Nombre: Leonard "Leo"
Jugador: Mahtar
Profesión: Nómada
Edad:
Puntos de personaje: 65
Humanidad base: 90
PH perdidos: 45,5
Reputación: 5
CARACTERÍSTICAS
INT 7 ♦ REF 10 ♦ TEC 7 ♦ FRIA 9 ♦ ATR 6 ♦ SUE 2 ♦ EMP 9 (5) ♦ MOV 7 ♦ TCO 8
- Carrera (asalto): 21 / 10 seg: / Salto carrera: 5
- Levantar: 320kg / Transportar: / Lanzar:
HABILIDADES
Capacidad especial: Familia 7 (+INT)
Característica | Habilidad | Rangos | Total | |
TCO | 8 | Resistencia | 3 | 11 |
EMP | 8 | Liderazgo | 4 | 12 |
FRI | 9 | C. calle | 4 | 13 |
INT | 7 | Advertir/notar | 7 | 14 |
7 | Cultura general | 2 | 9 | |
7 | Supervivencia | 3 | 10 | |
REF | 10 | Atletismo | 6 | 16 |
10 | Conducir | 7 | 17 | |
10 | Fusil | 7 | 17 | |
10 | Esgrima | 6 | 16 | |
10 | Chip Artes marciales | 3 | 13 | |
TEC | 7 | Mecánica básica | 5 | 12 |
7 | Demoliciones | 6 | 13 | |
7 | Chip Robar bolsillo | 3 |
10 |
COMBATE
TCO: Fuerte (8)
Mod. daño: +1
MTC: -3
N. SALV: 8
Localización: | Cabeza | Torso | BrazoD | BrazoI | PiernaD | PiernaI |
Blindaje subcutáneo | --- | 18 | --- | --- | --- | --- |
Chaqueta ligera | --- | 14 | 14 | 14 | --- | --- |
Proporcional | ||||||
Perforante/filo |
Chaqueta Blindada ligera
Leve.........(aturd=0):
Grave.......(aturd=1):
Crítico......(aturd=2):
Mortal 0...(aturd=3:
Mortal 1...(aturd=4):
Mortal 2...(aturd=5):
Mortal 3...(aturd=6):
Mortal 4...(aturd=7):
Mortal 5...(aturd=8):
Mortal 6...(aturd=9):
Arma |
Clase |
PA |
Disim |
Disp |
Daño/Muni |
Balas |
VD |
Fiab |
Alcance |
Monokatana Kendachi |
ACC |
+1 |
N |
R |
4D6 |
- |
- |
MF |
1m |
Monocuchillo Kendachi |
ACC |
+1 |
B |
M |
2D6 |
- |
- |
MF |
1m |
Cuchillo Óseo |
ACC |
- |
- |
- |
1D6+4 |
- |
- |
MF |
1m |
Explosivo x2 |
APS |
0 |
B |
M |
8D10xKg |
1 |
1 |
MF |
NA |
Fusil de Asalto Pesado |
FUS |
-1 |
N |
C |
6D6+2 |
30 |
30 |
MF |
400m |
Explosivo plástico: 2kg
Balas fusil: 3x100
Dos cargadores extras para el fusil
Silenciador fusil
IMPLANTES (45,5 ph)
Cuchillo óseo 3PH
Biomonitor: +2 a Torturas y drogas
Reloj Subcutáneo: reloj bajo piel
Lentes Cambiantes: cambia color
Potenciador Sandevistan: +3 INI durante 5 turnos (activar) 4PH
Equipo neuronal 4 PH
Zócalo chips: hasta 10 chips 5PH
- Artes Marciales +3 (Tae Kwondo)
- Robar Bolsillos +3
- Adrenalina/Endorfinas
Suminsitro aire independiente: 25 min, 10 min con actividad 8PH
Implante contraconceptivo: dura 5 años, 98%
Elevador adrenalina: 3 veces al día. +1 REF durante 1d6+2 turnos, 11PH
Blindaje subcutáneo CP 18, 7PH
Radio: comunicación radio 1,5 km
Codificador: impide escuchas llamadas sin descodificador
Atenuador de Nivel: nivelación automática de ruido estridente (bombas, disparos, etc)
Wear Man: sistema de música estéreo
EQUIPO
Gafas Inteligentes:
- Infrarojo
- Termógrafo
- Sistema de Puntería (+1)
- Antideslumbrante
Mochila
NOTAS
Gastos equipo 3790 ed
Gastos implantes 6150
Total 9940
Sobran 60 ed
HISTORIA
“Erase una vez una puta disfrazada de princesa; erase una vez un cobarde príncipe azul…”
Un comienzo atípico para una historia que en otra época hubiese sido extraña: la destacable tempestad en un mar en calma. Ahora no, pues la tormenta se extiende hasta más allá de donde alcanza la vista humana: vivimos en un mundo en el que la excepción ha sido normalizada.
“… Puta y Cobarde tenían un hijo al que cuidaban y al que decían amar. Más tarde, a medida que crecía, el niño descubriría que su amor no era más que una mentira.
La madre era sacerdotisa de la mayor religión jamás conocida: la hipocresía. Una consumada adultera que agasajaba a su marido con aduladoras palabras cada vez que del trabajo regresaba. El padre, por su parte, era un desvelado trabajador, ciego a cuanto alrededor suyo sucedía. ¿Para qué preocuparse?, ¿por qué no conformarse con lo que tenía si aparentaban a la perfección ser una familia bien avenida?” -otro tipo de hipocresía.
“Cada uno vivía a su manera en un mundo artificial, sin discusiones, sin problemas, sin preocupaciones…”
Ah, sí, es verdad, pero también es cierto que en cuando se tambalean los cimientos sobre los que se ha construido una mentira todo termina por desmoronarse. Los que una vez fueron puntos fuertes: no me hagas preguntas cuya respuesta pueda desagradarte, haz la vista gorda, ignora lo que no te conviene; se resquebrajan cuando el suelo sobre el que están se viene abajo. Y así sucedió con esta feliz familia.
“Pero cuánta fue su desdicha cuando una mañana el destino deparó al padre la peor de las noticias.
Caminaba hacia su trabajo ignorando por completo lo que le dirían. Su mente se divertía pensando en la cena que esa noche disfrutaría junto a su esposa y su hijo, y que le ayudaría a aliviar las tensiones que durante su jornada laboral sufría.
Llegó ante la puerta del edificio de la multinacional para la que trabajaba, pasó su muñeca sobre un lector con una habilidad solo adquirida por la costumbre y entró dispuesto a continuar con el trabajo que ya el día anterior había dejado iniciado. Pero no le dio tiempo a poner un pie sobre el enmoquedado suelo del vestíbulo cuando por megafonía escuchó su nombre: le pedían que se presentase en el despacho de su superior lo antes posible. Obediente como era, lo primero que hizo fue dirigirse al despacho de su jefe de planta. Nadie había allí, nadie esperaba frente a la puerta. Pulsó el botón del intercomunicador para avisar de que allí estaba, recibiendo por parte de su jefe la orden de que entrara.
Con seguridad recorrió el tramo que lo separaba de la señorial mesa detrás de la que su superior se encontraba. Sobre la mesa y frente a la silla en la que le pidió que se sentara había un escrito colocado bocabajo con no más de tres páginas.
- Debe firmar eso.- dijo el jefe.
El Cobarde no preguntó, solo dio la vuelta al documento que le señalaban. En el encabezado y con letra que evitaba que pasase desapercibido se leía: “Rescisión del contrato de trabajo”. Numerosas emociones pujaban por escapar de un anfitrión aficionado a reprimirlas. Solo cuando recordó la importancia de guardar las apariencias consiguió calmarse, alzar la vista y sonreír al que en escasos segundos se convertiría en su antiguo jefe.
Firmó con la vieja pluma que su jefe le ofrecía, el documento que desde aquel entonces ponía fin a un mundo donde nunca más viviría. Se había apuñalado con el mismo arma que su enemigo le tendía.
Aquella noche no cenó en casa, pero no fue una ausencia que su esposa echó de menos pues pudo alargar a placer, al ver que su marido no venía, la cita con el “amigo” que cuando no estaba su esposo siempre tenía.
A la mañana siguiente llegó Cobarde medio borracho a su casa encontrando a Puta desnuda en la cama. Todo fue amor y comprensión, esperanzas de un futuro mejor que el pasado que dejaban. Aun así Cobarde ya no podía evitar mirar con suspicacia la forma de actuar de su amada.
Sus ahorros se desvanecían a medida que el tiempo pasaba y con la falta de oficio y dinero las tensiones aumentaban. Un día como cualquier otro pero en el que la paciencia ya exigua se acababa, Cobarde agotó el dinero comprando un arma. Volvió a casa con el índice en el gatillo para encontrar a su esposa gimiendo con un “amigo”. Dos estallidos bastaron para poner fin a la vida de amante y amada, mientras que el amador desconsolado viendo el lecho de matrimonio manchado apoyó con fuerza el cañón sobre su sien para desparramar sus pocos sesos por la pared.
Pero debéis saber que el demonio es de los pocos que en esta tierra sabe hacer su trabajo bien. La mujer no había muerto, la bala al golpear contra una costilla se había desviado pasando a escasos centímetros del órgano de la vida. Una suerte para ella, desdicha para su hijo que sin duda hubiera sido más feliz si aquel día ella hubiera muerto.
Una vez recuperada y sin ingresos se dedica cobrar por lo que antes hacía por puro altruismo. En la calle conoce a un joven chulo de oscuras ambiciones y violentas aficiones. Las palizas e insultos se convierten en una constante en aquella relación, pero no solo para la madre pues el hijo también se convierte en alguien en el que poder descargar sus arrebatos de animal. Ella no se opone a que golpeen a su hijo ya que de otro modo los golpes la tendrían como objetivo a ella.
Cansada de su chulo, no de cómo obra sino de él como persona, decide urdir con su nuevo amante un plan que les permitirá poner fin a su historia. No les resultó difícil llevarlo a cabo con éxito y en pocos días al maltratador lo dejaron tieso.
El pobre niño pasó del exceso de atención de su difunto padrastro a la indiferencia del nuevo, una indiferencia que su verdadera madre compartía tras haber pasado las palizas; ya no necesitaba un escudo humano en el que su antiguo amor había descargado parte de su ira. Así pues decidieron deshacerse de él entregándolo a un completo desconocido que les ofreció un buen precio por el niño.
El desconocido pronto se dio a conocer como un alma piadosa. Su afecto era real y además no había que hacer nada para conseguirlo, simplemente ser tú mismo. Era el anciano y sabio jefe de una familia nómada que procuraba a niños desatendidos lo que sus verdaderas familias no habían conseguido. Con él Leo- que así se llamaba el niño- pasó los primeros y verdaderos momentos felices de su corta vida.
Pero nada dura para siempre y el tiempo siempre pone fin a lo que tuvo inicio. La vida del buen hombre llegó a su fin y su lugar como líder de la familia fue ocupado por su hermano, su antítesis; lo que en uno eran virtudes en el otro se convertían en defectos y viceversa. Sí, también quería a los niños, pero de muy distinta manera.
Una noche, en el dormitorio del cabeza de la familia, Leo descubrió por primera vez cuanto amor le profesaba. Y fue la primera vez porque aquellas noches se repitieron durante largo tiempo: unas veces solo, otras acompañado por otros niños a los que les prestaba el mismo tipo de ‘cariños’.
Por suerte no todo era malo, pues por aquel entonces fue cuando conoció a un chico que lo acompañó durante gran parte de su vida y con el que compartió una relación que trascendió la amistad. Hacía mucho que había perdido su inocencia pero fue con él con el que realmente podría decirse que hizo por primera vez el amor: hizo algo que ambos querían, algo completamente natural, sin artificios, sin órdenes ni amenazas, solo ellos y la pasión. Este otro chico se llamaba Dieter y al contrario que la mayoría de los otros niños, no era huérfano.
Un día los niños se reunieron como un pequeño ejército revolucionario dispuestos a acabar con la vida del lascivo tirano. Y fue gracias a sus exacerbadas muestras de afecto por lo que consiguieron cumplir con éxito sus planes y, en una noche de luna nueva, pusieron fin a sus pecados para siempre golpeando al pecador hasta hacer irreconocible su rostro y su cuerpo.
Muchos niños escaparon después de aquello por temor a ser muertos. Solo unos pocos se quedaron, los que tenían a sus padres junto a ellos. Así fue como Leo se alejó de Dieter, pero solo por un tiempo, pues más adelante y en mejores circunstancias volverían a encontrarse sin que hubiese mermado ni un poco la llama de su pasión.
Almacén de Roy Dupois:
Situado en Upper Marina (A5). Edificio 2, justo en la frontera con el Distrito East marina.
Amplio almacén, con una parte con dos plantas (oficinas y algunas habitaciones/trasteros)
Upper Marina, 00:00
El sonido de la lluvia resonaba en el techo del almacén y aunque había algo de corriente para los pequeños os las habíais apañado para encender fuegos en barriles deshechados. Tolstoi estaba sentado en una caja tomando una taza de café recién hecho. Estabas convencido que ya no le hacía ningún efecto y si lo tomaba era por pura costumbre. Era el Jefe de tu familia, un hombre de aspecto afable pero con muchas amistades a los largo de las indómitas carreteras.
Tu Familia contaba con cuarenta y dos miembros. Siete de ellos eran niños menores de diez años y cuatro más no llegaban a los quince. Del resto de adultos nueve ya eran algo mayores como para corretear por las calles, aunque se ocupaban de los más jóvenes; incluso uno de ellos, Jonas, había sido profesor en un colegio privado. Ahora se encargaba de enseñar a los pequeños porque Tosltoi así se lo había pedido. Al final érais veintidos las personas capacitadas para moverse con mayor soltura, y entre ellos mantenías una relación de hermandad. Era tu familia, tu única familia...
Esa misma mañana llegásteis al fin a Night City. Dos años fuera era mucho tiempo y las carreteras resultaban igual o incluso más peligrosas que las abarrotadas ciudades. El problema fundamental era la falta de dinero actual y buscar algo de ayuda médica porque ocho de los miembros de la familia estaban enfermos de una especie de gripe. En los tiempos que corrían los virus eran muy potentes, y en la mayoría de los casos estaban alterados genéticamente para que las farmacéuticas compraran sus productos. Benjamin era un ejemplo de lo que podían hacer esas compañías, porque el pobre chaval no recordaba nada de su pasado a excepción de unas marcas en sus brazos y en su cabeza. Electrodos, pinchazos... ya casi no le importaba porque ahora estaba bien.
Upper Marina, 00:05
- Sólo podemos contar con cinco o siete días aquí -comenzó la charla que tenía programada antes de acostaros- Roy ha hecho mucho por dejarnos el almacén, pero espera un cargamento en unos días y para entonces tenemos que estar fuera -hablaba satisfecho del buen hacer de su amigo en la ciudad.
En una zona un poco más apartada os reunisteis los seis miembros con mayor peso en la Familia, además de la mujer de Tolstoi que se dedicaba a serviros café y unos sandwich con su típica actitud afable. Viendo como ambos se llevaban tan bien sólo esperabas que algún día tuvieras a tu lado a una compañera, o compañero, que te llenara tanto como lo hacía Rebbeca con su esposo. Pero ahora el presente era lo contaba.
- Quería evitar a toda costa la "Semana Mojada" pero... De todas formas no importa, de aquí a kilómetros de distancia el clima es el mismo y por lo menos ahora estamos resguardados -explicó con aquel deje ruso.
Por lo que sabías Tolstoi había servido en el Servicio de Inteligencia en la Guerra de Centroamérica. Tal vez por eso tenía tantos amigos diseminados por todos lados, y seguro que también más de un enemigo.
- Mañana iré a ver a un viejo amigo. Leonard me acompañará y Richard se quedará vigilando los alrededores. No olvidemos que en Upper Marina se mueve mucho contrabando y eso trae siempre problemas.
Richard era el sugundo de a bordo y siempre se quedaba al mando cuando Tosltoi se marchaba a reselver algún asunto.
- Alexei... -llamó Rebbeca su esposo, la única que lo hacía, con un hilo de entusiasmo- Intenta que Ernesto venga a visitarnos. Me gustaría mucho.
- Beca... -rió Tolstoi- ...de cada cinco palabras que dice tres son tacos.
- Ya, pero es muy gracioso -sonrió.
Ya tienes escena. Me falta hacer las fichas pero no me da tiempo. Si no puedo entre semana que sea para el finde, pero al menos vamos empezando ;)
Seguramente se me escapa algún detalle pero espero ponerme al día con todo. Por cierto, la otra escena vamos a dejarla de momento para resolver la ficha e historia (así no mezclamos)
“Joder, qué pereza.”
Estaba ciertamente soñoliento. Lo único que le apetecía era descansar un poco, pues las últimas noches por unas u otras razones las había pasado en vela. Además, ahora, mientras se sentaban en el lugar de reunión departían unos cuantos cafetitos.
”Sí, justo lo que necesito: otra jodida noche sin pegar ojo.”
Si bien rechazó el café a los sándwiches no les hizo ascos, y no tardó en alargar la mano hasta alcanzar uno de los que Rebbeca les servía. Sentado como estaba no se dio cuenta de lo que estaba entre las rebanadas de pan hasta que lo tuvo frente a las narices. No eran de sus preferidos, aun así el que había cogido no duró demasiado; en un par de bocados consiguió terminárselo a tiempo para escuchar su nombre.
–Ok.- respondió aun con la boca llena. Acto seguido, como si algún resorte en su cabeza hubiese saltado, realizó una pregunta -¿Algo que tenga que tener en cuenta para la visita?- La indiferencia con la que fue pronunciada no hacía más que reafirmar que el origen de la pregunta no era otro más que la rutina. Y es que no le importaba demasiado poner su vida en peligro, es más, sentía que era estúpido sentir preocupación por aquello en un mundo en el que, como había comprobado, los órganos de un cadáver tenían más valor que la vida que una vez sustentaron. Lo sabía, lo había aprendido a base de golpes, y esos golpes lo habían hecho ser quien era.
Si meto la gamba en algo ve guiándome si no te importa, porque aun estoy viendo como puedo expresarme mejor a la hora de interpretar a "Leo".
Upper Marina, 00:10 - 00:20
Rebeca se echó a reír tras mirar a su marido y que éste arrugara la nariz como gesto a su mujeres de que él explicaría el "chiste".
- No hay problema con Gusano, es un tipo muy curioso... -dijo poco convencido mientras su esposa echaba otra risita- Tiene muy malas pulgas y un lenguaje muy particular, pero es legal. Lleva una pequeña clínica, bueno, algo parecido. Sólo espero que nos pueda ayudar con las medicinas.
Diez minutos más tarde ya habiais organizado los turnos para vigilar el almacén esa noche, en los cuales no entrabas. Tolstoi te necesitaba lúcido, asi como a los otros acompañantes. Finalmente te fuiste a dormir y allí estaba Dieter esperándote.
Upper Marina, 00:25
La noche era fría y húmeda. Estabas cansado y mañana sería un día importante para la Familia. Te quedaste viendo como Eva dormía plácidamente junto a Julie. No eran amantes pero ella la veía como una hermana menor, pero los sentimientos no eran recíprocos. Julie quería algo más de ella, algo que hasta Eva atisbaba pero que no era capaz de cortar. Conocías bien a tu campañera y sabías que no quería herirla, pero esas cosas tenían que tratarse a tiempo.
- ¿Alguna novedad? -preguntó con aquel ligero acento alemán, un vago vestigio de su juvetud, mientras observaba también a la pareja de mujeres. Entonces cambió de conversación- Ayer estaba bastante arisca cuando regresamos de un revolcón. Empieza a estar celosa la jovencita.
Dieter era un tipo tranquilo, algo distinto de la impetuosa Eva.
- Te veo cansado -sonrió- Lástima...
Con algún que otro tropiezo finalmente llegó al lugar donde descansaría. El estómago parecía haber agradecido aquel tentempié y, con su ejercicio y el aire fresco, había despejado ligeramente su embotada mente y desentumecido su perezoso cuerpo.
-¿Lástima?- dijo fingiendo sorpresa a la vez que esbozaba una sonrisa similar a la que Dieter había mostrado.- ¿Me estás proponiendo algo?- Se apoyó de costado en una de las paredes mientras miraba interesado a su compañero. Fue un vistazo fugaz, que adquirió gran intensidad cuando alcanzó sus ojos… Sus párpados se cerraron, agachó su cabeza, un pequeño suspiro y una discreta risa.
–Me pides demasiado.- añadió después de un breve silencio. –Si mañana no hago bien mi trabajo será todo por tu puta culpa.- dijo a sabiendas de que su tarea no suponía demasiado esfuerzo. –Tenlo en cuenta cuando Tolstoi me abronque-, volvió a sonreír con picardía. – porque te tocará devolverme el favor de hoy.-, bromeó
Con un ligero empujón de su hombro se desprendió de la pared.
Upper Marina, 00:30 a 01:40 (almacén de Roy)
Para algún otro aquello podía significar que era mejor dejarlo para otro momento, pero aquello había sido un tanteo para ver hasta que punto podía llegar. Dieter dejó a un lado un screamsheet algo arrugado (una mezcla de periódico y fax) al cual le estaba echando un vistazo. Se estiró un poco mientras se acercaba a ti y sonrió con picardía. No se detuvo hasta que apenas os separaba unos treinta centímetros, distancia que acortó atrayéndote hacia él. Mientras una mano te mantenía pegado a él agarrando el cinturón de tu pantalón la otra se metió por debajo de tu camisa. Estaba caliente, tanto como lo estaría la situación.
- ¿Devolverte el favor? –repitió con una pícara sonrisa en sus labios- Eso tendrás que ganártelo, Leo. Hoy me encuentro con ganas de darte caña, no mucha… –rió suavemente- …porque mañana estarás muy ocupado. A sí te espabilo un poco desde ahora.
Acto seguido cogió tu mano y la dirigió a su entrepierna. El resto, sobretodo por respeto a los niños, lo continuasteis en la amplia tienda de campaña. Sin duda estaba bastante deseoso de acción, sobretodo porque hacía unos días que no habíais tenido nada. Era lógico pues estabais todos muy preocupados por la situación de la Familia, pero el deseo era grande y sólo se saciaba de una forma posible. Tal y como te dijo aquella noche estaba cargado de tanta testosterona, o realmente de ganas de ti, que acabasteis empapados en el sudor del otro. Al menos tuviste unas buenas horas para descansar, y de hecho lo hiciste muy tras la descarga del estrés acumulado.
A la mañana siguiente Tolstoi, Henry, John y tú os dirigisteis a una pequeña clínica entre callejones en North Side.
Aquella noche se mostró colaborador. No quería tomar parte en una lucha en la que no deseaba ganar, al menos no hoy. Por eso cuando Dieter deslizó su mano bajo su camisa, cuando sintió su cálido tacto sobre su abdomen, solo dejó escapar un ligero gemido; el preludio de lo que se avecinaba.
Poco después vinieron sus palabras. La continuación del juego que ya empezaba. -¿Seguro?- preguntó mientras ladeaba la cabeza en señal de escepticismo a los alardeos de su compañero. -¿Te crees capaz? Yo no estoy tan seguro- Un ataque directo al ego que siempre funcionaba y ciertamente funcionó, pues por respuesta obtuvo la mano de su amante guiando a la suya… –Oh, vaya. Sí, estás preparado.- sonrió fingiendo sorpresa.
Más tarde no fue necesario fingir nada. La noche fue más de lo que había esperado y cuanto en varios días había necesitado. -Creo que estarás de acuerdo conmigo en que sí me tienes que devolver el favor.- dijo entrecortado por resuellos. Contento y soñoliento prosiguió -Me lo cobraré cuando vuelva, así que estate listo.
Sus párpados terminaron cerrándose tras tanto esfuerzo placentero. Una noche en la que durmió a pierna suelta, exhausto pero feliz, abrazado a su amante y compañero.
Con el nuevo día comenzaba el trabajo que la noche anterior habían acordado. Necesitaban los medicamentos para la enfermedad que padecía su familia, y según Tolstoi, aquel contacto les facilitaría la labor de encontrarla. Le había dicho que su contacto era fiable, que no existía razón alguna por la que desconfiar. Aun así aquella no fue razón suficiente como para que Leo no fuese preparado. La vida en la ciudad era difícil y la fuerza era la única defensa posible en aquel violento mundo.
De su hombro colgaba una cinta que se ceñía por el peso a su chaqueta blindada. Era bonita, la llevaba desabotonada. Podía pasar perfectamente por una prenda de ropa común. A ambos lados de la cinta una mochila de deporte en la que guardaba fusil, cuchillo y katana, además de algunas balas. Sobre ellas algo de ropa que hacía abultar la mochila que de otra forma hubiese parecido vacía pero pesada. Eran armas grandes, largas, y no sería dificil encontrarlas entre la mullida ropa. Finalmente para el fusil y bajo el cinturón dos cargadores que esperaba no tener que utilizar.
No sé si es muy normal ir por la calle con armas, pero por si acaso xD.