Partida Rol por web

En el mismo momento en que Shiert cae, su pidgeotto suelta un piar agudo, como un desgarro de dolor. Parece a punto de lanzarse en su auxilio, pero recuerda las órdenes y se obliga a retrasar el ataque y atenerse a la estrategia, consciente de que es más conveniente que un ataque a ciegas. Al igual que su entrenador, el pájaro parece tener una mente fría. Dicen que todo se pega.

Tras el ataque a su entrenador, el hoothoot se ensaña con el golbat al que estaba atacando y le lanza una nueva Confusión. El golbat es incapaz de evitarla (-15 PS) y cae en picado un metro, aleteando descontroladamente, hasta que consigue recuperar el vuelo a pocos decímetros del suelo. Parece exhausto.

El poliwhirl ha perdido su turno, dudando, momento que el houndour llamado "1" aprovecha para intentar morderlo, pero esto parece hacer salir al pokémon de agua de su estupor y se mueve en el último momento para esquivarlo por los pelos.

Llega el momento del ataque combinado: esta vez, el hoppip sí está a la altura; una nube de somnífero sale al aire y el pidgeotto la empuja con sus alas hacia los enemigos, con la esperanza de detenerlos. Quizá por los nervios del ave, sin embargo, no consigue llegar más que a dos pokémon antes de dispersarse demasiado para ser efectiva: el grimer que quedaba y el koffing, que cae a plomo al dormirse.

La sandshrew, a diferencia del pájaro, sí reacciona de forma mucho más visceral: se lanza hacia el belicoso Rocket y descarga una serie de furiosos golpes. ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS. Su indolencia habitual parece haber quedado atrás (-10 PV al Rocket)

Cicuta, por su parte, se coloca encima del cuerpo caído del chico, listo para detener con su inquietante mirada de ofidio a cualquiera que intente hacerle más daño.

Shu se preparaba para Venganza, pero, al no ser el objeto de ningún ataque, más bien observa el combate anonadado y sin estar muy seguro de qué hacer.

Astrid, tú dices que confías en mí en mi sabiduría, en mi... Proteger el bosque el mundo, el ciclo de la vida, el río resplandeciente no es mi deseo no es mi elección. Es mi deber está en mi naturaleza. Mi deseo era conceder vuestros deseos. Pero… Los pensamientos de Celebi se pierden en un laberinto de ramas. Mi deseo… En una interrogación.

Una voz cristalina, pura y límpida y aun así dura como el hielo resuena como el agua entre las paredes de una cueva. Suicune.

Nunca llueve a gusto de todos.

Astrid escuchó a Blake, y sintió el corazón pesado. Pero, escuchó. Muchos ojos estaban puestos en ese sitio, invisibles.

-¡Todos! ¡Reagrupense y protejan a la Doctora y a Shiert! ¡Que no se les acerque nadie!*

"Érase una vez un Pokémon muy cercano a los humanos.
Éranse una vez humanos y Pokémon que comían en la misma mesa.
Érase una vez un tiempo en el que no había diferencias entre los dos."

Esta es una antigua leyenda, que la mayoría ha olvidado o no toma enserio.

Cuando vi tus ojos por primera vez vi algo insondable para mi. La sabiduría de eónes acumulada, por tratar de describirlo con palabras. Los humanos y los pokemon fuimos lo mismo en algún momento. Tu eres aliado de la vida y la naturaleza. Tu mismo lo dijiste, los humanos hemos negado la vida a muchos de nuestros iguales. Ahora, entiendo tu deber, pero, temo haberme perdido la última parte. Tu deseo no debe empañarse por los nuestros. Lo sé, no me pediste nada, simplemente escuchaste mi opinión. Lo que sucede aquí...por estas cosas, quiero ayudar en todo lo que pueda. Para que nunca mas deban suceder, al menos hasta dentro de mucho, mucho tiempo. Estos humanos se han agrupado para tomar poder, porque los humanos están acostumbrados a tener poder sobre todo. A pesar de que los pokemon son mucho mas fuertes, y en muchos casos mas inteligentes, se quedan a nuestro lado y toman nuestras peticiones y opiniones como ley en muchos casos. Así de puros son, y así de sucios estamos nosotros al aprovecharnos de eso. Trato de hacer lo que creo desde que tengo consciencia, que es tratar de hacer aunque sea un poco para que la vida les sea mas llevadera. Pero hablo en plural porque también soy humana y sería tonto y pretencioso hablar por fuera de esto.

Pero, ¿cual es tu deseo? Celebi...

Ahora mismo, esta situación representa lo que hay que limpiar. Estoy segura que, de completar tu deber, esto que es moneda corriente desaparecerá. Pero, ¿te produce dolor o pesar llevarlo a cabo?

Si a futuro inmediato es detener esto, he de pedirte que muestres tu presencia, junto con la de Suicune si es que este así lo desea. Muchos humanos tienen una mentalidad muy simple: creen en el poder. En su poder. Las leyendas para ellos son mitos y los Únicos, como ustedes, son cuentos de hadas. Pero, en el momento de que entiendan que no son la cúspide de nada, todo debería ser mas sencillo. No tengo pruebas, pero estoy segura de que la mayoría de quienes tienen deseos de luchar por poder arrojarían sus armas o huirían de querer continuar esto. Es tan simple como que entenderán que el cambio es algo natural y no una situación de la cual sacar provecho. Que escuchen, ya sea el rugido, o sientan el peso sobre sus hombros. Tienes la autoridad que se te ha conferido por ser quien eres.

Mi deseo es ser una Aliada de los Pokemon, y eso no cambiará. Por eso no tengo duda ni voy a reclamarte nada si vivo o muero por lo que he elegido, porque estoy siendo verdadera conmigo misma hasta el final. Odio lo que está sucediendo, pero si es la última vez que sucederá, tendré coraje de enfrentarlo con esta esperanza.

Sea lo que sea lo que decidas, estará bien. Solo, sé verdadero a ti mismo.

Así que de nuevo...¿Cual es tu deseo, mi amigo?

Los pokémon se reagrupan, tal como Astrid les ha ordenado.

La gente y los pokémon -Rockets y sus pokémon, trigaleños y sus pokémon, personas y pokémon curiosos o que acudieran por la llamada mental de Astrid y Shiert-, siguen peleando alrededor, ajenos a la presencia divina que se cierne sobre ellos, pero intuyendo que están en el ojo del huracán de algo grande.

Se oyen gritos de fondo. Vagamente, Astrid puede ver la violencia a todo su alrededor, la sangre en la ropa de la doctora...

Dentro de su mente, aún sin verlo, Astrid puede sentir como Celebi asiente.

Mi deseo... es...

Gracias.

No hay nadie, pero, entre la brisa, Astrid siente claramente un beso en la mejilla.

Una ráfaga de viento. Llena de hojas. Y el mundo entero parece contener la respiración. 

Y dentro de las cabezas de todos y cada uno de los presentes, una voz sin voz grita.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡BASTA!!!!!!!!!

Resuena como un zumbido demasiado agudo, en el límite del rango auditivo humano, como el sonido de un micrófono cuando se acopla, clavándose directamente en el cerebro de cada uno de ellos. Algunos caen de rodillas, sujetándose la cabeza, tapándose los oídos.

Ahí está, en medio de todos, batiendo sus alitas furiosamente. Celebi.

¡Basta! ¡Basta! ¡Basta! ¡Humanos y pokémon! Es... ¿Realmente es esto lo que deseáis?

Vértigo. El mundo parece moverse ante sus ojos. Durante un momento, cada uno de los presentes se ve desde los ojos de Celebi. A vista de pájaro. El claro arrasado. Los distintos bandos.

Se ha hecho el silencio. Ahora puede oírse una simple brisa. El rozar de las hojas. Todos los ojos están fijos en la criatura brillante, verde, que, pese a su pequeño tamaño, parece llenar con su presencia todo el espacio.

Su voz es el susurro de las hojas y aun así resuena como el trueno, profunda como el bosque, fuerte como los troncos de los robles.

Durante milenios habéis matado, habéis vivido, habéis luchado, habéis destruido, habéis construido… estas… estas cosas que no entiendo… Me ofrecisteis plegarias y ofrendas. Me amenazasteis. Me rogasteis ayuda. Me rogasteis que me fuera.

Imágenes. Todo ello son imágenes. De innumerables personas, situaciones, pokémon, tiempos, lugares. Lo que transmite Celebi no son palabras sino sus propias experiencias y recuerdos, tal y como él los siente.

Y, finalmente, me expulsasteis. Cerrasteis el mundo a mi presencia, me vedasteis el flujo del tiempo. La oscuridad. Unown. Hasta ahora. Humanos como los que me cerraron la puerta, pero humanos diferentes, me la volvieron a abrir. Y también pokémon. Y en sus mentes aparecen sus rostros. Un joven fornido y con barba –Astrid lo reconoce, es Tharion-. Una chica con gafas. Una chica pelirroja. Un joven taciturno. Un chico delgado. Un charmeleon, un piloswine, un axew, un marrill tuerto, un girafarig, un umbreon, un magikarp. Unown. Sin una razón. Sin pedir nada a cambio.

Y al volver encuentro esto. Vosotros no lo oís, pero el grito de las incontables vidas que arrancasteis para construir… esto… aún… aún resuena. El dolor de cada árbol, de cada tallo de hierba, de cada caterpie y cada pidgey cuando su vida y su hogar fueron arrasados. Por primera vez, ese lamento es audible para el corazón de esas personas.

He intentado entenderlo… Algunos amigos me han ayudado… Astrid, Shiert, Tharion, otro chico de aspecto dulce y una chica con una férrea voluntad. Y, para mi sorpresa, incluso de esa destrucción ha surgido vida. Pokémon como esos… Los gimer ahí mismo presentes.

El curso del río resplandeciente inunda y engulle cualquier cosa. Otra voz. Como un río ella misma. Suicune entra con paso tranquilo en el claro, como el tranquilo fluir del agua en una desembocadura. Nadie es capaz de decir cuánto tiempo lleva ahí.

Sé que vosotros también queréis vivir… Vivir a vuestra manera… No pretendo vedaros eso… Pero… no podéis hacerlo a costa de las oportunidades de otros. Quien tenga que morir morirá. Es el ciclo de la vida. Pero todos deben tener la oportunidad de ocupar su lugar en el ciclo de la vida. De luchar, de elegir, de vivir o morir.

-¡Arouuuuuuuuuuuuuuuuuuu!

El aullido de Suicune es cristalino, largo y profundo, con una cualidad sonora única.

¡Humanos! ¡El Señor del Bosque os habla! Y os está dando la oportunidad de elegir. Tomad vuestra decisión. Yo sí os he visto durante todos estos años. Ríos y mares putrefactos. Violencia. Y yo no sería tan generoso.

Mi deseo… Mi único deseo… Los pensamientos de Celebi arrollan los de Suicune antes de que se vuelvan demasiado turbios. Es que todo ser vivo tenga la oportunidad de cumplir por sí mismo sus propios deseos.

Como si su respiración fuera una sola, la audiencia ha quedado muda. Todos y cada uno han dejado de pelear.

Astrid levantó la vista.

-Han escuchado. Team Rocket, quitando sus chapuzas por dinero y semejantes...¿vale la pena provocar esto entre congéneres al borde de un nuevo mundo? Miren a su alrededor. Una vez que saqueen dinero y recursos de esta ciudad, que harán? Esas cosas no tendrán mucho sentido pronto. La voluntad de las fuerzas naturales no es algo de dominio humano, aunque pequeñas encarnaciones suyas se acercan a nosotros como amigos y en su pureza son usados para propósitos egoístas. Pero, ¿que tal ahora? Seguirán combatiendo, ya no contra otras personas y pokemon, sino contra la fuerza de la naturaleza? ¿Irán a golpear un río? Apuñalarán árboles? No. Luchar contra eso es fútil. Estoy segura de que todos los pokemon presentes lo saben. Así que...

Tomó aire, reuniendo su temple para sonar terminante.

-Arrojen armas, y llamen a sus compañeros pokemon de vuelta. -continuó en un tono mas neutral levantando una mano en el aire con gesto contemplativo- Nadie les lastimará por tomar la elección correcta. Esta es una oportunidad de rectificar aunque sea un poco el daño hecho. Permítanse a si mismos comenzar de nuevo junto con el ciclo que está iniciando el planeta, donde todos sin importar ninguna diferencia, tendrán la oportunidad de forjar su propio destino.