Con la daga setita en vuestro poder y las pruebas aportadas por el chiquillo de Nicolo y Rodrigo de Navarra regresáis a las salas de Narsés, donde a pesar de vuestra ausencia la discusión política no cesa. Al llegar vosotros se hace el silencio y notáis las miradas de todos los presentes clavadas en vosotros, y la curiosidad que inspira la daga que lleváis. Al pasar al lado de Lanzo, podéis reconocer su voz, que susurra a otro de los ventrue que se encuentran cerca con tono asombrado: "Es la daga de Roland".

Avanzáis hasta el extremo en que se encuentra Narsés en su trono, al tiempo que todos los asistentes os abren paso y cierran el mismo tras vosotros, creando un circulo de miradas curiosas, atentas a lo que vais a decir a continuación.

Durante unos breves minutos explicáis a Narsés y al resto de los presentes el devenir de la investigación, como uno de los chiquillos del Antiguo Nosferatu vio una figura oscura salir del almacén y de como vio a un mortal entrar tras él. También explicáis vuestra entrevista con Rodrigo y como él os entrega la daga con las marcas setitas, algo que demuestra que Roland no era quién decía ser, sino un espía setita infiltrado en el Clan Ventrue.

El revuelo creado con estas declaraciones es enorme, y en ese momento os dais cuenta de que Aimery no se encuentra presente en la sala. En ese momento, Lanzo se acerca a vosotros y con una elegante inclinación de cabeza os pide disculpas, como hombre de honor que se considera y os agradece la información sobre Roland (y Aimery, si decidís contarselo). Tommaso, que se encontraba cerca oye las disculpas de Lanzo y no puede evitar burlarse de él, indicando que quién puede considerar Egipto el destino ideal para la cruzada, si es lo que pretendían los Setitas con sus maquinaciones. En ese momento Lanzo se gira y comienzan de nuevo su incesante discusión acalorada que parece no llevar a ningún lado.

Como era de esperar, ante las evidencias mostradas, Narsés os declara inocentes de los cargos, y os pide que le acompañéis a una sala aparte para dialogar. Justo detrás del trono, pasáis a través de un hermoso tapiz con motivos religiosos y os encontráis en una pequeña poco decorada con aspecto de confesionario, no debe tener más de cuatro metros cuadrados. Narsés se sienta en un banco de madera y os invita a hacer  lo mismo en el otro extremo de la sala.

-Todas estas discusiones que se desarrollan ahí fuera son inútiles. -explica- Los mortales ya han decidido el destino de La Cruzada. Los Cruzados no pueden hacer frente a la deuda contraída con los comerciantes venecianos, de modo que han aceptado realizar un "pequeño encargo" para los mismos a fin de enderezar las cosas. Habéis demostrado ser gentes de recursos, y quisiera que trabajarais para mi siguiendo La Cruzada. No tenéis que hacer nada, tan sólo informar de su curso mediante cartas y emisarios de forma ocasional. Esto lo consideraría un favor personal hacia vosotros, y podría facilitaros cartas de presentación y de paso para los cainitas de las zonas por las que avanzarais.

¿Y cuál es el destino elegido? Porque, sinceramente, no creo que el objetivo de una cruzada sea satisfacer los encargos personales de un adinerado gremio de comerciantes. No son un ejército mercenario, en teoría, son el ejército de dios.

Seguro que Constantinopla no tendrá reparos en satisfacer las deudas de los comerciantes en pro de un destino adecuado para el ejército.

-El destino de la Cruzada es Zara, aunque no su destino final. Tal vez me habéis entendido mal... Tras poner orden en la ciudad de Zara, la Cruzada tomará otro rumbo que aún desconocemos. Es el amanecer de un tiempo nuevo. Las viejas creencias desaparecen y el poder todopoderoso de los cainitas empieza a desvanecerse. No entiendo que le importa a Constantinopla los asuntos de Venecia, pagar la deuda de los cruzados podría ser interpretado como un apoyo a la ciudad de Zara, lo que podría desembocar en una guerra abierta con Venecia.

No, no todo es tan fácil como para poder solucionarlo con unas pocas monedas de oro.

Comprendo la situación Príncipe Narses. Mi único objetivo al venir aquí era asegurarme que la Cruzada pasara lejos de mi tierra. Presumo de tener unos vasallos fieles y entregados a los que recompenso con un trato justo y seguro para ellos y sus familias.

Es una práctica que, hasta el momento, me ha reportado grandes avances y beneficios.

No me gustaría que mi casa se viese azotada por el paso de un ejército, consumiendo recursos y generando problemas. Supongo que vos, mejor que nadie, comprendeis lo que quiero decir.

Respecto a trabajar para vos, es algo que considero afortunado, más primero, como es lógico, debo consultarlo con mi mentor.

Y con mi esposa… a quien no osaría contradecir.

El príncipe nos propone trabajar para él y pienso que siempre es bueno tener el favor de alguien en posición de poder fuera de nuestras fronteras, no es mala idea. Pero también están mis hijos, están con mi madre y confío en ella, pero me gustaría verlos de nuevo pronto. 

-Como bien dice mi esposo, debemos consultarlo antes... Y nos gustaría saber más o menos la duración de ese trabajo, durante cuánto deberíamos seguir a los cruzados y cuándo estaríais satisfecho y daríais nuestro trabajo por concluido.

-Lo comprendo... No, no sería mucho tiempo. Realmente a mi me interesa tan sólo su siguiente parada, en la costa Dálmata, pues sigue siendo territorio Veneciano y del desenlace de esta incursión para los mercaderes venecianos depende en parte mi propio interés. Sobre su duración, lo desconozco. Aunque probablemente no mucha, un par de meses a lo sumo, supongo.

Miro a Asenoc, que seguramente quería encargarse él mismo de algo así. Desde que nos casamos había aprendido mucho de él y una de las cosas que no soportaba eran las injusticias... Y aquellos mercenarios que decían ser cruzados no paraban de causar problemas.

-Lo haremos, puede contar con nosotros.

Que así sea pues. Deberemos informar a nuestro Mentor y hablar con nuestros hijos. Pero estaremos listos para partir de inmediato.

Y aquí termina esta aventura...

Hacia finales de Agosto de 1202, el grueso de las tropas partirá hacia la costa Dálmata a cumplir el encargo de los mercaderes venecianos, y vosotros con ellos... Pero esa será otra historia.

Espero que os haya gustado, aunque reconozco que últimamente estoy más ausente de lo que desearía por motivos laborales. Llevo idea de continuar esta partida, aunque ya será para Julio, probablemente, y admitiré algún jugador más para darle un poco de vida a la partida ;D

Bueno. Tampoco yo estoy ultimamente tan atento como me gustaria a Umbria. Pocas ganas causadas por asuntos personales. Pero ya sabes lo que te dije, y lo mantengo, eres un master excelente. Es un placer jugar contigo.

Encantada de jugar, espero que nos tengas en cuenta si continúas la aventura, yo estoy deseando. Da gusto tenerte como máster y las ausencias/semiouts es algo que nos pasa a todos en algún momento :)

Ciérrala cuando quieras ^^