Se podría ver la vida como un trayecto en tren. Los hay que viajan con asiento de ventanilla, los hay que lo hacen mirando al pasillo, pero de un modo u otro, lo habitual es no descarrilar hasta llegar a la última parada. Cuesta entender la realidad cuando dejas de ser un pasajero. Todo te parece ajeno y extraño hasta que consigues ser consciente de que el tren no es que sea una parte concreta de lo existente sino que éste, además, es insignificante.
Allí está un descarrilado como Will y allí está Michelle que saltó del tren en marcha. Todo rompe las reglas y ella observa con curiosidad como aquel hombre se acerca y mueve los labios sin sonido. Ella sólo ve sus ojos para entenderlo y él calla y esboza una sonrisa. En extraña megafonía le llegan ahora las palabras de todo lo dicho y ella lo escucha en silencio mientras que Will la observa estático esperando una respuesta.
- John... John no, el no sabe, es peligroso, no es como tú o el detective. No quiero que le ocurra nada.
Se lleva la mano a la boca y la arrastra por la barbilla hasta el cuello con la mirada asustada, quizá algo desquiciada.
- Me equivoqué, Will, quise salvar a aquella chica y no he hecho sino condenarla. April... Jess se la llevó, se la llevó a Jim. Jim le hizo algo malo, seguro, como a mi quiso hacérmelo.
Se despega de la pared para acercarse hacia él. Queda en cuclillas a su lado oscilando de atrás hacia delante de un modo poco natural.
- Un reverendo me hizo buscarte, era como tú pero menos dulce, no te encontró, me llevó al puerto, fundación Abaldon. Cosas terribles pasan en ese lugar. Jim está en él. - dice mientras asiente con la cabeza repetidas veces en un afan por añadir verosimilitud a todo aquello.
-Abaldon, sí.- asiente Will desde su lado del cristal. Mira al techo un momento, recordando lo que ha sido esta semana, la investigación y el cruce de datos con Demian. Las manchas de humedad bajo el yeso parecen hojas de té hablándole del futuro de Michelle.
-El padre de Holden parece tan peligroso o mas que tu ex, cielo. Se ha empezado a meter en asuntos turbios. Asuntos místicos. Ha solicitado ingresar aquí y allá en distintas organizaciones. Tiene mucho dinero y parece que sabe cómo usarlo. Empezamos a creer que en realidad Holden no quería hacerte lo que te hizo, aunque no debió importarle hacerlo más que destrozar un coche nuevo. Creemos que a quien no le gustabas es a su padre.-
Will deja que el polvo de sus palabras se aposente en el suelo para que Michelle pueda asimilarlas. Se le nota acostumbradoa dar malas noticias, a preparar ramos de difunto, a recitar epitafios y obituarios. Lo hace francamente bien, directamente. Las palabras dulces deben ser para los que quedan, para los que sobreviven.
-Iremos para allá.-
Y esas palabras que suenan raras como de distintas voces, como de coro de recreo, de burlas y miedos, resuenan de labios mudos a oidos ciegos. Tampoco entiende mucho, tampoco le importa. Holden, mi amor, piensa y le apremia la necesidad de encontrarse con él en aquella estancia donde se encuentran por igual ricos y pobres. Su padre, el señor Abaldon. ¿Qué importa? Sin duda duele más el traidor que el asesino.
- Will, ten cuidado con Jim. Me asusta. Iremos allí, si tu me lo pides.
-Iremos. No es la primera vez que escuchamos cosas sobre esa Fundación. Pero iremos de noche, cuando nadie nos vea. Me vea, quiero decir. No, nos. Convendría hablar también con Demian. Puede ayudarnos mucho y creo que definitivamente está con nosotros. Si te parece bien.-
De repente se da cuenta de su estado desordenado; siemrpe ha sido una coqueta cuando ha podido. Michelle da una paso hacia atrás para recolocar mentalmente su imagen y choca con una pared. Pero ella no puede chocar con paredes. Pero allí está, una barrera hecha de aire, circular. La toca como un mimo ante su muro invisible antes de que Will se dé cuenta y mascullando un "perdón" se acerca a la fotografía de Michelle y la retire de la mesa. El muro desaparece.
Asiente con la cabeza. Conoce a ese detective. Excéntrico pero no malo. Se había sentado junto a él para verlo dormir y eso ya fue suficiente para que se formarse una impresión positiva de aquel hombre.
Cuando se retira el muro invisible y Michelle se levanta, se encuentra azorada como si hubiese sido ella la que tropezó y no él quien puso la trampa. Sonrie algo nerviosa mirando hacia abajo y se aparta el cabello de la frente. Luego mira a los ojos del nigromante, casi parece buscar algo en ellos, se muerde el labio pero no dice nada. Su atención se vuelve en si misma se mira el dorso de una mano como si fuese capaz de ver a través de ella. Se encuentra débil, pero se encuentra a salvo. Se acerca un poco más. Will es de ese tipo de hombres, seguros de si mismos, que casi la anulan por completo.
- ¿Qué hay del reverendo? Él me llamó. Me obligó a buscarte y me llevó al puerto, a la fundación. Mordecai. - pronuncia su nombre con un inquietante susurro, como si no se atreviese a decirlo en voz alta y, de tal modo, que le helaría la sangre a cualquiera que no se ganase la vida tratando con muertos - El reverendo Mordecai.
-Mordecai...- los ojos de Will son pequeños y aún se hunden más en el cráneo buscando hacia dentro el nombre del reverendo. El reloj de pared avanza dos segundos que duran tres; la pila empieza a agotarse. El tic y el tac y el blop del grifo de la cocina se mezclan y crean un ritmo digno de Bartok.
-No me suena ese nombre. No sé quién es, pero si pudo hablar contigo y obligarte a hacer algo, eso significa que está en el gremio y que seguramente podré localizarle. ¿Intentó hacerte daño?-
- Era como tú pero no lo era. Tú lo haces fácil. Me llevó allí, a la fundación, quería ver a un amigo, buscaba a Jim y se asustó. Todo estaba en obras entonces. Había mucha sangre, un rastro de sangre aunque yo podía ver dos rastros, rastros especiales, rastros poderosos. - ella gesticula tratando de ayudarse con sus manos frías para ubicar a Will en la situación - Gente muerta, doctores, hasta el culo de jaco. Y luego abajo, Will, abajo estaban los ataudes de cristal, cinco, con cinco ancianos fiambres ahí dentro con el pecho roto, enfermizos y con la cara colorada como si hubiesen vuelto de unas vacaciones en el sur.
Se acerca más hacia el nigromante y camina dando amplias zancadas tratando de disponer a izquierda y derecha invisibles imágenes de como era todo aquello en sus recuerdos.
- Todo ahí abajo, en la fundación. Es peligroso. Pensé que Jim podía estar en peligro al ver todo eso. Ahora sé que Jim es todo eso. Ya no puede una fiarse de nadie.
-No, no se puede. Acudiremos a Demian e iremos a la fundación, todos juntos. Veremos qué se puede hacer.-
Y aquí es donde te pido algo de paciencia, ya que Demian está en un momento temporal distinto al vuestro y necesita algo de tiempo. Cuando estemos listos para seguir, te avisaré.
Por cierto, necesito el nombre completo de Michelle... quiero decir apellidos. Y una ligera descripción de sus familiares y/o conocidos vivos.
Perfecto, no me importa esperar, trataré de hacerte algo de historial mientras.
Lo antes que puedas, please. Ese breve historial que te he pedido lo necesito precisamente por Demian... ;)
Te hice un historial pero lo dejé en el curro así que te cuento a grandes rasgos y tú lo unes con historia.
Nombre: Michelle Carter
Nacida en Alabama (elige tú el pueblo)
Muerta a los 32 años.
Tiene un hermano Robert (Bobby) Carter, que murió en el golfo.
Sus padres Robert (Bob) y Amanda Carter siguen vivos pero no saben de ella nada desde que regresó al pueblo para el funeral de su hermano.
Se fue a NY a los 16 años con la idea de ser bailarina y triunfar en Broadway. Participó en alguna función de segunda clase pero se sintió decepcionada. Bailó en algún club de Manhathan para pijos sacándose dinero extra. Duró una temporada hasta que empezó a coquetear demasiado con las drogas. Al final acabó en la calle, sin dinero y ejerciendo para salir adelante. De todo esto hay pocos datos a excepción de los informes policiales. En los últimos dos años parecía que comenzaba a remontar el vuelo. Desenganchada y con algo ahorrado cambió de barrio. Conoció a Holden como prostituta y como en el cuento de la cenicienta la sacó de aquello, le hizo regalos y le puso un piso. Ésta última fue la época más feliz de su vida, cuando pensó que todas las decisiones erróneas que había tomado en su vida estaban justificadas si habían acabado llevándola a aquella situación.
El informe forense dice suicidio. Debería decir lo del embarazo. Ahí ya es cosa tuya que los Abaldon hayan toqueteado algo.
Iron se dirige a su teléfono viejo de baquelita negra, tan a juego con su anticuado acento que le hace parecer una película en blanco y negro. Descuelga y sonrie a Michelle para transmitirle confianza, un aire emocional caliente.
Mientras marca, Nueva York sufre un ligero cambio del que sólo ella parece consciente. Por la ventana se ve la luz disminuir porque las nubes comienzan a acumularse. La gente en la calle está incómoda; no hace calor para quitarse la chaqueta ni para dejársela puesta. Un tiempo incómodo.
-Hola, Reynolds. ¿Cómo va todo? Hubiera querido llamarte antes, pero he estado mortalmente ocupado y hasta hoy mismo no he encontrado a Michelle. Está aquí conmigo e íbamos a ir juntos a la Fundación Abaldon. Ella acaba de estar allí y parece que en el sitio pasan cosas malas. Muy malas.- deja que Demian al otro lado responda un largo párrafo, a lo que simplemente contesta -Ahí nos vemos.-
Tras colgar, Iron vuelve a dirigirse a la difunta que se frota las manos nerviosa en su salón. -He quedado con Demian en un bar al que suelo ir para este tipo de citas. Desde allí iremos a la fundación.-
Will sabe que los muertos no necesitan ni recuerdan cómo apreciar las deferencias que la vida en sociedad solicita y sin embargo le abre la puerta a Michelle y la invita a seguirle a la calle y al local en el que se han citado. El viaje no es muy largo y el coche de Will es un vehículo donde sentirse segura. Huele a muerto, no a putrefacción sino a la presencia de otros como ella antes.
Te cambio de escena. Ojo de ponerlo todo en copia sólo al árbitro, como siempre.