Partida Rol por web

West Hill, 12:01 (hotel Night Marriot)

Con la eficiencia y sangre fría con que le habían entrenado Frost disparó al guardia. No era más que un obstáculo, y la elección, para el mercenario, era sencilla. Ni si quiera necesitaba unas milésimas de segundo para sopesar la idea, la acción era automática.

El sonido inundó el lugar así como el olor a pólvora. La bala salió disparada y se incrustó en la cabeza del hombre, del guardia, haciendo que sangrara visiblemente. Éste retrocedió, se tambaleó y apoyó su cuerpo sobre el coche más cercano. Lo sorprendente es que aún seguía en pie, y aunque el tiro no había sido mortal sí le obligó a dejar su posición ofensiva.

¿Tendría tiempo de disparar antes de derrumbarse? ¿Lo haría? ¿Se derrumbaría? Eso era lo que Spetock pensaba cuando vio que podría actuar con mayor libertad antes de que el guardia lograra, si podía, disparar contra ellos.

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- Maldito loco - Brian menea la cabeza mientras desenfunda su arma y duda si dispararle a su compañero o acabar con la tarea que ha empezado y no ha sabido terminar

Finalmente opta por esta segunda opción y agrega una nueva bala a la disparada por Frost. Sin embargo su puntería no resulta tan buena como hubiera creído y su disparo pese a que pasa cerca del guardia, no hace impacto en el. Solo rebota en una de las columnas de cemento y...

- Pero.. que le pasa a esto - el ex-policía se queja de su arma que, no sabe porque ha decidido no funcionar como debiera - Yo sabía que con los puños era mejor - murmura mientras la sacude, intentando averiguar porque no ha disparado

West Hill, 12:02 (hotel Night Marriot)

Estaba claro que el disparo de Frost había sido certero, pero no definitivo. Entonces, por pura progresión de los hechos, Spetock se detuvo y sacó hábilmente el arma para rematarlo. ¿Qué podía hacer? Su compañero era de gatillo fácil y no iba a ponerse en medio de su arma. Pensaste que tu disparo remataría aquel pobre infeliz, pero te llevaste una sorpresa. El arma se encasquilló. Aquello era sin duda una situación complicada, y mucho más cuando viste que el guardia levantó el subfusil hacia vosotros.

El instinto de todo hombre, y más de personas entrenadas como Frost, era buscar una cobertura adecuada. Pero era demasiado tarde. El sonido del arma, de aquel pequeño subfusil, retumbó como una traca de petardos por el aparcamiento. El eco de la muerte se cernía sobre vosotros, pero por algún pequeño milagro, o tal vez por la gravedad del tiro que le pegaste en la cabeza, ninguna de las balas te dio. Había estado cerca, muy cerca de hecho. Casi dirías que habías notado el calor de la bala rozando tu cuerpo.

De repente se escuchó un característico sonido: el encasquillamiento. Sonaba distinto en un subfusil, con tantas balas deseosas de salir y arrebatar vidas. De hecho Spetock vio claramente como el arma estaba dirigida hacia él cuando aquello sucedió. Había tenido una suerte enorme.

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Frost no dijo nada, no hacía falta. Ni siquiera dió un paso atrás para cubrirse. Simplemente apretó un par de veces el gatillo. Nada personal. Era él o el tipo del subfusil. ¿Encasquillado? Mala suerte.

Al notar que su arma había decidido encasquillarse, Brian optó por desenfundar su segunda pistola, con un movimiento perfectamente ensayado, fruto de la práctica dejó descansar en su mano derecha la colt con balas perforantes y empuño, con la izquierda, el otro colt, que que solía cargar con proyectiles normales

Con un movimiento fluido, intentó compensar el fallo mecánico de su otra arma. Simplemente disparó como si se encontrar en un polígono de tiro y el guardia con su subfusil se tratara de un blanco de cartón. Aparentemente su método fue el correcto. El proyectil de su arma se alojó en el centro de la cabeza del guardia, creandole un tercer ojo.

- Tu lo quisiste - se lo escuchó murmurar - No hubieras disparado - El hecho de que su compañero hubiera iniciado las acciones fue convenientemente olvidado. Le habían disparado y el había contestado... no había más que analizar.

West Hill, 12:03 (hotel Night Marriot)

No hubo una segunda oportunidad para el guardia, ya había hecho un gran esfuerzo disparando su subfusil in extremis. La suerte había estado de parte de sus agresores, y ni siquiera supo en realidad qué demonios estaban haciendo en el hotel. ¿Habrían matado a alguien? ¿Estaban robando datos de algún cliente? ¿Un secuestro? Esas preguntas se quedaron sin respuesta.

Ya estaba el problema solucionado, o mejor dicho liquidado. La siguiente acción, o al menos la más lógica, era salir del hotel cuanto antes. Estaba claro que sin duda las cosas se pondrían muy feas cuando descubrieran que uno de los guardias había sido acribillado.

Los dos hombres observaron al hombre tiroteado en el aparcamiento:

- ¿Qué opina, Detective? –dijo el agente más descansado tras dejar de entrevistar a los testigos.
- Sin duda el guardia se topó con los dos sospechosos. Tuvieron un fuego cruzado, ¿lo ve? –señaló el reguero de balas que el guardia había disparado.
- Así que disparó primero y luego los dos tipos le acribillaron. Tienen buena puntería –comentó tras ojear al guardia tendido en el asfalto del aparcamiento- Dos tiros en la cabeza, fulminante.
- Pues no sé Ben, hay un par de cámaras de seguridad. Tal vez saquemos algo de ellas.
- Nada de sangre. Vaya, pobre desgraciado. Mal día para venir a currar -sacó un cigarrillo inconscientemente, pero enseguida lo guardó ante la mirada del Detective- John, son profesionales, ¿no?

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Con el guardia abatido, lo más urgente era salir del lugar. Y exactamente eso intentó Brian, acercándose al guardia tomó el subfusil y lo dejó en el asiento trasero de su vehículo... el vehículo de la empresa junto con el portatil que, milagrosamente seguía colgado de su hombro - Vámonos de una vez - arengó a su compañero sin levantar la cabeza más que lo indispensable para que su rostro no quedara registrado en ninguna cámara - Y trata que no te filmen... ya veo que deberé hacer desaparecer este vehículo - agregó sabedor que el lugar tenía bueno sistemas de seguridad

Con calma, intentando no aparentar nervios, condujo suavemente hasta la rampa de salida y luego más allá de ella mientras se planteaba si debía recriminar a su compañero por la muerte del guardia "Es inútil... y yo también disparé. Era el o nosotros" terminó reconociendo para si mismo antes de comenzar a trazar planes

- Supongo que debemos llevar esta computadora al laboratorios... y en el taller se ocuparán de cambiar la patente de este vehículo, no será la primera vez -

Mientras conducía, mirando tanto al frente como por lo espejos añadió - Y todavía nos queda esa casa... aunque creo que no tiene sentido que vayamos mientras no cambie las patentes de este auto... si nuestra incursión es tan... eh... silenciosa como la del hotel es mejor que nadie pueda relacionar ambos hechos -

- Tienes teléfono? Creo que es un buen momento para comunicarnos con nuestro control... para entregarle esto - señaló el portatil - Y que nos de una dirección para solucionarlo de la identificación del auto. NO creo que me agradezcan que entre en el taller oficial de la compañía -

Frost no estaba nada contento. En realidad le falaba muy poco para empezar a aporrear el salpicadero hasta dejarlo hecho trizas. Todo aquello había sido una chapuza, solo dos tios sin poder preparar una inflitración, sin planos, sin netrunners para las camaras... una puta chapuza. Tenían suerte si a la salida ho habían 500 tios armados hasta los dientes para acribillarlos, pero bueno... era curro.

Frost recargó las dos balas perdidas y lanzó al regazo del sabueso el telefono. No dijo nada ni falta que hacía el numero era el único de la memoria.

- Parece que no nos siguen - Brian, detuvo el auto y buscó en su mochila las cajas de municiones. Una bala en una de sus armas, con la que trajinó unos momentos hasta que consiguió desatascarla, otras dos en la otra y un dardo narcotizante en su pistola de dardos. Al igual que su compañero, prefería tener sus armas listas para el combate

Tomando el teléfono, trasteo un momento en el hasta dar con el numero de sus patrones - Spetock - se anunció cuando lo atendieron - Tenemos el ordenador de la desaparecida... solo que está bloqueado - informó sabiendo que la linea sería segura por solo un minuto - Y supongo que identificaron nuestro vehículo, necesito un cambio de patente... urgente -

Como de costumbre, solo lo básico, ya habría tiempo para los informes detallados cuando estuvieran a salvo. Brian esperó las instrucciones mientras sus ojos se movían entre el parabrisas y los espejos retrovisores, listo para arrancar si detectaba cualquier peligro en el entorno.

West Hill, 12:10 (en algún lugar de las calles)
North Side, 12:45 (c/Farrington 16)
Upper Marina, 13:14 (c/ Louis Brien, almacén)

Con el subfusil como trofeo de guerra ambos salieron de los aparcamientos sin demasiado problema. Al parecer, por algún motivo, las puertas del aparcamiento no estaba cerrada. Tal vez por el ajetreo con la alarma de incendio, así como todos los clientes empeñados en salir a tropel, no pudieron cubrir todas las salidas. Casi no importaba ahora, pero resultaba algo desconcertante dejar algunas dudas en el aire.

Sí, resultaba todo tan abrumador como la sensación que corroía a Frost. Su porte sereno era una mala máscara repleta de pequeñas expresiones de rabia y un arranque de furia que asomaba peligrosamente. Si hubiera tenido oportunidad la idea de destrozas aquel pequeño coche a patadas sería gratificante. Pero no, no podía hacer tal cosa, sólo lamentarse por lo precipitado de aquel plan.

Algo más calmado estaba Brian, aunque lamentándose en su fuero interno por haber matado al guardia. No podía ni tenía derecho, tras disparar la bala letal, recriminar la actitud de Frost. La cuestión es que debía modificar el coche, o cambiarlo. Seguramente, en una hora o poco más, lograrían coger la matrícula del coche. De todas formas, lo más prudente, era alejarse del lugar. Sí era cierto que habían tomado ciertas precauciones con las cámaras, pero no sabían hasta qué punto.

- Calle Farrington 16. Espera 1 minuto –fue su respuesta.

El GPS del coche situaba esa calle en North Side, cerca de la línea de costa. El viaje hasta allí resultó silencioso, como una densa atmósfera de resignación y frustración.

Sin problemas Spetock aparcó el coche, en frente de un restaurante de comida rápida. Un chino o algo parecido. Las calles estaban atestadas pese a la consistente lluvia que caía sobre todo y todos, pero era normal. Aquella eran horas de comer y la gente o bien regresaba a sus casas o gastaba algo más en un restaurante.

Tras un interminable minuto, exactamente uno, el teléfono sonó.

- Calle Louis Brien 7. Almacén 35 –cortó la transmisión.

Media hora después, la zona conocida en la ciudad por albergar almacenes y locales de alquileres bajos, acorde con el lugar, apareció ante vosotros. Poco antes de que llegarais al almacén la puerta de éste comenzó a desplegarse, y un joven con pinta semi desaliñada apuró un gesto con la mano para que pasarais. Ya dentro las puertas ya se habían cerrado y el joven hizo otro gesto para que Spetock bajara la ventanilla.

- ¿Cómo de jodido? –pregunto defiriéndose, tal vez, a lo comprometido que estaba el vehículo.

El local era amplio, oscuro si no fuera por la luz artificial de los alógenos y repleto de máquinas, coches y piezas sueltas. Spetock nunca había estado allí, y era probable que fuera el lugar donde la compañía se deshacía de las cosas comprometidas. A parte de los coches os llamó la atención una habitación acristalada donde un hombre, bajo y mayor, ojeaba el brazo cibernético de un tipo. En total habría, a la vista, unas cinco personas.

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El ex-policía, algo más tranquilo al estar con su vehículo a cubierto contestó al desconocido - Lo filmaron. Patente y combinación marca-color -

Tras descender del automóvil y buscar su mochila y el ordenador que había sido el origen de todos lo problemas le preguntó al joven - Ya hay alguien preparado para el portátil? Bastante complicado fue conseguirlo - añadió más para si que para el resto de los presentes.

Upper Marina, 13:14 (c/ Louis Brien, almacén)

El chico se encogió de hombros cuando le hablaste del portátil. Si bien no tenía la más remota idea de lo que le hablabas también, lo más seguro, es que sólo se iba a encargar del coche.

- Ni puta idea –dijo despreocupadamente- ¿Ves a aquel feo de allá? –te señaló a un tipo obeso, con gafas inteligentes incrustadas y pinta de ser una mala compañía. Estaba situado en el otro extremo del local, junto a la otra puerta de salida- Dale el coche, se encargará desasearlo un poco. Hay demasiadas cámaras de vigilancias por las calles y no quiero que les traiga a mi casa –explicó- No te dejes nada dentro, viejo.

Una vez entregado el coche, después de sacar las cosas del interior, se os acercó el joven. Era larguirucho, de cara chupada y ojos saltones.

- A ver… Ese es el coche, y ésta la tarjeta –te la tiró y señaló uno del mismo modelo en azul- Dentro están los papeles. ¡Ah! Si tenéis que llamar a alguien hazlo lejos de aquí, ya es jodido traerme el coche como para que identifiquen el trasto desde aquí. ¿Entendido?

Al fin una cosa se resolvía sin altercados, sin contratiempos. Tan solo faltaba saber qué haríais con el portátil.

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El proceso de cambio de ubicación del equipaje fue más que rápido. Después de todo, excepto la escopeta el resto de las pertenencias de Brian estaba dentro de una mochila y el portatil estaba a su lado - Bien, entonces ocupense del auto y ya veré como sigo con el resto - contestó sin sentirse demasiado preocupado por la estanqueidad de la empresa

Con calma, acostumbrado al proceso de cambio de vehículo tomó la tarjeta y la guardó en uno de sus bolsillos mientras miraba a su compañero - Vienes? - le preguntó una vez que se acomodó al volante - Deberemos llamar nuevamente para dejar esto - señaló al pequeño ordenador que, sorprendentemente había conservado durante toda la huida del hotel - Y que nos confirmen si hace falta ir a la casa de la cuñada o con esto alcanza -

Vamos.

Frost tenía un arie ausente, casi como si todo aquello no fuese en absoluto con él. Con una terrible tranquilidad tiró al suelo el cigarrillo al que apenas había dado un par de caladas, lo observó durante unos segundos y lo aplastó bajo la bota. Sin decir palabra se acomodó dentro del nuevo vehículo y esperó que el sabueso hiciera la llamada.

Definitivamente necesitaba un jodido medico.