Martes, 6 de agosto del 2019.
Mediodía, temperatura 27ºC
Hora Local: 15.00; 
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Aquella era la tercera parte de la empalizada que Diana recorría. Se estaba alejando muchísimo del punto donde se había estrellado del avión. Ahora mismo no se había dado cuenta pero cuando llegó al último extremo que daba al mar pudo ver desde allí los restos de la chatarra del accidente.

El lugar donde se había estrellado el avión quedaba a varias horas de allí. Pero desde aquella costa en la que se encontraba pudo ver que a pocos kilómetros había un pequeño islote.

También pudo comprobar que aquella empalizada no tenía ninguna puerta. Quien la había creado no tenía ninguna intención de salir a la isla andando. Y quizá se debiese al ruido que acababa de oír hacía unos instantes.

La empalizada se metía hasta el mar y volvía a cerrarse girando 90 grados. Era imposible seguir investigándola si no se tenía una embarcación. Fuesen quienes fuesen los que la habían construido parecía que se desplazaban en barco, pues no había ninguna puerta para salir de allí y la única posibilidad de salir era de esa forma.

Eso solo dejaba una posibilidad. Quienes estaban ahí dentro eran inteligentes y temían el peligro que había en la isla. 

Y entonces Diana sintió un fuerte pinchazo en la tripa. Llevaba horas sin comer y sentía como las piernas empezaban a fallarle. Seguir investigando aquel lugar empezaba a resultar peligroso y arriesgado. Ahora que había visto el avión, podía más o menos ubicarse y ser capaz de regresar. Aunque tardase horas...

Mareada, hambrienta, poco más que frustrada, Diana trató de calcular sus mejores opciones; las cuales no eran muchas.
Por un instante pensó, en su afiebrada mente, que definitivamente adentrarse al mar podría ser una solución. Si no habían puertas en la zona terrestre eso significa que lo hacían por mar y alguien debía verla y socorrerla. En otras condiciones, fuerte y saludable, lo hubiera hecho. Ahora, no obstante, su condición física distaba en creces de ser óptima y no dudaba que se ahogaría unos pasos más adelante cuando alguna ola la empujara o perdiera el suelo en lo ondo.
Volver. Solo quedaba volver atrás.Horas y horas perdidas, donde no había visto a nadie ni encontrado comida. Para volver a una chatarra humeante donde ni siquiera tenía la certeza que encontraría otros supervivientes.
Ojalá-pensaba la galena con optimismo- que se hayan organizado, ayudado a los heridos y mandado una señal de rescaste.
En las condiciones que estaba dudaba que pudiera aguantar la caminata de regreso.
Su vista se volvió a la gran pradera que se alejaba de todos.
Que mas daba ya.

Viernes, 9 de agosto del 2019.
Mediodía, temperatura 22ºC
Hora Local: 14.00; 
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Aquella era la tercera parte de la empalizada que André recorría. Se estaba alejando muchísimo del punto donde se había estrellado del avión. Ahora mismo no se había dado cuenta pero cuando llegó al último extremo que daba al mar pudo ver desde allí los restos de la chatarra del accidente.

El lugar donde se había estrellado el avión quedaba a varias horas de allí. Pero desde aquella costa en la que se encontraba pudo ver que a pocos kilómetros había un pequeño islote.

También pudo comprobar que aquella empalizada no tenía ninguna puerta. Quien la había creado no tenía ninguna intención de salir a la isla andando. Y quizá se debiese al ruido que acababa de oír hacía unos instantes.

La empalizada se metía hasta el mar y volvía a cerrarse girando 90 grados. Era imposible seguir investigándola si no se tenía una embarcación o estaban en buena forma física para ir nadando. Fuesen quienes fuesen los que la habían construido parecía que se desplazaban en barco o a nado, pues no había ninguna puerta para salir de allí y la única posibilidad de salir era de esa forma.

Eso solo dejaba una posibilidad. Quienes estaban ahí dentro eran inteligentes y temían el peligro que había en la isla. 

Viernes, 9 de agosto del 2019.
Mediodía, temperatura 23ºC
Hora Local: 15.00; 
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Cansado y confuso, se sentó mirando al mar.

Sintio la necesidad de beber, pero aquella agua no se podía. Lo sabía.

Quería entrar pero no podía. Escarbó con curiosidad en la base de uno de los postes. Quizas no eran muy profundos.

Pero lo dejó casi al momento. Parecían bien colocados.

Y tenía un problema mayor. Tenía hambre.

Olfateó el aire y se puso a recorrer la playa. 

Buscaba algún animal que poder cazar, aunque no había encontrado ninguno. Quizas algún molusco, algún cangrejo.

Despues prestó atención a las aguas y se metió en ellas. No tenía miedo al agua. Sabía nadar.

Se llegó hasta una pequeña roca que sobresalía de las aguas y se quedó quieto, observando. Quizas tendría suerte y cazaría un pez. Quien sabe. 

Algo tenía que hacer hasta que viniese André. El sabría que hacer.

André se creía un perro... pero la realidad es que no lo era. No iba a ser capaz ni de oler nada, ni de cazar nada. Y aún menos andando todo el rato a cuatro patas. Pero si se metía en el mar podría e intentaba nadar un poco, podría cruzar la empalizada y llegar al poblado que parecían estar ocultando.

Pero para eso necesitaba meterse un poco más en el agua y nadar un largo rato con el riesgo que eso suponía.

Hambriento y cada vez más desesperado, la criatura decidió no esperar más.

El agua no le daba demasiado miedo. Sabía nadar. HAbía escuchado perros del otro lado de la empalizada y quizas allí encontraría a Andre.

Con cautela, se echó al agua, cerca de la empalizada, buscando el mejor momento para cruzar al otro lado.

Viernes, 9 de agosto del 2019.
Mañana, temperatura 25ºC
Hora Local: 17.00; 
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André se echó al agua y trató de luchar contra las olas y la corriente del mar pero consiguió mantenerse a flote a pesar de su extraño estilo a perrito. De pronto una ola le cubrió la cabeza y le zarandeó sintiéndose gravemente incómodo y con la sensación de estar a punto de ahogarse. Cuando volvió a sacar la cabeza del agua, se dio cuenta de que volvía a ser el de antes. Que su estado de locura se había pasado y aquella horrible sensación le había servido para percatarse de quién era realmente.

Aún así, aún tenía que seguir nadando si quería alcanzar lo que había detrás de la aldea.

El agua surtió su efecto. No ya solo por la falta de aire, el frío en el rostro. La sal en las heridas fue un estimulo que no cabía desdeñar.

- Je rêve!

Y de hecho, todo parecía un sueño. ¿Se habría quedado dormido y se había metido en el agua, sonambulo? Intentó recordar mientras se mantenía a flote. Los cuerpos de los negros muertos a lanzadas, y despues, se transformó en un perro. La empalizada, el monstruo, el ladrido. Otra chica muerta, una de las que estaban más buenas... y luego apareció Diana. Cuando aun era un perro. Y... pero tenía que ser un sueño, se dijo. Se giró en el agua y vió la empalizada. 

Luego no había sido un sueño. 

Abrumado, agitó la cabeza. De nada servía pararse a pensar allí, en medio del agua. Había intentado cruzar huyendo del monstruo y quizas dicho monstruo no existía. Pero la empalizada existía y eso dejaba una posibilidad. Mirando al sol vio que la tarde avanzaba y pronto estaría oscuro. Mejor terminaba lo que había empezado.

Comenzó a dar poderosas brazadas, camino del otro lado.

Viernes, 9 de agosto del 2019.
Tarde, temperatura 24ºC
Hora Local: 19.00; 
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Aquella era la tercera parte de la empalizada que recorría. Se estaba alejando muchísimo del punto donde se había estrellado el avión. Ahora mismo no se había dado cuenta pero cuando llegó al último extremo que daba al mar pudo ver desde allí los restos de la chatarra del accidente.

El lugar donde se había estrellado el avión quedaba a varias horas de allí. Pero desde aquella costa en la que se encontraba pudo ver que a pocos kilómetros había un pequeño islote.

También pudo comprobar que aquella empalizada no tenía ninguna puerta. Quien la había creado no tenía ninguna intención de salir a la isla andando. Y quizá se debiese a los aullidos que podían oírse en el exterior.

La empalizada se metía hasta el mar y volvía a cerrarse girando 90 grados. Era imposible seguir investigándola si no se tenía una embarcación o estaban en buena forma física para ir nadando. Fuesen quienes fuesen los que la habían construido parecía que se desplazaban en barco o a nado, pues no había ninguna puerta para salir de allí y la única posibilidad de salir era de esa forma.

Eso solo dejaba una posibilidad. Quienes estaban ahí dentro eran inteligentes y temían el peligro que había en la isla. 

El sol estaba bastante bajo y no tardaría en anochecer. Aunque ya había descansado un poco sin luz era una locura intentar moverse y ya no le daba tiempo a regresar. Tampoco era hora como para meterse en el mar y que se le hiciera de noche nadando, sería una locura.

La prioridad era conseguir alimento. Estaba cerca del mar y aún había luz. Unas lapas, erizos, cangrejos. En un par de horas de luz que quedaba sería suficiente para llevarse algo a la boca.

Se aproximó al mar buscando entre las rocas algo de comer.

Viernes, 9 de agosto del 2019.
Ocaso, temperatura 23ºC
Hora Local: 20.00; 
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La playa en la que Diana se encontraba no era de rocas, sino de arena fina y no parecía haber forma de encontrar nada de alimento por allí, además salvo por la empalizada estaba prácticamente desértica pues tampoco había palmeras de las que sacar algo de madera.

Tras un rato por allí mirando, pudo escuchar un par de aullidos que podrían ser de perros o de lobos. Provenían del interior de la empalizada.

Tras aquel inútil esfuerzo, Diana volvió a caer al suelo agotada, tenía mucha hambre.

La empalizada no tenía aperturas y estaba muy cansada, sin nada que comer y sin posibilidad de encontrar nada. Además se hacía rápidamente de noche.

La playa era tan buen sitio para descansar como la pradera, incluso podría ser más segura. Se acomodó para intentar pasar otra noche en ayunas. Menos mal que tenía la cazadora para cubrirse un poco.

Diana estaba tan cansada que ni siquiera se dio cuenta cuando cayó dormida, ni tampoco fue consciente de cuántas horas había dormido. Amanecía y se sentía mejor, con mucha hambre y sed, pero mejor.

Bebió una de las dos botellas de agua que llevaba, entera, sin dejar ni una gota en ella y volvió a guardar la botella vacía para volver a rellenarla en cuanto pudiera.

El estómago le hizo un ruido, tenía mucha hambre. Ahora se arrepentía de haber compartido su comida con los demás, su generosidad era algo que seguramente tendría que terminar pagando. Necesitaba encontrar algo de comer, y urgente.

La playa de arena no ofrecía mucho de donde obtener alimento y en esas condiciones intentar nadar era un suicidio. Solo le quedaba la opción de la pradera. Tampoco era un sitio fácil donde encontrar comida, pero no había otra cosa.

Domingo, 11 de agosto del 2019.
MAÑANA, temperatura 22ºC
Hora Local: 12.00; 
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Tal y como empezaba a sospechar Diana, no había nada comestible en aquella isla, y encontrar un tronco de las proporciones que indicaba Diana era prácticamente imposible ya que la empalizada era bastante alta y tan solo los árboles eran más altos. Si quería encontrar uno, tendría que talar un árbol y la navaja no sería suficiente para conseguirlo

Así que no le quedó más remedio que continuar avanzando cuando escuchó una pequeña explosión que venía del sureste donde se encontraba. Después una columna de humo gris empezó a alzarse durante unos minutos. Algo había sucedido en el lago que habían encontrado. ¿O acaso se trataría de la misteriosa cueva que había encontrado?

Diana estaba muerta de hambre y por allí no había nada que comer.

Al escuchar la explosión recuerda la barrera que bloqueaba el paso por la gruta. Se dirigió hacía allí lo más rápido que su cansado cuerpo le permitía.

Domingo, 11 de agosto del 2019.
MAÑANA, temperatura 22ºC
Hora Local: 14.00; 
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Diana se echó al agua, pero estaba tan cansada que era incapaz de avanzar unos metros por el agua sin que le flaqueasen las fuerzas. No tenía casi energía y sabía que si intentaba continuar podría terminar ahogada...

Estaba demasiado cansada y falta de alimento como para nadar, con suerte consiguió regresar a la orilla y salvarse de morir ahogada.

En cuanto tuvo aliento suficiente como para continuar, se puso a andar hacia la única dirección posible.

Domingo, 11 de agosto del 2019.
MAÑANA, temperatura 22ºC
Hora Local: 16.00; 
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Diana está exhausta, pero aún le queda algo de fuerzas para continuar. Fue un error separarse del grupo, ahora lo que quiere es llegar como sea hasta la cueva.