Es que tu post me dejó helado... sos muy retorcido Dennett!! Y no es fácil contestarte, necesito estar tranquilo y con inspiración, sino es una falta de respeto. En cuanto pueda lo contesto.
Pavlo consumió algunos bocadillos en silencio... su propia política era no preguntar, rápido, entrar, salir. Pero ese muchacho... pobre muchacho.
Una gran tristeza lo embargó. Abrió la boca para rechazar la invitación, no podía quedarse realmente, no, no quiero quedarme realmente.
- Eres un niño valiente Artur, y eso es lo que se necesita en la vida.
La sonrisa del niño fue radiante, la del tío... extraña. Hay algo tras esa sonrisa. Y haces buenos bocadillos, eso también es fundamental!
Luego observó el lugar. El interés era real, su sonrisa no. Pero era buen actor. Todo esto... a qué se dedica, si puedo preguntar?
Piotr dio un vistazo rápido como si no hubiera caido en lo extraño que podía resultar para alguien externo un hogar como el suyo, y se encogió de hombros.
- Bueno, en realidad no me dedico a nada, si puede decirse. En otro tiempo fui ingeniero: sobre todo mecánica, otores, trenes... cosas así. Kemerovo fue un lugar grande para alguien con esas habilidades. Pero ya ves, la rueda del progreso nos aplastó. Una invención llevó a otra, y a otra más...-, las manos del viejo aleteaban por el aire, tratando de evocar recuerdos-. Y no fui capaz de adaptarme. Depuradoras, pistones, émbolos y muelles: ése era mi campo, pero me quedé atrás frente a todas esas naves repletas de robots y electrónica... Pero no creas que lo echo de menos: seguí adelante con lo mío, tuve más tiempo para Artur y, de vez en cuando, arreglo coches y demás, ahí atrás... Ya sabes-, dijo, clavando una significtiva mirada en Pavlo-, colocar matrículas, trucar motores, cambiar chapa o pintura para gente con prisa...
- También hace muñecos-, anunció Artur con orgullo.
- Sí, bueno, también he hecho muñecos, sí.
- Entiendo, uno se gana la vida como puede.
La mirada se posó en una hueca cabeza de plástico; las cuencas vacías le devolvieron la mirada, furiosa, invasiva... ni pienso ir ahí, Piotr, ni pienso preguntar por lo muñecos.
- Tal vez entonces puedas darle una mirada al camión, luego. Tengo lo certeza de que me han dejado la suspensión hecha un asco... Realmente no sé qué podía interesarles tanto del camión, como si fuera fácil deshacerse de algo así. La carga, puede ser, pero el camión lo hubiera encontrado en un segundo, no puede esconderse facilmente.
Aunque mirando el lugar, aquí se podría esconder, tranquilamente.
Sus ojos se posaron en las cajas, tan parecidas a ataúdes... mejor no asociar ideas.
Piotr necesita avatar pero YA XD
- Claro, Pavlo, revisaré el camión en cuanto lo tengas disponible. ¿Sabes qué modelo de suspensión usa?
Y, naturalmente, un hombre de la carretera como Pavlo conocía a la perfección cada uno de los detalles de gigantesco vehículo. De modo que hablaron argo y tendido acerca de éstos, hasta que el pequeño Artur cayó rendido de cansancio y aburrimiento, momento en que Piotr se levantó para indicarle a su invitado dónde podía dormir.
Le ofreció lo que antes había sido una oficina, situada a la altura de un piso y medio al que se podía acceder por una intrincada escalera comida de polvo, escamas de pintura y óxido. Desde la ventana de plástico translúcido por la suciedad, el camionero pudo observar la borrosa imagen del tío y el sobrino apartándose hacia el portón del taller. Y se apagaron las luces: la sombra de las descomunales estanterías, esqueletos metálicos repletos de basura, se recortaba en la penumbra. Pavlo se echó en un camastro acolchado con espuma y cartón, y dio una cabezada.
- ¡Pavlo, Pavlo! ¡Por favor, despierta…!-, susurró con apremio Piotr. Parecía haber pasado un simple par de minutos desde que el transportista perdió la consciencia, y sentía la cabeza y los ojos aullando febriles por el descanso frustrado.
- Por favor, escúchame, no tenemos mucho tiempo-.El viejo mecánico lo miraba con sus ojos, grandes y saltones, dando sacudidas por el terror-. No sé cómo ni por qué, pero nos han encontrado. ¡Vienen a por las cajas! ¡Y a por Artur! Necesito que te los lleves: ¡no pueden encontrarlos! De verdad, amigo, siento complicarte las cosas de este modo, pero es importante. Artur está en el taller, encerrado en un armario de metal con los cajones, esperando a que llegues. Yo los distraeré ahora, así que trata de salir algo después…
Sin esperar respuesta, el viejo atravesó la puerta de la destartalada oficina y salió a la oscuridad.
- ¡Eh! ¡Quien seas, estoy aquí! ¡Sal ahora mismo de mi almacén!
Pavlo podía escuchar los pasos de Piotr haciendo resonar los escalones metálicos, y vio los haces de cinco linternas, dispersos por el laberinto de cajas y estantes, convergiendo hacia el anciano. Después, se escuchó una detonación, y el sordo ruido de un cuerpo rodando hasta estamparse contra una baranda de metal: le habían disparado
Allá va el Conflicto: Linternas y balas 1, Menos que humano 3, Artur 5
Si gano, os atraparán a los dos con las cajas, y la Amenaza es contra la Carga misteriosa
Protagonista 1
Adversario 1
Pavlo se quedó en la oscuridad. El disparo lo sacudió como un árbol a punto de caer.
No por el impacto en sí, había estado en más de un altercado. Sino por el conjunto, el lugar, la noche, el extraño Piot. Y Artur. Oh Dios, Artur!
Con rapidez se giró, buscando otra salida de la habitación. Una ventana rota le sirvió de escape tras tapar con sus mantas los vidrios restantes en el marco. Agachado, creyendo que los violentos golpes de su corazón lo delatarían, avanzó hasta donde había visto desaparecer a los extraños parientes más temprano.
De la escalera, detrás, le llegaron voces mezcladas, gritos sordos, un piedad! y varios disparos. Luego el silencio. No se atrevió a buscar las linternas a su espalda, solo a seguir, seguir, paso a paso, rápido pero silencioso. Silencioso.
Entró al taller, encontró el enorme armario. Era una caja metálica de al menos 3 metros de alto y 4 de ancho, con varias puertas. Una se encontraba apenas entreabierta.
Se mentalizó para tranquilizar la voz, compuso su famosa sonrisa intentando activar esos circuitos neuronales que tanto lo identificaban. Artur, Artur... soy yo, Pavlo. Vamos, tenemos que salir de aquí.
Tirada: 1d6
Motivo: Sonrisa facil
Resultado: 2
La luz de las linternas iluminaba las minúsculas briznas de polvo, óxido y vapor escarchado que bailaba en el aire, dando al almacén un extraño halo como de ensueño. Pavlo a duras penas podía ver algo a la luz que las estrellas conseguían colar a través de los sucios cristales, aparte de la forma del laberinto de estanterías y los conos que despedían las luces de los asaltantes. Artur trataba de seguirle el paso, pero el niño tenía problemas para ajustar los movimientos de su cuerpo limitado a las cajas y otros obstáculos ocultos por la oscuridad. Además, en el silencio nocturno cada gesto iba acompñado por el siseo y los zumbidos de las prótesis, ínfimo escándalo que resonaba en los oídos aguzados del camionero.
De este modo, fueron desplazándose por el lugar, tratando de alejarse del sonido de pasos y de las luces y hallar una salida. Pero todo se conjugaba en contra: el adulto desconocía por completo la distribución del lugar, y el chico, aterrado, daba muestras de encontrarse al borde de un ataque de ansiedad, la respiración acelerada y temblores fácilmente perceptibles en las tinieblas. Súbitamente, dos linternas se encendieron, cegándolos de inmediat:
- ¡Aquí, aquí están! ¡Tirad al mayor!- gritó una de las voces que se encontraban tras las luces, y se escuchó la desordenada carrera de todos los que no se habían ocultado, moviéndose en pos de ellos.
Un par de estallidos: varias cajas por encima de Pavlo se tambalearon y temblaron al engullir las balas que apuntaban a la cabeza
Tirada: 1d6
Motivo: Linternas y Balas
Resultado: 3
Usaré Linternas y Balas... un simple 3: suficiente :)
Protagonista 2
Adversario 3