Jessie sonríe satisfecha ante el efecto de su control mental.
- Ya habéis demostrado que sabéis bailar, ahora pararos y esperad al lado de la puerta... - los dos agentes dejan de bailar y se sitúan a un lado, sumisos.
- Venga, salid de ahí que no hay tiempo para explicaciones. Vamos!! - grita al interior de la celda.
Todo un pasillo lleno. Aunque se alarga solo hacia vuestra izquierda, a vuestra derecha hay una pared. Y detrás las escaleras.
- Venga rápido, que los guardias les quiten esos malditos aros de la cabeza.- Le urge a su compañera. - Cuanto antes los liberen de ellos antes nos podrán ayudar a liberar a los demás.
Rumiko parece algo inquieta y enojada a la vez.
- Vamos maldita sea...- murmura mientras se pone frente a la siguiente puerta, dispuesta a abrirla.
Los sigo por detrás con paciencia, ante la falta de humor de Kate de hacer bailar a los presos. Pero no iba a decir nada, no era el momento. Segui a la chica oriental por detrás. Ahora liberaríamos a todos los que podíamos.
Tenemos que darnos prisa, enserio ahí abajo iban a traer al tipo ese que es tan poderoso, ellos tienen que largarse y nosotros quedarnos a resolver este asunto. Pero el tiempo nos aprieta.
Leonard sigue apresuradamente a Rumiko hacia la siguiente puerta.
Pero los dos parecen encontrarse en un dilema, las puertas las abren los agentes, que tienen las llaves.
Me asomé para ver a dónde iban la oriental y el viejo y me di cuenta de que eran esos hombres los que debían abrir todas las puertas, así que la cosa estaba bastante clara. Supuse que los de la celda ya iban a salir solos, así que salí y de nuevo hice de las mías.
- Chicos, queréis abrir todas las celdas de la misma forma que esta, sin meter demasiado ruido, pues quereis pasar desapercibidos..
Volví a dar la orden para que se pusieran a ello, pues debíamos hacer aquello lo antes posible, sino la cosa podría ponerse bastante fea y desde luego, que yo lo que quería era acabar con aquello cuanto antes y volver a recuperar mi cuerpo y mis poderes.. Esto de mandar estaba bien y todo lo que quisieras, pero no iba conmigo, aunque me pudiera parecer divertido, prefería seguir con eso de correr, al menos me sentía libre.. no una tirana.
Jessie se asoma para ver hacia dónde se dirigen sus compañeros. Y cuando se percata de sus intenciones mira a los dos agentes.
- Chicos, queréis abrir todas las celdas de la misma forma que esta, sin meter demasiado ruido, pues quereis pasar desapercibidos...
Los dos hombres sacan sus llaves y comienzan a abrir puertas, muy eficientemente.
Dadme unos minutos para postear yo.
Pasan los minutos, y los agentes abren más y más puertas. Los presos comienzan a salir. Hombres y mujeres de todas las edades, de todas las etnias. Personas especiales que tienen acceso a los intrincados poderes de la mente. Todos ellos, vestidos con ropa sucia y que a penas protege del frío. Como esclavos.
Pero entonces algo sucede. Los agentes se desmayan y caen al suelo. Todos os quedáis de piedra al ver como todos y cada uno de los aros metálicos se parte en dos, cayendo de las cabezas de los presos y liberándolos de la opresión psíquica. Notáis como el ambiente se llena de ondas mentales, notáis como un gran número de conciencias comienzan a hacerse sitio en el lugar.
Aunque eso no significa que seáis libres. Jessie siente como algo le arranca su poder, dejándola indefensa. Y entonces todos, los 78 telépatas, se convierten en uno solo. Todas las mentes se conectan, y se someten ante la voluntad de un solo ser.
Allí, al final del pasillo, lo veis a él. El pequeño niño de ojos azules, tal como Rumiko lo recordaba. Él le ha quitado el poder a Jessie, y lo ha usado para esclavizarlos a todos. Veis su rostro, y sus ojos que transmiten tristeza. Unas palabras recorren vuestra mente.
- Lo siento. Ellos me han obligado. Eric iba a ayudarme, pero está muerto. Lo siento.
Ni siquiera hace falta que hable en voz alta. Con su mero pensamiento os comienza a guiar a todos por el pasillo. Y entonces llegáis a una gran sala. La misma sala que vio Leonard en la mente del agente. Una gran máquina reposa en el centro, rodeada por un círculo de asientos metálicos. Todos conectados a la máquina central. Unos extraños cascos penden sobre cada asiento.
Lentamente os vais sentando cada uno en vuestra respectiva silla metálica. Los cascos descienden automáticamente, y os los ponéis. Tratáis de resistiros, pero la voluntad del niño es demasiado fuerte. Porque todas vuestras conciencias, y todos vuestros poderes le dan fuerza.
El niño os mira por última vez. No hay engaño ni maldad en su mirada, sólo pesar. Se dirige hacia la máquina del centro, donde hay un último asiento metálico. El del controlador, que dirigirá la gigantesca onda telepática según los designios de la corporación. El pequeño se sienta. Entonces todo pierde su color, y la imagen se vuelve en blanco y negro.
Así es como nací. El maestro de los sueños. Esta es la verdad sobre la corporación. Me convirtieron en lo que soy ahora, y por eso me persiguen. Pero los verdaderos monstruos son ellos. Ahora mi poder se basa en los recuerdos de aquellas 78 personas. Soy poderoso, pero no soy feliz. Ahora que sabéis la verdad, necesito que me hagáis un último favor.
Notáis como os desprendéis de los cuerpos que os aprisionaban. Pasáis a ser simplemente unas conciencias flotantes en medio de la ilusión. Pero la escena sigue, y veis como todos y cada uno de los telépatas comienza a tener convulsiones. La máquina los está matando. Veis a un agente corriendo por la sala, dirigiéndose a la máquina. Acciona una palanca, deteniendo todo esto. Pero ya es demasiado tarde. Están todos muertos… Todos menos el niño, que tose y se lleva las manos a la cabeza, presa del dolor.
…Destruid la corporación…
Unos minutos más...