Partida Rol por web

Aquella noche pudieron descansar a pesar de la certeza de que había más impostores entre ellos. El trabajo de Ellis el día anterior para sellar por completo el complejo (o lo que de él quedaba) les garantizaba una barrera entre la presumible ubicación de Blair y ellos. Eso al menos suponía que debían preocuparse de un problema menos.

Igualmente, después de haber afrontado los animales alienígenas, los huevos alienígenas, McReady alienígena y la carne descongelada alienígena, les quedaba el amargo consuelo de que ya no había más posibles ataques sorpresa externos al propio grupo.

Aunque eso no les mantendría protegidos, al menos les proporcionaba la falsa seguridad de tener controladas las amenazas.

Sin embargo, por controladas que estuvieran, demostraron no estarlo tanto.

El amanecer les trajo, no solo un muerto, sino dos.

Ostap y Mia. Mia y Ostap.

El cocinero y la administrativa yacían en pleno centro del campamento nocturno. Alguien les había matado en medio de todos, mientras todos dormían.

Mia presentaba unas marcas en el cuello muy similares a las que luciera el cadáver de Rhonda la mañana anterior.

El cadáver de Ostap, sin embargo, tenía heridas y marcas muy distintas. Un agujero de unos 5 centímetros de diámetro en su pecho a la altura del pulmón derecho recordaba al agujero que tiempo atrás hiciera el cisne-araña en el armario de metal de la cocina. La sangre alrededor dejaba muy claro que aquella había sido la causa de la muerte. Debajo de sus uñas se podía ver una sustancia viscosa, verdosa y gelatinosa. La misma sustancia se apreciaba en la hoja de un cuchillo de cocina que estaba tirado junto a su mano derecha. 

Fuera lo que fuera que ocurriese, parecía que Ostap se había defendido y Mia no había tenido ocasión. O quizás Ostap la había defendido a ella. Esa hipótesis cobraba mayor sentido cuando se atendía a la posición de los cadáveres. Ostap se había arrastrado unos centímetros hasta Mia como atestiguaba el rastro de sangre en el suelo y ahora ambos yacían fundidos en un eterno abrazo.

Compungidos por la situación, no dudaron un instante. Sabían lo que debían hacer. Arrastraron los cadáveres a un lugar apartado y les prendieron fuego. También arrojaron el cuchillo con sus restos gelatinosos.

Los cuerpos antagónicos de la pareja ardieron sin oposición demostrando su humanidad. La gelatina verdosa del cuchillo y las uñas de Ostap se quemó junto a ellos.

Quedaban ocho expedicionarios con vida, si es que podías contar a aquellos que estuviesen siendo suplantados por la criatura del espacio. Eran la mitad de los que habían sido tan solo una semana antes, y aun tenían la certeza de que, pasase lo que pasase, morirían más.

Comenzaron a lanzarse miradas suspicaces unos a otros inseguros acerca de lo quienes de los presentes serían todavía humanos. Si juzgaban ciertas las palabras de Ostap, con su muerte habían perdido una de las herramientas más poderosas de las que disponían para encontrar a la criatura, ya que el ruso se había llevado su secreto a la tumba.

Desde un lateral, Blue, el último perro, les miró silencioso, uniéndose de algún modo a aquel juego de sospechas.

Entonces, ocurrió.

Una tremenda explosión les derribó e hizo que sus oidos pitaran.

Había sido una explosión mucho más potente que todas las anteriores que habían experimentado. Mayor incluso que aquella con la que acabaron con la vida de la criatura McReady.

El sonido de los generadores de emergencia se detuvo por completo anunciando el fin del circuito de calefacción y del de iluminación. Las luces verdosas se apagaron sumiéndoles en una oscuridad casi total solo rota por una tenue luz que llegaba procedente del lugar del complejo donde estaban los generadores. Aunque apenas podían verlo pues sus retinas se habían quedado momentaneamente cegadas por el destello de la explosión.

Se levantaron con torpeza recuperando lentamente la visión primero y el oído después, y entonces vieron el origen de la luz.

Allí donde había estado la pared que separaba la sala de generadores del exterior, había un enorme boquete por el que entraba el frío viento de la Antártida arrastrando nieve y hielo en suspensión. Dejaba entrar la luz del exterior, que a pesar de ser tenue, era suficiente para iluminar pobremente y recortar siluetas. Hacía tan solo 7 días, a esas horas la oscuridad habría sido total, una muestra más de que la primavera estaba muy próxima.

Tras recuperarse de la sorpresa, caminaron hasta el lugar y se encontraron una piscina llameante en el exterior. Una muy próxima a la sala de generadores y algo más alejada del hangar de vehículos. Una ubicada en un sitio que muchos conocían muy bien, especialmente las mujeres, que habían atravesado aquel lugar tres días atrás, al salir de su encierro en la Casa del Paraíso. La piscina llameante no era otra cosa que el lugar donde había estado el depósito enterrado de combustible que alimentaba la energía del complejo.

Alguien lo había hecho volar por los aires acabando con el suministro de energía del complejo. Y ese alguien solo podía ser Blair. Dado que todas las entradas habían sido selladas, Blair se vio obligado a obligaros a salir y levantar el sello. Y vaya si lo había conseguido. Había provocado el fin de la electricidad y de la calefacción. Y ese sería también el fin de todos si no encontraban una solución antes de la noche.

Por suerte para ellos, seguían contando con dos miembros del equipo de mantenimiento mecánico del complejo. Después de un rato de discusión en el que unos y otros intentaban sin éxito ofrecer soluciones a aquella situación distintas de dejarse morir, Lyra compartió una opción que podría funcionar. En realidad, era la última posibilidad de los presentes.

Había que reparar el tractor a vapor y utilizarlo como generador de energía, igual que habían hecho varias semanas atrás Mayor, McReady y Blair cuando usasen ese vehículo para instalar un campamento provisional en aquella fatídica expedición en la que encontraron a la criatura. El único riesgo era que, con el tractor reparado, ya no podrían asegurar que ninguno huyese de aquel condenado lugar antes de que la cuenta regresiva llegase a cero y la muerte y destrucción lloviesen sobre el lugar.

Jesús Yrion esbozaría una cara de sorpresa por un par de segundos antes de girarse hacia el resto de compañeros y continuar hablando de la forma mas monótona posible acerca de todo ello. A fin de cuentas, él aún seguía ahí, con vida, sano y salvo, algo que pareciera que no iba a durar demasiado tiempo si las profecías de los no-hombres-de-dios eran ciertas.

-¡Oh, no!. -Comentó con una falsa sensación de estar triste por la noticia de la muerte de Ostap- De todas formas...

Volviendo tan rápido a una actitud neutral respecto al asunto; eso fue lo único que dijo al respecto, esperando que la gente entendiera cierta referencia a un programa de televisión acerca de coches o algo así. Como sea, tras dar el tiempo prudencial, continuó hablando.

-¿Continuamos con eso de las votaciones y echamos a alguien así al azar?. -Inquirió al resto de humanos- Por ejemplo, podemos votar contra Ben Hudson, no sé... los ojos son un reflejo del alma y el lleva gafas. Creo que es un motivo más que válido para echarle... ¿A que sí?. ¡Ni idea de quién puede ser un Vil Demonio!.

La Cosa Takeda había ardido. Lejos de sentirse satisfecho, o victorioso, Ben se sentía triste. La doctora estaba muerta. No sabía desde cuándo. El ingeniero creía que parte de las palabras de la criatura habían sido veraces. En algún momento la doctora había salvado la vida a Ellis. Y con cuán terrible intención el monstruo había tratado de usar la verdad, y tal valiente gesto, como un arma más para ocultarse.

A pesar de que estaba temblando no apartó los ojos de la escena que sucedía delante de él.

El amanecer trajo una nueva desgracia. Ostap, que se había convertido en la punta de lanza de la humanidad, había sido asesinado. Con él, Mia se encontraba destrozada de igual modo. No, no de igual modo. El doble asesinato había sido perpetrado por dos de esas criaturas, no cabía duda. Ostap suponía una amenaza, y había sido eliminado. O quizás había caído tratando de defender a Mia.

Algo dentro de Ben estaba cambiando. Su timidez, su personalidad débil, de hombrecillo pequeño y gris, estaba cambiando, endureciéndose. Demasiadas tragedias, demasiadas muertes. Un hombre podía volverse loco ante tanta tensión o, como un pedazo de carbón, convertirse en diamante.

Antes de que pudiera decir nada, llegó la explosión.

El frío y el fuego, la desesperanza. Lyra encontró una manera de hacerles sobrevivir. Solo un poco más. Quizás no había salvación para ellos. Debían pelear. Era la naturaleza humana. Y con tantos muertos a sus espaldas él ya no se veía capaz de rendirse. Un interruptor se había activado dentro de su cabeza. Escrutó la oscuridad, trató de encontrar al doctor Blair. Era, a pesar de todo, un aliado. Un hombre capaz de todo por defender a la humanidad. Que siguiera peleando, tratarían más tarde con él, cuando esas cosas hubieran sido arrojadas a la más ardiente de aquellas llamas.

El cocinero había sido, por extraño que pareciese, un héroe para ellos. Un modelo a seguir. A final, la oronda figura, que más se parecía a un cómico de película que a uno de los héroes de acción que tanto le habían gustado, se había convertido en un apoyo, en una esperanza. Sin él, alguien debía ocupar su puesto. Y no sabía si él era el indicado. Pero Ostap había arriesgado su vida para hacer lo que debía hacerse. Y él seguiría su ejemplo.

—Séptimo día —su voz se percibió fría como el invierno —. Estoy seguro de que el señor Ellis y la señorita Thurston siguen siendo humanos —se acercó a Blue y le rascó detrás de las orejas —. Ostap analizó a Jeffry la noche anterior. Y esa Cosa ha estado demasiado ocupada esta noche como para asimilar a alguien. Por lo tanto, Jeffry sigue siendo humano —carraspeó, estaba deambulando por la zona de la explosión.

Buscaba algo. Finalmente lo encontró. Un resto aún humeante, una vara cuya punta aún estaba en llamas.

—Jesús Yrion está muerto. No sé cómo ocurrió, ni cuándo. Pero es tan evidente que esta vez no va a haber una detención. Esta vez vamos a coger a esa maldita criatura y a arrojarla a estas llamas —sus ojillos de ratón miraron a la Cosa Yrion, allí no había debate posible —.  Eres capaz de replicar nuestro tono de voz, nuestros recuerdos, nuestros sentimientos. Pero aun así no eres un humano. Si hubieras entendido la naturaleza humana habrías comprendido que podías hablar, comunicarte con nosotros para preservar tu propia existencia, sin matar, sin causar tanto daño. No lo has hecho, sigues tus instintos. No era una criatura inteligente, solo un animal del espacio, un lobo hambriento —no le quitó los ojos de encima —. ¿Cuándo mataste a Yrion? ¿Vas a decirnos quién entre los demás es tu compañero-cosa? ¿No, verdad? No, claro que no. No importa. Lo encontraremos, como te hemos encontrado a ti.

Estaba delante de la cosa Yrion, esgrimiendo el palo llameante como una lanza. No iba a dejarle escapar.

Cuando descubrimos los dos cuerpos asesinados no pude sino llevarme una sorpresa al ver a Mia, entendía porque había matado a Ostap, pues lo que el hacía ponía en peligro a aquella Cosa, pues nos había revelado quienes estaban infectados, lo malo es que se había llevado la forma de hacerlo a la tumba y ahora volvíamos a estar como al principio. 

¿Qué demonios?

Por si aquello fuera poco la explosión nos dejó ko por unos instantes, me pitaban los oídos y me había dado un buen golpe. Tras examinar los daños, logro dar con una solución, no muy buena, pero al menos era algo y teníamos que lograrlo, o moriríamos congelados. 

Antes de ponerme con ello observo la escena que se produce ante mí, Ben parecía querer ajusticiar a Yrion, y por lo que a mí  me parecía con razón, el día anterior se había puesto contra Ostap y ahora el cocinero estaba muerto...

- Estoy con Ben, después de lo que dijo Yrion seguro que es uno de los infectados, deberíamos tener cuidado con él. Maldita sea, está muriendo demasiada gente inocente, y si no frenamos este frío, lo haremos todos.

Lloraba. Su alma lloraba. La dra habia resultado ser la cosa y aquello le habia traido pesadillas al dormir, pero la mañana había sido otra bomba más para su cordura.

No supo cuando pero llegó incluso a arrodillarse entre ambos, Ostap y Mia, y se aferró a ella pidiendole pérdon en cadena pues la habia votado una vez. Realmente no se sentia mal por haberla votado, era lo que tenian que hacer. Quizás le pedia perdón por no haberse dado cuenta antes que Takeno no era Takeno. Quizás por no haberse despertado para evitar sus muertes. Quizas....

La explosión la obligó a apartarse, a sacar su mechero de nuevo, como si aquel pequeño objeto pudiera servir de algo ante aquello. Su cuerpo temblaba de frío, de miedo...

Entre todos buscaban una solución pero ella no podia dejar de mirar a Yrion. Siempre desde la lejania, temiendo que la tocara, que le mirara siquiera. Cuando Ben se alzó ante él, Maika se apresuró a colocarse detrás de aquel hombre tan diferente al cientifico al que habia conocido cuando llegó allí.

- Lyra... ven aquí...- le murmuró, intentando que no se quedara expuesta por si la cosa decidía atacar. Su mano libre se aferró a la parte de atrás de la camisa de Ben intentando reunir fuerzas pues sabia que no habia mucha gente para reducir al enemigo. Tenian que hacerlo entre los que quedaban

- Tenemos que matarlo, si - la voz también le temblaba...

Por su parte Jesús Yrion está cansado, derrotado por todo lo que estaba ocurriendo. Incluso podría decirse que un poco harto de todos los presentes que lo veían como si el no fuera más que escoria, un "punching-bag", todo porque el no había estudiado una rama científica, o ido a una universidad de prestigio, o estudiado una carrera... o ido a una universidad... o terminado los estudios superiores... o los de formación profesional... o los obligatorios... ¡Esto es ostracismo!. Significara lo que quisiera significar.

-¡Esto es Ostracismo!. -Exclamó Jesús enfadado con los presentes que lo ninguneaban- Me tratáis como si yo fuera una Ostra y vosotros una panda de... de... de esos animales que odian las ostras... ¡Los judíos!. -El hombre de Dios sacó de nuevo una nueva Biblia y la mostró a todos los presentes- ¡Os hago saber que: Ostap os está manipulando!. ¡Y puedo demostrarlo empiricamente usando esta nueva Biblia!.

Tras decir esto, el hombre abrió la Biblia y mostró a los presentes el contenido, subrayando algunas vocales al azar, que casualmente demostraba todo lo que había prometido que iba a demostrar con todo ello.

El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley.

1 Corintios 15:56

 

¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!

1 Corintios 15:57

 

Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano.

1 Corintios 15:58

El hombre pasaría un par de páginas...

Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren.

2 Corintios 1:3-4

Habiendo terminado aquella muestra empírica de cómo Ostap era un Demonio con piel de ruso obeso, Jesús Yrion suspiró aliviado, esperando que esto fuera algo más que suficiente para demostrar que aquel hombre no era más que un siervo de Satanás ante los ojos de gente que no compartía su afición por seleccionar letras al azar.

-Ahora espero que todos bajéis vuestras armas y hayáis podido comprobar como, en efecto, Ostap es un Demonio que se está haciendo el muerto... ¡Para engañaros!. Sí, eso mismo...

Y antes de terminar, decidió aclarar, de forma calmada el motivo de su despido.

-¡Y ME DESPIDIERON PORQUE ESTABAN RECORTANDO SECCIONES Y DECIDIERON QUE EVANGELIZAR EL MUNDO NO ERA UNA PRIORIDAD PARA LA EMPRESA!. Malditos empresarios... ¡Arderán todos en el Infierno!.

Tras haber aclarado esto, carraspeó levemente y terminó.

-Votaré por Ben Hudson, porque así demostraré mi punto de que Ostap os está engañando ahí fingiendo estar muerto para eliminar a humanos... como Demonio sediento de sangre que es... uno muy silencioso ahora... porque finge estar muerto...

Oí a Maika llamarme, sí, quizás era mejor no estar muy cerca de Yrion, así que me coloqué tras Ben que llevaba el palo llameante.

Resoplé al oír a aquel mentecato.

- ¡Deja de decir tonterías! 

Cada vez tenía más claro por quien iba a votar aquella noche, ese tipo era un idiota, antes y después de ser un infectado, vale, que no se lo merecía, pero es que no había aportado nada con sus conocimientos desde que habían llegado, era un ser insufrible, eso es lo que era.

Dado que Ben, Lyra y Maika ya se posicionaron en esa postura anti-Jesús, aquel hombre de Dios veía cada vez menos probable que la situación fuera a revertirse, y aún con todo, este seguía mostrando una más que amplia sonrisa a todos los presentes, con un gesto confiado, como si esperara que todo se solucionara de la mejor forma posible para su trasero.

-¿Y tu que opinas Ellis?. -Inquirió el hombre de Dios- Como jefe de seguridad supongo que debes de saber que los que ejercen la violencia es porque no tienen argumentos para convencer. ¿Verdad?.

Y por si acaso también lo hizo con los otros que aún no se habían posicionado.

-¡Jeffrey! ¿Te puedo llamar Gif?. -Preguntó de forma amigable- ¿Qué tal si dejamos que estos locos que aún creen que la tierra no es plana aquí encerrados y nos buscamos una avioneta para ver el borde del mundo y luego volver a la civilización?. Me refiero, si no tomamos las "rutas aéreas" que se usan para engañar a la gente, llegaremos a casa en nada de tiempo.

Uno menos para tratar de convencer de su "buenrollismo", seguiría con su mirada a Üngak.

-¡Líder Autóctona! -Indicó con una amplia sonrisa- ¿No le vas a decir a estos que en tu país, el cinturón de hielo de la Antártida, amenazar a gente con antorchas es una cosa de muy mala educación?. Me refiero, supongo que en todos los países lo es... pero ya sabemos como la gente es y sus culturas primitivas...

Esperando haberse ganado a la Líder, se giró hacia Zhou.

-¡Zhou! Tu... -dudó por un minuto llevándose la mano a los labios y tras un par de golpecitos suspiró- Realmente no nos conocemos demasiado... pero por fortuna sé como tratar a alguien de tu sexo. ¿Osea tía, acaso no crees que Ben está actuando de forma tope rara?. No sé tía, está tope rarito el geek ese... -Jerga juvenil de películas.

La tenía en el bolsillo. Casi podía sentir el calor de la cooperación y la concordia... o quizás fueran los fuegos que estaban amenazándole, sea como fuere, el caso pareciera que a Jesús se le estaban acabando las bazas bajo las mangas, de forma literal, porque mientras expresaba se le cayó tres ases del mismo palo de la manga.

-Eso es de Ostap, también. ¡Confiad en mi!. ¿Cuándo os he mentido yo?. No hace falta que respondáis.

El día traía unas muertes muy dolorosas, el gesto de Ellis se dejaba ver apesadumbrado y al escuchar la confianza que depositaba Ben en él apenas pudo responder con media sonrisa. Habían cazado a un culpable, habían muerto inocentes y tenían a alguien enfilado. Un alguien, un predicador, uno que seguía acusando a alguien que sabían inocente, uno que buscaba su apoyo. Aquel gesto consiguió que Ellis se girara hacia él.

Mi deber es asegurar la supervivencia. Lo que incluye reducir las amenazas. Además... ¿violencia? -rió irónico- Supongo que inundar toda la tierra, que torturar a alguien cuarenta años para matarlo en la puerta de su objetivo vital y que matar a todos los primogénitos de una región no son violencia ¿no?

Aunque no tenía nada en contra de la religión, si en contra de la gente que la usaba para enriquecerse a costa de otros o como defensa, aquellos a los que su propia religión llamaba fariseos. Ellis era un hombre leído y no le gustaba la falsedad. En realidad le costaba ocultar el desgrado por el personaje que tenía enfrente desde casi el principio.

Mírelo así: si es usted inocente, será un mártir en la caza ¿del demonio? Y dejará claro posibles culpables con su fin. Incluso puede montar un numerito o un discurso. Trataré, eso sí, que sea lo más rápido posible.

Para proseguir, miró a los demás.

Tenemos que arreglar el vehículo, cargarlo de bombas químicas, y salir. Si alguien se transforma por el camino, explotamos todos. Hasta llegar al próximo vehículo. ¿Estamos todos de acuerdo con ello?

¿Qué hacía un tipo que apenas superaba el metro sesenta de altura, enarbolando un palo en llamas el cual usaba para amedrentar a un gigante de la palabra, mientras las llamas y la nieve devoraba lo que quedaba de sus antiguas vidas? Es más. ¿Qué hacían dos mujeres parapetadas detrás de él como si el bueno de fuese un escudo, un protector? Dudó, claro que dudó. Como siempre. De sí mismo, de sus palabras, de sus pensamientos. Porque nunca había sido valiente. Y menos se había visto en una tesitura parecida.

Pero había cogido el palo en llamas y eso parecía insuflar algo de seguridad en aquellos que aún estaban vivos. No se le olvidó que aún había otra de esas cosas entre ellos y que puede que Maika lo fuera, o Lyra. O ambas. Se sintió muy cansado. La verborrea de la cosa-Yrion le azotaba las sienes como un látigo. No decía más que sandeces, como el verdadero Yrion, pero sus motivos era aún más oscuros; confundir, engañar, aturdir, desviar la atención. Trataba de recabar apoyos, sobrevivir.

Ellis tomó la palabra. Pensaba en escapar, en salvar la vida. Aún había esperanza.

—A mí me parece bien —le contestó sin quitar los ojos de encima de la cosa-Yrion.

No dejaba de ser increíble; una criatura capaz de asimilar cualquier forma de vida. Y no solo a nivel molecular, sino también sus recuerdos, sus percepciones, sus gestos y amaneramientos, su comportamiento social. Una mascarada perfecta salvo por un detalle. El alma, pensó Ben. Algo que al auténtico Yrion le hubiera gustado. Esa Cosa carecía de alma. Y por  ende, debía arder en el infierno.

Pues eso. No hacia falta que nadie respondiera a aquel lunático que la enervaba. Su mano, la que encerraba el mechero, se cerraba más fuerte cuando mencionaba a Ostap, pero tampoco podia hacer mucho más. Al menos se sentia más tranquila con Ben y Lyra más cerca. Ellis también pensaba como ellos y eso calmó ligeramente sus nervios. Le sonrió asustada ante su idea.

Con aquello queria decirle que estaba con él aunque realmente temia saltar en llamas si la cosa se torcia - Quizás deberiamos intentar contactar con Blair.Dejarle un mensaje o algo. Hacerle participe del plan para que sepa que nos preocupamos tanto como él para no dejar salir a esa cosa. Más que nada para que no nos sabotee... -

El plan de Ellis no parecía una mala idea, quizás aquella fuese la mejor salida después de todo.

- Me apunto, yo me pondré con el vehículo y veré que puedo hacer, esperemos que Blair no lo haya inutilizado del todo y aún haya algo que yo pueda hacer.

Escuchó a Maika, pero no acabo de estar de acuerdo con ella.

- El problema de eso, es que nos va a sabotear hagamos lo que hagamos, estoy segura de que a él el plan no le parecería adecuado, por la mínima posibilidad de que esa Cosa escape, pero como queráis, total seguro que va a enterarse, porque no sé como lo hace, pero siempre va un paso por delante de nosotros.

Amanecer con no un muerto sino dos, dejo pensativa a Ungâk, sin saber como exactamente pero uno en defensa del otro supuso, ambos encontraron la fría muerte a manos de aquella cosa, ya no había lugar, ambos bandos habían pasado a exterminarse mutuamente y solo quedaría un vencedor o tal vez ninguno, si no hacían algo en los tres días que quedaban antes del bombardeo.

Nada mas tener este fútil pensamiento una explosión de verdad la hizo buscar con pavor la causa, ¿Que mas podría hacer Blair a estas alturas? Dejarlos sin calefacción por supuesto, dejar que todos sean humanos o Ijiraq cayeran en la desesperación del frio ártico. Llegado ese punto la inuit esperaba que al menos Blair también sufriera el dolor que estaba provocando, aun sabiendo que estaba trabajando por la humanidad no podía evitar odiar sus actos.

La gente pronto pareció posicionarse contra una persona en concreto y presas de la impotencia, el miedo y la incertidumbre, deseaban pasar a las manos, el tiempo de dialogo y prospección habían acabado, Ungâk por su parte aun tenia dudas sobre si era lo mas adecuado. Por eso se mantuvo en silencio de momento haciendo caso omiso a la suplica de Jesus, quien seguramente les haya estado mintiendo gran parte de la ultima semana.

-Es seguro que debemos buscar asilo. -Ella mejor que nadie sabia de la crueldad del hielo. -Y no creo que debamos preocuparnos de Blair, seguramente ya haya supuesto nuestras próximas intenciones y haya hecho un plan para evitar que nos libremos de sus acciones, pero creo que aun confía en nosotros, si no hace mucho que nos hubiera matado a todos... Estoy segura de que estará en algún lugar cercano, donde no podamos verlo pero él a nosotras si. -Quiso hablar sobre el aislamiento, pero llegados a ese punto sabia que no tenían donde hacerlo o siquiera que ellos escucharan. Después de todo, prefería que fuera Blair quien acabara con las sospechas completas sobre el acusado, que mancharse las manos cuando ya estaban suficientemente perjudicados mentalmente con todo aquel horror sufrido.