Se acerca la fiesta de San Juan, una festividad de especial relevancia para el reino feérico, según lo que os han enseñado hasta el momento, una festividad que los mundanos dedican a alocados rituales para congraciarse con los duendes, los magos a urdir poderosos rituales, las brujas a preparar pociones especiales, los demonios a salir a torturar a los humanos y los clérigos a orar para que nada de todo eso se produzca. Más allá de la fiesta que se prepara, tú estás inmerso en tu propia fiesta, una lectura intensa y tremendamente absorbente sobre tu elemento preferido, el fuego. El hecho de que esta estación os permitan hacer lo que queráis ha supuesto una oportunidad inesperada de mejorar tus capacidades mágicas y dejarle claro a la niñata malcriada que la magia de destrucción basada en ignem es mucho mejor que la suya, basada... ¿en qué? ¿en destrucción?...
Las clases han transcurrido con normalidad. Ya han pasado los años en que te sentías un poco fuera de lugar, tú, el hijo de pastores, dentro de una escuela... Ahora eres un aprendiz más, ¡incluso mejor que los demás en temas de ignem! Sí, los estudios son a veces un poco pesados, tu pater te frena muchas veces y la incordiosa de Margueritte no para de chincharte, pero a pesar de todo la vida de aprendiz está bien, muy bien. Sientes por primera vez en tu vida que perteneces a un lugar y que tienes un hueco en el mundo.
Y el cargo que has elegido, como Laguntzaile, asistente del entrenador de armas, está dando sus frutos. Poco a poco vas entendiendo que los soldados necesitan un trato acorde a su edad, a su posición, a su capacidad. Recibes alguna reprimenda, incluso algún capón del entrenador, pero aprendes. Y sudas y haces ejercicio, eso también. Todo ello después de las jornadas normales, pues los cargos se desarrollan cuando casi se puede dar por finalizada la jornada... A tu lado, o cerca, suele estar el silencioso y enorme Magnus, que también se ha apuntado a las “clases”. Él parece llevarlo mejor que tú, seguramente su enorme tamaño influye en cómo le tratan y cuánto castigo físico puede soportar. Esto contrasta enormemente con la princesita, a quien le han regalado unas clases de equitación. Todavía no entiendes cómo Lupus le ha consentido. En fin, la vida es injusta.
De cualquier modo, estás ayudando a recoger el material de entrenamiento cuando ves cómo un soldado de la Alianza(1) se acerca a hablar con el entrenador, que rápidamente cambia de postura, alza las cejas y cruza sus musculosos brazos. Sea lo que sea que le esté diciendo, no le está gustando nada a Benigne, el maduro ex-almogávaro que ejerce como entrenador de armas.
(1) de los libres, los que están sólo bajo la autoridad del autócrata y no están asignados a ningún mago.
Poco a poco me voy acercando, de forma disimulada, para intentar enterarme de lo que están diciendo a Benigne
"Esto contrasta enormemente con la princesita, a quien le han regalado unas clases de equitación. Todavía no entiendes cómo Lupus le ha consentido. En fin, la vida es injusta."
¿Injusta?, ¿quien quiere clases de equitación cuando puedes aprender algo verdaderamente útil?, que la princesita siga montando a caballo, veremos a ver que hace luego cuando no pueda disponer de su montura o tenga que protegerse de algún modo porque no le da tiempo a formular un hechizo. Ella no sabe valerse por sí misma, yo sí.
- [...] ¿Lo has entendido? Deben volver al sancta de sus parens inmediatamente. Ellos estarán en el templo reunidos y nadie debe interrumpirlos. Esto es serio. Tengo que volver ahora mismo, que no tarden. -le dice el soldado a Benigne.
No ha sido precisamente una conversación larga, porque el guardia la da por finalizada en este mismo momento y parte hacia el exterior, a seguir con su cometido, sea el que sea.
El veterano entrenador se gira entonces hacia vosotros, encontrándote a ti tal vez más cerca de lo que debieras, lo que le produce un enarcamiento de ceja un tanto curioso, pero no dice nada al respecto.
-¡Acercaos! -exclama en su habitual tono de gritar órdenes cláramente refiriéndose a vosotros dos, Magnus y tú, pues ha utilizado el latín para hacerlo, aunque continúa en una mezcla de occitano, catalán y gascón, un batiburrillo idiomático que más o menos habéis llegado a entender- Los magos se van a encerrar en el templo a discutir asuntos importantes y han ordenado que volváis a vuestras habitaciones. Si os dais prisa tal vez podáis hablar con ellos. Si no los encontráis tenéis que encerraros en vuestra torre y no salir, ¿está claro?
-Sí señor-digo poco convencido y teniendo en mente otras ideas "sí, claro, en la torre me voy a quedar habiendo una reunión de magos, una gran oportunidad para poder averiguar que van a hacer" pienso para mí.
Salgo corriendo ha buscar a mi pater para hablar con él antes de "encerrarme" en mi habitación
Llegas apresuradamente a la torre de tu pater, que te está esperando ansioso en la puerta. Parece bastante tenso.
-¡Al fin llegas! ¡El consejo en pleno se rreúne! Hay órrdenes de que no se nos interrrrumpa hasta que acabemos, ha pasado algo grrave, grravísimo. Es parra situaciones como estas porr las que estoy en esta Alianza, no puedo faltarr. Me han dado instrrucciones de que los aprrendices estéis en nuestrros sanctas, a salvo. No sé de qué, perro si no se fían de la segurridad de la Alianza... Bueno, da igual, tú quédate en la torrrre y no salgas bajo ninguna cirrcunstancia. Y asegúrrate de que tu herrmana hace lo mismo. *Debes* prrotegerrla, ¿está clarro? ¡Se un hombrre! -exclama finalmente y sin esperar réplica o pregunta alguna comienza a avanzar por la estrecha calle con su larga cabellera ondeando tras él.
-¿¿¿Proteger a mi hermana???, ¿¿¿a esa repipi del tres al cuarto???, ¡¡¡lo que me faltaba!!!. Ahora bien.....si pasa algo y la tengo que proteger....mmmmm.....¡¡¡se lo podré restregar durante toda la vida!!!-Pienso mientras esbozo una media sonrisa un tanto malévola.
Me quedo unos instantes viendo como se aleja mi pater, y observando a mi alrededor la alianza. Ahora no sé que hacer. Tenía pensado escabullirme y espiar a los paters, pero ante las órdenes de mi pater y la posibilidad de que haya algún tipo de ataque, me planteo seriamente quedarme en mis habitaciones, o al menos en el edificio, hasta ver cómo se desenvuelven los acontecimientos. Lo quiera o no, Lupus me ha encargado de la protección de Margueritte, y sería una forma de demostrar que soy digno de su confianzan...y de que Margueritte no puede valerse por sí misma...
-¿Qué? ¿¡Qué!? ¡Estoy harrto! Esa “rrepipi” serrá no sólo tu compañerra de Casa, sino que es tu frraterr. Es más inteligente que tú, memorriza más hechizos, los domina con una habilidad innata… Tú erres mejorr con Ignem, sí, y tal vez es un poco rrarra, perro porr todos los dioses, es de Perrdo, ¿qué esperrabas? Son rrarros, perro valiosos, nos aporrtan una visión diferrente y destrruyen lo que las llamas no pueden devorrarr. Que te entrre en esa cabeza de chorrlito tuya que aunque erres mi favorrito, a veces te estrrangularría porr esos humos que te das. Ella es noble y no te lo rrestrriega todo el tiempo, ¿verrdad? ¡No rrepliques! Al menos no lo hace tanto como tú le dices que erres mejorr, más valiente y destrructivo. Sólo te falta decirrle que tienes el pene más grrande. Joderr, que es una mujerr... ¡A la porrrra! ¡Arrrreglad eso de una maldita vez u os tendrré que arrrrancarr la piel a tirras! ¡¡A los dos!! ¿¡Está clarro!? No quierro disensiones en mi Casa, ni en mi torrrre… -de repente tu pater parece cansado, en sus sienes lucen venas que se le han hinchado, como pasa también en su cuello. Cierra los ojos un instante y se lleva los dedos a ambos lados de la nariz para tratar de aliviar la presión un instante antes de continuar- Me voy. Asegúrrate de que no se meta en líos, ¿de acuerrdo?
En vista del humor que tiene, no le llevo la contraria, eso sí, se nota mi disgusto y mi desacuerdo porque la temperatura a mi alrededor sube rápidamente
-Así se hará maestro, protegeré a esa repip.....a mi "hermana" -esto último me ha costado, y mucho, decirlo
Esto....que lo que había dicho sobre Margueritte lo había pensado, no lo había dicho en voz alta, Lupus tiene telepatutía?
-¡Grmpf! -gruñe entre dientes tu maestro, su cara una muestra clara de que aunque no se ha creído una sola de tus palabras no está dispuesto a perder más tiempo discutiendo contigo. De nuevo se aleja a zancadas del lugar, esta vez dejando tras sus pasos una sensación más definitiva de ello.
¿Sorpendido? De todos los paters era probablemente él al que más fácilmente se le iba a acabar viendo el plumero, por su humor y falta de sueño general, más que nada.
Y bueno, habrá que matar el rato antes de dormir de algún modo. O no.
Y el rato pasa, como quien no quiere la cosa, pero la repip... la puñetera de Margueritte no aparece.
-¡¡¡Maldita criaja de las narices!!!, ¿noble?, si, ¡¡¡en el agujero de su trasero!!!, ¡¡¡que es dónde le daré un patadón si no aparece!!!-pienso para mí, muy enfadado.
Por si no la he visto entrar voy a sus aposentos primero a ver si está y luego, si no la encuentro, la busco por todos lados del edificio.
Aunque mis hechizos para encontrar cosas o personas no están muy desarrollados, intentaría hacer uno a ver si así la encuentro.Si no la encuentro en el edificio salgo a buscarla afuera, a pesar de las órdenes de mi parter. Dijo que la protegiese, ¿no?, pues ya está :-D
Pues mira que la buscas, pero nada. No sólo no está, sino que los criados tampoco la han visto en todo el día. Con la cosa de que esta estación os han dejado decidir qué debíais hacer, seguramente se ha pasado el día en la biblioteca. O en casa de Sagitta. O algo así. Pero en la torre, después de repasarla 2 veces, está claro que no está. Aunque se estuviera escondiendo ya habrías dado con ella. No, no está en la torre.
-¡Pum, pum, pum! -De repente alguien llama a la puerta de la torre...
-¿Y ahora que?-pienso con cierto enfado
Mando a uno de los criados a que vaya a abrir, pero me quedo cerca para ver quien es, mientras voy pensando que llevarme en mi búsqueda de esa niña malcriada. Lupus me ha ordenado que la proteja, y si eso significa que tengo que salir a buscarla, saldré, aunque para ello desobedezca a toda la Alianza y me lleve un castigo, castigo que pienso hacerle pagar a Margueritte con creces por su estupidez y desobediencia.
Es la cocinera a la que has enganchado para la tarea de abrir la puerta, adelantándose a un criado viejo que tenéis. La delgaducha mujer de origen germánico, Gertrud, abre la puerta y escuchas (aunque no ves, dada tu posición en la sala contigua a la de la recepción, si es que puede llamársele así) cómo pregunta:
-¿Sí, qué quería?
La voz que le contesta es también de una joven a la que reconoces sin siquiera verla, Sagitta fillia de Tintia. Sus palabras confirman tus pensamientos.
-Bon vespre, som na Saggita filia de Tintia, volia saber si na Margueritte hi és?
Me adelanto
-¡Aquí no está! -digo malhumorado - pensaba que podría estar contigo ya que no aparece por ningún lado -me quedo unos segundos callado mirándola- ¿tú no tendrías que estar en tus aposentos como el resto de aprendices?, ¿o es que te has animado a romper con las órdenes de nuestros paters? -digo con cierta sorna.