Partida Rol por web

El terrateniente sostenía las riendas de su caballo, que se agitaba ante la presencia aterradora de las Tres Damas. Las figuras seguían levitando, regocijándose en el encuentro con su hermanastro y la sensación que estaban causando en todos aquellos hombres y razas que habían ido a su encuentro. 

— Elessäl... — dijo con voz baja pero autoritaria.

El medioelfo tardó unos segundos en reaccionar. Se giró levemente dando medio lado a Faendor.

— ¿Lucharas de nuestro lado?

El mago seguía con la cabeza orientada hacia Faendor, pero cabizbajo y en silencio. Elanor lo cogía de la mano, con fuerza, con cariño, haciéndole ver que ella estaba a su lado. El mago alzó la vista hacia la posición de Faendor y se despojó de la capucha. Su rostro, a pesar de tener el aura triste que lo había abrazado por el encuentro con sus hermanastras, tenía un aspecto más esperanzador, como si de una gran carga se hubiera liberado.

— A vuestro lado y al lado de cada ser que habita en la Tierra Media que tenga como objetivo acabar con la Sombra para hacer que la Luz reine sobre vuestro pueblo y todos los pueblos que tienen la más mínima vida.

Faendor asintió mientras miraba al mago sabiendo que tenía un aliado entre sus filas, un aliado poderoso que podría marcar el antes y el después en una batalla que sería recordaba por el resto de los tiempos.

— Siento que tus palabras son sinceras, y eso, me enorgullece; a mí y cada uno de los soldados que hoy hemos venido a librar esta batalla — Faendor alzó su montura sobre las patas traseras con un relincho potente —. ¡No permitiremos que los enemigos traspasen estas fronteras, no permitiremos que hoy pisen la tierra de Gondor, que tanto ha luchado contra la Sombra, hoy no!

Los soldados miraban, expectantes, armas en mano. Escuchaban a su líder, preparados para el momento de la verdad.

— Aquellos a quienes veis ahí — dijo mientras señalaba a los aventureros, en primera fila de batalla junto al mago — han luchado contra todo tipo de peligros para hacer que hoy podamos saber a lo que nos enfrentamos. Si ellos, quienes vienen de lejanas tierras o no son de sangre gondoriana, están aquí... ¡Qué vamos a hacer nosotros!

Un rugido feroz y al unísono se escuchó procedente de los hombres de Gondor.

— ¡Qué vamos a hacer! — gritó Faendor.

— ¡Luchar!

— ¡Qué vamos a hacer! —repitió.

— ¡Luchar, luchar, luchar!

— ¡Por nuestro pueblo, por ellos y por todos los Pueblos Libres!

Los rohirrim comenzaron a golpear sus escudos y levantar sus lanzas al cielo negro de Osgiliath.

— ¡Por Theoden y por la Marca! ¡Cabalgad hacia el enemigo y que nada detenga vuestra esperanza, guerreros de Rohan! — alentó la líder a sus hombres, que no dudaron ni un segundo en emprender el ataque.

— ¡Por Rohan! ¡Que vuestras lanzas y espadas resuenen en el Folde Este!

El jinete sonreía, disfrutando del momento del combate.

Y el ejército de gondorianos y rohirrim comenzaron a avanzar hacia los orcos, que ya se encontraban a decenas de metros de ellos, escudos y espadas en mano. Los sirvientes de Mordor alzaban sus armas y hacían resonar sus escudos entre multitud de maldiciones en lengua negra y rugidos sin sentido.

El ambiente se hizo ensordecedor por los gritos y las pisadas de los soldados que avanzaban a la batalla. Brecca, Ódvarr, Vánima y Dromri se prepararon encarándose hacia los orcos mientras escuchaban como el ejército aliado llegaba tras ellos. Se miraron entre ellos, y no hizo falta más que un instante que sabían, qué, a pesar de todo, estaban en el lugar y en el momento correcto, después de tantas leguas de viaje, tantas aventuras y tantos peligros superados. Ahora después, era el momento porque tanto habían peleado, por los pueblos que habían salvado, las familias y las gentes por quien se habían enfrentado a criaturas horrendas.

— ¡Habéis elegido la muerte, estúpidos y débiles humanos! — gritaron las Tres Damas — ¡Habéis elegido la muerte! ¡Elessäl, los has condenado a arrastrándolos hacia un lugar oscuro!

Y levitaron retrocediendo para dejar paso a los orcos, quienes fueron los primeros en llegar al combate.

El mago seguía cogiendo a Elanor de la mano. Apretaba con fuerza la mandíbula mientras miraba a los ojos a la silvana. Los dos, bajo la lluvia, se tenían el uno al otro, cerca. Una tímida sonrisa de medio lado se dibujó en el rostro del mago. Para Elanor, aquel gesto fue un rayo de luz entre una mañana fría y dolorosa, aliviando su corazón, que se encogió por un momento.

Elessäl, apretó fuerte sus dos manos con las de Elanor y pegó su frente a la de ella. El mago suspiró con fuerza, con los ojos cerrados. 

— Si no me hubiera acompañado en este camino de Oscuridad, me hubiera perdido, dama Elanor — dijo con un rostro dulce y agradecido — En esta vida... o en la otra, le estaré siempre agradecido.

Y el mago se inclinó para besar los labios de la maga.

Los soldados pasaron por ambos lados de los magos fundidos en el beso gritando y portando sus armas hacia la batalla, pero el mago y la maga no se movieron, pues, en aquel momento, sus mundos giraban a toda velocidad pero el tiempo se había detenido, haciendo del momento una eternidad. Rodeados de decenas de soldados, sentían que nadie más había en aquel lugar.

ASALTO 1

Y así comenzó la batalla de Osgiliath contra las Tres Damas y su ejército enviados por Sauron, el Oscuro, el Ojo; que desde Mordor forjaba un nuevo destino para la Tierra Media y todos los hombres y razas que vivían en ella. El sonido del metal, de la carne desgarrándose y de los gritos de dolor y euforia no tardaron en impregnar el lugar, en un caos de vida y muerte; en un caos de Bien y de Mal.

ASALTO 1 - VÀNIMA

La guerrera elfa tomó su arco, con una rápida mirada a su hermana. Ella y Ellesäl estaban cerrando el círculo del dolor del mago y colocando la luz de la esperanza en medio de la triste lluvia que caía en la batalla, siendo el símbolo de lo que querían hacer: que los Pueblos Libres tuvieran esa luz sin que muerte los amenazara. 

Sintió en su corazón una extraña sensación, cuando las palabras de Faendor  hablaron al resto de soldados. De pronto, entendió que quizás la liberación de su orgullo pasaba por amar a aquel pueblo de los hombres como hacía su hermana con Ellesal, y así perder la dureza de su alma, y quizás al fin dejar de ser exiliada...

Cargó el arco con velocidad, observando lo que tenía enfrente. El enemigo se acercaba, oscuro y tétrico. Sintió a sus compañeros al lado, y tensó sus músculos. Había llegado su gran batalla. Y esta vez no era por orgullo y por ser una gran guerrera. Importaba. Era por mantener la Belleza de la obra de Ilúvatar. 

Su arco cantó. El sonido resonó como la cuerda de un arpa. La batalla comenzaba. 

Brecca
ASALTO 1

Brecca avanzó hacia el enemigo con el corazón en un puño, sabiendo que su filo sería impotente contra las arpías, pero consciente de que sus enemigos por el momento eran los Orcos. Enfentó a su oponente, haciendo un ataque de tanteo mientras  se mantenía a la defensiva, debía asegurar su guardia entre tanto enemigo y confiar en que podría debilitar a su enemigo.

ELANOR 

ASALTO 1

El momento había llegado y tras la confesión de Elessal, me mantuve a su lado de forma incondicional porque así mi corazón me lo estaba diciendo. Mucho es lo que hemos compartido bajo la luz de Iluvatar y ahora mismo, siento que estoy unida más allá de lo inexplicable. 

Por ello aún de la mano mientras el fragor de una batalla que será demasiado dura para todos se va gestando, noto la cercanía y el calor de unos labios que saben a amor. Decidida a firmar aquí mismo este compromiso puro entre los dos, correspondo al beso con dulzura desde lo más profundo de mi y luego cuando la distancia forjó un eco constante de acero, gritos y demás, respondí. 

—Y yo a ti, siempre juntos Elessal. Siempre. 

Ya sin soltar su mano, cogí la varita con fuerza y pronuncié aquellas palabras, deseando que esto no termine con mi vida. No cuando había descubierto lo que era el amor. 

DROMRI

ASALTO 1

Hasta el duro corazón el enano sintió una pequeña punzada de emoción al vivir todo lo que estaba pasando en aquel momento. Desde que abandonó su tierra natal, nunca pensó que llegaría a ser participe de grandes hazañas y leyendas como las que estaban por forjarse. Dromri se giró hacia los orcos, quienes estaban a pocos metros de ellos y venían armas en alto.

— ¡Es el momento, a por ellos, compañeros, es hora de darle acero! ¡Venid a morir, perros orcos! - gritaba mientras levantaba su gran martillo para el ataque.

Ódvarr

ASALTO 1

Ódvarr no tenía ninguna duda. En esa batalla debía demostrar todo lo que sabía sobre el combate. Demostrar todo lo que había aprendido sobre la espada en el camino, y que podía ser considerado un guerrero de gran renombre, y sobre todo, que solamente su nombre y su porte fuesen capaces de inspirar miedo en el corazón de la sombra de Mordor. No tenía miedo de enfrentar a las tres damas, ni tampoco del ejército con lo que luchaban ahora, el único miedo, era no tener dinero para salvar a su madre. No pensaba nada más mientras luchaba.

RESOLUCIÓN ASALTO 1 (General)

Y cuando menos se lo esperaron, un encontronazo hizo saltar lanzas, cascos y cuerpos sin vida a los pies de Osgiliath. Faendor, que no tardó en posicionarse en las primeras filas de la batalla, se encaró con un general orco en un combate muy igualado. No como Derewen, que quién con una gran embestida a lomos de su caballo, lanzó por los suelos a su primer contrincante. Gleomund, en cambio, fue alcanzado por una de las cientos de flechas que surcaron el cielo negro de Osgiliath. Los gondorianos se organización con éxito entre sus filas resistiendo la primera embestida enemiga, causando decenas de bajas entre los orcos.

RESOLUCIÓN ASALTO 1 (Jugadores)

• Vánima (Proyectiles): 26pv, E - 3pv, 3pv/asalto
• Elanor (Magia): fallo.
• Elessäl (Proyectiles): fallo.
• Brecca (CaC): fallo.
• Odvarr (CaC): 20pv, D - 15PV, brazo cercenado, inconsciente (en batalla, muerto)
• Dromri (CaC): 10pv, B - 5pv, -5 actividad
• Orco Vánima: 17pv, C - sin daño extra.
• Orco Elanor: 28pv, E - mano cercenada, 12pv/asalto, 6 asaltos aturdida.
• Orco Elessäl: 9 pv, A - 4pv, 2pv/asalto, 1 asalto aturdido.
• Orco Brecca: fallo.
• Orco Dromri: 6 pv.

La flecha de Vánima fue la primera en impactar en los enemigos con una ferocidad descomunal. Aquel proyectil, a pesar de la destreza que tenía la guerrera con el arco, era impulsada por un sentimiento de venganza y de liberación personal que terminó clavándose con fuerza en el pecho del orco, hiriéndole con fiereza. Pero el ataque del orco no fue menos que el de la guerra. La inercia asesina de su enemigo, que no retrocedió, hizo que recibiera un tajo con gran daño.

Odvarr fue el primero en dar muerte a los orcos de Sauron. Con un gran giro de muñeca, blandió su espada en dirección a su enemigo. Entre la multitud y el clamor de la batalla, el guerreo incrustó su arma en el pecho del orco que solo pudo lanzar un grito horrendo de dolor para perder la vida. Odvarr quedaba libre para ayudar a cualquiera de sus compañeros.

Brecca, en una posición defensiva, estocó un tajo que impactó de refilón en la armadura de su enemigo pero sin causar daño. El orco devolvió el golpe pero el montaraz, que ya estaba precavido, desvió la hoja de la cimitarra sin ningún problema. Brecca, inteligentemente, comenzó el combate precavido.

Dromri lanzó su martillo golpeando en un hombro a su enemigo. Este devolvió el ataque pero desequilibrado. A pesar de ello, consiguió penetrar levemente la armadura del enano.

Elessäl, de la mano de Elanor, desenfundó su espada para el combate. Tras cruzar varios tajos con el orco más cercano, el metal impactó en las armaduras sin causa daño. Su enemigo, más rápido de lo que parecía, aprovechó toda la confusión que habían producido las Tres Damas para devolver un golpe que cortó en un lado de la cara, haciendo sangrar al medio elfo y dejándolo aturdido en el suelo. Pero la peor parte, se la llevó Elanor. Su hechizo se perdió en la noche, como maldecido por una poder oscuro. Cogido de su amado Elessäl, notó una sensación extraña en el brazo por el cual se agarraba. A los segundos, un dolor insoportable. Cuando la maga giró la vista, vio como su mano había sido cercenada por la espada de unos de los orcos. La sangre comenzó a correr con abundancia haciendo que la maga cayera al suelo aturdida por el dolor. Su enemigo se preparaba para rematarla...

— Elanor... No... — decía el medioelfo desde el suelo, sin poder moverse.

Una risa entrelazada y lejana se escuchó en aquel momento. La venganza de las Tres Damas era inminente.

Ódvarr

Segundo asalto

Tras tener su espada manchada de sangre orca, Ódvarr miró a sus alrededores buscando sus compañeros, y al ver a Elanor malherida, sintió un escalofrío, y se interpuso entre el orco y ella. Si podía, intentaría dar muerte aquél orco, pero su mayor intención era protegerla de la atención de este. Lanzó un corte sin mucha habilidad, con mayor intención de distraer al orco que matarlo.

Brecca
ASALTO 2

El Montaraz sabía que mientras el miedo atenazara su estómago, sólo podía intentar resistir, o quizá el miedo fuera el que le aconsejaba no lanzarse del todo contra su enemigo. Esta vez supo con certeza que su golpe nisquiera se acercaría a su blanco, y por tanto adoptó una postura de defensa. Entre tanto sentía las ansias de la espada negra por probar sangre, pero sabía que no era un arma adecuada para una batalla masiva, no en su estado, no estando las tres damas tan cerca.

DROMRI

ASALTO 2

El enano asestó otro golpe con su martillo aprovechando que su contrincante estaba debilitado. Giró sobre sí mismo para después soltar toda la fuerza con su gran arma a la espera de poder quitar la vida del orco y poder ayudar a su compañeros.