Había llegado a la caverna rocosa, allí había cuatro portales con diferentes colores que podría atravesar para dirigirse a una nueva zona de la arena. El lugar estaba repleto de estalactitas y estalagmitas que complicaban el movimiento por la zona de batalla. De hecho, en una parte de la zona era tal el número de rocas que resultaba complicado moverse por allí sin romperlas.

Por fortuna no había nadie allí y podría aprovechar para buscar algo antes de que su pokémon empezase a sufrir el daño que la sala pudiera causarle por culpa de pasar demasiado rato allí.

Ahora ya tenía un metrónomo para el Goldluck, y aunque no estaba mal, pensó en dar una vuelta en esta nueva sala, para poder ver si encontraba algo más.

El problema estaba en que si se pasaba el dia buscando cosas, no avanzaría nada. El metrónomo no estaba mal, y decidió ser más directa. MIró a Fras, y se encogió de hombros.

-¿Cómo lo ves, compi? Yo creo que podemos seguir avanzando. Seguro que habrá más puertas y más cosas. Si nos paramos en todas, nos perderemos lo mejor. Venga, super Fras. ¡Nos vamos! -decidió. 

Volvieron a mirar ambos las puertas que se les ofrecían. No era una decisión fácil, porque siempre se le quedaba el gusanillo de pensar qué hubiera pasado si hubiera ido por otro sitio. Se colocó bien la gorra, y decidió acercarse a la puerta verde. Le gustaba ese color, y parecía un destino agradable.

Había llegado a la caverna rocosa, allí había cuatro portales con diferentes colores que podría atravesar para dirigirse a una nueva zona de la arena. El lugar estaba repleto de estalactitas y estalagmitas que complicaban el movimiento por la zona de batalla. De hecho, en una parte de la zona era tal el número de rocas que resultaba complicado moverse por allí sin romperlas.

Por fortuna no había nadie allí y podría aprovechar para buscar algo antes de que su pokémon empezase a sufrir el daño que la sala pudiera causarle por culpa de pasar demasiado rato allí.

En esta ocasión, Arion fue a parar a una especie de cueva llena de rocas puntiagudas. El moreno observó sus alrededores para saber si estaba sólo, y así resultó ser. También notó que alguno de los portales tenía un acceso bastante difícil, pero de momento eso no le preocupaba.

-Vamos a buscar si hay algo en esta sala, Drake.- de un salto se montó a lomos de su dragón y ambos empezamos a volar despacio por el lugar, observando tanto el suelo como el techo en busca de cualquier cosa interesante.

Arion no podía creerse lo que vio en aquella caverna rocosa. ¡Parecía una especie de cristal que brillaba con intensidad y cuando se acercó a él se sorprendió aún más!

¡Se trataba de un Cristal Z!

Pero antes de que pudiera equipar el objeto a su pokémon, un pokémon de lo más extraño apareció junto a él. 

En ese instante todos los portales de la cueva se cerraron impidiendo así escapar. Si quería salir de allí tendría que derrotar a aquel extraño pokémon.

Su cuerpo está compuesto de una sustancia que se asemeja al cristal. No posee una forma determinada, pues la cambia continuamente. El comportamiento del pokemon induce a pensar que posee algo parecido a un instinto de supervivencia, aunque no se sabe con certeza si posee voluntad de algún tipo o si incluso es capaz de sentir. 

Tras un buen rato volando por aquella caverna esquivando las piedras mientras buscaba, Arion finalmente avistó algo brillante en el suelo. Le hizo una señal a Drake para acercarse a ese punto, pensando que quizá podría encontrar lo que tanto deseaba. Sin embargo, no fue así. Lo que encontró sí que era un cristal, pero no una megapiedra, sino un cristal Z.

-Bueno, al menos nos puede ser de gran utilidad.- le dijo a su compañero alado mientras se acercaba a recoger el objeto, pero antes de poder siquiera tocarlo, un ser extraño apareció de la nada. Arion, asustado, dio un salto atrás, mientras que Drake daba uno al frente y rugía hacia el invasor con furia.

-Que ser tan extraño... parece que es una especie de guardián de esta sala, no podremos salir de aquí si no lo derrotamos.- dijo el moreno dándole una palmada en el lomo a su dragón, que emitió otro rugido para indicar que estaba listo para luchar -Bien, así me gusta. ¡Drake, usa Terremoto!- ordenó Arion mientras señalaba al frente, dando así comienzo al combate.

El pokémon que apareció en el campo de batalla, o el guardián de aquella sala como lo había llamado Arion materializó tres hermosas gemas delante de su cabeza y golpearon las alas y la cabeza del dragón. El pokémon cayó contra el suelo golpéandose fuertemente y quedando derrotado de un solo impacto sin que hubiese sido capaz de hacer nada por evitarlo.

Un par de dittos salieron de las paredes de la sala y tomaron a Arion y Salamence rápidamente para teletransportarlo al centro pokémon y que la enfermera Joy los curase. Aquel pokémon era sumamente poderoso y había acabado con ellos en un abrir y cerrar de ojos.

Había llegado a la caverna rocosa, allí había cuatro portales con diferentes colores que podría atravesar para dirigirse a una nueva zona de la arena. El lugar estaba repleto de estalactitas y estalagmitas que complicaban el movimiento por la zona de batalla. De hecho, en una parte de la zona era tal el número de rocas que resultaba complicado moverse por allí sin romperlas.

Por fortuna no había nadie allí y podría aprovechar para buscar algo antes de que su pokémon empezase a sufrir el daño que la sala pudiera causarle por culpa de pasar demasiado rato allí.

Un lugar rocoso ¿eh? Vamos a ver si hay algo interesante por aquí Ora. - comentó nada más llegar al lugar. Quizá un objeto mejor que los restos pudiera darle la victoria contra Mooto.

Machamp pudo ver entre las rocas que parecía haber escondida una súper poción.

De nuevo una luz se proyectó en las cuatro paredes de aquella sala:

Michiko perdió su última oportunidad y ha sido eliminada.

¡Una superpoción! - gritó emocionado al ver lo que había encontrado su compañero. - ¡Bien hecho Ora! - pero pronto su sonrisa se transformó en preocupación. - ¿Michiko ha... perdido? ¿Se habrá cruzado con Mooto?

Con su puño cerrado golpeó la palma de su otra mano. - ¡No es momento de venirse abajo! ¡Debemos seguir y ganar juntos Ora! - dicho eso, tomaron la puerta Amarilla.

Había llegado a la caverna rocosa, allí había cuatro portales con diferentes colores que podría atravesar para dirigirse a una nueva zona de la arena. El lugar estaba repleto de estalactitas y estalagmitas que complicaban el movimiento por la zona de batalla. De hecho, en una parte de la zona era tal el número de rocas que resultaba complicado moverse por allí sin romperlas.

Por fortuna no había nadie allí y podría aprovechar para buscar algo antes de que su pokémon empezase a sufrir el daño que la sala pudiera causarle por culpa de pasar demasiado rato allí.

 había perdido su primera oportunidad. Aún le quedaban 2.

Jorge estaba ansioso por pelear, pero aquél lugar era bastante confuso ¡no sabía muy bien por donde ir! - ¡Agh! ¡Nunca encontramos a nadie Ora! - comentó con cierta desgana. - Además los portales son ciertamente confusos ¡no entiendo los colores! Pero que se le va a hacer ¡continuemos! - dicho eso decidió tomar el portal amarillo.