Quedó relegada detrás de Mordred, mientras las acusaciones cayeron sobre ella como si fuera la mayor de las mentirosas, siendo que todo lo que decía Wesley se lo había dicho a Mordred, Wesley pudo haberlo escuchado si no hubiera estado mas interesado en estar cerca de Alice.
Agnes bajó la cabeza, tenía el puñal en sus manos, el que Mordred le había dado, Clarence insistía en sus declaraciones, en que habían visto el futuro, uno en donde ella no había logrado controlar a las brujas y habían conseguido su objetivo de usarla, un futuro donde Mordred no había cumplido la promesa de acabar con ella. Volvió a mirar el puñal, ellos siguieron acusándola y aunque era sumamente ofensivo, no importaba, iba a perder aquella batalla, y quizás, sólo quizás, Annis y Alice perdían lo que tanto buscaban, dejarían a todos los demás libres.
La adivina miró a Mordred, él sabía que su poder nunca lo había buscado, que había sido la carga que su hermana le había dado junto a aquella monja, ella también se cuestionó el origen de su poder, si era parte de las tretas del demonio o era de Dios. Agnes sujetó con fuerza el crucifijo que le había dado Mordred. Lo amaba y sólo por eso lamentaba la decisión que iba a tomar.
- lo pensé, Mordred lo sabe, él sólo ha intentado persuadirme de no hacerlo porque nada garantiza que si ellas me tienen,los dejarían en paz... incluso pensé que podría controlarlas... tonta de mí, no tengo ni la fuerza ni nada como para poder enfrentarme a ellas... ahora, con las palabras de ambos veo que aquello no podrá cambiarse... que mi destino es claro y que mi existencia motivará... tantas desgracias... - bajó la cabeza y cerró los ojos, hizo una oración rogando que sirviera de algo y que sus padres y hermana la estuvieran esperando - lo siento Mordred... te amo - sacó el puñal con la mayor rapidez posible, si demoraba, dudaría, tendría miedo. Con el arma en ambas manos, lo enterró en su pecho. Sentía miedo, mucho, la muerte asustaba profundamente a quienes no estaban lista para ella, y aunque ella estaba dispuesta a ser el sacrificio aún así estaba aterrada. Annis Alice, ellas dos deseaban algo, y ahora su alma inmortal dejaría su cuerpo ¿y a donde iría? ¿habría un cielo para un suicida?. El dolor y la angustia fueron menguando, se dijo que aquello ya lo había pensado, que lo haría, y esa determinación mantuvo firme su mano mientras el puñal se enterraba en su carne.
Hubiera deseado un futuro donde aquella noche tan larga sólo fuera un mal recuerdo, hubiera deseado poder estar con Mordred y encontrar el hogar perdido, pero presa de las circunstancias y se acto, el de quitarse la vida, parecía ser la única forma de tomar el control sobre un destino que Clarence y Wesley ya habían sentenciado y la acusaban de ser quien estaba detrás de todo. Ojalá fuera así, hubiera sido una muestra de control, de no ser sólo la niña que observaba todo desde la distancia, ajena a lo que podía ver. Un futuro, jamás quiso leer su futuro y era afortunada porque quizás no hubiera tenido el valor de blandir ese puñal que se enterraba en su pecho. Su cuerpo ofrecería resistencia, el aire se iría cortando y las lágrimas saldrían de sus ojos. Aquellos dos que la acusaban no hubieran dudado en atravesarle el pecho ¿y podían? ya la habían juzgado y sentenciado. Era mejor así, porque si ella fue la causante de una maldad terrible en el futuro, ahora ese futuro iba a cambiar. Se revelaba al destino que otros planeaban para ella.
Volvió a rogar que todo acabara, que los presentes tuvieran un futuro lleno de felicidad, rogó con las pocas fuerzas que tenía que Annis y Black perdiera la oportunidad que buscaban. Rogó a Dios que Mordred cumpliera la promesa de seguir....
Roy tenía el corazón de Annis en sus manos, al fin podían dominar a una de las brujas y equilibrar la balanza, tal vez todo podía cambiarse finalmente. Apenas terminó la invocación, Agnes comenzó a hacer su descargo, admitió el pacto que en el futuro ella misma había mencionado, aunque Le Fay al parecer había logrado lo que nadie, la había convencido de no hacerlo y seguir adelante.
De repente, frente a sus ojos, Agnes sacó un cuchillo que llevaba oculto y lo hundió en su propio pecho. Edward palideció, negaba con la cabeza desesperadamante - Noo- Trató de moverse, trató de detenerla, pero ya era tarde, la hoja estaba hundida en su pecho. Se había perdido una vida, y Edward respetaba tanto el destino como el libre albedrío de las personas, si ella lo había decidido él lo aceptaría. Pero no se trataba de la muerte de una vidente, no era eso lo que desesperaba a Wesley, sino que el portal del otro mundo estaba en esa habitación, y solo podía abrirse con el sacrificio voluntario de una de las tres brujas... eso exactamente era lo que acababa de pasar, Agnes de plena voluntad había entregado su vida, ahora el velo entre los dos mundos caería sin remedio y un reino de muerte acabaría con todo -Nooo- susurró, mientras las lágrimas recorrían su rostro, estuvimos tan cerca de lograrlo.