Partida Rol por web

Un pasillo completamente a oscuras estaba frente a ellos. No había ninguna luz, ni tampoco ventana alguna que lo iluminase, pero se sabía que era un pasillo porque al fondo se podía ver unas escaleras iluminadas con una pequeña luz rojiza, como de emergencia. A lo lejos se podía escuchar el sonido de un grifo goteando, así como el tintineo de unas llaves. También se escuchaban pasos, a cada paso que se daba, el eco hacía que se amplificase. A pesar de todo, allí no se veía nada. Aunque era evidente lo que habría que hacer, si se quería introducirse en las profundidades de aquel circo de los horrores. Avanzar y bajar las escaleras hasta encontrarse con alguna otra puerta.

Tras el aviso de Andrés de que no había nada por lo que preocuparse, decidieron continuar adelante. 

Pegados a la pared, uno a uno fueron avanzando por aquel oscuro pasillo. El brillo que emitía Metal Ardiente era suficiente para iluminar ligeramente el pasillo. Él iba el primero.

Gracias a su brillo, pudieron comprobar que el pasillo era seguro, era muy común y no había nada que pareciese poner en peligro las vidas de ninguno de los presentes. A pesar de ello, los inquietantes sonidos no habían desaparecido y para colmo el sonido de sus pasos y el eco de sus voces retumbaba por todo la estancia.

Finalmente llegaron hasta la escalera del fondo, y todos aquellos sonidos cesaron en cuanto Malcolm puso un pie en el primer peldaño. Descendieron hasta llegar a lo que parecía que antes habían llegado a ver desde lejos.

Al final del último tramo de escaleras había una intensa luz que iluminaba un rellano con tres puertas. A la izquierda del todo, había dibujado sobre la puerta una gran lámpara antigua, era una especie de fresco pintado sobre la madera de aquella entrada.

La segunda puerta que estaba justo delante de ella, tenía otra imagen. Esta vez parecía una escena familiar, donde cada miembro se agarraba de la mano. Aquel dibujo parecía haber sido pintado de una forma más infantil, sin tanto detalle como el anterior y mucho más rápido pero quizá un poco inquietante. Daba la sensación de ser un poco siniestro.

Por último, la tercera puerta poseía una gran interrogación invertida de color rojo, cuya pintura aún parecía fresca, puesto que aún se escurría, aunque extrañamente lo hacía hacia arriba y no hacia abajo. Como si la gravedad no fuese con ella. Además, el punto estaba ligeramente corrido, como si alguien hubiera pasado el dedo por allí para comprobar si aún manchaba.

-Ese dibujo me pone los nervios de punta.-murmuró María al oido de Hugo, señalando con la cabeza el dibujo de la familia feliz, fumaba copiosamente y por encima del pasillo las nubecillas de humo que brotaban de los labios de María se difuminaban como espiritus guardianes de aquel grupo.

No dijo nada más, se quedó en silencio contemplando las puertas, tres puertas, levantó una ceja...y entonces habló para todo el grupo -tres puertas...para nueve personas...tres por cada una...- guardó silencio un momento y añadió.-antes de que alguien lo sugiera no soy de la idea de dividirnos, en absoluto me parece una estúpidez hacerlo...nadie dominda realmente bien sus habilidades, al menos eso ya lo demostramos antes, y...creo que el numero en este caso si es seguridad.-  se imagino como un rebaño de Ñués siendo asediado por leones hambrientos, los que se separan de la manada  son los primeros en morir.

El cigarro se habia apagado, y María casi inmediatamente encendió uno más cuidandose antes de darle una chupada a lo largo con la punta de la lengua para mojarlo y hacer que el papel tardara mas tiempo en quemarse, era un vicio caro, y ese truco lo habia aprendido hacia tiempo, entonces le dijo a Hugo nuevamente en voz queda.-No es solo para calmarme...necesito los cigarros para..."canalizar" mi habilidad.-murmuró.

Tras una primera intentona, el ser metálico pasó a ponerse delante, en vez de cuidar la retaguardia. Por fortuna, no ocurrió nada en el trayecto hasta llegar a la encrucijada de tres puertas que había descrito el chico. El brillo de su forma ardiente ayudaba al resto a ver.

No pudo evitar acercarse un poco más durante un minuto para revisar mejor los dibujos de las puertas... sobre todo el último le llamaba poderosamente la atención.

Mientras, escuchó lo que la chica del sombrero iba diciendo y, finalmente la miró con las dos téas ardientes que eran sus ojos. Asintió y añadió: [color=#FF0000]Estoy de acuerdo contigo. Separarse sería un error. Yo creo que estamos ante una elección...[/color] -elevó los hombros-[color=#FF0000] Tengo mi propia teoría sobre lo que pueden representar los dibujos.[/color]

[color=#FF0000]La primera puerta [/color]-señaló-[color=#FF0000] la... big lamp, podría significar un lugar de lujo... o una resepsión. Siempre he visto ese tipo de objetos en grandes salones ¿no?[/color]

[color=#FF0000]La segunda puerta... es una familia... seres queridos. Me da miedo pensar pero... ¿y si esta gente tuviera cautivos a gente que conosemos, amigos, familia? Quisá está ahí para atraernos. No sé.[/color]

[color=#FF0000]Por último, la puerta de la interrogasión de sangre imposible... Puede representar el propio enigma que somos nosotros. Nuestras habilidades desconosidas. Aunque me veo muy tentado por abrir esta última, tengo que reconoser que es la segunda la que más me preocupa... pero creo que deberíamos tomar una desisión en común.[/color]

- Mierda, esto... - Dijo Andrés al ver las tres puertas nuevamente y fijándose principalmente en la tercera. No acabó la frase. Se abrió paso entre la gente hasta situarse ante el interrogante. - Esto no estaba así cuando yo lo vi. - Dijo finalmente, señalando al punto del interrogante donde había la marca de un dedo que había comprobado si la pintura aún manchaba.

Rápidamente miró los pomos de las tres puertas, buscando un rastro de pintura en alguna de ellas. - Si alguien ha tocado el dibujo y luego abierto una de las tres puertas, lo fácil es que manchase algo. De lo contrario... - No se atrevió a pronunciar el final de la conclusión, pero era una obviedad. De lo contrario podía significar que estaban escondidos mirándolos.

- Aseguráos que no hay nadie más aquí. - Dijo en un susurro a los demás.

Al fin llegaron al final, y como todos los demás, Hugo miró a los dibujos pensando mientras miraba cada uno cuando se dió cuenta del pequeño susurro de Maria. - La verdad es que sí, parece una pelicula de terror - Le respondió mientras trataba de tranquilizarla apretandole suavemente su mano.

Y si bien como decía María aquellas tres puertas ante las que estaban indicaban que igual tenían que separarse todos los presentes, Hugo también pensaba como el resto, era mejor quedarse todos juntos, sin embargo Andres intervino con algo que le hizo que Hugo se mantuviera alerta, si había alguien más allí no quería volver a pasar el peligro de antes, y tampoco quería que lo sufriera María de nuevo - ¿Seguro que tenemos algún intruso aquí? - Hugo empezó a contar a los presentes con la mirada, si Andres descubría que alguien pasó por una puerta, igual tendríamos una pista por la cual ir.

- De todas formas, hagamos lo que dijimos antes. Andres mira a ver si puedes colarte por las puertas y ver cual es más segura, nosotros estaremos atentos. Aunque si hubiera que elegir por los dibujos, como bien dice nuestro Steelman, la de la familia puede ser que nos lleve a nuestros seres queridos... que espero que no sea así, pero igualmente - miró a Maria de reojo antes de continuar frente al comentario anterior. - No creo que fuese la mejor idea. Esperemos a ver lo que ves Andres. ¿Los demás que pensais?

Entonces María volvió a susurrar a Hugo y este puso una sonrisa antes de decirle bajito - En algún momento me tendrás que decir cual es tu poder, no creo que sea solo cambiar el color del humo ¿No? Pero no te preocupes, no me molesta el humo, fuma lo que quieras - Realmente Hugo estaba acostumbrado al humo debido a que en ocasiones ha estado frente a fumadores en su trabajo, y en otros momentos de su vida.

Un helido escalofrio recorrio la espina de Matthew al observar tan tetricos grabados que yacian en las puertas. La musica de sus audifonos lo acompañaba como el unico medio para no perder la cabeza. "I’m a pale imitator of a boy in the sky", la letra resonaba por el audifono que seguia colgando del cuello de Matthew, dejado asi para no perderse nada de las conversaciones, aunque no fuera a participar en ellas. Se cuestiono si lo mas razonable seria dividirse en grupos ¿Pero que mas podrian hacer? El anterior comentario tenia toda la razon, 3 puertas para 9 personas. Lo mas seguro seria que al cruzar el umbral, algun mecanismo obligaria a cerrar las puertas al detectar que habian pasado las tres personas, dejando al grupo completamente aislado. La logica estaria en dividirse de tal manera que las peculiaridades de cada uno se complementaran, dejando como claro objetivo para Matthew juntarse con el Titan Ardiente.

-¿Una eleccion?...Sinceramente, poco o nada me importa lo que mi familia sufra...-Comentaba Matthew con un tono tan leve que pareciese que lo hubiera dicho para si mismo. Cerro los ojos por un momento e intento despejar su mente. No sentia ni un apice de arrepentimiento por lo que habia dicho. Habia huido de su hogar por culpa del mal temperamento de su padre. Si lo tenian apresado pasando aquela puerta, lo tenia merecido. Tras esto, un sentimiento de vacio invadio todo el alma de Matthew. Todos los presentes tenian algo que proteger, una vida que valorar, todos excepto Matthew.

-¿Quieren comprobar que hay detras de alguna puerta? Yo sere su conejillo de indias-Añadio el chico mientras avanzaba a la puerte con un signo de interrogacion, dejandose llevar por el vacio que ahora lo llenaba, con la intencion de empujarla y descubrir el misterio que guardaba.

El pasillo era todo lo que se suponía debía ser: Algo oscuro y acojonante.

Robson iba tras el hombre de metal mirando de tanto en tanto con la pistola lista para disparar. Hasta que llegaron al final donde las tres puertas les presentaban un complicado enigma.

Carolina se ofreció a usar su poder de atravesar las paredes pero acompañada de Robson.

-Claro, cariño! . Pero esta vez ...- Dijo Robson dando una larga calada al cigarro-... Intenta no estamparnos o no te enviaré un Christmas por Navidad.-terminó con una sonrisa algo distraída.

Mientras, los demás hablaban y especulaban sobre las puertas.

- Si, sería buena idea que intentaras decirnos que hay al otro lado antes de que ella y yo entremos, así... a las bravas.- Cogió de la mano a Carolina miraba interrogante a Andrés, el cual, era uno de los pocos que había conseguido ser útil. Sin mencionar al tío metálico. - Deb, cubre la retaguardia. - Dijo mirando a su compañera rubia.- No quiero sorpresas.

-Cuando tu digas, preciosa- Comentó Robson mirando a Carolina a los ojos.

Paula caminaba sumida en un profundo silencio mientras observaba todo, no le apetecía hablar y creía que para pensar fríamente necesitaba concentrarse. 

Finalmente cuando llegó junto al resto a ese pasillo donde tres puertas se encontraban, se separó un poco del grupo y analizó cada dibujo. - El lujo o la ostentación... La familia y lo que no sabemos. - musitó en silencio,  un tanto pensativa. No creía que la imagen de la familia indique lo que el resto opinaba, demasiado obvio para tanta situación enferma. Aún así la curiosidad la carcomía. 

De reojo contemplaba a sus compañeros, se reía por lo que pasaba entre el poli y la chica morena, como así también el psicóloco y la bohemia. Ella no era muy buena para las relaciones y como era de esperar, pasaban de ella o simplemente no hablaba. Mucho tiempo en el laboratorio. 

- Yo también me ofrezco de conejillo, no tengo nada que perder. - se ofrece tras escuchar al chico, su vida estaba encaminada y si debía pagar un precio por lo cometido,  sib dudas lo haría. 

Caminando por los tétricos pasillos se preguntó si todo aquello formaba de verdad parte de la infraestructura del circo o si era una ampliación, fruto de algún poder arquitecto. En otro contexto, más animado sobre todo, este pasillo habría estado repleto de niños corriendo, llenos de vida deseando llegar, ¿a dónde? En cualquier caso, ahora temía dar un simple paso por si activaba una mortífera trampa, como si de un templo se tratase.

Por suerte no iba sola. El hombre metálico iluminaba levemente la estancia, haciendo la función de luciérnaga, y tenían un “batallón con superpoderes”, algo podrían combatir.

Tras las escaleras llegaron a las puertas que, anteriormente, mencionó Andrés. Verlas de cerca daba más grima que cuando las comentó, y eso que sólo eran simples dibujos inofensivos. Sólo el segundo dibujo, el de la familia, le llamó la atención, centrándose en el más que en el resto.

La segunda puerta... es una familia... seres queridos. Me da miedo pensar pero... ¿y si esta gente tuviera cautivos a gente que conosemos, amigos, familia? Quisá está ahí para atraernos. No sé.

 El gigante de fuego había dicho en voz alta lo que ella no se atrevía a pronunciar. Sintió que el estómago se le encogía, pensando que Elena estuviera cautiva por esos sádicos tras esa puerta. Se obligó a descartar esa opción antes de volverse loca. Elena es lista, no se dejaría capturar. Está bien. Ella está bien.

En uno de esos momentos notó cómo alguien le tocaba la mano, comprobando que era el policía, Robson. Ese acto le sirvió de distracción porque la actitud chulesca del susodicho le ponía nerviosa. No estaba del todo convencida de que fuera un policía, ni siquiera de que tuviera licencia de armas, pero tenía claro que no se metería sola en una habitación con dos asesinos.

Cuando tu digas, preciosa- Comentó Robson mirando a Carolina a los ojos.

Mantuvo la mirada unos largos segundos, intentando averiguar si tenía algún problema o era así normalmente. Evidentemente, sociabilizar no era lo suyo.

- No soy tu “cariño” o “preciosa”, sino Carolina, la chica que puede dejarte incrustado en el hormigón.- Una breve sonrisa maliciosa cruzó su rostro antes de dirigirse a la pared.

En esta ocasión no correría, no cometería de nuevo ese error. Se posicionó frente a la puerta con el dibujo familiar y colocó la mano diestra en la pared. Se concentró como hacía siempre, cogió aire e intentó traspasarla andando, sujetando con la izquierda la mano de Robson.

En caso de ver que no podía traspasar su mano, no avanzaría.

Y mientras decidía que hacer, fue Matthew el que abrió la puerta del interrogante. Por alguna razón, en cuanto aquel hombre abrió la puerta, pensó que algo malo iba a pasar, como si fuera a haber una explosión o algo mucho peor. Pero nada, la sala no emitía ningún tipo de luz, y tal y como habían sospechado tendrían que entrar dentro para ver qué había. Todo parecía absoluta oscuridad, así que habría que encender algún tipo de luz para iluminarla. Ya que la luz que procedía de las escaleras tan solo se limitaba a ilumiar el quicio.

Desde luego que la sala del interrogante, era tan misteriosa como habían sospechado en un primer momento.

Mientras tanto, Carolina agarró del brazo a Robson y juntos se adentraron en la habitación con el dibujo de la familia. Una vez traspasada la puerta no supieron nada más de ellos, al menos no por el momento.

- Hola. Escuchó Scott en cuanto abrió la puerta del dibujo familiar. En aquella habitación, que más bien parecía un vestuario, se encontraba sentada sobre uno de los bancos de madera su madre. La mujer sonrió a su hijo, con una sonrisa de oreja a oreja. Acércate. Le dijo mientras daba un golpecito al banco para invitarle a acercarse. Quería que se sentara junto a ella como cuando era niño. Sé que estás asustado, pero no tienes razón de estarlo. Ven, cuéntame qué es lo que sientes, qué es lo que está pasando, y sobre todo ¿por qué crees que estás aquí?

- Hola. Escuchó Carolina en cuanto abrió la puerta del dibujo familiar. En aquella habitación, que más bien parecía un vestuario, se encontraba sentada sobre uno de los bancos de madera su hermana. La chica le dedicó una sonrisa de oreja a oreja. Acércate. Le dijo mientras daba un golpecito al banco para invitarle a acercarse. Quería que se sentara junto a ella como cuando era niñas. Sé que estás asustada, pero no tienes razón de estarlo. Ven, cuéntame qué es lo que sientes, qué es lo que está pasando, y sobre todo ¿por qué crees que estás aquí?

El ser de metal ardiente parecía cavilar su siguiente paso cuando sus compañeros decidieron tener demasiada iniciativa para su gusto. MIentras el policía y la chica-fantasma pelirroja atravesaban una de las paredes, el chico de las chispas abría la puerta de la incógnita.

Resopló y una voluta de humo salió por su nariz [color=#FF0000]¡Hell! ¿Qué problema tenéis con esperar un poco? [/color]-dijo un poco alterado. Negó con la cabeza y se interpuso entre el chico de las chispas y la puerta. [color=#FF0000]Deja que eche un vistazo.[/color]

[color=#FF0000]Cuidad que no venga nadie por detrás...[/color] -añadió poniendo su brazo escudo por delante y extendiendo la otra mano. Centrándose un momento en su mano, intentó apartar algo de su piel metálica para que el fuego de su cuerpo saliera por ahí sirviendo como antorcha.

Viendo que una de las puertas se había abierto, Andrés decidió ignorar las sugerencias que le habían hecho sobre "proyectarse", dado que aquel lugar era de todo menos seguro como para desplazar su visión y dejar atrás un cuerpo desvalido. Nada le aseguraba que aquellos extraños fueran a preocuparse por él en el caso que una amenaza se cerniese sobre aquel rellano de escalera.

Por contra, dio un par de pasos hacia atrás y cedió su puesto a quien quisiera mirar más de cerca.

Andrés no tenía ninguna manera de projerse ante un ataque, más que huir. Eso sí podía hacerlo. Pero no iba a ser de ninguna ayuda que él ejerciese de avanzadilla para el resto de la comitiva.

Entró con los ojos cerrados, pensando en la más absoluta calma para que, en esta ocasión, pudieran traspasar sin percance. Sintió cómo su mano avanzaba, ese cosquilleo leve en la punta de sus dedos que hacía que se erizara el cabello.

Sabía que había ido bien, había traspasado. Estaba en el otro lado.

Dibujó una victoriosa sonrisa en su rostro, pero se esfumó rápidamente al escuchar aquella voz, provocando que abriera rápidamente los ojos.

- Elena.- Allí estaba, su hermana, tal y como la recordaba. Robson ahora estaba en un segundo plano. Soltó su mano para correr hacia ella, notando un nudo en la garganta. Se arrodilló frente a ella para verla mejor, inspeccionando si tenía alguna herida, y terminando con un fuerte abrazo.- ¿Estás bien? ¿Te han hecho algo? – Hablaba de forma atropellada, nerviosa.- Te sacaré de aquí.

¿Pero que demonios? Pensó Robson al entrar en la habitación.

Alli estaba su madre. Lo único que le quedaba vivo de su familia. Miró a todos lados y no reconoció el sitio. Solo a Ella. Joder, ¿que hacía su madre allí?

- ¿Madre?- Era tan real. Robson no podía sino dudar de que realmente estuviera allí o que aquello fuera un truco mental.

Poco a poco iba acercándose a esa mujer. Incluso estuvo a punto de sentarse pero algo se lo impedía. ¿Seguía aún agarrado a la mano de Carolina?

-No tengo miedo desde hace mucho, madre. Es rabia. Quiero matar a Victor. Hacérselo pagar. Y temo por que esto sea un truco suyo nuevamente y esas pobres personas acaben como ...- Las palabras de Robson se apagaron como si una tenaza agarrara su garganta-.. como ellas.

Oyó algo. Como un susurro oyó la voz de Carolina en la misma habitación. Igual que cuando estas soñando y alguien pronuncia tu nombre muy cerca de tu oido. Robson parpadeo fuerte un par de veces creyendo estar en un sueño.

-¿Que hace aquí, Madre?- Preguntó aún frente a ella sin hacer demasiado caso a la voz de Carolina.

La voz de Robson había cambiado. No era su tono chulesco ni su desdén. Al fin y al cabo estaba hablando con su madre.

Matthew sintió una gran curiosidad por los contenidos de la puerta. ¿Tanto misterio para eso? La puerta ni siquiera se había forzado para abrir, bastando con un solo empujón para revelar su contenido. La sala estaba tan oscura que afectaba la mente del joven. Al sentirse presionado por la cortina de oscuridad, le empezaron a temblar las manos y gotas de sudor escurrían por su cuello. Le habían dado justo en su peor miedo. Palideció al pensar que terrores contenía el umbral de sombras, nada de lo que había visto hoy lo prepararía para afrontar el vacio. Sintió en su mente como garras estrujaban su cuerpo y lo forzaban a caer, pero al fin y al cabo solo estaba en su psique aquel miedo. Todo su terror se logro aliviar cuando aquel Titán encendió una pequeña llama para iluminar el sitio.

-H…haz lo posible por mantener la llama encendida… ¡Te lo ruego!-Comentaba Matthew dirigiéndose hacia el gigante fundido, con su voz temblando por recordar lo "acogedor" de la oscuridad.

¡¡Quieto los dos!! - Gritó al chico y al guiri - ¿En serio os vais a meter en la boca del lobo separandoos del resto? ¿No decias - dirigió su mirada al hombre de acero - que no era buena idea separarse? El poli y la chica se han ido, o soy el único que se ha dado cuenta de que se han ido. - Hugo trataba de ser racional, separarse no solo dividía sus fuerzas, si no que también al no saber los poderes de los demás, no tenian ni idea de como combinarse. Así pues Hugo trató de hacer cargo de conciencia. - Algo que no hemos pensado es que pasa si al cruzar el umbral no podemos volver - Empezó a sonar fantasioso, pero Hugo tomo lo que tenía en su mente para ponerlo como prueba - Si nos quedamos atrapados tras cruzar el umbral de la puerta, ninguno podrá volver a pedir ayuda.

Entonces miró a todos en especial a Maria, y finalmente a Andres viendo que no hacía nada al intentar guiarles, y al ver que también habían perdido del grupo a aquel que los estaba liderando, Hugo solo suspiró y dijo - Vayamos todos por el mismo lugar, debemos trabajar en grupo y no como heroes. Vale sí, tenemos superpoderes, pero eso no nos convierte en tales, ahora mismo solo estamos luchando por sobrevivir. Seamos coerentes y tratemos de no dejar a nadie atras. - Dijo al fin con el tono serio que solo pocas veces tenía para luego mirar a Mathew y decirle - Sinceramente, creo que ese camino no puede tener nada bueno. ¿Que puede traer a fin de cuentas algo que desconoces? Sin embargo, la familia, o los amigos, los conoces, y sabes manejarte con ellos, sin duda sería la más fácil de atravesar - dijo pensando en lo que habría dentro si llega a ser determinado por los simbolos de las puertas, aunque si bien no había dicho nada de la lampara, tampoco sabía como considerar a la misma.

Finalmente negó con la cabeza y miró a la puerta ahora abierta - Si quereis ir por ahí de acuerdo, pero primero será mejor ver que contiene sin atravesarla - cogió el mechero que antes le quitó a María, y recordando lo que iba a hacer con el igual ahora podía darle el mismo uso. - Con esto puedo lanzar un halo de fuego a modo de lanzallamas, quizas no sirva de mucho, pero podrá iluminar, y hasta que no termine su cometido no volverá a su estado original - Le tendió entonces el mechero a Mathew y terminó disculpandose ante el guiri - No es que desconfie en ti, solo es que... es mejor que el fuego que entre no sea de alguien que pueda ocurrirle algo.