Partida Rol por web

-¡Ultimo golpe Fearrow, esfuérzate, lo estas haciendo genial! ¡Persecución!

La gran ave descarga un poderoso golpe sobre el elekid, que el pequeño pokémon apenas puede resistir (-8 PS, quedan 6/29 PS). A estas alturas ya parece muy herido y algo asustado. Quizá este rival sea demasiado grande para él.

Da un paso atrás y contraataca con otro Impactrueno. El fearow vuelve a intentar esquivar y los músculos vuelven a fallarle, pero esta vez con fatales consecuencias: esa descarga era la última que la sufrida ave podía soportar. Cae al suelo, totalmente inconsciente. El elekid da unos saltitos y algunas exclamaciones alegremente, al ver que ha derrotado al enorme pájaro.

-Felicidades, eres muy fuerte -le felicitó sinceramente- Espero que seamos buenos amigos.

Agrandó la ball, y la arrojó, con precisión. Mientras esto, , también metió a Fearrow en una ball. No había tiempo para hospital. Pero no creía que fuese buena idea llevarse al pokemon pájaro también, despues de todo había dicho que lo devolvería al centro luego. Una vez completado el asunto podía devolverle al centro y destruir la ball para no molestar la vida que llevaba el el centro, que era merecidamente tranquila y sin andar recibiendo descargar eléctricas.

Ambos pokémon son absorbidos por las respectivas sana balls. La del elekid solo se mueve un poco antes de quedarse totalmente quieta y apagarse, y la del fearow se queda quieta sin moverse ni una sola vez.

Astrid sacó a shuckle de la ball tras recoger las otras dos, saliendo a toda velocidad. En la entrada, sacó a Fearow.

-Bien hecho los dos, gracias. Y a usted también -inclinó la cabeza levemente hacia el guardia, montando al pokemon pájaro.

-¡Espero nos veamos de nuevo! ¡A Azafran, a toda prisa Fearow!

-¡Kuu! -Exclama el shuckle con energía y decisión, bastante más animado.

El, fearow, por su parte, agita las alas y chasquea lo que le queda de pico con aire de suficiencia. Parece mosqueado, aunque no realmente enfadado. En realidad no le guarda rencor alguno a Astrid: simplemente, él es así.

La muchacha se monta en el ave, que enseguida levanta el vuelo.

El guardia se despide de ella:

-¡Hasta pronto, chica, espero que tengas suerte!

Teniente, su jolteon, también se ha levantado y trota por debajo de ellos mientras el pájaro se eleva para verlos partir.

El fearow no sabría llegar por sí mismo a Ciudad Azafrán, pero con las indicaciones de Astrid consigue llegar allí rápidamente.

La ciudad es una mole urbana; grande, gris y ajetreada. El panorama que ofrece desde el aire es imponente. Es una encrucijada, aún más, es la encrucijada por excelencia: no solo tiene cuatro entradas, sino que además es donde se encuentra la cabecera del Magnetotrén, que conecta Kanto con Johto a velocidades realmente de ciencia ficción.

Son alrededor de la tarde. El estómago de Astrid bulle de emociones revueltas y de hambre.

-Vayamos a la entrada del centro pokemon -le indicó al Fearow. Sacó la ball de elekid y le miró dentro de la misma.

-Estamos buscando a una persona que robó a mi amiga, una vulpix -le informó. Bajando al centro pokemon, entro a prisa. No es que tuviese nada que curar gracias a las sana-ball, pero Iri estaba herida antes. Quizá ese maldito la había traído al centro pokemon.

-¡Disculpe!-preguntó a la enfermera apenas alcanzó el mostrador- ¿Habrá visto pasar por aqui a un chico? Cabello negro, ojos dorados*, aspecto desalineado...quizá haya venido a curar a un vulpix en una pokeball.

En el Centro Pokémon hay dos enfermeras Joy, idénticas entre sí e idénticas a su vez a la de Pueblo Lavanda. La que está más cerca atiende a Astrid con su mejor voluntad.

-Pues... No, lo siento, no recuerdo a nadie así. No ha venido ningún vulpix hoy, tampoco. ¿Por qué lo buscas? ¿Es amigo tuyo?

-No exactamente...pero gracias de todos modos -dijo, y salió con prisa.

-Ughh...¡por donde comienzo? ¡la ciudad es enorme! -dijo a sus dos compañeros fuera de sus balls.

Miró alrededor, desorientada.

-No va a estar en la companía Sliph creo yo...

Decidió guardar a Fearow. Llamaría un poco menos la atención así.

-¡Kuuu! -contesta el shuckle, solidarizándose con la angustia de Astrid. En esto ya no puede ayudarla, pero al menos trata de infundirle ánimos.

Alrededor de la chica no hay más que un montón de gente que va de un lado a otro ajetreada, edificios rectos, algunos muy altos... Es una ciudad muy grande. Aunque, como en todas, habrá una comisaría, un gimnasio, un albergue para entrenadores... Tiendas, casas, restaurantes... Le suena que además hay un dojo de artes marciales y, por supuesto, los dos orgullos de la ciudad, el edificio de la Silph y la estación del magnetotrén.

Astrid probó revisar la estación del magnetotren primero, no fuera que el tipo intentase irse a otra región con Iri. Preguntó de paso a algunas personas por la calle por si habían visto un chico de la misma descripción, ropas y/o un vulpix amarillo, al igual que en la estación misma al guardia y al operario que cuidaba la entrada. Por supuesto, también iba bastante pediente de personas de esas descripciones o con rasgos cubiertos para intentar descubrirlos con la mirada.

Probaría preguntar en Sliph por las dudas luego...sonaba quizá a...¿quizá el posible objetivo del chico? Era una corporación importante y llena de científicos despues de todo. Apresuraría paso hacia allí, cuanto menos para averiguar si andaban en algún proceso de deforestación o algo similar.

Mientras todo esto, iba remordiendose cada vez mas en lo que podía haber hecho para evitar esa situación, con un rostro no muy alegre.

Debí haberle mentido diciendo que iría con él y entregarlo a la policía...

...debí haber escondido a Iri en otro sitio...

...debí llamar antes al Sr. Fuji...

...debí...

La gente de la calle no parece saber nada y, de hecho, algunos contestan a Astrid con muy malos modales.

Cuando llega a la estación, se encuentra con que está inusualmente llena. Lo más curioso es que en la ventanilla de venta de billetes para el tren no hay cola, sino que la gente, la mayor parte con maletas o mochilas, parece estar arremolinada por la estación. Algunos están sentados en los bancos, en sus maletas o en el suelo, mientras que otros dan vueltas nerviosos y molestos.

Cuando Astrid se acerca a la ventanilla a preguntar, lo primero que puede ver es un cartel (un simple folio impreso) pegado con cinta adhesiva al interior del cristal de la ventanilla, que reza:

ESTIMADOS CLIENTES: LES INFORMAMOS DE QUE EL SERVICIO DE TRENES SE HALLA SUSPENDIDO HASTA NUEVO AVISO POR AVERÍA EN LA VÍA. DISCULPEN LAS MOLESTIAS

ATTE.: MAGNETOTRÉN S.A.

No obstante, hay un vendedor en la taquilla, que contesta a las inquisiciones de la chica:

-Mm... cabello y ojos oscuros... aspecto desarreglado... Ah... eres consciente de que esa es una descripción muy amplia, ¿verdad? No he visto ningún vulpix, pero que empezó mi turno han comprado billete por lo menos dos o tres personas que podrían ajustarse a esa descripción. Aunque, si tu amigo ha cogido el tren de las 3, que fue el último para el que estuvimos vendiendo billetes antes de cortar el tráfico, ahora mismo estará atascado esperando a que lleguen los servicios de emergencia. Ha habido una avería en la vía y el tren se ha detenido en Kanto, en una zona poco accesible.

Serán las 4 menos cuarto, o algo así.

Tengo que intentarlo.

-Entiendo, ¡gracias!

Salió de allpi. Era una locura. Nadie le decía que estuviese allí o que no se hubiese ido volando con su pokemon a otro sitio. Pero prefería asegurarse, no quería cometer mas errores como los que le llevaron a perder a Iriasvyel. Si no se había ido en el tren podría seguir días buscando en la ciudad hasta debajo de cada una de sus rocas. La cosa era, ¿como llegar donde el tren?...la respuesta era obvia, aunque si no tuviese tanta urgencia quizá se lo habría pensado dos veces.

-Fearow, a volar. Sigamos las vías del magnetotren hasta que avistes el mismo parado en las vías.

Astrid levanta el vuelo montada sobre el fearow, decidida y emprende el recorrido de las vías del tren, abandonando Ciudad Azafrán.

Vuela durante un largo rato. Montañas, valles, ciudades y pueblos pasan bajo ellos como un tapiz donde lo único que se mantiene constante es la delgada pero ininterrumpida línea de la vía del tren, vacía y grácil.

Tras un largo recorrido sobrevolando una zona montañosa desconocida, al menos para Astrid, las vías hacen una pronunciada curva y se dirigen hacia el sur. Aunque Astrid no las pierde de vista, aún no hay ni rastro del tren. A lo lejos aparece, imponente, la Liga Pokémon. Las vías del tren rodean también esta zona y finalmente vuelven a doblar al oeste y abandonan Kanto para adentrarse en Johto.

Debe estar volviendo a su propia región si esta en ese tren...

Se sintió algo intimidada de abandonar la suya propia.

Pero no importa, no dejaré que tenga a Iri ni un solo día.

Sintió una acceso de rabiao, quería gritarle toda clase de cosas nada amables a ese idiota como mínimo, realmente le había dañado lo que había hecho, mas allá de lo físico. Respiró hondo, intentando limpiar esos pensamientos de su cabeza.

Ya está, tranquila. Solo recuperaré a Iri y no volveré a verlo nunca mas.