Partida Rol por web

"Desde tu primer día, tu única obligación será la de hacer de nuestra Tierra Media, un lugar de Bien y de Paz.

Por encima de ti, por encima de cualquier criatura." 

TURNO 1

Ódvarr pudo ver como los pájaros volaron de entre los bosques. Aves negras, aves pardas; bajo la fina lluvia. Las copas de los árboles se mecían por el fino viento que hacía que el agua cayera afilada en su cara. El guerrero conversaba con aquel joven, pendiente de cualquier movimiento sospechoso, pues aunque su corazón era noble y amistoso, en más de una pelea se había visto envuelto por confiar de más.

De repente, otro joven con una capa similar al del hombre que iba con él en el carro, apareció entre las espesuras.

- Bienhallados viajeros. Mi nombre es Brecca y me dirijo a Minantir. ¿Seríais tan amables de decirme cuánto camino me queda por delante?

BRECCA

El montaraz, en gesto amistoso, salió de entre los bosques para aparecer en el camino. El guerrero que iba en el carro, quien llevaba tiempo mirando en esa dirección, frunció el ceño al ver al montaraz. Cuando cruzaron sus miradas, sintieron que no tenían nada que temer y que sus alineaciones eran buenas y nobles.

Con las palmas a la altura de los hombros, Brecca se mostró pacífico. 

En ese momento en que el guerrero y el montaraz cruzaron las miradas, el joven que acompañaba a Ódvarr en el carro, sacó un daga hábilmente de su bota y la colocó en la garganta del guerrero. Su cuerpo se quedó paralizado, mientras miraba de reojo a su atacante.

- ¡No te acerques ni un paso más! - gritó el joven a Brecca - ¡Yo he llegado primero, vuelve tras tus pasos y lárgate! - advirtió al montaraz -. Y tú...  - le dijo al guerrero - ¡No intentes nada extraño o te vaciaré la garganta! - Ódvarr notaba en su cuello como temblaba el pulso del asaltante. El filo de la afilada daga comenzó a hacerle una herida que dejó un pequeño hilo de sangre.

"Deli y Dania se miraron, con cara de susto.

- ¿Le hicieron daño al señor del burro, papá? – dijeron casi al unísono, apenadas.

Dreon observo a sus hermanas, con dulzura.

- No todos los hombres y mujeres son malos, ¿verdad, papá? – preguntó cuando volvió a mirar a Orennor.

Orennor se quedó unos segundos mirando al fuego.

- Los humanos son capaces de lo mejor y lo peor, de ahí depende el destino de sus corazones. Pueden destruirse entre ellos, pueden destruir la tierra donde viven sin pensar que se están destruyendo ellos mismos…  - un gesto triste cubrió la expresión de Orennor - Y casi siempre por envidia, poder, riquezas… orgullo. Los hombres y mujeres no valoran, algo tan cotidiano e importante, como un nuevo día. Lo ven como algo por derecho… – Orennor hizo una pausa mientras miraba a la lejanía, pensativo -. Pero nuestros héroes – prosiguió – valoraban la paz y la justicia, valoraban el bien. Y aunque habían sufrido, perdido seres queridos y sentido el dolor frío del acero en sus propias carnes… siempre habían perdonado, siempre habían recorrido el duro camino de las dudas y el orgullo, pero nunca sucumbieron, por mucho que les costara.

Dreon miraba a su padre fijamente. Aún siendo un chico joven, sabía de los valores de los que hablaba.

- ¿Qué pasó después, papá? – preguntó expectante.

Orennor se frotaba las manos junto al fuego.

- Algo dentro de ellos mismos les hizo ver que sus camino se unían. No solo por aquel momento en el que el guerrero había sido atacado, sino porque sintieron el mismo deber, el deber que unía a los hombres…"

TURNO 1 - Brecca

La reacción del encapuchado lo tomó por sorpresa y Brecca, tras cruzar una mirada con el hombre acorazado, clavó sus ojos en los del joven de la daga y se plantó en el camino - ¿En serio piensas que te irás de aquí con el botín muchacho? ¿Realmente crees que habría salido desarmado al camino sin tener un par de arcos apuntando? Haz algo estúpido, como matar a ese hombre, y te convertirás en alfiletero antes de que la carreta haga dos metros.

TURNO 1 - Ódvarr

Y finalmente, el hombre con el que viajaba había mostrado su verdadera cara. Debido a esto, por mas de que tenía un corazón amable, muchas veces mostraba frialdad, debido a que muchas personas podían parecer amables, pero te terminaban apuñalando por la espalda. Al menos, yo y viajero, cuando cruzamos miradas afables, entendimos la situación. Aprovechando la distracción que este generó, sentí como el filo del cuchillo sobre mi cuello era más ligero, y en ese momento, reuní todas mis fuerzas y le lancé un codazo directo al pecho, con la intención de sacarme del brazo de encima y luego tirarlo del carromato, donde no me pudiese herir con el puñal.

TURNO 2

Unos segundos de tensión se podían vivir en mitad de la mañana nublada y lluviosa. Brecca, sabiendo que no tendría muchas posibilidades de conseguir influir en aquel hombre dispuesto a quedarse con el cargamento, prefirió distraerlo antes que emplear la violencia con su arco. El hombre contuvo una risa nerviosa tras escuchar las palabras del montaraz.

- ¡Lárgate de aquí! - dijo con un gesto entre divertido y nervioso, estaba pálido. Su daga seguía en el cuello de Ódvarr - ¡Lo único que vas a conseguir es...!

Y un codazo furioso salió directo al mentón del ladrón, que escupió sangre, mientras la cabeza se desplazada hacia atrás por el impacto.

Resultado: 1pv (1/? ladrón)

Inmediatamente, el ladrón atacó a Ódvarr con la daga, pero la hoja cortó el aire pues el guerrero lo empujó antes de que pudiera herirle. El ladrón se levantó rápidamente y desenfundó una maza de una vaina que tenía colgada en la espalda, tras la capa.

- Con que esas tenemos... ¿Y si nadie se queda con nada? ¡¿Qué tienes aquí!? - gritó el ladrón mientras golpeaba un barril de los que Ódvarr transportaba.

El golpe hizo que la madera crujiera y saltaran astillas. La presión del interior comenzó a combar la tabla que finalmente se partió derramando el vino que había en su interior. El camino se formó tinto y marrón por el barro. Ódvarr sintió como un calor se apoderaba de su cuerpo.

TURNO 2 - Ódvarr

El codazo que le di fue tan fuerte como me lo esperaba, pero no tan fuerte como me hubiera gustado darle. Sucios ladrones como él me provocaban una ira muy, muy honda, porque se aprovechaban de las buenas personas como nosotros que intentaban surgir dentro de todo haciendo esfuerzos como este. En este momento no me preocupaba mi integridad, y el esquivar la daga, fue puramente instinto, pero cuando golpeó uno de mis barriles…ya el odio fue total. ¿Él tenía idea de cuánto me había costado ese tonel? ¿De cuánto dinero me estaba haciendo perder? Con un rugido de odio, me lancé contra él, e, intentando darle una patada, quería botarlo del carro utilizando toda mi fuerza, para que perdiera su arma y cayera el piso, dándome tiempo a mí también de agarrar mi arma para poder defenderme y noquearlo.

TURNO 2 - Brecca

Tan pronto como el guerrero reaccionó y le dió el codazo al encapuchado, Brecca tomó el arco de su espalda y cargó una flecha en la cuerda, la punta de la cual apuntaba al bandido para cuando éste hubo terminado de destruir el barril. - Es tu barril el que ha roto guerrero, tu decide si quieres entregar a este bandido con vida o si lo llevaremos muerto hasta Minatir. - claro que en ese momento el guerrero saltó sobre el bandido, haciendo que su pregunta quedara en el aire de forma indefinida.

TURNO 3

ASALTO 1

El gesto de Ódvarr se torció, enfurecido. Le dolió por cada kilómetro recorrido, por cada noche helada y por cada gota de lluvia que había caído sobre él. También le dolió porque su cometido era noble, se ganaba la vida honradamente y nunca le había robado a nadie. El guerrero alzó la pierna y estrelló la planta de la bota en el pecho del encapuchado, que cayó estrepitosamente de espaldas sobre el suelo, salpicando de barro todo lo que tenía alrededor.

Resultado: -9pv, A - Crítico: -4 pv, 1 asalto aturdido. Ladrón (14pv/?)

Mientras tanto, Brecca, colocó una flecha en su arco y, con ella sujetando la pluma sobre dos dedos; propuso al guerrero darle vida o darle muerte a aquel bandido. El ladrón se levantaba visiblemente mareado por el golpe, inofensivo.

TURNO 3 - Ódvarr

ASALTO 2

Ódvarr se bajaría de un salto del carro, y observando el hombre que todavía se estaba recuperando, le pegaría otra fuertemente en el estómago. De ahí, vendría otra, y otra, y las suficientes hasta que soltara el arma y viera que el hombre dejara de luchar, o al menos, estuviera inconciente. Una vez que se asegurara que esto fuera así, lo subiría a mi hombro, y subiendo al carro, buscaría un grupo de cuerdas y lo dejaría bien amarrado al tonel que el mismo rompió, y luego lo amarraría al carro, para asegurarme de que no escapara de ninguna manera. Mirando al recién llegado le diría;

-Lo mejor será entregarlo a la justicia. Por más que me gustaría hacer justicia por mi mano, el decidió no matarme, y dudo antes de cortarme el cuello, solo por eso prefiero dejar que en la ciudad vean que castigo le dan, además, yo no sé por qué ha estado pasando para llegar a este punto, puede que tenga una familia que alimentar y no tenga como darles qué comer, o simplemente puede ser un vagabundo que buscó la vida fácil. Mi nombre es Ódvarr, ¿Tu cómo te llamas? –Pregunté, mirándolo.

TURNO 3 - Brecca

ASALTO 2

Tan pronto como el guerrero saltó sobre el bandido supo que el arco era un estorbo, independientemente de lo que sucediera, y tras devolverlo a su espalda se acercó mientras desenvainaba su espada y observaba el resultado del ataque, preparándose para actuar si las cosas salían mal.

TURNO 4

Ódvarr saltó del carro y comenzó a propinar patadas al ladrón, que lo único que podía hacer era encogerse mientras se revolvía en el barro. El barril de vino terminó de resquebrajarse y cayó del carro a la misma vez que el guerrero terminaba de golpear al asaltante. En el silencio se podían escuchar los lamentos del ladrón y el jadear de Ódvarr.

Resultado: 10pv, A - Crítico: No hay daño extra. (Ladrón 24/? pv)

Brecca se acercó con pasos largos espada en mano cuando perdió de vista a los dos hombres detrás del carro. Al asomarse, vio como el guerrero preparaba una cuerda para maniatar al que había intentado robarle. El montaraz, tras ver que el peligro había pasado, miró a su alrededor para comprobar algún posible asaltante y enfundó su espada para ayudar al guerrero.

TURNO 4 - Brecca

- Mi nombre es Brecca, Óldvarr, Brecca Mordecai. - dijo al tiempo que envainaba la espada y se acercaba - Me parece justo que sea entregado a la justicia, afortunadamente ha decidido vivir, no cómo uno de los bandidos que me encontré anoche. - observó el barril destrozado y el aroma del vino le dijo que había sido una buena cosecha - Lamento lo del barril, hay gente que no puede ver a otros felices si ellos no lo son. ¿Puedes creer que el segundo bandido que atrapé intentó convencer a los aldeanos de que era su lider y los había traicionado? no tenía nada que ganar si le creían y aún así intentó hundirme con él. - meneó la cabeza - Espero que los hombres y mujeres honrados sigan siendo mayoría, de otro modo el oscuro habrá ganado. 

Una vez el bandido estuviera atado ayudaría al guerrero a subirlo al carro. - ¿Vas para Minatir? si es así ¿Puedo acompañarte? - su madre le había enseñado a no dar nada por asumido, si quería algo tenía que preguntar, y una negativa era tan aceptable como una afirmación.

TURNO 4 – Ódvarr

Ódvarr golpeó un par de veces más al hombre, mientras respiraba hondo, y dejaba que la ira se fuera poco a poco. Suspiró, lamentándose que hubiera perdido un tonel completo de vino, pues eso sí que le haría perder las ganancias que tenía presupuestadas. Mirando al hombre que se acercaba, ofreció su mando, y con una media sonrisa, se presentó;

-Te agradezco tu ayuda, Brecca. De no ser por ti, habría muerto, o me habrían robado todo. Mi nombre es Ódvarr. Creo que este saco de orco bastará con entregarlo. Solo debo amarrarlo bien para que no se escape ni intente romper otro de mis toneles. Estos malnacidos pueden hacer lo que sea con intentar sobrevivir, pero escuchando lo que dices, mejor hecho los restos del tonel roto al carro, mira que aunque me conozcan en donde voy, nunca está demás. Estas invitado a venir conmigo, no podría hacer menos después de ayudarme con esto. Vamos, solo ayúdame a amarrarlo bien y ya iniciamos el camino de nuevo, me hace falta un poco de andar para despejarme este mal rato. –

Dijo Ódvarr, cambiando el caracho poco a poco. Agarro una de las gruesas cuerdas que usaba para mantener los toneles en su sitio, y tras amarrar al hombre bien, guardo los restos del barril roto, y tras esperar que Brecca se subiera al carro, empezarían el camino nuevamente.

TURNO 5

La unión de las manos de los dos hombres firmó un pacto de amistad, pues de no ser por el montaraz, el guerrero hubiera tenido serios problemas. Las palabras que intercambiaron a modo de información fueron sinceras; y agradecidos, tomaron el mismo camino hacia Minantir para completar sus respectivas misiones y poder tomar un descanso y un baño más que merecido en un colchón de plumas tras varios días de viaje.

Minartir (Gondor)
Ninui (Invierno), 5º día, año 2898 (Tercera Edad)

Las tierras de Minantir no seguían siendo muy extensas en comparación con cualquier aldea de la comarca oeste de Gondor. Su principal fuente de ingreso procedía de la ganadería y el comercio. Minantir se diferenciaba de las demás aldeas por su punto en el mapa, un punto de tránsito que permitía a viajeros y comerciantes descansar o ganarse algunas monedas.

Por esta razón, el gobierno de Gondor, hizo de Minantir un puesto de mando y de control, dotándolo de un pequeño cuartel y un equipo de exploradores. Con la llegada del invierno, el tránsito de comercio bajaba drásticamente y los asaltantes se hacían con los caminos más a menudo, mermando los almacenes y alacenas de humildes gondorianos que trabajaban de sol a sol.

Brecca y Ódvarr se adentraron en el pueblo portando además de un cargamento de vino y especias, un asaltante que sería entregado a las autoridades. Como el montaraz debía de ver al alguacil del pueblo, decidieron de camino entregar al encapuchado antes de que Ódvarr entregara el cargamento. El gesto del guerrero era de preocupación, pero en el fondo su corazón sabía que no había sido un error suyo, pues había defendido a ese cargamento y su acompañante, el burro Oldo, hasta el último minuto.

Una anciana que se encargaba de entrar en su casa varios canastos con comida, indicó a los dos hombres el camino hacia el cuartel donde se encontraba el alguacil. Tras recorrer varias calles bajo las miradas de algunos de los presentes, llegaron a su destino.

La puerta del cuartel estaba abierta. A las afueras, un par de caballos se encontraban atados bebiendo de un abrevadero. Ódvarr bajó del carro vigilando al ladrón mientras que Brecca se acercó a la estancia abierta y tocó en la puerta de manera prudente antes de entrar.  Un hombre de unos cuarenta y tantas primaveras asomó mientras portaba una espada, la cual limpiaba con delicadeza. Su aspecto era más envejecido para el de su edad y su gesto era serio. Se quedó mirando al montaraz y después miró al carro y Ódvarr, pero no dijo nada.