Partida Rol por web

En alguna parte de la ciudad, 09:00

La tensión estaba ahí, siempre lo estaba. Trabajar en la calle y para la calle tenía sus consecuencias, y un hombre alerta tenía más posibilidades de salir con vida de cualquier situación peligrosa. Pero claro, para ti cualquier cosa podía ser peligrosa, aunque no lo fuera realmente “Ese es el problema de llevar una vida a base de sustancia poco recomendables para la salud”, te había dicho un tipo una vez. ¿Pero que coño iba a saber aquel figurín tras aquella mesa? Que se mojara el culo en las sucias calles de la ciudad, así sabría un poco más sobre la realidad. Todo aquello quedaba atrás y ahora sólo esperabas no perder el tiempo buscando un mercenario disponible.

Un toque, dos, tres…

El teléfono sonó un par de veces con la malsana intensión de interrumpir tus merecidas horas de sueño. La caza de Sergei había sido de lo más movida, pero merecería la pena si te quitabas a los rusos de encima. Todo se vería, pero ahora sonaba el móvil con la posible promesa de un trabajito. Te faltaban horas de sueño, pero lo habías pasado mucho peor.

La noche ha sido dura y duermo profundamente, de repente en un rincón de mi conciencia suena la alarma que me avisa de que algo está sucediendo a mi alrededor, esa que me ha salvado el pellejo más veces de las que puedo contar. Afortunadamente solo es el teléfono, años atrás habría despertado con mi pistola en la mano y un agujero humeante en el movil... menos mal que he aprendido a discernir el peligro de lo que no lo es, los teléfonos son caros.

"Joder el teléfono ¿es que no puedo dormir en paz?" Me pongo en alerta rápidamente y hablo con tranquilidad. -Hable, le escucho-

-¿Lucky? ¿Eres Lucky? ¡Quiero hablar con Lucky!- la molesta voz del otro lado del teléfono es claramente la de El Rata.

-¿Eres tú o no? Tenemos que hablar, tengo un trabajo entre manos, sé que te va a interesar.- hizo una pausa y se escuchó como sorbía alguna bebida.- Será mejor que nos veamos, ya sabes donde, ¿en una hora? Sí, en una hora.-se respondió el mismo- Nos vemos allí. ¡Hablamos de mucha pasta Lucky!

La verdad es que Radcliffe ya estaba en el callejón en cuestión, sorbiendo un café con extra de cafeina y algún estimulante más. Le gustaba ser el primero en llegar a los sitios, no le gustaban las emboscadas.

"¡Joder el que faltaba! Mister tranquilidad" -Rata, rata, cálmate, soy yo- "¿Pero que digo? ¿Calmarse este?" -Mucha pasta son muchos problemas no te ofendas pero anoche tuve una ración doble así que tengo que hacerte dos preguntas. Primera: ¿Me llevo la artillería pesada? Segunda ¿De cuanta pasta hablamos?-

Mientras hablo me acerco un par de barritas energéticas y me miro en el espejo en busca de rastros de la juerga de anoche... "Pensándolo mejor me llevo la artillería pesada diga lo que diga el chiflado este..."

Radcliffe miró alrededor... Aquel sitio no era del todo seguro...

-Mira, ¿sabes qué? Mejor nos vemos directamente con el interesado. Traete la artillería y ya veremos que pasa.

Dió otro sorbo al café.

-¿Pasta? Joder tío, ¿cuando te he engañado yo? Son 2500 ahora y otros 2500 si haces bien tu trabajo. Que no es que lo dude, eh. Eres el mejor, y por eso te quiero en esto.

Puso los ojos en blanco mientras halagaba al mercenario, solían tener un ego enorme, al cual había que cuidar tanto como a los contactos.

-El cliente es muy cuidadoso, como a mi me gusta. Así que todavía no se donde ni cuando. Ten el teléfono al lado y estate listo para venir corriendo en cuanto te avise.

En alguna parte de la ciudad, 09:03

Tiraste el vaso de café por la ventanilla del coche sin que aquello supusiera gran diferencia para la ciudad. La lluvia se mantenía persistente sobre Night City intentando purgar los crímenes de ésta, pero haría falta un diluvio para borrarlos... si es que se podía. Si querías contactar con Díaz ahora mismo recordabas que te había indicado una serie de instrucciones, algo referente con el tiempo de conexión y las horas del día.

La promesa de energía instantánea en un par de mordiscos te costaba 3 ed, pero aun siendo caro sí que proporcionan lo que prometen. Lástima que no podían curar los moratones de la noche anterior, aunque teniendo en cuenta lo movida que había sido tu apodo te venía como anillo al dedo. Entre bocado y bocado pensaste que 5000 ed daban para muchas barritas... y mejoras cibernéticas, nuevo armamento y equipo, etc. No estaba mal. Nada mal para un par de días.

Ahora recordabas esa serie de instrucciones del tipo bien trajeado: cinco minutos cada hora en punto y un minuto el resto. Tenías el número, ya sólo quedaba que decidieras cuándo llamar.

Tras colgar el teléfono me aseo un poco "joder que noche!" me visto con la ropa antibalas me pongo el casco, el abrigo y tras comprobar las armas y recargar el cargador del Colt salgo en dirección al lugar de encuentro...

Miró el reloj, todavía le quedaban dos minutos, tiempo más que suficiente.

Marcó el número de Diaz y esperó respuesta.

-Soy Radcliffe, tengo lo que necesita, diga una hora y un lugar.

Mientras hablaba repasó el dossier para Morrison, tendría que contactar con su hombre de confianza para realizar la transacción... una vez supiera donde y como tendría lugar la reunion con Diaz, o quien quiera que enviara, aquel asunto era ahora su mayor prioridad.

En alguna parte de la ciudad, 09:03

La lluvia estaba ahorrando al Arreglador unos cuantos eurodólares en mantener la limpieza del coche, hasta que volviera a enguarrarse con agua sucia de cualquier charco de la ciudad. En cuanto colgó la llamada a Lucke se apresuró en contactar con Díaz, aún tenía unos minutos seguros por delante.

- Buenos días, Señor Radcliffe -saludó el cliente y escuchó atento- Déjeme ver... -unos segundos después, seguramente tras consultar datos, prosiguió- Dentro de una hora en el callejón junto al café L'Ruge, en la parte vieja de la ciudad. Está junto al canal, cerca del estadio de la ciudad. Vaya con su hombre -dejó unos segundos antes de terminar con la llamada- Hasta pronto.

Aunque no estaba precisamente cerca podías atajar por otras zonas de la ciudad. Por otro lado, según recordabas, Lucky no tenía transporte. Si querías ser puntual podías ir a buscarlo o decirle que se gastara unos cuantos eurodólares en un taxi.

.

Vaya día, menos mal que tenía una buena tarifa telefónica...

-¿Lucky? Sí, soy yo, ¿quien coño va a ser? Nos vemos en 45 minutos frente al café L'Ruge, en la parte vieja de la ciudad. Coge un taxi, con este trabajo vas a ganar lo suficiente como para pagarlo.

Desde allí tenía un vuen trecho hasta el café, así que no tenía tiempo para hacer paradas, los hombres de Morrison tendrían que esperar, esto bien lo valía.

Se subió en el coche y puso rumbo al punto de encuentro.

Old Down Town, 09:50 (exterior café L'Ruge)

Radcliffe llevaba ya un rato en el coche cuando de un taxi bajó el hombre que esperaba. Éste había recorrido media ciudad para llegar allí, y le había costado 30 ed el transporte. No era mucho, aunque el peso de la calderilla ya ni se notaba en los bolsillos del mercenario. Al cabo de unos instantes, y no sin probar la lluvia de la mañana, localizaste al arreglador. Se mantenía tan discreto como siempre, pues por muy paranoico que te pareciera, y realmente lo era, debías admitir que era todo un superviviente. De momento debías agradecer que te estuviera buscando un trabajo para salir del bache en el que estabas.

Mientras Lucky se aproximaba al coche te pareció que no había salido mal parado de algún asuntillo la noche anterior, o al menos eso te pareció leer entre líneas. Como mínimo sabías que estaba capacitado para el trabajo pese a que te había llegado ciertos asuntillos con la Mafia Rusa. Pero ese era un problema que no te incumbía hasta que te salpicara la mierda. De momento sólo tenías que volver a reunirte con Díaz.

Sorry, me puse a leer un hilo de foro y estoy cansada (lo que nunca, y encima 7 páginas) Mañana prosigo, poco a poco, para ver si Genarín puede seguir.

Por lo que sé anda bastante agobiado, pero no puedo posponerlo demasiado.

Vaya cagada la mía, Unai. Resulta que vives en Old Down Town. Si miras el mapa de tu apartado el L'Ruge está entre el edificio 17-18. Malana retoco los mensajes, pero no hace falta que los vuelvas a leer. Lo único será cuadrar el hecho de que vivas ahí.

Old Down Town, 09:55 (exterior café L'Ruge)

Había pasado unos minutos desde que os saludasteis poco más que con un gesto de cabeza. Entre tanto la conversación giró sobre la dificultad del trabajo, fiabilidad del cliente y, como no, el todopoderoso dinero. ¿Cuántas cosas se hacían hoy, en aquella corrupta ciudad, sin el preciado dinero? Algunas, sin duda, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a desprenderse de él, y los dos lo necesitabais.

Tal vez para el arreglador, que invertía su dinero en una intrincada red de favores, no era imperativo en aquel momento; pero que coño, no te vendría mal y ganarías un nuevo cliente. Aunque… ¿vivía Díaz en la ciudad? Night City era grande, jodidamente grande, y pese a ello algo te decía que aquel tipo emperchado había venido expresamente para zanjar un asunto.

Después de un poco más de palabrería era momento de presentarse. Fuera del coche, a paso vivo para evitar estar demasiado bajo la lluvia, fuisteis hacia el callejón. Allí un tipo, de aspecto callejero bajo un alféizar, dio un puntapié a una lata para llamar vuestra atención.

Las distintas culturas, y más complejo las sub-culturas, tenían una forma particular de tratarse mediante gestos y jergas. Era un modo de identificación que, en el caso de las pandillas callejeras, reflejaba una burda copia del comportamiento militar. Un gesto o un santo y seña resultaban la diferencia entre la vida y la muerte, y de eso sabía bastante Lucky. Algo te decía en el aspecto de aquel tipejo, desgarbado y con pronunciadas ojeras, que no se trataba de un pandillero.

- Eh! Parejita... -dijo con voz algo ronca- Esta ciudad está llena de ratas... tú debes ser la pulga.

Sin duda la pulga iba por tí, Lucky, y antes de que pudieras reaccionar el tipo ladeo la cabeza hacia su solapa.

- Alcantarilla... la rata lleva su pulga -habló al intercomunicador oculto- Seguid, parajita. Ya me encargo de que no se te pegue más pulgas, rata. Amigo... -habló al mercenario- sin mariconadas que el infierno está lleno de gilipollas.