Sólo quería decir que cada vez que me lo imagino, flipo. Muy bonito. ^^. Gracias por regalarme estos posts tan Flower Power =D. Si Joel fuese hippie, ya habría sacado el ácido, xD.
Es lo que tiene Charotte. ¡Mi niña favorita! Ya le buscaré una imagen, aunque no creo que encuentre nada parecido a lo que me imagino.
Contemplo en silencio a la pequeña, no puedo decir nada. Realmente, estoy maravillado por todo lo que acontece ante mis ojos, y verla brillar de esa forma, hasta difuminarse, me hizo... llorar. Las lágrimas se desprendieron por mis mejillas como el torrente de hermosas imágenes, sensaciones, y pensamientos que brotaron desde lo más profundo de mi glándula pineal. Su rastro se deslizaba lento por cada uno de mis poros, igual que la luz de Charlotte, penetraba en cada oscuro nervio de las marchitas amapolas hasta darles luz. Por un momento me sentí como una de esas amapolas. Era una de esas amapolas. Una de sus amapolas. Esas amapolas que sólo ella podía curar... Me sentí parte de su luz, de la tierra, de sus flores, me sentí hondamente su guardián. Lentamente como pude, me fui incorporando, apoyado sobre una mano y con la otra despejándome ligeramente la vista, para no verla tan borrosa. Esta idea me hizo sonreír. La miraba anonadado, absorbido por ese mágico mundo que habíamos creado en apenas unos minutos. Gracias, pequeña...
- Gracias... - Un inaudible susurro rasgó el aire, fundiéndose rápidamente con la luz que ella irradiaba. El "Guardián" vino a mi cabeza, y con ese agradecimiento, la sonrisa en el rostro, las ganas de brillar, apreté los puños con fuerza. Sintiendo, o intentando sentir la energía de ese campo de fuerza que me envolvía. Yo también quería brillar con ella. Imaginé por unos instantes que era un de un color lavanda, y que el lavanda se confundía con su luz, creando una atmósfera feérica. Era precioso. Esa jovencita, definitivamente, me estaba regalando los mejores momentos de mi vida.
Y ahora, el post de respuesta, se me piró antes xD. La ilusión =D.
Quiero ver su cara... xP >.< xD. (Más te vale escogerla bien xDDDD)
¡Qué cosas...! Cais nos leemos las mentes xDD. ¿El campo de fuerza puede degenerar en telepatía? xD.
Oye, y digamos que... Imagino que más que nada es para concienciarme (u_u), pero... ¿Mi poder, irá o va más allá? Aunque sea algo así como... Una barrera gigante¿? =P xDD.
Te pregunto estas cosillas porque me está molando la partida ^^ =P.
Todo es posible. Tu poder podría evolucionar de cualquier forma siempre y cuando tenga sentido. ñ_ñ
Gracias a tu concentración, o quizá a algo más, en poco tiempo puedes ver como tu campo de fuerza se manifiesta, casi pegado a tu piel. Su leve brillo, azulado, apenas se ve tan esplendoroso como la revitalizante aura de Charlotte. Por unos momentos sientes algo de decepción. Pero entonces Charlotte se te acerca dando saltitos y te da la mano. En ese momento sientes la más pura vitalidad recorriendo tu cuerpo, y tu campo de energía comienza a brillar con fuerza. Casi como por arte de magia, puedes ver como tu luz comienza a invadir el cuerpo de Charlotte, protegiéndola también a ella. Cuando tu campo de fuerza se ha expandido el brillo de Charlotte se torna en un tono violáceo.
Ella te arrastra por el campo de amapolas, siempre sonriendo, mientras vuestra aura compartida esparce su energía por el ambiente. Varias ondas de colores se vuelven visibles, provenientes del cuerpo de Charlotte, que sigue emitiendo su manto de vida por el lugar. El cielo parece teñirse de violeta, y una etérea cúpula de energía comienza a formarse a vuestro alrededor. Te sientes poderoso, como si pudieras estirar tu campo de fuerza como si de una goma elástica se tratara. El brillo de Charlotte comienza a acumularse dentro de la cúpula, y comienzas a sentir el esfuerzo que supone estirar tu campo de fuerza, que es para ti algo como una “segunda piel”.
La pequeña sonríe y te abraza. Entonces la cúpula se resquebraja, dejando escapar toda la energía que contenía dentro. Atónito, observas como los restos de tu “segunda piel” comienzan a volver hacia ti, uniéndose de nuevo para proteger tu cuerpo únicamente. Después de unos segundos el brillo que poseíais los dos se apaga completamente. Pero pese a que la escena pierde toda su etérea aura, el vivo color de las amapolas rojas y rosas sigue alumbrando el campo. Como si de un sueño maravilloso acabaras de despertar, sientes una gran euforia. Y observas, con una amplia sonrisa, como Charlotte te mira, con sus ojos azules como el cielo. Su rostro angelical, rodeado de sus rizos dorados te transmite cierta ternura.
Con un alegre movimiento se separa de ti y te vuelve a coger de la mano. –Se hace tarde, tendríamos que volver.- Por el camino de vuelta al edificio Charlotte te comenta su experiencia. –Nunca antes había conseguido brillar tanto. Tú me has ayudado, mi Guardián. Ha sido muy bonito, ¿verdad? Ojalá mi amigo lo hubiera podido ver…
Las sensaciones que experimento en contacto con aquella pequeña, sólo podían definirse en mi mente como superiores. Intenté decirle algo, pero sabía que eso rompería seguramente toda la magia que contenía el momento, y la cúpula. Si los orgasmos energéticos existiesen, tal vez serían algo de tal intensidad, de tal hermosura. Las imágenes habían quedado totalmente grabadas en mi mente, y al nivel al que la pequeña Princesa había elevado mi comprensión hacia esa fuerza que me recubría el cuerpo, hacían de ese momento, un momento místico. O al menos se asemejaba a todo lo que había construido en mi concepción de tal. Las palabras que habíamos creado los seres humanos no podían reflejar la bella naturaleza de aquel brillo, o aquella experiencia. La sonrisa parecía no querer borrarse de mi rostro, y aquella pequeña se había anclado en mi corazón. Al menos ahora, tienes alguien por quien sinceramente preocuparte... Y proteger. Me dije, antes de que ella me hablara. La miro a los ojos, su mirada es tan limpia, que me parecía reconfortante el mero hecho de contemplarla pestañear.
- ¿Qué yo te he ayudado a brillar, Charlotte? Oh, no... Tú me has hecho brillar, y has hecho que vea cosas inimaginables, le has dado vida al cielo, color a las nubes, y esencia a mi campo de fuerza. Ha sido fantástico...- No pude evitar interrumpirla antes de que siguiera hablando, con una emoción contenida. No le suelto los delicados deditos, ante ningún concepto. Me iba a tomar en serio lo de ser su guardián. Era lo menos que podía hacer. - Ha sido muy bonito, muy bonito, pero no más bonito que ¡Mi Princesa! - Digo mientras la coloco sobre mis hombros, como había hecho al inicio. Lo último que dice me rasga el corazón, por lo que no puedo evitar hablarlo con ella.
- ¿Hablas de Lyle? Imagino que sí. Princesa, haremos una cosa. Me ocuparé de conseguir que Sir Lyle acuda a vuestro reino y pueda asistir a nuestro espectáculo, o iremos a verle y le daremos ese mismo espectáculo allá donde se encuentre. ¿Os parece bien, Mi Señora? - Pregunto, en busca de subirle el ánimo a la pequeña, no quería que se sintiese triste, o mal. No sólo la protegería, sino que la intentaría hacer feliz, tan feliz cómo ella me había hecho, no sólo trayéndome a la vida de nuevo, sino mostrándome lo que ni yo, puedo ver de mí mismo, o de las personas que nos rodean. Finalmente entramos en el edificio.
- ¿Dónde están vuestros aposentos, Princesa? Soy nuevo en esto, y aún no los conozco... ¡Jajaja! - Pregunto, haciendo mi voz más grave y cómica, como en las series de dibujos animados. Miro a mi alrededor, esperando su señal, mientras comienzo a darle vueltas a lo de Lyle. Susan es la primera persona que se me viene a la cabeza. Ella lo entenderá. Lyle... ¿Lyle es el chico de... las movidas biológicas? El que se cargó a los científicos... Se lo tenían merecido. No deberían hacer estas cosas con niños, sobre todo... si conocen su poder. Ah... Maldita sea. En fin, seguro que consigo llegar a un trato con esta gente, al fin y al cabo es lo que les mueve, aunque me tienen bastante cogido por los huevos después de lo de Charlotte. ¡Bah, qué importa! Seguro que lo han hecho porque me necesitan.
Una pícara sonrisa asoma a mi cara, mientras comienzo a andar en la dirección que Charlotte, me ha indicado.
He flipado con el post de los colores... Deberías... publicarlo =P. Muy bonito. Escribes que te cagas, tío.
Jojojo. Me halagas, pero no creo que sea para tanto... (Curiosamente hoy un amigo me ha dicho que podría ser escritor. xD)
Charlotte se agarra bien a ti cuando la subes sobre tus hombros. –Lyle vive en Nueva York, podríamos ir algún día.- te comenta mientras accedéis al edificio. Entonces ella te pide que la bajes, te coge de la mano, y comienza a guiarte por los intrincados pasillos del edificio.
-La verdad es que no tengo una habitación fija por este lugar, yo no vivo aquí. En verdad vivo con Papá, por aquí cerca. Pero siempre está fuera de casa, y a veces paso tiempo por aquí, con Sophie.- Las palabras de Charlotte vienen acompañadas con algo de melancolía, que contrasta muchísimo con el momento que acabáis de vivir.
Después de unos minutos llegáis a su habitación. Cuando la ves no te encuentras con nada extraordinario. La habitación es exactamente igual que la tuya. Charlotte recupera su sonrisa. –Sí, ya sé que es igual que la tuya. Todas son iguales.- la pequeña se encoge de hombros mientras sale de la habitación. -¿Qué tal si vamos a comer algo? Tengo hambre.- te dice, posando su manita sobre su barriga. –Hay un bufet libre por aquí.
Afirma tras las palabras del hombre. -"¿En serio esto puedo controlarlo?"- se queda pensativo unos segundos -"¿Puedo usarlo para... otros fines que no sean los... bueno.. tipicos...?"- Pregunta dubitativo. Su poder solo puede servir para destruir y aniquilar. Le gustaria que su "don" pudiese usarlo para otras cosas. -"Bien... Estare tranquilo. Pero quiero saber que haran conmigo... No intentare nada malo"- Dice mientras sonrie con un gesto tranquilizador -"Me mantendre calladito y escuchando todo lo que me digan"- Afirma.
Sonrío, satisfecho. Es poco común encontrar a alguien con este tipo de poder dispuesto a colaborar. –Los fines con los que va a usar su poder son cosa suya. Lo que vamos a enseñarle es a controlarlo, y a intentar tener un dominio sobre él. Para que no se active a la primera de cambio.
-Señor Bonelli, contamos con muchos profesionales en esta área. Le aseguro que podremos ayudarle con su… “habilidad”. – trato de sonar convincente. No me interesa que piense nada raro.
-Ahora debe descansar. Aún debe recuperarse del shock producido por su poder. En unas horas comenzaremos con el tratamiento, cuando se sienta preparado.- le digo mientras me levanto. Acto seguido abandono la habitación y miro a Susan, que ha estado esperando a fuera.
-Se queda con nosotros. El plan puede proseguir. Nos encargaremos de Sandra y de Adam a la vez. Con un poder como el suyo no podemos fallar, de ninguna manera.
Susan agacha la cabeza, asintiendo. Luego entra en la habitación para quedarse con William durante un rato.
...
Hace 15 años…
El despacho estaba apenas iluminado por unos leves haces de luz que se colaban por la ventana. Era noche cerrada, pero las farolas iluminaban la calle y parte del interior de la sala. El hombre yacía sentado sobre una butaca, con un vaso de whisky en la mano. Su mirada estaba perdida, enfocada en algún punto del vacío. Se sentía frustrado, su mayor esfuerzo por evitar lo peor había sido en vano.
-Ya no hay nada que hacer, Amelia. Lo hemos perdido completamente. He tratado de ayudarlo, pero no he conseguido más que aumentar el sufrimiento, y contagiárselo a un inocente. He pagado un precio muy alto para solucionar mi más reciente error. No me queda demasiado tiempo de vida, no podremos celebrar nuestras bodas de oro como te prometí. Lo siento…
Había una mujer, sentada frente al hombre. Su mirada no se veía perdida, estaba posada sobre los ojos de su amado. Ella también sabía que el final era inminente. Su marido había pagado un alto precio por salvar al chico. Incluso ella podía percibir como la muerte se extendía lentamente por el cuerpo de su amado, marchitándolo poco a poco. Una maldad tan pura no podía ser contrarrestada con nada. El intercambio había sido la única vía de escape posible. Al menos un inocente no tendría que pagar por sus errores.
Ella no pudo evitar derramar amargas lágrimas. Él la miró, apenado. Su mujer no tenía palabras para aquello, y a él se le habían acabado. Así que solo la abrazó, con fuerza, como si fuera la última vez.
CONTINUARÁ...
FIN DEL CAPÍTULO 2
Charlotte me tiene encantado. Diría sí a cualquier cosa que me propusiera y supiese que le haría feliz, por eso mismo, hablaría con Susan para ver qué podría hacer para que viera a Lyle. Y para irnos de viaje a Nueva York. Sonrío.
- Vayamos a comer, Princesa. Y desde luego que iremos a Nueva York. Hablaré con los que manejan todo esto, a ver qué dicen, y si no quieren... Nos escaparemos, ¿Te parece bien? - Pregunto a la jovencita. Comienzo a andar de camino al buffet libre del que habla, que yo no había visto en todo el tiempo que había estado aquí. Ahora que lo sabía, la estancia sería más agradable. Al menos podré escoger mi comida de ahora en adelante. ¿Habrá un mutante con el poder de crear comida? ¡Dios! Eso sería bestial. Definitivamente, si veo a Grace, no se lo va a creer. Continúo caminando junto a la pequeña mientras sigo dándole vueltas a lo que ha pasado ahí fuera. Tenía que hablar con Susan, que me explicara algunas cosas, saber qué había pasado con William, y lo de Lyle. Vaya, parece que tanto querer huir de aquí, lo único que ha hecho ha sido atarme aún más.
Disculpa el retrasazo.
Caminas junto a Charlotte por los pasillos del edificio. Durante el trayecto te desorientas, parece mentira que una niña de apenas 9 años se sepa de memoria la distribución de este intrincado edificio.
Por el camino os cruzáis con un hombre mayor. Cuando os ve a ti y a Charlotte se detiene y os saluda. –Buenos días, señor Sorenson, Charlotte…
La pequeña sonríe y saluda con la mano. –Buenos días señor Petersen.- dice alegremente. Entonces se gira y te mira a los ojos. –Es el señor Petersen, el jefe de por aquí.- te susurra, para informarte. Entonces miras al hombre, pese a la sonrisa que surca su rostro, ves que es una persona seria. En sus ojos ves una gran determinación, casi llega a intimidar en cierto modo.
-Me alegro de conocerle al fin, señor Sorenson. Le había asignado a Susan a usted, pero ahora mismo está con el señor Bonelli. Supongo que le complacerá saber que se encuentra en buen estado. Aún algo desorientado y confuso, pero son las consecuencias que conlleva su poder. Espero que lo esté pasado bien con la pequeña Charlotte, se empeñó en ser la anfitriona de su nuevo amigo. Suele cogerles cariño a las personas a las que salva.
Notas su tono de voz amistoso, como si fuera alguien cercano a ti. No llegas a comprender del todo las confianzas. Pero al distraerte por unos segundos el señor Petersen se retira, alegando que tiene mucho trabajo pendiente. Charlotte se despide de él y te lleva hasta el bufete libre. Parece que vais a almorzar muy bien…
...
Hace 15 años…
El despacho estaba apenas iluminado por unos leves haces de luz que se colaban por la ventana. Era noche cerrada, pero las farolas iluminaban la calle y parte del interior de la sala. El hombre yacía sentado sobre una butaca, con un vaso de whisky en la mano. Su mirada estaba perdida, enfocada en algún punto del vacío. Se sentía frustrado, su mayor esfuerzo por evitar lo peor había sido en vano.
-Ya no hay nada que hacer, Amelia. Lo hemos perdido completamente. He tratado de ayudarlo, pero no he conseguido más que aumentar el sufrimiento, y contagiárselo a un inocente. He pagado un precio muy alto para solucionar mi más reciente error. No me queda demasiado tiempo de vida, no podremos celebrar nuestras bodas de oro como te prometí. Lo siento…
Había una mujer, sentada frente al hombre. Su mirada no se veía perdida, estaba posada sobre los ojos de su amado. Ella también sabía que el final era inminente. Su marido había pagado un alto precio por salvar al chico. Incluso ella podía percibir como la muerte se extendía lentamente por el cuerpo de su amado, marchitándolo poco a poco. Una maldad tan pura no podía ser contrarrestada con nada. El intercambio había sido la única vía de escape posible. Al menos un inocente no tendría que pagar por sus errores.
Ella no pudo evitar derramar amargas lágrimas. Él la miró, apenado. Su mujer no tenía palabras para aquello, y a él se le habían acabado. Así que solo la abrazó, con fuerza, como si fuera la última vez.
CONTINUARÁ...
FIN DEL CAPÍTULO 2