Partida Rol por web

Ha sido un largo viaje desde que Ulthor abandonó los bosques. Sus pasos le han llevado a territorio humano. Una llanura salpicada de ciudades cosmopolitas en el que la mayoría de poblaciones de monstruos salvajes habían sido sofocadas. Un lugar de paz.

Oh, pero los humanos son gente de guerra. Si no tienen a qué clavar su espada, enseguida se revuelven los unos contra los otros. Así fue como Ulthor se vió envuelto en todo esto. Un reino de hombres, de esos que duran solo un pestañear de ojos en la vida de un elfo, estaba escaso de soldados. Unos guardas quisieron atrapar a Ulthor y enrolarle a la fuerza. Llevarle a un campo de batalla en el que no quería estar. Él prefería usar su arco contra verdaderos seres malvados. Orcos, trasgos, algún que otro troll...

Ulthor abandonó así las llanuras de los hombres. Para evitar que le siguieran, tomó las cuestas más empinadas y los senderos más tortuosos. De este modo, terminó en la montaña. La alta montaña. Y si a Ulthor ya le costaba sobrevivir en plena naturaleza cuando lo que le rodeaban eran sus bosques natales, entre riscos estaba doblemente desubicado, y encontrar comida aquí le resultaba una tarea titánica.

Tal vez debiera haber aceptado la "oferta". Tal vez debiera haber hecho como si les hubiera aceptado la oferta y aprovechar una oportunidad para abandonar la zona por los caminos. Pero lo que seguro que no tendría que haber hecho era abandonar el camino y adentrarme en tierras agrestes desconocidas... -reflexionaba para sí el elfo arquero mientras trataba de seguir avanzando, buscando una salida para la situación en la que se había metido en contra de su voluntad.

Ulthor, desde que había abandonado el bosque en el que había crecido, se sentía crecientemente perdido. Las historias estaban muy bien, pero la realidad era algo muy distinto y estaba claro que un bosque "no domesticado", cualquiera en el que no se hubiera criado, presentaba una cara mucho más hostil de lo que hubiera podido imaginar antes de salir de casa. Ahora, triste, perdido y famélico, se imaginaba muriendo de hambre, devorado tiempo más tarde por las bestias del bosque y la imagen no le gustaba nada. Tenía que esforzarse, encontrar una población donde descansar y comprar comida, volver a la civilización...

Lleva un día sin comer. En su rápida huída no llevaba víveres y su estómago le está consumiendo por dentro. Si mañana no encuentra algo que llevarse a la boca, puede morir de la manera menos épica posible.

Por el rabillo del ojo percibe movimiento. No es una bestia, no es algo de lo que vaya a extraer su carne. Es un orco. A lo lejos, el orco despistado camina sin reparar en Ulthor. A los orcos les deslumbra la luz del sol. Ulthor sabe que en condiciones normales los orcos viajan en grupo, así que puede tratarse de un explorador que se haya adelantado para reconocer la zona. Tal vez pueda matarlo y robarle sus provisiones. O seguirle hasta que el orco cace algo que Ulthor le pueda arrebatar.

El relieve juega a su favor. El terreno es abrupto y al orco le llevará tiempo llegar hasta su posición en caso de que no sea capaz de matarle de un disparo.

En el combate las cosas cambian muy rápido -le había dicho su padre- la ventaja que uno tiene en un momento puede ser su desventaja más tarde. Hay que aprovechar las oportunidades según se presentan y eso pensaba hacer Ulthor. Era un chico más bien liviano, pero si bien era posible que pudiera seguirle durante un trecho sin llamarle la atención, le habían hablado del olfato de los orcos y las brisas eran más complicadas de controlar. No se consideraba ni un montaraz ni un emboscador, así que aunque tuviera algunos talentos, era más prudente acabar con la situación cuanto antes.

Ulthor puso echó un último vistazo, preparó su arco y comprobó que su carcaj estaba bien. Unos segundos después una flecha volaba camino del humanoide verdoso y sin haber llegado a impactar otra ya se unía a su vuelo.

Si todo iba bien, el orco moriría sin hacer mucho escándalo, sería su primera pieza "importante" y tendría algo que llevarse a la boca, alguna ración que el explorador humanoide llevara encima. No hay mucha gente que se aventure al bosque sin absolutamente nada que llevarse a la boca... Si no era así, tal vez el montruo quedara malherído y pudiera convencerlo para que le diera algunas señas.

Lamentablemente para Ulthor, solo una de las flechas alcanza su objetivo, y no es suficiente para acabar con él. El orco gira la cabeza en dirección a su posición. Le ha descubierto. Pero eso no significa que pueda llegar hasta Ulthor sin llevarse un puñado de flechas más.

Puede que no fuera el arquero más experimentado del mundo, pero todos los arqueros, o al menos todos los competentes, tienen tan automatizado el proceso de coger flecha, cargar, tensar, apuntar, disparar, que es casi como parte de la respiración. Ulthor no tuvo que pensar para que sus manos se movieran solas, lo que fue una suerte, porque había fallado una flecha, el orco había acusado el impacto y ahora le miraba con fiereza y resolución. Esas bestias vengativas eran tan o más peligrosas que la gente civilizada cuando eran heridas. Y no parecía que fuera a tener la suerte de que se retirara a buscar refugio. Esta sería una lucha a muerte...

El orco, tras esquivar tres de las cuatro flechas que Ulthor ha disparado (quizás no sea tan buen arquero como él creía que era), se parapeta tras una roca ocultándose a la vista del elfo.

¡Eh, arquero! ¡¿Por qué atacas a Taluta si no te ha hecho nada?! ¡Deja de lanzar flechas o Taluta arrancará piel de arquero y hará alfombra con ella!

La voz no es demasiado grave. Quizás pertenezca a un orco joven o a una hembra, pero sus amenazas son bastante intimidatorias después de haberle visto esquivar flecha tras flecha.

Aunque mentalmente fuera capaz de superar la prueba de coraje como para seguir "al pie del cañón", Ulthor no podía por menos que temblar cuando se dispuso a lanzar una nueva flecha a su adversario.

-Si eso fuera cierto no estarías detrás de una roca, Taluta -dijo Ulthor con toda la convicción de la que fue capaz, procurando que su tono fuera firme y no se notara su nerviosismo.

Nervioso como le acababan de poner, Ulthor tardó más de lo habitual en colocar la flecha y su disparo se fue muy desviado.

¿Qué? ¿Cómo sabes nombre de Taluta?-típica conversación absurda con orco descerebrado-¿Quién te manda para matar a Taluta? ¿Okdru?

Cuando el elfo lleva de nuevo la mano al carcaj, el orco sale de su escondrijo y apura la zancada para acercarse al arquero. La cuesta arriba le da a Ulthor algo de tiempo, pero no mucho. En sus manos, su contrincante porta un poderoso alfanjón.

La situación se complicaba por momentos para Ulthor, verdaderamente intimidado por el orco y su alfanjón. En su imaginación sólo aparecía el humanoide con su terrible arma separándole la cabeza de los hombres o causándole una herida mortal... Su puntería, su tan ensayada puntería, le estaba fallando, como el pulso y la claridad de pensamiento. Le faltaba mucha experiencia como arquero, eso estaba claro. Y ahora no estaba nada seguro de poder llegar a conseguirla jamás.

Sus dos disparos se extraviaron en el bosque, impactando uno en un árbol junto al paso del orco y otro desapareciendo en la espesura, su impacto amortiguado por las plantas y la tierra.

-El próximo disparo irá a tu ojo, Taluta. ¡Largo de aquí! -gritó a la desesperada el arquero.