Madalina no aparece por allí en esas 24 horas, así que llegando ya al viernes 15, mandas a tus compañeros a buscarla. No son muchos los que se mueven esta vez. Llevan ya varios días haciendo algún trabajo para ti y eso les está impidiendo mendigar y ocuparse de sus pocas cosas. Solo el testimonio de Willy confirmando lo que ocurre con los que desaparecen les mantiene confiados pero tampoco les gusta, sabiendo que hay asesinos de indigentes sueltos, andar paseándose por barrios de clase alta. Te preparas para dar tu siguiente paso.
Soy consciente de que lo que les he pedido yo les impide a ellos realizar su trabajo, por lo que mantendré esta petición sólo durante unos días. Me intereso por saber quiénes vieron la furgoneta que se llevó a Mordecai y si habían visto a esas personas en algún otro momento o habían vuelto a verlos después de llevarse a Mordecai.
Esos tipos y esa furgoneta han vuelto a ser vistos, en efecto, pero siempre dirigiéndose a la zona de clase muy alta de la ciudad, un par de veces. Ni ellos ni vosotros pegáis allí, por lo que es complicado saber dónde iban; lo que es seguro es que no iban al edificio que mantenéis vigilado.
Me entero de exactamente por qué calles han sido vistos y voy a dar veinticuatro horas a esa zona para por si tuiviese suerte y viese la furgoneta.
Aprovecho para coger el periódico de una papelera y mientras vigilo la zona leo el periódioc para ver si hay algo que pueda darme una pista sobre si han vuelyo a las andadas o algo por el estilo.
Las horas pasan despacio mientras empiezas a creer que en ningún momento lograrás avanzar siquiera un poco en tus objetivos y que tendrás que acabar tomando la decisión más difícil; trasladaros.
De modo que apenas estás preparada cuando, viendo pasar una furgoneta de características similares a la que buscas, reconoces por la descripción a dos de los tipos que secuestraron a Mordecai: el delgado y el musculoso. El vehículo se detiene un momento en un semáforo antes de enfilar hacia la parte más rancia y conservadora del Upper East Side.
Mi prioridad es saber a donde se dirigen para poder saber algo sobre Mordecai o impedir que sigan camino por lo que con rapidez aprovecho la parada del semaforo para acercarme a la parte trasera de la furgoneta mientras dejo que el dolor haga presa en mi , el sudor impregna mi piel al sentir el ramalazo candente de sentimientos que como puñales se clavan en mi alma y un rictus de agonía llena mis facciones que oculto con el cuello del abrigo roído que ha conocido mejores tiempos (del dedo gordo de mi pie se abre paso el hueso que fino y afilado se clava en la rueda trasera de la furgoneta , permitiendo que el aire escape poco a poco por ella sin producirse reventón) y sigo luego camino por la calle en la que se encuentra la misma esperando el resultado de la maniobra.
El reventón se escucha más fuerte de lo que esperabas y has de escabullirte simulando estar asustada. Los tipos que bajan de la furgoneta, un joven delgado y un joven grande y fuerte, maldicen su suerte y miran a su alrededor. Se te quedan observando fijamente hasta que desapareces tras de una esquina. Te las arreglas para torcer por un callejón y llegar hasta otra posición desde donde observas que se ponen a cambiar la rueda.
Quiero ver si hay alguna forma de subirme a la furgoneta , o dentro o por debajo sujetándome a los ejes, por lo que miro si hay alguna alcantarilla por la que tengan que pasar o algo por el estilo.
A la carrera, te lanzas a buscar una alcantarilla por la que pudiera pasar la furgoneta. Las prisas y las transformaciones que debes hacer para librarte de ser vista, abrir la recia tapa, correr hacia el lugar adecuado, estirar el brazo y engancharte con fuerza en forma casi líquida a los bajos de la furgoneta es terrible. Para cuando lo logras estás agotada, extenuada, con las heridas del combate con Jim a punto de reabrirse.
Sin embargo, lo logras y sigues al vehículo en sus bajos hasta su destino, sea cual sea este..
Te cambio de escena.