Soy yo, Snidely Whiplash.
Podría preguntarme por qué he hecho éste viaje. Por qué he venido tan lejos a escuchar lo que tuviese que decirme un Dragón. Pero no lo he hecho. El porqué es algo que no importa, sino el cómo. Everard Draconis no parece, ni de lejos, el tipo de ser que esperaba. O éso ha aparentado ser, por lo que aún es pronto para formalizar una decisión.
En mi opinión, poco he podido sacar en claro sobre las intenciones del anfitrión. Todo ese paseo por su gran Mansión, el mostrarnos tan directamente sus posesiones... por no hablar de su deliz. Oh, sí. Ha sido un error decir en presencia de los demás qué es lo que pensaba utilizar para comprar mis "servicios".
Aunque éso me dá una ventaja. Algo que deberé jugar bien, si quiero tener al Dragón de mi parte... por el momento. Tal vez él sea una pieza clave para el Plan Definitivo. Sigue sin ser nada claro, pero TODO el universo caerá ante mi poder. Y entonces, oh sí, entonces...
Se arrepentirán. Todo el mundo entero se arrepentirá de no haberme escuchado en su día.
La cena no ha estado mal, aunque sigue siendo algo secundario. Es momento de hablar con el Dragón. Tengo una gran curiosidad por ver qué me dice.
Mañana posteo en la escena II, jurado xD
Cita:
Quiero que sepas que has logrado hacerme caer de la silla... Ha sido brutal.
Ha anochecido demasiado deprisa, por lo que deberé quedarme en la intemperie junto a una mujer que cree ser una enana y una jovencita que nada sabe de la vida.
Aprovecho el momento para socializar con ellas, dado que he deducido que es necesario mantener la guardia baja sobre mi persona para poder llevar a cabo ciertos... ajustes. Necesitaría más datos sobre el Dragón para decidir si es alguien que se pueda utilizar en mi beneficio o bien es una amenaza, aunque por el momento me decanto más por la segunda opción.
La puerta misteriosa... parece contener algo demasiado poderoso como para que un Dragón se apodere de él. ¿Una puerta cerrada para que él no la pueda abrir? Abrírsela sería... como entregarle el mundo, probablemente. Y por ello, deberá abrirse sin su presencia, bajo mi eterna supervisión, ya que yo debo ser el primero en ver el interior y decidir si puede caer en sus manos o en las mías.
Por algún motivo, algo me hace pensar que quien más números para abrirla tiene es la mujer enana, la señorita Liv. Deberé mantenerla vigilada y, a poder ser, en buena estima. Ahora parece menos reacia a compartir conmigo que antes, y éso es un plus para mi trabajo. Además, una forma de ganarme su confianza sería averiguando quién es su verdadera familia.