Partida Rol por web

Xefene se encarga a la mañana siguiente de despertarte, aún sin salir el sol, para prepararte para tu gran cita de la mañana. Te ayuda a asearte, vestirte y peinarte, y te da un poco de leche y un trozo de pan con miel "a escondidas" para que "no vayas por ahí con el estómago vacío". Una mujer adorable, aunque vaya horas de despertarse...

Cognerius, por su parte, aparece poco después del amanecer, coge un trozo de pan, se encapricha con la leche que ha visto y acaba con la barba llena de migas de pan y leche. Xefene, por supuesto, no le deja marcharse sin haberle arreglado primero semejante desastre.

Cuando por fin salís a la calle, a pesar de pasar sólo unos minutos de la salida del sol, ya hay bastante actividad.  El mago te coge de la mano y empieza a estirarse para conducirte por las calles de la Alianza en una dirección. A vuestro alrededor el ruido amortiguado de las decenas, sino cientos de personas que deambulan por las calles, dirigiéndose a los todavía durmientes talleres o dándose órdenes y respuestas. Doissetep despierta a la actividad. Pero vosotros os dirigís hacia un templo como no habías visto nunca.

Entre todos los edificios sobresale por su estilo uno construido en mármol blanco, quizá el más importante de la Alianza, un muy antiguo templo romano dedicado al dios Mercurio. Es un enorme edificio rectangular con un enorme tejado inclinado sustentada por hileras de pilares. Un friso corrido inundado de imágenes de piedra cuenta la historia de Mercurio. Sus muros están dentro de la primera hilera de columnas, dejando suficiente espacio para un pequeño deambulatorio abierto que rodea completamente el templo.

Dos guardias se cuadran ante la llegada de Cognerius y intercambiando sólo un leve saludo desganado. Vaya interior: hay mosaicos e imágenes donde quieras mirar, tanto en suelos como en paredes, y una estatua de Mercurio recubierta en oro os observa desde el otro extremo de la enorme sala.

Sin embargo, tres figuras destacan dentro de la sala, centradas como están bajo la estatua. Ellos son:

-Protantus, Pontifex de Doissetep, Quaesitor del Tribunal Provenzal, alto, señorial, Su Presencia anuncia su importancia y la calma con la que aborda cualquier tema, por importante o inquietante que sea. Templado sería una palabra que le define muy bien.
-Nysaken, Pontifex de Doissetep, Tytalus vieja y malcarada la mirada de la cual da a entender que está buscando permanentemente tus debilidades para así poderte hacer el mayor daño posible de una sola estocada.
-Alarmon, Flamen de Doissetep, Tytalus de aspecto en torno a la cincuentena de años, cara redondeada y bajito, de clara ascendencia catalana. Viste de negro, con sombrero bajo y suele mirar inquisitivamente antes de elegir cuidadosamente sus palabras.

Empieza a hablar la que, por edad y estatus, corresponde, Nysaken:

-Me han informado que te llamas Leire, pero eso ya no tiene importancia. Cuando seas maga cambiarás tu nombre y escojerás uno nuevo. Me han dicho que vienes de una zona pirenaica cercana. Esto tampoco importa, aquí todos somos de Doissetep. Lo que sí me importa, lo que sí quiero que quede claro, es que aquí tienes la oportunidad de convertirte en una de las más grandes magas que nunca haya tenido la Orden de Hermes. Tu futuro, si atiendes a nuestra educación, será portentoso. Pero hemos depositado mucho esfuerzo y esperanzas en vuestra educación. No todos estábamos de acuerdo en daros cabida entre nosotros. Si nos defraudas, yo misma me encargaré de arrancarte la piel a tiras. ¿Entendido?

Leire se sonroja, sosteniendo la mirada de la vieja: ella no tiene nada que ocultar. Asiente con la cabeza, muy seria.

-Bueno -dice el primero de los magos, el de porte más regio- entonces ya sólo queda una formalidad para cumplir... Intellego Mentem -pronuncia sonoramente a la vez que realiza unos gestos suaves con las manos. Sientes como el frío se apodera de tu alma y por un momento crees que vas a morir congelado allí mismo, pero la temperatura de la sala no ha variado lo más mínimo y nadie tiembla o exhala vapor... ni siquiera tú. Al acabar parece satisfecho, pues simplemente asiente a los demás.

En ese momento vuelves a respirar, tenías miedo de no superar la prueba y de tener que volver con las cabras, las vecinas que te acusaban de bruja, los crueles niños... pero no es así. Tu futuro pater, Cognerius, te lleva a un edificio "bajo", de sólo 2 plantas, pero alargado y lleno de ventanas, tan grande como nunca habías creído posible que fuera un edificio (hasta haber visto el templo de Mercurio, claro). Allí, en la segunda planta (que casi se inserta en el tejado), hay dormitorios. Uno de ellos es tuyo. En realidad se llaman celda, pero son individuales. Una habitación sólo para ti...

Nada reseñable más ocurre en toda la jornada, lo único que pasa es que al día siguiente te sumas a las clases de latín. Y si de algo estás segura es que la vieja maga no mentía, así que...

Leire, una vez en la Alianza, va a visitar a Aitor, interesándose por su estado y por qué sucedió exactamente.
También va a hablar con su mentor comentándole lo que sucedió y el hecho de que dejaron atrás a esa sierpe.

Corre la primavera de 1186 cuando Cognerius escucha por primera vez de tus andanzas fuera de la Alianza, y para toparte con nada menos que una sierpe. Tu pater se muestra impresionado, nunca hubiera esperado algo así de ti... pero lo dice en un tono que identifica claramente como admiración. Está contento de que hayáis corrido la aventura y todavía más de que hayáis salido con bien de ella. Y pensar que había sodales que lo dudaban (y ahora el tono es de indignación). Además de la clase magistral sobre las sierpes que le sigue a tu relato, Protantus quiere dejarte claras dos cosas: que te apoya, hagas lo que hagas, y que eres capaz de hacer grandes cosas, aún siendo tan pequeña. Le plantásteis cara todos y tú ayudaste. Los niños con menos carácter se hubieran echado a llorar o a correr o ambos y la sierpe se les hubiera zampado. Pero aquí estás, de una pieza para contárselo.

Respecto a la sierpe, te cuenta que son primas de los dracónidos, algunos les llaman gusanos, pero todos están relacionados de una manera u otra con la estirpe de los dragones, incluso un ser como ese con el que habéis topado. Aunque físicamente pueden llegar a ser terribles, lo peor de ellos es su astucia. Además, muchas de ellas tienen algún tipo de poder mental. No envidia la situación de tu pequeño compañero... ummm, ¿Aitor? Seguro que tendrá algo más que un simple dolor de cabeza al despertar. Lo que le extraña es la razón por la cual un ser mágico habría "acampado" en un lugar feérico...

Bueno, bueno, tienes permiso para visitar a tu amigo siempre que quieras, pero preferiría que de ahora en adelante le fueras diciendo por dónde andáis, por si tiene que salir a sacarte de un apuro no perder el tiempo buscando pistas sobre tu paradero...