Partida Rol por web

Apoyado contra el dintel de la puerta de la habitación sujeta a duras penas la ballesta en posición horizontal para hacer un disparo.
Nota su lamentable estado al percatarse de que le cuesta mantener la mandíbula en tensión peso a estar conteniendo un inconmensurable odio hacia el despreciable sujeto que representa al rey, si lo representa algún otro sentido es normal que tenga problema de escisiones en el país piensa mientras sigue la escena.

Sus compañeros van rodeando a Gregor hasta que en un momento una cuchillada salta veloz hacia las tripas de Lyranden y cae a los pies del malnacido capitan que lo usa de escudo, la mano de Darius se tensa en la ballesta - Mierda como ha podido ponerselo delante!!! - en cuanto suelte a Lyranden disparara, o eso quiere pensar, demasiado débil, demasiadas incógnitas, Borateo en tensión y si ataca no acertare, la cara de Wilbur también parece que... y de repente todo se acaba, Gregor sale por la puerta.

La mano de Darius de estar agarrotada sobre el disparador, y sus piernas le fallan dejándose deslizar contra el marco hacia el suelo, lo único que oye es el rechinar de sus dientes y los juramentes que atestan su cabeza, tanto hacia el - ...maldito bastardo de siete cerdas... - como hacia si mismo por fallar de nuevo...

El viejo Vórtimer se apresura en acercarse al cuerpo ensangrentado de Lyranden. Lleva muchos años pudiendo lanzar conjuros con tranquilidad. Un curar heridas menores para atender la rodilla raspada de un niño... Un crear comida y bebida para alimentar a los pobres...

Un moribundo a punto de morir le retraía a tiempos más angustiosos. De vuelta al campo de batalla, con jóvenes desangrándose por una causa. Sus labios titubean al pronunciar las palabras mágicas, pero el conjuro surte efecto y las heridas cierran. Lyranden ha vivido tiempos mejores que ese, pero por lo menos ahora tiene mejor aspecto que la de su compañero Darius.

El alcalde sale de la seguridad que le proporcionaba estar bajo una mesa.

Dejadle ir, sigue siendo un Alto Funcionario de la Corona. No lo podemos matar en la calle, a plena luz del día y rodeados de testigos. Desataría la guerra que precesimante tratábamos de evitar con el robo del cofre.

Cuando una urraca alza el vuelo, los enanos se miran los bolsillos-dice lastimosamente-. Es un antiguo refrán enano... Si la urraca se va es porque ya se ha llevado las gemas a costa de empobrecernos.

Reconozco que a mí se me vino a la mente ese mismo refrán cuando vi partir el carro de Gregor esta mañana. Pero creo que el problema es justamente el contrario: nuestra urraca ha venido para quedarse.