Nunca estuve en América seria curioso visitarla, pero estas seguro que tenemos que ir? Nadie puede hacer que veas mal las cosas o algo? Si ahí persiguen a gente como nosotros, tal vez deberíamos irnos a otro sitio. No quiero irme de aquí para que me persigan ahí. – Le decía con voz algo nerviosa, no me apetecía nada salir del país. Además no se si podía fiarme de Adam del todo, era todo demasiado… rápido… No entendía ni la mitad de las cosas que pasaban y eso me hacia sentirme inseguro. Ya me costo bastante asimilar que tengo poderes…
Abro los ojos, al finalizar mi visión. Me masajeo las sienes, asimilando todo lo que acabo de ver mientras Anton manifiesta su opinión. –No lo comprendes Anton. Ahora que saben que estoy aquí vendrán a por mí. Es más, ya han dado la orden. Lo tendremos complicado. Vienen a por nosotros uno que se teleporta y otro que puede escucharnos desde muy lejos.
Aprovechando que pasa una azafata a nuestro lado le pido una botella de agua. –En Estados Unidos tenemos que acabar con esto, Anton. Hay algo que va a suceder, y tenemos que evitarlo.
Abro la botella de agua y me la bebo de un trago. –Sólo nosotros podemos hacerlo. Y no te preocupes por si nos capturan. Tengo un as bajo la manga, pero solo puedo usarlo en ocasiones extremas. Además, mis visiones nunca fallan. Sólo lo hacen cuando hago algo para cambiar el futuro.- Hago una pausa, mirando fijamente a Anton. –Y esta noche he visto algo que quiero evitar, a toda costa. Siento que te veas implicado en esto, pero si no hubiera aparecido te habrían llevado con ellos. Y no puedo permitir que caigas en sus manos, sería demasiado peligroso…
Adam, realmente haces esto por mi y los demás como nosotros, o solo por salvar tu trasero? A veces suenas demasiado hipócrita. No entiendo muchas cosas, pero aun asi deberíamos planearlo mejor. No crees? Además supongo que con tu precognición podríamos atrapar a algún agente de la Organización y hacer que nos diga todo. – Le decía algo ausente pensando en mis cosas.
Lo que trato de comprender es por que nos quieren ellos, un ejercito de gente con poderes. Y por que soy tan útil si solo se curar, no tengo ni precognición ni empatía… Yo no soy tan útil como me veis – le decía mientras lo pensaba.
-Realmente..- comienzo con un tono cansado. -esto no solo nos concierne a nuestro trasero y a mí. Es mucho más importante de lo que crees. Hay mucha gente involucrada.- Comienzo a hablar con un tono de voz más firme. -Mi precognición no sirve para todo, además, los agentes de la Corporación no nos revelarán nada.
Me acerco a él, para seguir con la conversación en voz baja. -Nos persiguen porque somos un peligro para ellos. Nunca menosprecies tu poder, es lo que te hace ser especial.- Lo miro fijamente a los ojos, enfatizando la terrible verdad que entrañan mis palabras. Aparto la mirada. -En cierta forma, Anton, tú y yo nos parecemos. Nuestros poderes pueden hacer cosas maravillosas, pero dependiendo de su uso, pueden convertirse en algo atroz. Recuerda esto: Usa tu poder como te lo dicte tu conciencia, no como te lo digan los demás.
-¿Tienes algo más que decir? Me gustaría dormir un poco durante el viaje. Aunque sea sólo para ver más cosas que no podré olvidar jamás...
De acuerdo, no se por que, pero te creo. SI estoy también algo cansado. Vamos a dormir, que por lo que veo luego no podremos hacerlo. Si ya nos esperan hasta en América.. – Le decía mientras pensaba en como me había ocurrido todo esto. Eran todo demasiado rápido. Sucesión de cosas que no tenían anda de relación acabaron por ser una línea recta. Tenia que pensar que podría hacer, mi poder solo curaba? Debía practicarlo mas.
El avión surca los cielos, escapando del Reino Unido, en dirección a América.
…
A varios miles de metros bajo el avión había dos jóvenes. Uno de ellos, el más mayor, aguardaba en silencio, con los ojos cerrados. El otro, en cambio, andaba de un lado para otro nerviosamente, pero sin decir nada.
Pasados unos minutos el que estaba concentrado abrió los ojos, y miró al cielo. Su compañero también alzó la vista hacia el firmamento. Allí arriba se veían unas luces que parpadeaban. No eran estrellas, no. Era un avión, y allí estaban sus objetivos. Entonces el que estaba más tranquilo le preguntó a su amigo. -¿Te sientes preparado? Esta misión no es como las demás. Adam es un sujeto muy peligroso.
El aludido le miró a los ojos, la inseguridad seguía vigente en sus ojos, de color avellana. -… Comprendo. Si quieres puedo enfrentarme yo solo a él, pero necesitaré que me subas a ese avión.
El joven inseguro se acercó a su compañero, y posó su mano sobre su hombro. Entonces cerró los ojos y se concentró durante unos segundos. Los dos hombres se desvanecieron en la nada, como si hubieran sido borrados del mapa.
…
Adam y tú ya lleváis varias horas dormidos, pero por alguna razón te despiertas. Quizá es que tu subconsciente ha dicho basta. Sientes algo de molestia en la espalda y en el cuello por una mala posición al dormir, pero no tarda mucho en desaparecer. Sientes la garganta algo seca, y cuando buscar con la mirada a la azafata ves a un hombre que te mira.
Cuando éste se percata de que le has visto se pone a leer algo de un libro que tiene entre las manos, como si no hubiera sido nada más que un cruce de miradas momentáneo.
Al despertarme y ver el hombre no le di demasiada importancia. Por que tampoco era nada raro que alguien se fijara en alguien. Pero luego recordé que nos perseguían y comencé a pensar que podría ser uno de ellos. Es lo que tenia la paranoia de ser perseguido. Así que le di un leve codazo a Adam y le dije cuando se despertó que un hombre se había fijado en mi por lo bajo. Se lo señala disimulando para ver si el sabia algo.
Adam se despierta algo alterado ante tu codazo. Parece que estuviera enfrascada en un sueño. Durante unos segundos lo ves algo desorientado, con las pupilas dilatadas, pero entonces vuelve a la normalidad. -¿Qué?...- te pregunta en un leve susurro. Cuando le señalas al hombre que te había mirado gira la cabeza, y se pasa unos cuantos segundos mirando a los pasajeros.
-En esa dirección no veo a nadie, ¿estás seguro de lo que has visto?- Te pregunta. Entonces te vuelves a fijar en el lugar donde has visto al hombre. No está… En apenas unos cuantos segundos de distracción se ha esfumado. –Bueno, no digo que no te crea. Pero he visto como bajábamos sanos y salvos del avión. Relájate un poco, intenta dormir. Si quieres vigilaré durante un rato, por si te hace sentir más seguro.
Aún sin tenerlas todas contigo dejas de fijarte en Adam. Y entonces lo vuelves a ver, de reojo. El hombre ahora está en un asiento diferente, pero esta vez no os mira, está enfrascado en su lectura. Cuando te centras momentáneamente en Adam para advertirlo y vuelves a alzar la mirada el hombre ha vuelto a desaparecer de su sitio. ¿Pero qué…? No entiendes lo que está sucediendo. Ese hombre te da mala espina.
Me acerco a Adam y le digo:
Te juro que lo estoy viendo, pasa de un lado a otro de golpe y no se le ve. No es paranoia. No entiendo como lo hacia, igual tiene algún poder en especial. Podríamos hacer una cosa. Hazte el dormido e iré al baño pero en realidad te vigilare y le veo. Me acercare a el y le tirare el café o algo. Así sabrás quien es por el barbullo que se formara.
Le miro de reojo a ver lo que decía el. No quería quedarme quieto con un tipo asi.
-Hmm… ¿Un poder, dices?- Adam comienza a analizar uno por uno a los pasajeros que os rodean. –No estoy seguro, pero si te ves dispuesto inténtalo. – te dice mientras entrecierra los ojos,.
Tú te levantas, decidido a encontrar al hombre que os mira. Observas inquisitivamente a los demás pasajeros mientras te diriges lentamente al baño. Te extraña no ver de nuevo al hombre, es como si se hubiera esfumado. Los asientos que ocupaba cuando lo has visto ahora pertenecen a otras personas. Finalmente llegas al baño, está ocupado. Vuelves a mirar a los pasajeros, pero sientes que algo te dice que deberías adentrarte un poco más.
Das unos cuantos pasos, pasando de los baños y alejándote de los demás pasajeros. Llegas a la zona donde deberían estar las azafatas, pero no hay ninguna. Solo hay un hombre, de espaldas. Reconoces su aspecto, es el hombre de antes, pero no haces nada. Simplemente te quedas ahí, quieto. No consigues hacer que tu cuerpo te responda, estás completamente paralizado. El hombre sigue de espaldas a ti, inmutable. –Saludos, señor Flattery. He estado buscándole. Creo que ya conoció a mi compañera.
No entendía lo que pasaba, mire al tipo. Notaba que no podía ni moverme. Sus labios no se movían. Su voz estaba en mi cabeza. Como podía ser?
Quien es usted? – Trate de moverme, usando toda mi fuerza de voluntad – Que es lo que me esta haciendo?
Le decía mientras me concentraba en poder liberarme. Quería gritar peor el tipo hacia que no pudiera. Adam dijo que todo saldría bien. Tenia que avisarle a Adam de alguna manera. Mire a mi alrededor. Tenia que escapar de este control de alguna forma…. Tenia que haber una manera.
En ese momento el hombre se gira, dándote la cara. Puedes sentir como esto en cierta manera le divierte, aunque su rostro permanece hierático. Ves como cierra los ojos momentáneamente, concentrándose. Entonces, sin saber muy bien por qué, te sientas en un asiento que hay por ahí, de los de las azafatas. En cierto modo te das cuenta de que es él el que te está controlando, pero sientes todos los impulsos como si fueran tuyos. Como si fueras tú el que quisiera sentarse y quedarse con el desconocido.
-Bueno, ahora podremos hablar tranquilamente.- te dice el hombre mientras se planta frente a ti. –Mi nombre es Jimmy. Soy el pringado al que le ha tocado ir a por ti, y a por ese terrorista.- pese a que no te lo dice directamente, sientes n tu interior que habla de Adam. –Sí, ese chico al que acompañas. No sabes dónde te estás metiendo.
Sigues intentando moverte por tu cuenta, pero lo único que consigues mover es la boca, pero sin la posibilidad de gritar. –A ver, deja que te explique. Ahora mismo estás bajo mi control, y no sería nada beneficioso para ninguno de los dos que hicieras alguna tontería, ¿entendido? Yo estoy aquí para llevarte a un lugar donde podrás hacer algo productivo con tu don.
Mientras te explica la situación sigues intentando liberarte de su control, pero no parece ser nada contra lo que puedas luchar. –Vamos chaval, tómatelo bien. No me gustaría llevarte a la fuerza. Intentar resistirse a una teleportación es de las peores cosas que puedes experimentar.
Adam me dijo que saldríamos de este avión. Aun no sabia como pero ahora mismo no me parecía viable. Pero yo no me iba a rendir, vi como me intentaron manipular y ahora este… tío estaba intentando hacerme lo mismo. Me enfade mucho, concentre toda fuerza de voluntad que tenia en poner una sonrisa.
Sabes, puedo hacer algo con mi don a mi mismo. Si estas controlando mi mente metiéndote en ella tal vez… Te duela – Le miro con la sonrisa y una cara de desprecio intentando provocarle, para que pierda l control al menos un segundo. – en ocasiones me extraña que haya gente tan ínfimamente estúpida de ser controlada por unos tíos que lo único que quieren es poder. Les guía la ambición.
Hago todo lo que puedo para liberarme de el, estaba muy enfadado quería romperle la cara deseaba tocarle.
Durante un minuto el hombre y tú os mantenéis concentrados, tratando de sobreponerse al otro. Tu furia sigue incrementándose, pero el hombre parece dominar completamente su “habilidad”. Con todas tus fuerzas tratas de controlar voluntariamente tu cuerpo, pero ese hombre de alguna manera sabotea tu cerebro. No sientes que estás siendo controlado directamente. Es más, sientes como si estar ahí sentado sin moverte fuera lo que deberías hacer.
El hombre da un paso hacia ti, incrementando su control. Puedes sentir como su mirada te atraviesa, y como comienzan a pitarte levemente los oídos. Por unos instantes llegas a creer que te ha vencido completamente, pero entonces, justo detrás del hombre, comienza a escucharse una animada melodía. Música tirolesa…
De pronto el hombre cae al suelo, tapándose los oídos. Tú, en cambio, te levantas con tanta fuerza que caes al suelo también al perder el equilibrio. Cuando alzas la cabeza ves a Adam con su móvil en la mano, la música tirolesa proviene de éste. No sabes el por qué, pero de alguna forma la música tirolesa afecta negativamente a ese hombre. En su rostro se dibuja una mueca de agonía, parece que detesta realmente la melodía que resuena por la pequeña sala.
Adam te mira, parece preocupado. –Cuando has pasado del lavabo y no has vuelto me he temido lo peor. Por suerte he visto que el que te custodiaba era este tipo.- Lo mira por unos instantes. –Cuya debilidad es esta música. Afecta a su oído provocándole dolor.- añade.
-Su compañero debe de estar por aquí cerca, pero no lo conozco, así que será mejor que seamos precavidos. Vuelve a tu asiento, yo me encargaré de esto.- Cuando Adam te vuelve a mirar, ves en sus ojos un extraño brillo, como si hiciera tiempo que esperaba esto. –Ya te dije que llegaríamos sanos y salvos al aeropuerto. Vigila con los desconocidos.
Obediente pero aún furioso vuelves a tu sitio, para pasar el resto del vuelo. A los pocos minutos llega Adam que se sienta a tu lado y te guiña un ojo. Finalmente, después de unas horas más, llegáis al aeropuerto de Nueva York. Está abarrotado de gente, allí también es de noche. Y entre la multitud y las sombras de la Gran Manzana, os perdéis para pasar desapercibidos, y para asentaros hasta vuestro próximo objetivo.
...
Hace 15 años…
El despacho estaba apenas iluminado por unos leves haces de luz que se colaban por la ventana. Era noche cerrada, pero las farolas iluminaban la calle y parte del interior de la sala. El hombre yacía sentado sobre una butaca, con un vaso de whisky en la mano. Su mirada estaba perdida, enfocada en algún punto del vacío. Se sentía frustrado, su mayor esfuerzo por evitar lo peor había sido en vano.
-Ya no hay nada que hacer, Amelia. Lo hemos perdido completamente. He tratado de ayudarlo, pero no he conseguido más que aumentar el sufrimiento, y contagiárselo a un inocente. He pagado un precio muy alto para solucionar mi más reciente error. No me queda demasiado tiempo de vida, no podremos celebrar nuestras bodas de oro como te prometí. Lo siento…
Había una mujer, sentada frente al hombre. Su mirada no se veía perdida, estaba posada sobre los ojos de su amado. Ella también sabía que el final era inminente. Su marido había pagado un alto precio por salvar al chico. Incluso ella podía percibir como la muerte se extendía lentamente por el cuerpo de su amado, marchitándolo poco a poco. Una maldad tan pura no podía ser contrarrestada con nada. El intercambio había sido la única vía de escape posible. Al menos un inocente no tendría que pagar por sus errores.
Ella no pudo evitar derramar amargas lágrimas. Él la miró, apenado. Su mujer no tenía palabras para aquello, y a él se le habían acabado. Así que solo la abrazó, con fuerza, como si fuera la última vez.
CONTINUARÁ...
FIN DEL CAPÍTULO 2