Partida Rol por web

Halcyon City cambiaría mucho en los años venideros.

Para la joven Debbie, aquella ciudad era como de otro planeta: sus luces, la atmósfera mucho más limpia, el agua, la gente, los ruidos... Todo era diferente y maravilloso. No echaba de menos el infierno que había dejado atrás.

Si pudiera recordarlo, claro.

El viaje en el tiempo le había hecho algo a su mente. Sus recuerdos estaban revueltos, cambiaban a veces y otras veces estaban llenos de lagunas. Bigby había dicho que sería una consecuencia lógica: la información de su cerebro sería futurista cuando llegara al pasado y su mente necesitaría reajustarse frente a la sobrecarga de estímulos que percibiría a la vez como pasados y presentes solapándose a los antiguos, que en realidad serían más que nuevos.

Suficiente para darle un buen dolor de cabeza.

Con las manos en los bolsillos Debbie recorre las calles del centro con la cabeza hecha un lío. No era sólo las fluctuaciones temporales de su cerebro. La toma de contacto con los miembros de la Blitz Squad había sido mucho más de lo que ella esperaba. Ni en un millón de años (hacia adelante o hacia atrás) se habría imaginado que acabaría compartiendo con ellos un batido (o lo que fuera aquella guarrada que parecían disfrutar) en mitad de un centro comercial. De alguna manera sentía que podía llegar a ser uno de ellos, pero ¿podía? ¿debía? ¿quería? Debía reorganizar sus ideas. Ya había llegado.

Ascendió por las escalinatas que llevan al recibidor del AJBHS cargando su bolso. Las pocas pertenencias con las que había llegado hasta ese tiempo cabían fácilmente en una roñosa mochila que le permitían pasar como una alumna más en aquel singular instituto. Y es que en su afán por acercarse y vigilar los avances de los jóvenes héroes, se había matriculado en aquella institución con la única intención de poder observarlos más de cerca. La escasa seguridad y la facilidad para falsificar la matrícula y su pase de pasillo se lo ponían espacialmente fácil para acceder a las instalaciones. Los pasillos olían raro y quizá el laboratorio tecnológico era algo parco en herramientas y materiales, pero el de informática estaba bien equipado.

Debbie dejó caer su macuto junto al ordenador del fondo y conectó uno de sus dispositivos a la parte posterior de la torre. Firewall de encriptación en bucle activado, rezaba el display de su brazal. Nunca se era demasiado precavida. Veamos... hcnb.com... Gestión de cuentas... Transferencias... Tasas de cambio... Dogecoin a dólar... Check. Las noches en el Heaven on Earth le estaban dejando en la ruina. Venga, ahora a por lo importante. ¿Quién coño eres tú, Modulok?... Área restringida... Clave de acceso... Vamos, vamos, vamos... ¡Ja! Estoy dentro... Uh... Mmm... Interesante... Y si... ¡Fuck!... ¡Mierda, mierda, mierda!... ¡Abort, abort, abort!

Debbie desconectó su brazal del ordenador antes de que el protocolo de seguridad friese sus circuitos. Moverse por la deepweb era peligroso. Más aún cuando lo hacías desde un PC de bajas prestaciones y si un servidor dedicado. Pero en ocasiones moverse por las bajas esferas de la red daba sus frutos.

Modulok no existía en esta época, lo que significaba que, o bien no había nacido o que no había llegado a la Tierra aún. Debbie tenía recuerdos borrosos sobre él, una enloquecida masa de carne y partes corporales que se reconfiguraba constantemente. Solía estar detrás de los planes de la Final Squad aportando invenciones desquiciadas y apoyo logístico.

Encontró una referencia en un archivo corrupto de una copia de una copia de un informe clasificado de A.E.G.I.S. En el se hablaba de Vanquish el Conquistador Estelar y recogía una lista de sus bravatas de las que se podía extraer información de sus tropelías por el universo. En un ultimátum a la Tierra, Vanquish se refería a sí mismo como "el Subyugador de Belzegyagmot el Planeta Viviente". Era un lugar de pesadilla donde todas las formas de vida se habían fusionado en una especie de lodo primordial multiforme que barría todo a su paso. Algunos héroes terrestres lo habían visitado pero pocos habían vuelto. 

Era posible que Vanquish hubiera tomado un prisionero, una muestra del planeta viviente que hubiera tomado consciencia de sí misma. Alguien con el intelecto de un planeta entero sería un aliado valioso pero ¿serviría a alguien como el Conquistador Estelar de buen grado?

¿Y por qué se aliaría con la Final Squad?

Debbie giró sobre su asiento un par de veces con los dedos de ambas manos entrecruzados sobre su cabeza. Aunque tenía claro qué papel jugaba el metamorfo no era sencillo encajarlo sin tener una idea aproximada de cuales eran sus intenciones. Si yo fuera una abominación mutagénica multiencefálica... ¿qué sacaría viajando al pasado? Al menos Modulok no planea acabar con su versión pasada ¿Pero qué demonios espera conseguir el resto? Esto no tiene ningún sentido. Una pompa de chicle estalló sobre su boca. Una risita nerviosa se escuchó entonces a su lado. Un grupo de alumnos varios años más jóvenes que ella parecían entretenidos en comentar (su atuendo, sus rasgos, sus gestos... nada bueno, seguro) por lo bajo.

- ¡Eh! ¿Es que no tenéis nada mejor que hacer? - espetó incorporandose levemente sobre la silla - Iros a perder el tiempo a otro la...

Sin terminar su frase la muchacha se abalanzó sobre el teclado. Perder el tiempo. ¡Eso es! Modulok no es el cerebro de la operación. Modulok no es sino un mero currito. Alguien estaba interesado en cambiar el futuro. Alguien capaz de reclutar a los miembros de la Final Squad en una misisión aparentemente suicida. Alguien con el poder de subyugar planetas enteros. Era Vanquish quien los había enviado con algun motivo. Pero... ¿cuál?

Arriesgando la placa y los componentes de sus de-ecualizadores volvió a conectar el dispositivo al ordenador. Sólo tenía una oportunidad. Debía descargar los datos a toda prisa y desconectarse antes de que descubrieran lo que había hecho. Debía acudir a la fuente. Debía acceder a los servidores de A.E.G.I.S. en busca de toda la información referente al Conquistador Estelar. Así la Blitz Squad le creería. Así podrían tener una posibilidad de evitar lo inevitable.

Los recuerdos salieron a flote. Le llevó un rato ordenarlos.

Vanquish, el Conquistador Estelar. El último de los Royal, una raza tan belicosa que se habían enfrentado prácticamente contra toda la galaxia en guerras interminables que concluyeron cuando a través de los siglos se fueron exterminando entre ellos. La Tierra había sido objeto de sus atenciones en varias ocasiones pero siempre había fracasado en sus intentos de conquista. 

En el futuro de Debbie Jay, Vanquish era historia.  El Conquistador Estelar fue definitivamente destruido en la Batalla por la Tierra gracias a la alianza con Asgard y su poderosa flota. 

Pero Modulok era su salvavidas,su as en la manga: el ser multiforme tenía en sí mismo una parte de la genética de Vanquish. Acompañaría a la Final Squad al pasado para asegurarse de que la Alianza con Asgard nunca llegaba a firmarse. 

Si eso ocurría...

Un trueno lejano la sacó de sus meditaciones haciéndole perder el hilo de sus pensamientos. 

Debbie tragó saliva. No estaba preparada. Nadie lo estaba. No estábamos hablando de cualquier supervillano. Estábamos hablando de EL supervillano. Hacían falta tres Legiones Máximas para acabar con alguien así. Con una sólo habían conseguido mantenerle a raya. Y la Blitz Squad no estaba cerca siquiera de alcanzar su mayor potencial. Todavía no. No sin todos sus integrantes. Venga, Debbie, piensa. Necesitas ayuda. Toda la ayuda que puedas conseguir. Vamos, vamos. Encojida y cruzada de brazos, la muchacha se golpeó repetidamente la frente con los nudillos.

Suspiró y accedió nuevamente al sistema. Aunque escasos, sus recuerdos sobre lo ocurrido treinata años en el pasado podían salvar el día. Sólo tenía que esforzarse en recordar. Oh, si tan sólo él estuvira aquí. Él sabría qué hacer. Él... Espera un momento. Se inclinó hacia adelante y dejó caer sus dedos sobre el teclado. Esta vez no debía buscar entre archivos encriptados ni en bases de datos restringidas. Bueno, no "tan" restringidas al menos. Voilá! La ficha policial del joven delincuente se proyectó en la pantalla. Debbie desconectó sus dispositivos y recogió su bolso. Tenía una dirección y un nombre. Algo con lo que empezar. El viejo lobo se iba a llevar una sorpresa.

Al ir a salir, Debbie se choco de frente contra alguien que entraba tan distraido como ella. Un monton de papeles llovieron a su alrededor. 

-Perdona, no te habia visto-dijo empezando a recoger sus papeles-Creia que no habia nadie...

Era alto, moreno y con la cabeza rapada. Bastante guapo y fornido. Si Debbie no hubiera llevado su blindaje subdermal habria sido como chocar contra una pared.

- Ay, perdón... iba pensando en mis cosas y... - no fue hasta pasados unos segundos cuando Debbie cayó en la cuenta. Las viejas fotos del archivo se proyectaron en su mente como los fotogramas de una película antigua - yo...

Los ojos abiertos como platos, el corazón a mil por hora, las piernas como gelatina. ¡Joder, joder, joder! ¿En qué cojones estaba pensando? ¡Se había matriculado en el mismo instituto que él! ¡Y no se había tomado la molestia de comprobar su itinerario! ¿Qué le digo? ¿Qué hago? ¡Mierda! ¡Di algo, Debbie! En un intento por no fijar sus ojos en él dedicó sus esfuerzos (y sus reflejos aumentados) para recoger rápidamente los últimos apuntes que quedaban regados por el suelo.

La muy idiota estaba poniendo en peligro el futuro por no mirar al salir. Su propio futuro. Lo que dijera a continuación podría salvar o condenar la tierra.

- Lo siento, tengo que irme - se apresuró a excusarse mientras empujaba los papeles contra el pecho del muchacho.

Y sin mirar atrás se alejó a toda prisa por el pasillo para perderse de vista al doblar la esquina. De todos los chicos del instituto tenía que darse de bruces con el que un día sería su padre. ¡Su padre!

Roger se pasó la mano por la cabeza y miró a la chica alejarse.

-Qué chica tan rara... no me suena haberla visto por aquí antes-torció la cabeza en un gesto apreciativo mirándola correr de espaldas-Y me acordaría de un culo así.