar, el hecho de que Kwan se pusiera a su espalda como buen perrito guardián que era no hacía más que confirmar aquella idea. Debía tratarse de alguna corporativa de alto nivel. Solo le faltaba decir lo que quiero de ti en lugar de lo que queremos para terminar de perfilar más la escena.

Vale hermana, así que como he sido buen niño tengo esta casita… Apuró la copa de un solo trago y centró todo su interés en las piernas cruzadas de la mujer que tenía enfrente.

Cita:

Las palabras de ella resonaron huecas, sin importancia, solo el hecho de que siempre había estado localizado le habrían una serie de dudas que no le gustaban nada. Además estaba la risa, era una risa hermosa y cantarina pero que le faltaba para su gusto emotividad, era fría y demasiado ensayada, falsa. De repente le invadió la pena al pensar en Ángela, ella podía haber sido una mercenaria pero al menos era directa y sincera, no tenía doble juego, al menos con él…

Apartó de su mente aquellas reflexiones y dejó que la tía siguiera hablando. Que mostrase sus cartas.

Te toca hermana... Sueltalo todo...

Japan Town, 00:10

La idea de un buen revolcón con la mujer pronto se esfumó en cuanto los recuerdos de Ángela llegaron a ti. Las comparaciones de ambas te despertaron para prestar tu atención en lo que debías.

- Éste es Raymond Korven y la mujer es su madre, Lilian Korven.

Dejó sobre la mesa una fotografía. En ella una mujer besaba con cariño a un niño de alrededor de doce o trece años. Ambos parecían muy felices y la calidad de la foto parecía reciente. Aquello era una familia, pero una de verdad. Tal vez más tarde, cuando estuvieras solo, te llegaría varías preguntas sobre dónde estaba tu madre. ¿Qué habían hecho con ella? Sólo la recordabas en su actitud sumisa, siempre igual excepto una vez… cuando te llevaron y ella intentó impedirlo.

- Ambos desaparecieron aquí, en Night City –explicó sin ápice de emoción- La mujer es prescindible pero el niño ha de ser encontrado.

La mujer, que aún no te había proporcionado su nombre, te observó unos instantes mientras mirabas la foto.

- Creemos que Zeneca está detrás de la desaparición. Es una Compañía rival con ganas de crear problemas –sonrió despreocupadamente- La última situación conocida de ambos es en la casa de la hermana de Lilian, Susan Grahan. Ella, su marido y la hija aparecieron muertos hace tres días en su domicilio.

Estaba claro que Zeneca jugaba tan sucio como Tallon, siempre y cuando se tratara de ellos.

- Hay un problema de seguridad interna y por eso se necesita un grupo fuera de nómina. Mañana te reunirás con un especialista en extracciones de la ciudad; se trata de un ex policía. Trabaja para nosotros pero se ocupa de pequeñas cuestiones sin demasiada relevancia –comenzaba a pincelar los detalles- Tendrás más información que el resto porque son prescindibles, y por ello mantendrás esos detalles en secreto a medida que se te informe.

Te mostró dos fotos más, una de ella era el emblema de Zeneca y el edificio en la ciudad (distrito B4) y el otro el de tu nuevo compañero. Bajo esa foto aparecía el nombre de Brian Spetock.

- Ya tendrás más detalles mañana cuando te reúnas con Spetock.

Eithan miró brevemente la foto y la dejó sin aparentar demasiado interés a la fotografía. Más tarde memorizaría cada resgo de aquellas personas, en rpivado. Parecía una pareja feliz y normal, bueno pensó, al él le pagaban para joder la vida a gente feliz y normal.

¿Así que es eso no? Necesitais a alguien de fuera para que no temais que este metido en cualquier mierda en la que os hayas metido... Y para que se coma la mierda si el grupito de aficionados la caga con la global.

Vale mamita, ¿que hay de la pasta? Y tranquila que sabré ser un niño bueno y callado.

No me gusta la pasma. Una vez te pones la placa siempre lo eres. Así que me gusta que los consideres prescindibles mamita -Dijo Eithan cuando escuchó lo del poli.

Japan Town, 00:20 (piso de Frost)

La mujer te escuchó pacientemente, e incluso sonrió cuando te referías a ella como “mamita”. Por otro lado comprobaste que alguno de los mercenarios en la habitación se pusieron en alerta ante tu actitud desafiante.

- Casi, casi… -te respondió con su acento francés- Sí, es cierto que son prescindibles, y en el momento oportuno espero que los elimines si nos conviene. Eso nos lleva a una cuestión importante, y de la cual seguro que no te has olvidado: tú vigilas los intereses de Tallon Global, y ahora tu… “mamita” es Tallon Global.

Un pitido proveniente del maletín del netrunner pausó la conversación. Era extraño ver a aquel individuo con los ojos cerrados mover los labios para hablar, parecía que se tratara de una especie de médium.

- Reverberación de sistema láser de escucha.

Una mirada de la mujer fue suficiente para que Kwan comprendiera qué hacer. Éste comenzó a hablar con una mezcla de palabras imposibles (un chip que permitía un lenguaje secreto entre 2 y seis personas). Estaba claro que pronto algo sucedería.

- Te alojarás aquí, de momento –continuó la francesa- Algo para tus gastos y un vehículo para moverte por la ciudad –señaló un fajo de dinero y unas llaves en la encimera de la cocina cuando uno de los mercenarios los depositó allí- Lo demás dependerá de lo bien que hagas las cosas… ¿papito?

Se echó a reír y tan rápido como lo hizo paró.

- Escucha, borracho de mierda… yo misma te pondré una pistola en la boca y apretaré el gatillo como sigas en éste plan. Le debes a Kwan que estés con vida porque pensaba liquidarte, así que si me defraudas una sola vez no habrá nadie que me logre convencer para enterrarte vivo si hace falta. Haz tu jodido trabajo y acepta que estás con nosotros o estás muerto.

Se levantó con semblante serio y se dirigió a Woo.

- Espero que merezca la pena –dijo enfadada.

En ese preciso instante, cuando ella hacía ademán para marcharse, uno de los mercenarios retiró de la ventana un aparato. Posiblemente se tratara de un sistema anti-escucha. Poco después todos se retiraron del estudio.

Japan Town, 00:25 (estudio de Frost)

En último lugar, y sin duda aposta, el asiático se dispuso a salir.

- Juega bien tus cartas, Frost -te dijo sabiendo que se guardaba algo más- Juégalas y tu recompensa será mejor que el dinero.

Cerró la puerta tras de sí y quedaste otra vez solo. Unos minutos después de haber repasado lo sucedido te levantaste para comprobar la cantidad de dinero (3000 ed), las llaves del coche (de una marca común), la tarjeta de identificación para el edificio y un móvil.