...eso pensaba Asenoc mientras veía la espada de su enemigo sobre su cabeza. El tiempo detenido en un segundo eterno, su vida en imágenes pasando como una proyección de diapositivas.
Ya está -se dijo- aquí acaba todo.
Hasta ese momento había sido una mañana normal. Con la única salvedad de ser la mañana del día previo a su boda, nada fuera de lo habitual. Había bajado al patio de armas como todas las mañanas acompañado de Guillem de Roses, que tras el nombramiento de Nicéforo había asumido el papel de General del numeroso ejército de Asenoc, Prelado del Prefecto.
En perfecta formación, apenas veinte jóvenes mantenían la disciplina mientras sus superiores pasaban revista. Desde el balcón de la torre del homenaje, Carienn contemplaba la escena.
De todos los reclutas recién llegados, sólo los mejores formaban ahora en el patio. Serían destinados a puestos de honor, capitanes, guardaespaldas... Recibirían un entrenamiento especial para aprovechar su mejor preparación inicial. Habían sido seleccionados mediante combates con espada de madera entre todos los recién llegados, supervisados personalmente por Guillem de Roses para probar su valía.
Y ahora uno de ellos, armado gracias al dinero de la inmensa fortuna de Asenoc iba a acabar con su vida.
Al grito de ¡¡¡LIBERTAD PARA EL PUEBLO!!! el joven recluta desenvainó su espada y aprovechando un descuido de Guillem y Asenoc se avalanzó sobre el noble blandiendo su espada.
...y entonces la espada quedó detenida en el aire. En el rostro del joven se dibujaba una mueca de desconcierto al tiempo que bajaba su mirada hacia su vientre y sus manos sin fuerza dejaban caer la espada al suelo. De la mitad de su estómago asomaba una espada, atravesándolo. Un misterioso encapuchado sujetaba la espada que había eliminado la letal amenaza con un certero golpe... y como rematando la tarea, con un brutal giro, la espada realizó un semicírculo saliendo del herido cuerpo hacia la derecha, en vez de hacia atrás, que hubiera sido lo habitual. Las vísceras del joven salieron despedidas adornando el patio de armas.
El joven se desplomó sobre sus vísceras. Tras él, el misterioso encapuchado hincó la rodilla en gesto de sumisión, ofreciendo la espada asesina al noble cuya vida acababa de salvar.
Asenoc y Guillem pudieron ver entonces las manos del hombre, y luego su rostro. Ambos le habían visto la noche anterior entre los reclutas recién llegados. Era imposible no fijarse en él. Los novatos contaban leyendas sobre su pasado. Al parecer en un asalto a una ciudad musulmana el aceite hirviendo arrojado desde las almenas le salpicó dejando atroces marcas en su rostro y en todo el cuerpo. Por eso se cubría con capucha. A pesar de ello, o gracias a ello, se había ganado la simpatía del resto de reclutas, que se dirigían a él con respeto y admiración.
-Mi Señor Kothar me manda a vos como regalo de bodas para vos y vuestra prometida. -dijo Narses, todavía de rodillas ofreciendo la espada manchada de sangre.- Podéis disponer de mis servicios de guardaespaldas, espía o asesino como deseéis.
Maldita sea! Han intentado matarme por segunda vez! ¿Libertad para el pueblo? Maldito loco! Bueno... no se puede complacer a todo el mundo. O eso... o hay alguien por ahí que no me tiene en alta estima. ¿Tendra algo que ver con la escena que presencie junto a Kolthar? Mmm. Si. Probablemente a estas alturas ya sepan que soy el aliado de Nicéforo y esten intentando eliminar una pieza clave del tablero.
Pues se van a llevar una gran decepcion pues no pienso morir... ni ahora... ni nunca...
Regalo una sonrisa de auto-confianza a Narsés. Como si no hubiese temido por mi vida en ningun momento o en absoluto me hubiese afectado este intento de asesinato.
Que intervencion tan oportuna mi querido amigo Narsés. Si sois un enviado de Kolthar sin duda sois un "poderoso" regalo...
Comunicadle mi gratitud tan pronto volvais a verlo. Me temo que Kolthar solo puede ser encontrado cuando Kolthar quiere. Acompañadme a mi despacho y discutiremos como podeis ser de utilidad.
Lo acompaño al despacho donde, a solas, le ofrezco licor y algo de comer.
He de suponer que, al ser un enviado de Kolthar, estareis al tanto de nuestros enemigos digamos... especiales.
Temo que este intento de asesinato no haya sido en realidad perpetrado por un joven anarquista.
Me gustaria que investigarais este asunto. ¡¡Y por todos los demonios que sereis tambien mi protector!!
¡¡Parece que ultimamente mi cabeza esta deseando separarse de mis hombros!!
Rio a carcajadas mientras levanto la copa a modo de brindis.
Miro al noble mientras me ofrece biandas y algo de vino, tomo un pequeño trago aceptándo el ofrecimiento educadamente
-Mi señor, estoy al corriente de los enemigos que suelen inténtar atentar contra los intereses- digo en tono solemne-creo que las marcas de mi cara lo reflejan, me ofrezco como su guardaespaldas y para velar por su seguridad, no se preocupe, su cabeza no se separá de sus hombros mientras yo esté por aqui, como bien sabe Kothar es un hombre inteligente y si yo soy su regalo sabrá que es una muestra de su inteligencia y gratitud con vos.-
Sin lugar a dudas es un aliado poderoso. Me parece que Nicéforo y Kolthar saben mucho mas de lo que dicen. Desde que me he aliado con Nicéforo mi poder se ha incrementado considerablemente y no creo que sea casualidad. Aqui se esta preparando algo...
Excelente. Por favor... no dudeis en acudir a mi boda. No seria un mal dia para intentar asesinarme de nuevo. En caso contrario siempre podeis disfrutar del evento. Podeis marcharos...
Nada parece casual ultimamente...
A continuacion me reuno con Carienn...
¿Que tal estais princesa? Espero que no os haya alarmado lo ocurrido esta mañana...
Hago una pequeña reverencia poníendo mi brazo sobre mi abdomen y bajándo levemente la cabeza
-será un honor- digo y salgo por la puerta de la estancia
A la salida me quedo mirándo a la señora y le hago una pequeña revenrencia educadamente
-Señora- digo saludándo cortesmente.
Miré toda la escena debatiéndome entre el terror y la impotencia. Nunca había visto un horror como un asesinato y tanta sangre tan de cerca, ni sentido un miedo tan grande.- Ese hombre casi acaba con Asenoc...- Me fijé en el guerrero que había acabado con aquello y le ofrecía su espada a mi prometido.- Gracias, muchas gracias- le hago una pequeña reverencia cuando me saluda, con una ligera inclinación de cabeza.
-Mi comportamiento no sería de la predilección de padre, debería haberme mostrado más entera y no haber mostrado mis respetos al soldado, pero había salvado la vida de mi prometido.- Estoy aún imbuida en mis pensamientos, cuando mi futuro esposo me habla sacándome de ellos.- ¿Qué...?- digo algo confusa por la interrupción de ellos.- Bien, mi señor... Pasé mucho miedo por vos, no quiero que os ocurra nada...- digo con voz sentida mirando al suelo.- Disculpadme, pues tampoco estoy acostumbrada a este tipo de cosas, apenas sé de la vida en el castillo.
Sonrio quitandole importancia al asunto...
Tampoco yo estoy acostumbrado a que intenten matarme. No obstante si lo estoy a mantener la compostura ante cualquier situacion y, pese a todo mi talante, en ocasiones me cuesta mantenerme entero.
Por otro lado... nuestra situacion nos obliga a ser el faro de todos aquellos que nos siguen. Nos guste o no debemos ser una guia. Si nos ven dudar o flaquear todo podria desmoronarse.
Con la confianza que me confiere hablar con mi futura esposa os dire que temi por mi vida. Pense que todo habia terminado y lamente no haber sido mas precavido. No volvera a pasar.
Tomemos un poco de vino y demos un paseo por los jardines para relajarnos un poco.
Le asiento a Asenoc, aún por la inquietud. Le sigo en ese paseo por los jardines, mirando las plantas con curiosidad, pues en mi región son muy distintas.
-Mejoraré mi actitud en ese caso, seré un modelo a seguir como pedís... Espero que me tengáis paciencia mientras mejoro mis virtudes, todo esto es nuevo y nunca se me permitió actuar así... Ni decir estas cosas siquiera- me ruborizo ligeramente.- Pero con vos tengo confianza.
Guillem, a cierta distancia de Asenoc, se giró al grito de Libertad para el pueblo! al tiempo que desenvainaba su espada y corría hacia el lugar donde estaba el Prelado. Sintió como se le secaba la garganta al observar como dos figuras se abalanzaban sobre Asenoc...
-Diablos!!! No debí separarme del Prelado ni dejarlo que bajase hasta aquí sin escolta- Piensa Guillem corriendo.
El templario observa como uno de los jóvenes reclutas se dispone a acabar con Asenoc ante la impotencia del mismo pero, perplejo, contempla como un encapuchado clava su espada al recluta de forma maestra y rápida como relámpago en el cielo dejando al agresor muerto al instante. El encapuchado parece rendir honores a Asenoc...
-Mi Señor, os encontráis bien. ¿Quién es este joven? no lo había visto hasta ahora!!! -Dice Guillem sofocado por la carrera dirigiéndose al prelado y señalando con la espada al encapuchado.
-Mucho me temo que he supervisado la valía de todos estos hombres para combatir pero tal vez se me haya olvidado una cosa... el honor que le tienen a vos. Interrogaré uno a uno a estos soldados para que esto no vuelva a ocurrir. Me gustaría hablar con vos después de la comida sobre este incidente -Dice mientras hace un gesto a un capitán para retirar a la milicia del patio.
-Desde ahora pondré un par de guardias a su lado en todo momento por si se alza un nuevo agresor mientras reviso las tropas y algún posible infiltrado en estas dependencias -Concluye Guillem sin dejar de mirar el rostro del "salvador" de Asenoc y sus marcas en el rostro.
Ahora debo hablar con este soldado y mas tarde ire a ver a Carienn. Debe estar alarmada.
Nos veremos despues de comer como deseais.
Realizo las acciones del post anterior y como con Carienn.
Mas tarde me reuno con Guillen en la biblioteca.
Y bien mi querido amigo. ¿De que deseais hablarme?
Sirvo unas copas de un carisimo licor como clara señal de la alta estima en que tengo a Guillen.
Este mensaje es sólo para Asenoc:
Fíjate, cuando escribes abajo te aparecen unos botones grandes con los nombres y las fotos de los participantes de cada escena. Cuando quieras hablar sólo con uno, sin que los demás lo sepan, tienes que dejar marcado sólo el destinatario.
Si. Lo se. Ya he utilizado alguno.
Aunque alguna vez lo olvido.