Te despides del noble, y en compañía de Rufus os dirigís a las afueras de Constantinopla. Las tierras del noble no están muy lejos, apenas a medio día a caballo. De camino, Rufus para en un pueblo que forma parte de los dominios del noble, unas pocas casas en los márgenes de un río que pertenecen a agricultores y ganaderos. Los lugareños te miran son suspicacia cuando Rufus te presenta a ellos, supones que no se fían de ti.

Más tarde, después de comer con el alcalde, Rufus te acompaña al que será tu nuevo hogar. Siguiendo un camino que se aleja del pueblo adentrándose en el bosque llegáis a un pequeño claro con una cabaña de madera. La cabaña parece acogedora, toda ella es una única estancia de unos tres metros de ancho por otros tantos de largo, con una chimenea donde encender fuego y cocinar y un camastro de madera cubierto de pieles de animales. Es evidente que era la casa de un cazador, dentro hay pieles, trampas, y herramientas con las que fabricar flechas con punta de hueso.

-El antiguo guardabosques tenía un pequeño huerto aquí detrás -Rufus te guía a la parte trasera de la casa, donde puedes ver plantas de tomates, pepinos, y varias hortalizas más. A pesar de llevar tiempo desatendidas, da la sensación de que la lluvia las ha mantenido con vida.- Yo me voy ya, si necesitas cualquier cosa puedes pedírselo al alcalde del pueblo de antes. Si tienes que ponerte en contacto con el noble, en el pueblo te indicarán como llegar al castillo.