Partida Rol por web

Meg Moleskin se mostraba afable y encantada con la amabilidad y humildad de Ser Roshar. Claro que era normal que alguien en la posición de la mujer tuviera que mostrarse de ese modo con los clientes, pero chocaba que un cliente de clase social más elevada se mostrara igual de amable y tolerante. Al ver entrar al señor de la casa pareció conforme, entendía que aquel caballero con el que hablaba era quien debía encargarse de negociar el precio y velar por el confort de su señor mientras éste se despreocupaba y se sentaba a la mesa con sus más allegados. Para Meg aquello no era nada nuevo, los últimos días habían estado agitados y había acomodado en su posada a muchos de los señores del Reino, que en esos días viajaban hacía el nuevo torneo del Rey.

Astutamente, Ser Roshar aprovechó para observar la posada y fijarse en el entorno y en los allí presentes. Supo que había alguien en la cocina, pues vio su silueta danzar de un lado a otro trabajando, aunque no lo pudo ver directamente. Una jovencísima criada con cara de ratón se encargaba de barrer el suelo del salón común y había varios parroquianos bebiendo y comiendo en sus respectivas mesas. Uno de los que más llamaba la atención era un pequeño hombre fornido y ancho de espaldas con un parche en un ojo que devoraba un muslo de pollo acompañando los bocados con largos tragos de su jarra de cerveza. La posada no tenía nada memorable, pero estaba razonablemente limpia y la comida parecía pasable.

Ser Roshar volvió a la conversación con la encantadora posadera después de estudiar el entorno para pedirle habitaciones y algo de cena, conforme con lo que allí veía. Sin embargo toda la amabilidad mostrada por Meg durante el saludo previo se disipó de inmediato en cuanto Ser Roshar pronunció el nombre de su Señor. La cara de la mujer cambió radicalmente mostrando una mueca de profundo desagrado y dirigió una fría mirada hacía el Señor que se había sentado a pocos metros de donde estaban ellos.

-Ah, los Crogall... -Dijo con cierta aversión en el tono de voz que no pudo disimular. Ser Roshar, y los demás miembros de la Casa que ya habían entrado en la posada acompañando al Lord, sintieron como todas las miradas de la posada se clavaban en ellos al escuchar pronunciar su nombre. No obstante nadie se extralimitó en sus gestos, y menos la posadera, a fin de cuentas trataban con nobles y ellos eran simplemente parte de la plebe.

-El precio, -continuó Meg con frialdad en la voz y ni rastro del tono agradable y hospitalario del principio, -es de cinco peniques de cobre por cabeza. Un penique extra si van a necesitar usar los establos. -Añadió. -¿Cuántos invitados tendré el placer de acoger en mi humilde morada por esta noche?. -Su voz sonó llana, sin mostrar ese placer ni tampoco negarlo, simplemente usaba una formula de cortesía.

No entendían ese cambio de actitud tan repentino. Desconocían que su nombre tuviera ese efecto negativo fuera de sus tierras pues, hasta donde ellos podían saber, su nombre nunca había sufrido mácula alguna. Podían ver a la mujer dirigirse a ellos con cierta cautela, incluso.

A Whalen le sorprendió la afectuosidad demostrada por el lord. No recordaba un gesto dulce de su severo padre.

Al final va resultar que le hace bien Varya.

Intercambia una mirada con Scarlett y la acompaña dentro, dentrás de su padre y su madrastra.

El aire está cargado de los olores locales. Las viandas que se cuecen en la cocina, el olor a sudor de los parroquianos...

Todo parece correcto, ser Rosahar habla amigablemente con la posadera y el ambiente se ve relajado, pero de golpe surge el nombre de los Crogall y todo cambia. La gente se crispa y el aire se puede cortar con un cuchillo.

Whalen se moría de ganas de quitarse la coraza pero de golpe se alegra de no haberlo hecho. Se queda allí, quieto, sin saber muy bien qué hacer, si salir, decir algo...

¿A qué se debe tanta hostilidad?

Scarlett bostezaba y iba cambiando su peso de cadera en cadera mientras se mantuvo el monton de sabdeces que soltaba Ser Roshar. Aquellos pueblerinos no se merecian tanta atencion. Dese luego, no la suya.

Sin embargo, cuando el nombre de Lord Evan salio a relucir aquello cambio. La reaccion de la posadera si llamo la atencion de Scarlett, que, como todos los demas, percibio el giro hostil en su verborrea. Si por ella fuera, haria que Ser Roshar le sacara la razon de su comportamiento a golpes de latigo, como harian los Blackwood. 

Pero ya no era parte de aquella familia. Ahora era una Crogall y debia entender el modo de actuar de Lord Evan. El hombre se habia ganado ese derecho despues de tido lo que habia vivido.

Aquella reacción no era nueva para el caballero, pero si que se extendiera a la familia y no solo a su persona. No abandonó su sonrisa amable en ningún momento, adoptando un tono jocoso, como si estuviera conforme con la hostilidad que todos mostraban. 

Se acercó más a la mujer para que solo ella pudiera escucharle de manera clara.

- Sigamos con la conversación en privado. - Ser Roshar pudo adivinar su reticencia.- En la cocina será suficiente. - Allí ella contaría con el apoyo de una segunda persona, que podría ser el marido, y temería menos cualquier represalia por su parte. Cogió distancia de nuevo.- Si no te parece mal comprobaré si los productos que usáis para las comidas son conformes con el precio que me dais. Cada uno tiene sus manías. - Daba igual que se la atribuyeran a Evan o a cualquier otro, incluso a él mismo, un rumor así era lo menos importante en las circunstancias actuales. Pero el caballero prefería disimular sus intenciones, como de costumbre, aunque sabía que no solucionaría nada sin exponer su tapadera. Se limitaría a intentar descubrir las razones de aquella actitud, cambiarla solo estaba en manos de los propios Crogall y su actitud en la posada. 

Más rápido de lo que le hubiera gustado notó como la familia Crogall había adquirido el interés de público. Esperaba curiosidad pero no aquella reacción. Lord Crogall desconocía cual era la causa de todo aquello pero tenía la sensación de que si dejaba el agua seguir su cauce al final todo quedaría en su sitio. Por lo que él sabía aquella gente no les habían recibido con los brazo abiertos pero tampoco les habían abucheado o algo peor. Situación que no era de buen grado para nadie pero el peso del cansancio pudo con él e hizo caso omiso. Sabía que en breve tendría noticias de ser Roshar y tener una mala reputación en ciertas ocasiones les podría proporcionar más ventaja que desventaja. Encontró un sitio libre y esperó pacientemente la llegada de la cena. Se paciente. Pensó para si mismo. Arqueó una ceja e inició una conversación con el maestre para quitarle peso al asunto.

- ¿Como os encontráis Maestre Nicholas?

Ser Roshar desaparece en la cocina con la mujer, y el patriarca se sienta en una mesa con el maestre, a la espera que le acompañe el resto, supone Whalen, y se comporta como si todo aquello no fuera con él. Como si fueran moscas alrededor de un lagarto-león.

por desgracia Whalen no se siente cómodo. No ha estado en batallas y la hostilidad palpable le incomoda más de lo debido. Le lanza una mirada fugaz a su esposa y en sus ojos puede leer un velado desprecio por los parroquianos. Quizás en ojos menos entrenados para leer sus emociones no lo puedan captar, o eso espera él.

Ahora vuelvo...

Le murmura a su esposa, para que no se inquiete, y con tres pasos largos se planta hasta donde está la criadilla de cara ratonil.

Muchacha, venimos cansados del camino. Invito a una ronda.

Comenta el heredero, en parte para relamente refrescarse, en parte para ver si puede calmar los ánimos de la sala o descubrir hasta que punto son despreciados.

No les hemos hecho nada. No se van a negar a un trago gratis de parte de un altivo noble.

Sonrie con amabilidad a la asustada criada y se vuelve para sentarse en la mesa de su padre y el maetsre, invintando a su esposa a unirse a ellos.

Con las tareas asignadas, los miembros de la comitiva fueron desmontando y lady Varya no fué una excepción, no fué un descenso de la silla para rememorar junto a la chimenea pero creía que había disimulado bastante bien; se notaba algo menos dolorida que el día anterior, no sabía si por estar acostumbrándose a las largas cabalgatas o si era por tener el cuerpo demasiado entumecido como para sentir nada. Cuando oyó la exclamación de Scarlett tuvo que reprimir un bufido dándole la razón, lo que sí hizo fué un movimiento de hombros haciendo crujir algunas de sus vértebras, necesitaban un buen descanso y qué mejor que en una posada tranquila.

Ser Roshar entró el primero en la posada, se dispuso a seguirlo y cuando le faltaba poco para llegar a la puerta la voz de lord Evan hizo que se detuviera y lo mirase, volvió a perderse en esa mirada de un verde tan oscuro que parecía como si mirase dos pozos abiertos hasta su alma y se sintió como aquel día en Pentos, a salvo de todo por primera vez; parpadeó rápidamente, tanto para alejar los recuerdos y volver al presente, como para evitar que su mirada se tornara vidriosa. Ante la pregunta del lord esbozó una leve sonrisa y asintió enlazando su brazo con el de él, juntos entraron en la posada y se dirigieron hacia una de las mesas vacías.

Aún pudieron escuchar al caballero hablando con la mujer, que parecía la propietaria, y demandando todo lo necesario para pasar la noche; de repente, ante la mención del apellido de la familia, la temperatura de la estancia pareció bajar un par de grados y la mesa dónde estaban sentados fué objeto de las miradas de todos los parroquianos. Dirigió la mirada hacia su esposo y vió como su cara expresaba indiferencia por la reacción acaecida, y se ponía a hablar con el maestre como si no pasase nada; por lo que la dama imitó su ejemplo y viendo que Whalen se alejaba se dirigió a Scarlett.

- Sentaos aquí, por favor. - le dijo con una sonrisa, haciendo un ademán con la mano y señalando a su lado - Viene bien reposar en una silla diferente después de todo un día de marcha, además creo recordar que teníamos pendiente una conversación sobre vuestros perfumes, un cambio de ambiente vendrá bien.

Mientras actuaba para la gente de la posada como si no pasase nada, la mente de Varya se puso a pensar en las posibles causas del cambio producido ante la mención de quiénes son; recordó que estaban en el Camino Dorado, uno de los caminos reales que atravesaban Poniente, y que se dirigian hacia un torneo real, donde seguramente habían sido invitadas todas las casas... ¡todas las casas! seguro que Alfric Dannett ya ha pasado por aquí, a saber qué mentiras ha contado sobre nosotros, pensó de repente y un ramalazo de furia pasó por sus ojos, nadie se metía con la familia y salía de rositas.

Ser Roshar se acercó más a la mujer para llevar la conversación a un tono de confidencia cercano y que granjeara la confianza de la mujer, pero al hacerlo el efecto que se produjo fue justo el contrario. La mujer se apartó sobresaltada y desde una distancia prudencial escuchó las palabras del caballero. Estaba claro que aquella desconfianza no era para nada normal.

-No tiene que hablar conmigo en privado para nada, Ser. -Dijo mirando con desconfianza al caballero. La mujer había encontrado cierto valor para dirigirse a él después de mirar de soslayo hacía la puerta de la cocina y descubrir con agrado que su marido se había asomado a ver cual era el motivo del repentino silencio que había roto la armonía de la posada. Era este un hombre maduro de pelo rubio, gordo como lo era ella, de anchos hombros, espalda fuerte y altura considerable.

-Tendrá que confiar en la calidad de nuestros productos y en la habilidad de mi marido para cocinarlos. -Era difícil decir si era que la posadera temía reunirse con él a solas, o que simplemente no estaba dispuesta a darles un trato de favor por ser quien eran.

-¿Algún problema, Meg?. -Preguntó el orondo marido desde la puerta de la cocina.

Era realmente un hombre alto y fornido como pocos. Y, aunque se encontraba en esa indeterminada edad de la madurez en la que los mejores años ya habían quedado atrás, todavía se le veía fuerte y capaz de poner en problemas al más pintado.

La mujer quería volver a la normalidad cuanto antes, y no deseaba una pelea en su posada. Además, una bolsa de dinero era una bolsa de dinero, por mucho que se dijera acerca de sus dueños. Se giró hacía su marido y con voz calmada y aparentando despreocupación se dirigió a él.

-No ocurre nada, Dag. Vuelve a la cocina y ve preparando la cena para los Crogall con tus mejores ingredientes. -Dijo esto último mirando al caballero.

El marido, cuyo nombre daba también nombre a la posada, estudió a los recién llegados con cara de pocos amigos y regresó al interior de su cocina para cumplir con lo dicho y sin añadir una sola palabra más. El nombre de los Crogall había tenido el mismo efecto en él.

Hacía falta poco para darse cuenta que quien dirigía aquel lugar realmente era Meg, por mucho que el nombre de su marido estuviera en el cartel del establecimiento. Aparte de dar la bienvenida a los huéspedes, anotar los pedidos y recoger el dinero, también era la que ordenaba lo que debía hacerse. Se giró hacía la joven criada con cara de ratón y le ordenó que atendiera a los clientes.

-Giana, no te quedes ahí con cara de pasmarote y atiende a los Crogall.

La muchacha tenía unos trece o catorce años y era delgada y algo bajita para su edad. Tenía el pelo cobrizo, enmarañado y una cara de ratón inteligente, con un brillo audaz en los ojos. Saltaba a la vista que era una muchacha avispada y que no tardaría en ser una mujer de cuidado. Se veía en su cara que era la más inteligente del lugar con diferencia y para nada tenía aire de pasmarote como había dicho Meg, simplemente observaba en silencio.

-Sí señora. - De inmediato dejó la escoba con la que barría y se acercó a los Crogall.

A su encuentro salió Whalen y le comunicó su deseo de invitar a una ronda a todos los allí presentes. Giana, que se movía de un lado a otro con el vigor de la juventud, no perdió un segundo en dirigirse a servir unas cervezas entre los congregados. El gesto de Whalen logró que el ambiente se relajara y la gente volviera a sus asuntos y se olvidara de ellos. Aunque la mayoría de la gente tomó la cerveza con frialdad ninguno la rechazó, a fin de cuentas era una cerveza gratis. Únicamente el achaparrado hombre del parche en el ojo se giró hacía ellos alzando la cerveza con una alegre sonrisa en el rostro para agradecerla.

Scarlett se sento junto a Varya e intento fingir que alli no pasaba nada por mantener la apariencia de normalidad. La muchacha hizo ademan de contestar a su "suegra" cuando la tabernera le llevo la contraria a Ser Roshar y el rostro de Scarlett enrojecio de ira. 

-Menuda forma de dirigirse a un noble...- susurro inconscientemente. 

Scarlett miro entonces a la niña y penso que ella era la mejor candidata para averiguar que pasaba ahi. La siguio con la mirada, a la espera de que saliera afuera o subiera las escaleras para seguirla y poder sonsacarle la informacion. Entonces se fijo en que Varya estaba haciendo lo mismo y Scarlett supo que era mejor dejarla hacer a ella. A Scarlett le repugnaban las niñas como aquella, sucia y mugrienta. La muchacha le deslizo uno de sus frascos a su suegra y señalo con la mirada a Giana.

-Creo que no le vendria mal algo que tapara ese olor.

La negativa de la posadera retardó su ocasión a recabar información. La actitud a la que se aferró no divertía tanto a Roshar como cuando se dirige únicamente a él, pero no se notó la diferencia. Mantuvo su sonrisa, como si aquello no fuera con él, y echo una mirada hacia los Crogall queriendo dar a entender al resto de presentes que compartía su opinión. 

Se volvió hacia Meg, conservando su tono agradable.- Ser Roshar Blackfist, ya que insistes en hacer uso de mi titulo.- El caballero esperó que las noticias sobre su nombre también hubieran llegado hasta allí. - Seremos dieciséis. - No hizo mención alguna del precio, que se daba por aceptado. Un gesto más para indicar a la no tan agradable posadera de que Roshar estaba de su parte. - Pongame un vaso de vino. - pidió antes de sentarse junto a la barra, ampliando más su distanciamiento de la familia. 

Varya prestó toda la atención que pudo a lo que sucedía a su alrededor sin descuidar su conversación, no captó la totalidad de las palabras que cruzaron Roshar y la posadera, pero por la actitud y los gestos estaba claro que estas gentes sabían algo que no les gustaba nada de ellos.

- Hay gente que no tiene modales - respondió al susurro de Scarlett con otro.

Entonces dirigió la vista hacia la joven, en sus ojos pudo apreciar un brillo familiar y alzó una ceja sopesando su siguiente paso mientras veía como Whalen intercambiaba unas palabras con ella, esa muchacha... Sí, es la indicada, pensó mientras empezaba a urdir un plan para hablar a solas con ella; iba a pedirle a su nuera uno de sus frasquitos de perfume, cuando sintió como ésta le deslizaba un objeto en la mano, miró lo que era con disimulo mientras escuchaba sus palabras, parece que hemos pensado lo mismo, se dijo mentalmente y miró a la otra mujer con curiosidad, le acaba de entar la duda de si su forma de ser era así de altiva o si todo en ella era una pose para desviar la atención, en otro momento será.

Aprovechando que la chica estaba repartiendo cerveza para todos, la mujer del lord indicó con un gesto a su doncella que se acercase y cuando estuvo a su lado le dió las instrucciones necesarias para llevar a cabo su idea, luego ésta se despidió y marchó a descansar; Varya esperó hasta que la muchacha llegó a su mesa para servirles, y cuando la tuvo a su lado le habló con voz suave y amable.

- Giana, mi doncella Amelie no se encuentra muy bien, podrías subirle la cena a sus dependencias y asegurarte que no precisa nada. - su cara era de preocupación por la mujer que estaba a su servicio y antes de que la joven se marchase añadió - Ah! y si pudieses encargarte de prepararme un baño y atenderme, te lo agradecería...

Cuando dijo la última frase bajó un poco la voz y deslizó dos monedas en la mano de la criada.

Cuando terminó de servir las cervezas, Meg la llamó para encargarle que fuera a preparar las habitaciones de los nuevos huéspedes. Por fortuna contaba con suficientes habitaciones libres para dar un buen descanso a toda la comitiva de los Crogall. Giana asintió a las ordenes de su patrona, aunque antes de eso fue a servir la mesa de los nobles, allí se encontró con la cercanía de la Señora de la casa Crogall, que incluso se había quedado con su nombre.

-Sí, mi señora. -Dijo con cierto tono solemne, sabiendo perfectamente que se estaba dirigiendo a un noble y como debía hacerlo. -Me encararé de subirle la cena a su doncella y preparar el baño para vos. -Hizo una inclinación de cabeza para terminar y al notar el contacto de las monedas en las manos, su tono solemne desapareció por un instante y se le iluminaron los ojos y una amplía sonrisa de ratona se dibujó en su rostro. -¡Gracias! - Exclamó en un susurro antes de dirigirse a toda prisa escaleras arriba para cumplir con lo que Lady Crogall le había pedido.

Meg tomó nota y fue a dar las instrucciones necesarias a la joven sirvienta para que preparara las habitaciones suficientes para el grupo. Después regresó con una copa de vino hasta donde estaba Ser Roshar.

-Aquí tenéis, Ser. - La posadera le dejó la copa de vino frente a él y puso los brazos en jarra con las manos en su amplia cintura. -Todavía no me habéis dicho si vais a hacer uso de los establos. Sí es así podéis llevárselos a mi nieto Colin y él se encargará de ellos.

Ser Adrik estaba bastante tenso con las circunstancias que se daban en la posada y el ambiente de la misma. Se encontraba sentado en la amplia mesa en la que todos se habían sentado y estaba más rígido que la propia silla en la que se sentaba. Su rostro permanecía serio y vigilante, miraba de un lado a otro como si esperara que cualquiera lo suficientemente borracho se atreviera a increparles o incluso atacarles. Cosa que hasta entonces no había sucedido.

Sólo se calmó cuando Whalen invitó a una ronda y las miradas furtivas, y no tan furtivas, hacía ellos dejaron de sucederse. Entonces se permitió relajarse un poco aunque su rosto permaneció igual de serio que de costumbre.

-Voy tirando, mi señor. - Dijo con calma en respuesta a la pregunta del Lord. Y aunque lo decía como si el viaje le hubiera cansado lo cierto es que después de la larga jornada a lomos de su tozudo asno, el maestre estaba mucho menos cansado y dolorido que Lord Evan. Era como si tuviera veinte años menos de los que en realidad tenía. El maestre siempre tenía ese aspecto de anciano débil y frágil con su aura de melancolía y su mirada triste, pero en realidad era duro como una vieja vara de nogal.

-¿Cómo os encontráis vos?. -Al igual que el Lord se tomaba con tranquilidad lo ocurrido en la posada y siguió su conversación para distraerse del asunto y hacer como si nada, a pesar de las confabulaciones de las damas y la rigidez de Ser Adrik.

Galdrín había estado preparando todo lo concerniente al carro con el lagarto león, y luego haciendo una pequeña batida de la zona, para asegurarse de que no había enemigos armados en los alrededores.

Pero lo cierto es que aprovecho la distancia para agradecer el trabajo duro del día a los soldados Crogall.

Con un método infalible, de ver quien sacaba la pajita más corta, decidido quién de ellos se quedaba fuera para guardar los caballos y el resto lo acompaño dentro de la posada.

Nada más entrar, realizo una batida con la vista por la posada, e indico a los hombres que se sentaran en una mesa vacía cerca de un grupo de parroquianos.

Así fue, como el Tormenta paso junto a la mesa del Lord, para informar de que todo iba bien.

Mi señor, nada que destacar. Covern pasara después a cenar, mientras vigila la carga. Si me dispensa.

El maestro de armas se fue hacia la barra y pidió algo de beber para sus hombres, y luego fue a sentarse con ellos.

No hizo ademan ninguno, pero le había dado tiempo de contabilizar las armas dentro de aquella posada, los hombres que estaban en posición de blandirlas, incluso anoto mentalmente quienes parecían más propensos a emprender una buena pelea.

Era parte de su trabajo, vigilar a hombres que la mayor parte del tiempo lidiaban con sus demonios haciendo en haragán y el bruto.  

El tono solenme en la voz de la muchacha hizo que lady Varya asintiese para sí misma, bien educada, eso está muy bien, cuando vió cómo se le iluminaban los ojos y la sonrisa que apareció en su rostro, la dama pensó que quizás se había excedido al darle dos monedas y debía haberle dado sólo una, ya está hecho, pensó y se permitió una sonrisa al verla marchar.

Volvió su atención hacia Scarlett y comenzó la charla trivial acerca de los perfumes que la otra mujer llevaba, esperaba que la cena no tardase mucho ya tenía ganas de ese baño...

- Perfumes... yo es que siempre he ido con el mismo, no sé a mi es que me encanta el olor del jazmín mezclado con menta o hierbabuena, hace que me sienta bien, no me veo con otro; pero quizás todo es cuestión de probar, ¿no? qué combinaciones teneis vos y por cierto, no sabréis cuál es el perfume que utiliza la reina - siempre venía bien saber según qué datos.