La locura de Alphone le había hecho lanzarse al agua en busca de la isla, pero cuando había logrado nadar algún kilómetro se arrepintió y decidió dar media vuelta y dirigirse hacia la dirección contraria. En ese momento, sintió que se le agotaban las fuerzas y que no podía más.
La falta de apetito le hizo que le diera un calambre y no era capaz de seguir nadando. O pedía auxilio y rezaba porque alguien le oyese, o el pobre Alphone moriría allí ahogado. Estaba muy cansado para seguir nadando.
Estás tan agotado que no puedes seguir nadando.
Quizá solo te quede la opción de gritar, ¡o cantar! y ojalá alguien te oiga.
Pruebas de nadar con el dado menor... te estás ahogando...