Partida Rol por web

8 julio. 10:09 AM. Un día después de la liberación de Celebi.

Los rayos del sol de julio que se cuelan por la ventana arrancan a Galatea de su sueño, aunque las imágenes nocturnas están grabadas en su mente con más fuerza que la luz del propio sol. Eran sus padres, pero de la forma en que aparecían en su sueño no los había visto nunca y sin embargo... es perfectamente posible.

No puede quitarse de la cabeza lo enferma que parecía su madre, lo destrozados que parecían los dos... aunque no por ello la habían olvidado. Tampoco el hecho de que en el sueño no apareciese su hermano.

Arturo duerme tranquilamente echado en el suelo a los pies de la cama. Aunque es el cuarto de invitados de la guardería de Tábata y Jake, lo conoce lo suficientemente bien como para sentirse cómodo ahí. A diferencia del houndoom, Polifemo ya está despierto y la mira a través de las nubecillas de humo de su cigarro con su único ojo.

8 julio. 10:09 AM. Un día después de la liberación de Celebi.

Tras las aventuras del día anterior, el día amanece igual que tantos otros en la Guardería, con una rutinariedad que resulta casi desconcertante. Jake y Tábata se levanta a la hora de siempre. Su hermano enseguida se pone a recoger los restos de la cena del día anterior antes de iniciar sus tareas diarias en la guardería.

De los asistentes a la cena la noche anterior solo queda Galatea, su prima, que duerme en el cuarto de invitados.

Tábata se ha levantado hace rato, pero no se le va de la cabeza el sueño que ha tenido esa noche...

...

Tábata iba corriendo por Ciudad Trigal, donde unos houndour vestidos de payasos la perseguían en monociclo para preguntarle si quería comprar unas galletas Lava. Su axew* les explicaba que Tábata era alérgica a las galletas, pero los houndour insistían y dirigían contra ellos sus lanzallamas de caramelos de colores. Tábata seguía corriendo con su pokémon en brazos y

el bosque es muy tranquilo y verde en esta época del año. Lleva corriendo al menos dos o tres pasos, pero es una tontería, no hay nadie que la persiga. El bosque es denso y húmedo, tranquilo, pero latente de vida en su calma majestuosidad. Es extraño, no pierde ni una sola gota de su fuerza pese a lo abrasador del calor de julio. Solo se ven árboles en todas direcciones y un cielo cálido y azul. 

Aun sin saber, sabía que albergaba un deseo. La voz no se oye porque no es una voz. Quizá haya alguien más en el bosque, pero a Tábata le parece que, de alguna forma, ha sido un pensamiento que ha surgido más bien de su propia cabeza. Un pensamiento sin palabras. Solo conceptos. Exactamente igual que... Gracias por cumplir mi deseo. Sé que hay algo que tú también deseas -"tú" no es un pronombre, porque no hay palabras en su cabeza, "tú" es el concepto de la propia Tábata-, pero... ¿lo sabes tú? 

Tábata se lavó la cara con agua fría, como hacía todas las mañanas. Después, se dirigió a la cocina a prepararse una taza de té. Se frotó los ojos y buscó de reojo a su hermano. Los demás deberían estar durmiendo y no había ni rastro de Jake por toda la casa. Seguro que, después de haberlo ordenado todo, había salido a regar los árboles de bayas del jardín, o a recoger el pedido de medicinas al Centro Pokémon.

Suspiró, miró al fondo de su taza de té y se perdió en las tonalidades verdes de su poso. Mientras, el sueño de la noche anterior seguía latiendo en su recuerdo, y en la quietud de la mañana sentía que aún estaba presa en él.
Dio un sorbo al té y, sin darse cuenta de la temperatura de la bebida, se quemó los labios. Dio un respingo y esbozó una mueca de disgusto.

—Gracias, pero... ¿algo que yo... deseo?— recordaba haber murmurado a aquella voz muda. Sentía que aquel deseo trascendía de cualquier necesidad mundana que hubiese podido anhelar. «Ser más alta, tener más pecho, más personalidad, más valor; hablar más alto, más claro, tener más poder de convicción», se había dicho tantas veces, cobijada en su silencio. Pero no era eso. Esa voz hablaba de algo más. ¿A qué se podía referir? Lo que más había deseado en toda su vida, desde siempre, había sido poder revertir el tiempo. Y desde que supo de la muerte de su padre, no había otra cosa que se le pasase por la cabeza. Pero, ¿por qué aún teniendo este pensamiento algo en su interior le decía que había algo más? 

—No me dejes así... ¿Qué es lo que yo deseo? ¿Y cómo tú podrías...? ¿Cómo sería posible que...?

El rocío aún reposaba sobre las hojas de los árboles y una película de sudor cubría la frente, fosas nasales y barbilla de Tábata. Las chicharras cantaban a lo lejos. El tiempo pasaba sin pasar.

—¿... Celebi? 

Aún tumbada boca arriba, Galatea se limpia las lágrimas que ha vertido en sueños con el dorso de la mano. Llevaba años sin soñar con sus padres. ¿Por qué ahora?

-Tonta, tonta, tonta... -piensa para sí, llevándose las manos a la cara-. Se supone que lo has superado...

Sin embargo, no termina de entender porqué su cerebro ha decidido evocarlos de ese modo; tan distintos a sus recuerdos de la infancia y a las fotos, tan... ¿qué especie de pesadilla había sido eso? Parecía muy real.

-Tengo que preguntarle a Spike o a los otros, si sabe de efectos secundarios tras lidiar con pokemon psíquicos...

El familiar olor a tabaco hace que repare en Polifemo. Abre los brazos con un gesto de niña pequeña y es todo lo que necesita para que el -muy a su pesar- blandito, suave y -solo a veces- afable pokemon le salte encima. Tras achucharlo un rato como hacía cuando era una cría, se levanta con cuidado de no pisar a Arturo que dormita a sus pies. Sonríe al mirarlo; con él se siente segura. Sabe que en caso de necesitarlo, no va a estar borracho en un rincón.

-Pero te quiero igualmente -dice dandole un delicado beso a Polifemo en la frente. 

Vestida con una camiseta vieja de Jake y unos pantaloncitos que se dejó en la última visita, se dirige a la cocina, a ver si hay alguien despierto. Sigue cargando a Polifemo como si fuera un peluche, trato que este lleva con toda la frialdad que puede. 

-Buenos días, Tabi -saluda a su prima al entrar en la cocina-. ¿Qué hay hoy de desayunar?

Lo que tú deseas solo tú puedes saberlo, porque solo tú estás en tu corazón... Pero ya que tú cumpliste mi deseo, lo justo es que yo cumpla el tuyo... o, en cualquier caso, es lo que yo deseo hacer.

Esto dijo Celebi en su sueño y Tábata lo recuerda tal real como si en efecto hubiera estado allí.

No bien las dos primas se han acomodado en la cocina, cuando Jake entra por la puerta que da al jardín, donde los pokémon a su cargo juegan apaciblemente por la mañana. Viene ataviado con una camiseta blanca de tirantes y tiene la frente y la espalda perlada de sudor. Se ajusta las gafas, que se le escurren un poco por la nariz.

-¡Ah, buenos días! Qué bien que ya estéis despiertas, os tengo que enseñar una cosa... -Sonríe vagamente. Parece sorprendido, pero lo que sea parece una sorpresa buena. Tras un momento repara en la expresión de Galatea y en el estoico marrill que se hace el duro entre su brazos.

-Galatea... ¿Te pasa algo...?

Al escuchar la voz de su prima, Tábata la miró fijamente abriendo más los ojos, como si acabase de salir de un trance. Sonrió mecánicamente y, dejando su taza de té en la encimera, se dirigió de allá para acá, sin mirar a Galatea a los ojos.

—¡Anda, buenos días! —exclamó con una inusual naturalidad—. Aún no hay nada preparado; en realidad acabo de despertarme hace nada. Pero tenemos leche, huevos, pan, fruta y deberían quedar algunos cereales, si Jake no se los ha terminado. También creo que hay café.

Mientras enumeraba toda esa lista de alimentos, Tábata escondía su cabeza en el frigorífico y en los cajones y repisas de la cocina; siempre de espaldas a su prima. Hablaba sin pensar, y un sudor frío le recorría toda la cara. El calor del sueño se había pegado a su piel. Su cabeza latía violentamente.

—¿Qué te apetece? —y tras esto, miró a su prima a los ojos, sonriendo.

En ese instante, entró Jake en la cocina. Tábata es consciente de que él las miró y se puso a decirles algo; sus labios se movían y sus ojos vagaban por la cocina. Sin embargo, ella apenas podía percibir la voz de su hermano, ni cualquier otro sonido. Aquella camiseta blanca era de su padre. La solía llevar para ayudar a su madre con el jardín, tal y como había hecho Jake ahora. Aquella indumentaria contrastaba mucho con la que solía llevar para trabajar, cuando pasaba horas y horas encerrado en su despacho. Cuando se sentaba con ellos a cenar, olía a ciencia. Pero a Tábata le gustaba la vieja camiseta blanca, con las imperceptibles manchas del tiempo y los recuerdos.

«Lo que más deseo es poder volver a ver a mi padre, y que me lleve con él y Jake. Pero como sé que algo así es imposible...»

Tábata volvió en sí. Se percató de que los ojos de Galatea estaban algo enrojecidos y que Jake la miraba con cierta preocupación.

—¿Estás bien? Pareces triste. ¿Has dormido mal?

 «Quiero vengarme».

-No te preocupes, Tabi. Ya me hago algo yo -respondió Galatea ante los múltiples ofrecimientos de su prima-. Todavía estoy un poco "grogui", así que no tengo demasiada hambre -la pelirroja sonrió debilmente. Tábata también parecía algo distraída. Aunque después de todo, no era nada raro, teniendo en cuenta la aventura que habían vivido el día antes. 

Polifemo se vuelvo hacia la puerta cuando Jake entra.

-Buenos días, Jake -la chica sonríe cálidamente; estos despertares tan familiares la reconfortan bastante. Entonces los hermanos le preguntan si algo le pasa. Galatea les da su mejor sonrisa y deja que Polifemo baje al suelo -Sí, claro que estoy bien. Solo que... bueno ayer fue un día algo movidito, ¿no? -mientras habla, se dirige hacia la cocina y sirve una taza de café negro para Polifemo-. Sabéis... ¿sabéis si tras encontrarse con pokemon psíquicos puede haber... efectos secundarios? No sé... he tenido uno sueños muy raros -dicho esto, se sienta a la mesa de la cocina y empieza a pelar una mandarina.

Jake se sienta en la mesa de la cocina frente a su prima mientras le responde.

-Sí... Puede haberlos. Hay bastantes casos documentados de gente que ha tenido pesadillas tras tener contacto con pokémon con poderes psíquicos como drowzees, hypnos, abras, natus o incluso haunters o gengars. El Team Rocket empleaba a menudo este tipo de pokémon para extraer información. -Vuelve a ajustarse las gafas. -Y no solo pesadillas. Tras una conexión psíquica fuerte pueden quedar secuelas psicológicas o psiquiátricas... pero también puede resultar más fácil para el pokémon volver establecer una conexión psíquica real con esa persona y también leí algo sobre conexiones residuales, como ecos de la consciencia del pokémon... He leído bastante sobre el tema, aunque no es mi campo de especialidad. -La observa con preocupación. -Antes que nada, deberías asegurarte de que ese "sueño" efectivamente no haya sido más que un sueño... ¿Quienes contarnos lo que has soñado?

Ahora que ha entrado en la cocina y sus antebrazos descansan sobre la mesa, las chicas pueden ver que lleva algo en la mano. Parece un fruto de color encarnado.

Posible... Imposible... Tiempo...

Un torbellino de conceptos inunda la mente de Tábata. Celebi sonríe. En realidad está revoloteando por el bosque, de espaldas a ella, pero la chica puede percibir su sonrisa en su mente.

Interesante. Tu padre está vivo. Está contigo ahora.

Una imagen de su padre inunda su mente. Está ahí, le sonríe, le habla... Jake también está ahí. Llora porque su algodón de azúcar se ha caído al suelo. Su padre se vuelve hacia él y le consuela, secando las lágrimas de sus mejillas regordetas.

¿No lo ves? No lo ves. No puedes verlo porque está detrás de ti. Interesantes criaturas, los humanos, solo caminan en una dirección...

"Venganza".

Por un momento, Tábata sintió que había alguien más en el sueño, pero despierta no puede recordar de quién se trataba. Solo la sonrisa de Celebi.

Interesantes criaturas, los humanos... Sea. ¿De qué modo te gustaría vengarte y de quién?

Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Tábata.

—No, no está conmigo —había recordado murmurar con rabia, al borde del llanto—. ¡No está conmigo, ni ahora ni nunca! ¿¡Y de qué cojones te estás riendo!? ¿¡Te parece gracioso jugar de esta forma con un humano!? ¿¡Te sientes, acaso, superior!?

En cuanto pronunció estas palabras, su pecho se heló. Tenía miedo, pero la rabia que atenazaba su corazón no filtraba sus pensamientos y los transformaba, tal cual nacían, en palabras. ¿Acaso se le olvidaba con quién estaba hablando?... No era un humano. Ni si quiera era un pokémon del montón... Era Celebi. Y quien quiera que estuviese con él.

Fue entonces cuando lo supo. A su mente acudieron los pensamientos más cargados de odio que había sentido jamás. El estómago de Tábata se encogió. Sus sienes palpitaban con violencia. Sentía que, si no expulsaba esos pensamientos de su cuerpo en ese instante, le ardería la tráquea y se consumiría su razón.

—Si no puedes traer de vuelta a mi padre, entonces quiero vengarme —repitió, y al hacerlo el fantasma de un veneno vagó por sus labios—. Quiero vengarme de quienes me alejaron de mi padre, de quienes le mantuvieron cautivo, le esclavizaron, cortaron su cabeza y la clavaron en una estaca. Quiero verles, sean quienes sean, desmembrar sus cuerpos, arrancar sus cabezas y clavarlas como hicieron con la de él —conforme avanzaba, a su mente acudían las imágenes que iba narrando, llenándola de una mortal satisfacción y, a la vez, de la soledad más profunda que había sentido jamás. Algo le decía que era cruel, despiadado e inhumano aquello que decía. Y sin embargo, ¿por qué tenía una media sonrisa en sus labios?

Derramó una lágrima.

—Quiero encontrarles y quiero matarlos. Como yo te he ayudado, es lo mínimo que puedes hacer por mí.

Recordando aquella parte del sueño, Tábata sintió náuseas. Respiró profundamente y siguió escuchando la conversación de su hermano y Galatea. «Menos mal que todo ha sido un sueño», pensó. ¿Y por qué tenía impresión de que Celebi podía aparecer en cualquier momento...?

—Dime qué he de hacer. Dime dónde he de ir.

Ante el grito de Tábata, el bosque se estremece. Los límites de la realidad -o el sueño- tiemblan, los árboles parecen cambiar de lugar. Celebi aparece, sin previo aviso, frente a ella. Ya no sonríe.

...He compartido mi mente con la tuya... y, sin embargo, no me entiendes. No me estoy riendo de ti. Lo último es como un eco de comprensión en la mente de la chica, que no está del todo seguro de si procede de su propia consciencia o de la del pokémon verde.

No puedo traer de vuelta a tu padre porque tu padre ya está aquí. Otra vez imágenes de infancia. Está contigo en muchos momentos de tu vida y luego toma un camino diferente. Su padre en los Rocket. Tierra, hierba, un bellsprout particularmente lozano mira con curiosidad un palo lleno de sangre seca tiempo ha. Su padre hablando con un Jake adulto, ambos vestidos de científicos. Lo abraza. No puede estar en dos sitios a la vez. Se rompe. Tu padre se rompe. La realidad se rompe.

Celebi revolotea alrededor de Tábata, sintiendo el calor del sol que se filtra entre las ramas de los árboles del bosque, ¿o es el bosque el que revolotea alrededor de Celebi? La cabeza de la chica da vueltas. Palpita. Las intrincadas sombras de las hojas de los árboles se mueven al ritmo de sus pensamientos, de su respiración, de sus pensamientos, de cada cuerpo desmembrado, cabeza arrancada y clavada en un afilado palo.

-Biii...

Una lágrima resbala por la mejilla de Tábata, al encuentro de la media sonrisa que deforma sus labios. Sin que se haya dado ni cuenta, Celebi le ha cogido las manos y las sostiene con delicadeza entre las suyas, pequeñas, suaves, frescas y verdes como la vaina de las habas verdes. Su expresión es dulce, cálida, reconfortante, aunque no sonríe.

Sea.

Hay alguien detrás de ella. Tábata lo sabe. En el sueño, se da la vuelta, no es consciente de haber soltado las manos de Celebi, pero detrás de ella no hay nadie. Y ahora Celebi tampoco está junto a ella.

Por un momento, solo se oye el quedo rumor de las hojas.

Pero dime, ¿de quién quieres vengarte exactamente? La persona que mató a tu padre está muerta. La mató otra persona. 

-Biiiiii-. Celebi está junto a ella, observándola con sus enormes ojos azules y ladeando su cabecita.

No puedo decirte cómo encontrar si no sé qué es lo que quieres buscar.

Tábata tragó saliva y suspiró pesadamente. Un aire pesado inundaba el bosque, como si éste se encontrase oculto en una gran caja cerrada, sin ventilación.

—Además de mi hermano, no me queda nada —susurró, ahora más calmada, con un cierto tinte lastimero—. Absolutamente nada. Mi madre jamás pudo superar la huída de papá. Pasé toda mi vida escuchándola culparme en silencio, y soy plenamente consciente de que, ahora que sabe de su muerte, la situación no ha mejorado. Soy consciente de que la familia que ahora tiene, ese marido y ese hijo pequeño, son el sustituto perfecto de la vida que no pudo tener. Pero en ninguna de esas dos vida hay una niña. En ninguna de esas dos vidas estoy yo.

Era consciente de que Celebi no tenía por qué enterarse de todo eso; pero ahí, en aquel bosque apartado de toda realidad, sentía que era necesario narrar lo que le había llevado a tomar esa decisión.

—¿Lo entiendes, verdad? Me he pasado toda mi vida esperándole. Toda mi existencia no se basa en más que en esperar a mi padre. Jake jamás lo entendería; él jamás será consciente de que, cuando mataron a nuestro padre, me mataron a mí también.

La joven, que se había dedicado hasta ahora a recorrer el tronco de los árboles con los manos, paró. Algo brilló enigmáticamente en sus ojos.

—Jake jamás se vengaría. Jake jamás emprendería una lucha contra nadie que no fuese él mismo. Pero yo no soy él. Yo no soy Jake. Por este motivo, quiero vengarme.  Sé que el objeto de mi venganza ya no existe, pero sé que el órgano que le nutría sigue en pie. Nadie se ha encargado de destruirlo. Y eso es lo que voy a hacer.

Sabía que, quizás, aspiraba a demasiado. Pero lograr aquello era el único proyecto de vida que le restaba.

—Me he cansado de vivir en la sombra. Quiero salir, quiero salir de este lugar, Celebi —alzó la palma de sus manos, intentando alcanzar la luz que se filtraba entre las copas de los árboles. Sintió cómo una lágrima resbala por su mejilla— Quiero deshacerme del Team Rocket. No hay nada que anhele más en este mundo. Sé que la persona que planeó el asesinato de mi padre aún sigue vivo. Sé que una organización así no se maneja con sólo una persona al mando. Mi venganza es desarticular al Team Rocket al completo. Aunque tarde años y me cueste más dolor o... —y al decir esto, acarició la cicatriz que cruzaba su pecho—... o muera en el intento; no me importa. Nada me importa. Tengo todo el tiempo del mundo. Tengo toda una vida por delante.

Percibió la presencia de alguien más en el bosque.

—... ¿Quién más hay aquí?

Por un momento, temió.

—... ¿Papá?

Justo cuando pronunció estas últimas palabras, Tábata lo supo.

—¿... Papá? —repitió, como ensimismada en sus pensamientos— Claro.

Lo recordó: la investigación de papá, la separación de sus padres, la huída de él con Jake, su sueño, el cómo el Team Rocket le reclutó...

—... Está claro. Querían a papá, querían la investigación de papá. Pero le mataron antes de que pudiese terminarla, quizás porque... ¿porque ya no le necesitaban? Imposible. Papá siempre tenía más y más por crear, todo está ahí, en su investigación. Quizás se deshicieron de él porque pensaba que no podía aportarles nada más. Si supiesen que aún hay algo que puede aportarles, y que ese algo puede ayudarles a recuperar la fuerza que tenían...

En su mente, todo comenzaba a cobrar sentido.

—Eso es —afirmó— No tienen líder. El único modo de destruirles es unirles de nuevo. El único modo de encontrarles en yendo directamente hacia ellos, no con armas, sino con la investigación de papá. El único modo de salir de aquí, es estando encerrada. Siendo uno de ellos. Convirtiéndome en uno de ellos.

Sus ojos brillaron.

—... Jake tiene que tener los papeles en algún lugar.