Partida Rol por web

¿Qué hacemos con él?

*RONQUIDO*RONQUIDO*RONQUIDO*RONQUIDO*RONQUIDO*RONQUIDO*

No... no lo sé...-la elfa deja escapar un largo suspiro-¿Qué crees que deberíamos hacer?

Ambos elfos miraban hacia el suelo. Sobre un montón de hierba aplastada, el mediano Brasas dormía panza arriba y emitiendo sonoros ronquidos.

Deberíamos irnos. Hacer como si no estuviésemos viendo lo que acabamos de ver.

No podemos dejarle ahí. ¿Y si un animal salvaje le ataca mientras duerme?

La mayoría de criaturas cazan de noche. Son las once de la mañana... Está claro que si ha dormido hasta tan tarde sin que le abordara ninguna alimaña es porque tiene la suerte de los de su raza.

No estando del todo conforme, la elfa asintió al elfo y se dieron media vuelta para alejarse sin más.

Brasas subió la ladera de la montaña con intención de llegar a un pueblecito perdido llamado Holmet. En la posada del cruce de caminos le explicaron que estaba a uno o dos días de viaje cuesta arriba, por un camino bucólico entre pinares. Pasaría allí unas semanas, hasta que se olvidara todo aquel asunto del barco. Pero sus piernecitas eran cortas. Trató de apurar lo máximo posible, pero cayó la noche sin que se divisara el pueblo, y tuvo que dormir bajo el manto de las estrellas.

*CRACK*

La elfa pisa sin querer una rama, que al partirse despierta a Brasas. De espaldas a él, los dos elfos se giran lentamente esperando que no se haya despertado, pero ya es tarde.

Bu... buenos días.

Brasas abrió los ojos y se frotó el cabello sorprendido porque no estaba solo. Una bella elfa le deseaba buenos días. Instintivamente llevó sus manos a su mochila y a sus bolsillos para comprobar que lo poco que tenía de valor siguiera allí y que nadie les hubiera robado.

Quizá aquella bella elfa, era una criatura salvaje capaz de cambiar de forma y ahora presentarse con una apariencia de una dulce mujer. Sin duda no tenía intención de fiarse de ella a la primera.

De todas maneras, no pudo evitar que sus mejillas se sonrojasen por la belleza de la criatura.

Tras tratar de evitar el rubor, Brasas se frotó la cara para deseperezarse y se estiró bien. Cuando fue a desearle los buenos días un fuerte bostezo inundó su boca:

-Bueeeeeenooooooos díaaas. - Dijo casi incomprensiblemente. 

Bueno, por lo menos la bella desconocida no le ha robado, Brasas no echa en falta ninguno de sus bienes. La bella desconocida tampoco le ha comido, Brasas no echa en falta ninguno de sus dedos.

Buenos días-vuelve a repetir, sin saber cómo reaccionar.

Buenos días, joven... ¿Y qué asuntos llevan a un Piesligeros tan lejos de la llanura?

Desde la falda de esta montaña, hasta la llanura, Brasas solo ha caminado durante siete horas. A veces la gente alta subestima a los medianos. Se creen que, con esa longitud de piernas, a un mediano le lleva media vida recorrer el trayecto que a los demás lleva tan solo media jornada de viaje.

¿Tan lejos de la llanura? ¡Oh mi señor! No, no, no. No procedo de la llanura. Soy un bravo navegante que ha recorrido todos los mares y océanos de este continente. He respirado el viento marítimo y me he mojado con las olas que golpeaban la proa del barco. He navegado y conocido criaturas y seres sorprendentes y ahora he decidido poner mis "PiesLigeros" en tierra casi por primera vez en mi vida. Pero parece que el recorrido ha sido tan largo que he caido desmayado por el cansancio. ¿Tendríais algo de agua que ofrecerme y algo de comida? ¡Me muero de hambre! - Concluye justo a la vez que su estómago hace un sonoro ruido casi igual que su bostezo anterior.

Cielo santo... El mar está mucho más lejos que la llanura.

La elfa le tiende una hogaza de pan y un odre. Es cierto que después de tan largo viaje, Brasas se había quedado sin agua, pero aún le quedaban raciones, y pedir comida era echarle mucho morro.

Gadrian, tenemos que llevarle con nosotros.

No veo el motivo.

Escúchame, joven Brasas... Mi nombre es Ledizia y el de mi amigo es Gadrian. Sin haberlo pretendido hemos sido envueltos en una guerra que no incumbe a los de nuestras razas. No lo lamentamos, porque sabemos que podemos salvar muchas vidas haciendo lo correcto.

Es una guerra de humanos contra humanos. En esta montaña hay una mina muy importante para el transcurso de la contienda, ya que se encarga de proveer de hierro las vainas de los soldados de una de las naciones en liza. Nuestra misión es cortar el suministro de hierro, y que el ejército se vea obligado a firmar la paz, al ser desprovisto de las armas para los nuevos jóvenes del próximo relevo. Y Ledizia, si la conozco como creo que la conozco, acaba de decidir que tú serías un aliado perfecto para nuestro grupo. ¿Qué dices a ello?

Mmmmm, Brasas se llevó un dedo al mentón mientras escuchaba todo aquello que les contaba y haciendo que pensaba. Después comenzó a dar grandes pasos de un lado a otro como imitando a los grandes pensadores. Después tomó el odre que le había dejado y apuró hasta la última gota que quedaba en él. El líquido se le salía por la comisura de los labios y mojaba todas las ropas que llevaba. Después se secó con e brazo y continuó andando.

Luego cayó en la cuenta de una cosa. ¡Un momento! En ningún momento te he dicho mi nombre, Joven Ledizia, pero tú sabes que me llamo Brasas. ¿Acaso me has estado espiando? Este parece un plan tejido de antemano, parece que tenéis un gran interés en que me una a vuestra causa y aún no entiendo el porqué. Dadme motivos para ganarme vuestra confianza y después hablaremos.

Glups. Tienes una etiqueta con tu nombre cosida en el forro de la chaqueta*. Pero no te hemos robado ni te hemos hecho ningún daño.

No creas que tenemos tanto interés. Eres libre de seguir por el camino. Nosotros cruzaremos el bosque solos.

¡Gadrian, sé más amable con el chico!

El mediano miró hacia le etiqueta de la chaqueta y se rascó la cabeza volviendo a sonrojarse. Después dedicó una sonrisa a sus compañeros elfos y luego miró más directo al malhumorado Gadrian. Está bien, dijo el mediano. Veamos en qué os puedo ayudar. Pero es probable que luego os pida yo un favor. Aquí las cosas tienen un precio.

A Gadrian seguía sin convencerle la actitud de este pequeño mediano, pero Ledizia sonrió al ver cómo el orgulloso Brasas se hacía el interesante a la vez que aceptaba acompañarla.

Siguieron andando por el bosque de pinares que había a la vera del camino, y al cabo de un par de buenas horas de viaje, los tres llegaron hasta una casa del árbol. El árbol en sí era una haya, en contraposición a los pinos de su entorno. Unas escaleras de cuerda subían hasta la plataforma que servía de base a la cabaña. Una pasarela conectaba la cabaña con otro árbol con caseta entre las ramas, de igual tamaño a la primera casa.

En el tronco de la haya había un dedo cercenado, clavado en la corteza con un puñal a modo de clavo. Gadrian sacó el cuchillo y guardó el dedo.

Hace unos días, dos de los nuestros murieron y otro huyó-dice Ledizia apenada-. Abandonamos la casa del árbol pensando que no era segura y dejamos esa señal, que lo cierto es que no es de mi gusto, a nuestros enemigos. No te preocupes por el dedo. Se lo cortamos a uno de nuestros muertos, no hay por ahí nadie con dedos de menos.

Aún así, la impresión no deja de ser grande. Hay que tener estómago para cortarle el dedo a un compañero caído. Antes de que Brasas pueda plantear preguntas, un viejo enano confluye en esta parte del bosque. Lleva un saco al hombro y está agotado.

Arf... arf... arf...

Parceo...-saluda Gadrian-¿Qué...? ¿Qué te ha pasado?

Me descubrieron. Tuve que abandonar el pueblo. ¿Quién es el mediano?

Soy Brasas PiesLigeros como me han llamado tus compañeros. O mi nombre completo es Brasas del clan de los Teskos. Dice mientras señala el nombre que está grabado en su pechera. Vengo de las profundidades del mar y he acabado agotado por la cuán larga caminata. Estoy aquí para ayudaros en lo que pueda, a cambio de algo de bebida y comida. ¿Y vos, quién sois? Dice justo antes de hacer una reverencia como si aquel hombre fuera un miembro de la realeza.

A juzgar por la impresión que había tenido, lo del dedo no había sido para tanto. "Una señal como otra cualquiera" pensó el mediano.

¿De las profundidades del mar?

No le hagas caso, enano... Los medianos son así de chistosos.

Brasas, te presento a nuestro cabecilla: Parceo. Lleva un par de años infiltrado en el pueblo, haciendo trabajos de espionaje.

Sí, sí... espionaje. Pero acabo de decir que me han descubierto, así que se acabó. Aunque claro... Ahora tenemos a Brasas. A ti no le conocen en Homlet, ¿verdad, chico? Te podemos dar algo de calderilla para alojarte en la posada. Tú solo tendrías que pasearte por el pueblo y ser nuestros ojos. ¿Qué te parece?

- Bueno, pues me parece que por "algo de calderilla" no trabajo. ¿Cuánto estáis dispuesto a darme? Soy un mediano y me da la impresión de que me necesitáis, así que espero que la oferta sea más que razonable.

Mira, muchacho... El último mediano al que dimos algo de valor por hacer de espía nos salió rana. Le dimos una coraza de mithril de buena voluntad, y el mamarracho no nos llegó a proporcionar ninguna información. Las monedas no son la recompensa, las monedas son para que no tengas que pagarte de tu bolsillo un trabajo que cualquier extranjero anónimo que suba por el camino a Holmet puede cumplir. Estamos en una misión de nobles ideales, y los mercenarios están de más. Otro tema es... Sí, cierto, tenemos financiación y capacidad de recompensar a los que colaboran con nosotros. Pero eso depende de la información que puedas lograr. No hay grandes premios por adelantado. ¿Estás interesado o no?

- No he dicho que me deis el dinero ahora, he dicho simplemente que cuánto estáis dispuesto a ofrecerme. Quiero saber cuanta recompensa obtendré cuando traiga aquí, de nuevo, la información que estáis buscando.

Hohoho... y yo que creía que los avariciosos eran los gnomos...-y los enanos también le van a la zaga, ¿pero quién no querría mejorar su situación económica en estos tiempos que corren?-Como dije, le dimos una armadura a uno para pagar una vigilancia prolongada en el tiempo. El regalo estaba valorado en... veamos... dosmil piezas de oro, aproximadamente. No nos quedan armaduras de esas para darte, pero podemos ofrecer algo equivalente. Te pagamos en monedas y objetos dentro de un mes, pero podrás pedir adelantada una parte si el cotilleo es suculento.

Principalmente, lo que buscamos es información actualizada sobre las explotaciones mineras o si alguien está pensando en bajar el camino a la llanura o abandonar las montañas de alguna otra forma.

Sabemos que hay una vieja mina abandonada al sur del pueblo y sabemos qué clase de criaturas están imposibilitando esa explotación. También sabemos que hay una mina al noroeste, que es la que actualmente estaba en funcionamiento. Esa mina se fue al carajo porque una explosión mágica convirtió a los mineros en zombis, los motivos no nos importan. Si averiguas algo que se salga de lo que ya sabemos sobre el tema que nos interesa, te estaremos muy agradecidos. Si en un mes no hay novedades sobre la mina o sobre las salidas hacia la llanura, entonces revisaremos a la baja tu pago, y te llevarás algo menos. En cualquier caso, te llevas un pellizco por no hacer nada.

- Puaj! ¿Zombis? ¡Qué mal fario! Está bien, 2.000 piezas de oro parece ser un precio más que razonable, aunque que sepáis que todo lo que me encuentre por el camino pienso quedármelo. ¿Alguno de vosotros vendrá conmigo, o contaré con algún aliado, o simplemente iré yo solo a mi suerte y si me tropiezo y me parto la cabeza os olvidaréis de mi...? dijo poniendo cara de tristón.

Me temo que irás solo. Pero no te preocupes, Brasas... Nosotros cuidamos de los nuestros. Parceo-el viejo enano-arriesgó su tapadera para sacar a Valthonis de allí, por poner un ejemplo. Valthonis es... Bueno, ya le conocerás. Pero de momento irás solo y no tenemos a nadie más en el pueblo que pueda ayudarte. Cuando menos lo esperes, te enviaremos a algún aliado.

Venga, basta de holgazanería. Elfos, tenemos que ponernos a adecentar la casa del árbol. Brasas, sigue hacia el sur. Eso es: mantén el sol a tu izquierda. Por allí-dijo señalando una dirección, para que Brasas no se perdiera-. Llegarás al camino que une Holmet con la llanura. Sigue por el camino, cuesta arriba, y llegarás al pueblo. Toma, quince piezas de plata para los gastos.