Miro el DVD y asiento. Deberíamos verlo sin duda. Me fui a la cocina antes también para coger algo para beber, tenia muchísima sed por el camino. Supongo que seria efecto de algún medicamento. Luego me senté en el sofá aparte invitando a Margaret a ponerlo. Podría ser algo importante.
No tenia ganas de discutir con Walter sobre como era Adam, yo sabia que ese chico me había salvado. Y además lo tenia que saber Kate y me daba igual si enviase una asesina. Eso seria por algo. Ahora pensaba creer en el.
Anton vuelve con otro sándwich y con un vaso de agua, se sienta junto a Kate en el lujoso sofá. Walter se queda de pie, apoyado en el respaldo. Elisabeth se sienta en una butaca y cruza las piernas, luego se inclina ligeramente hacia delante. Margaret parece dudar, estáis todos expectantes. Finalmente pone el disco en el DVD, y enciende el televisor. Podéis ver en la pantalla, ahora en un intenso azul, un pequeño cartelito que pone “Reproduciendo…”. Esperáis durante unos pocos segundos, y luego se inicia la reproducción.
Veis a una mujer, mayor, sentada en una butaca. Parece estar en un escritorio, la imagen la enfoca a ella sola. Su torso llena la pantalla, sus dedos se entrelazan sobre la superficie de madera, y sus ojos están clavados en el objetivo de la cámara. Da la sensación de que os mira fijamente, a través de la grabación. Anton y Kate la reconocen, es la señora Dawson. Pero Walter no logra descubrir quién es.
La mujer aguarda durante unos instantes, como si se estuviese preparando. Entonces comienza a hablar.
- Si estáis viendo esta grabación es que habéis llegado al piso. No sé si estaréis todos, ni si estaréis sanos y salvos. Últimamente las visiones de Adam se han tornado borrosas. El futuro se está volviendo cada vez más impredecible. – ladea un poco la cabeza, y expresa su preocupación mediante una ligera mueca. – Os he procurado un lugar seguro. Este piso que veis lo he conseguido recientemente. No tiene equipo de ningún tipo, pero creo que se puede vivir perfectamente en él. Como mínimo ellos no lo conocen, de momento. Sois libres de vivir en él.
La señora Dawson golpea la mesa suavemente, con los dedos. Baja la mirada durante unos instantes, y luego la levanta, como si pudiese veros.
- Tendréis que esconderos. La profecía de Adam ya no es válida. No sé qué ha hecho Harry, pero sé que él está detrás de esto. Sólo él tiene poder suficiente. Debido a esta incursión hemos tenido que escondernos. La Corporación nos pisa los talones. Incluso ahora estoy insegura, haciendo esta grabación para vosotros. Ahora mismo no puedo sacar nada en claro de lo que va a suceder. Pero tenéis que saber que la Corporación tiene nuevos planes. Hay más gente especial, como vosotros. Mucha más gente. Deberéis vivir escondidos, pero llegado el momento tendréis que encontrar a más especiales. Cuando sea el momento nos reuniremos de nuevo, y derrocaremos a esa infernal agencia.
Suspira, apenada.
- Siento de verdad que os hayáis tenido que meter en todo esto. No es vuestra culpa… Es mía por no hacer lo que debía cuando tuve oportunidad. Ahora tendréis que cargar conmigo este… problema. Pero os prometo que haré todo lo posible por solucionarlo. – alza la vista, como si os pudiese ver de nuevo. – Kate, querida… Sé que has tenido un pasado difícil, pero no desesperes. Ahora tienes algo especial, algo que sólo tú puedes hacer. Eres rápida, muy rápida. Y algún día serás lo suficientemente rápida como para poder volver atrás en tus pasos, y arreglar cualquier error. Fred, mi Fred… A ti es a quien más he involucrado en todo esto, y he de decirte que siento mucho lo que ha sucedido. – os sentís extrañados. ¿Fred? No hay ningún Fred por aquí. – Tú puedes hacer realidad uno de los grandes sueños del hombre, volar… Pero tu habilidad no se limita ahí. Con el tiempo descubrirás que no sólo puedes volar tú, sino que puedes controlar tu alrededor, y hacerlo volar también. Y Anton… Adam te salvó, y por eso confío en ti. Tú tienes un poder que nadie más posee. Hay quien puede cerrar heridas y sanar, y hay quien puede arrebatar la vida en un instante. Pero tú puedes hacer las dos cosas. Tú controlas el flujo vital de las cosas – cuando dice esto notáis que sabe muy bien de lo que habla. – Ahora mismo posees un don muy particular. Puedes dar vida, pero también quitarla. Recuérdalo, Anton, y úsalo con responsabilidad.
Una nueva voz se escucha de fondo, masculina.
- Amelia, vienen. Lo he visto. Este lugar ya no es seguro.
La señora Dawson se levanta, su imagen se entrecorta en la pantala. Veis como se acerca a la cámara, y deja ver su rostro, muy cerca del objetivo.
- Chicos, se me acaba el tiempo. Recordad esto… De aquí a dos años exactos nos volveremos a reunir. No os preocupéis por el cómo, nosotros ya nos encargaremos de eso. Sólo deciros que… tratad de pasar desapercibidos. Y si encontráis a otra persona especial… ayudadla y dadle cobijo. Confío en vosotros.
Acto seguido la pantalla se vuelve negra. La grabación ha finalizado.
Abrí mucho los ojos cuando vi a la señora Dawson, como dijo que no vendría a este lugar y sobre todo, cómo decía que tendría que quedarme ahí con aquella gente a la que no conocía de nada.
- Sí, claro, me quedo con una parejita, Elisabeth y un autista.. Esto tiene que ser una broma! - Fue todo lo que pensé aunque rápidamente aparté de mi mente todos mis pensamientos pues no quería perder detalle de lo que allí se estaba diciendo.
Cuando escuché las palabras que me hacían referencia, mis ojos se llenaron de lágrimas, aunque no lloré, simplemente por orgullosa y por no demostrarme tan débil como pensaba que lo haría frente a aquellos desconocidos.
- No desesperar.. Volver hacia atrás.. - Acabé susurrando. - Eso es un consuelo para el que un día tuvo algo y por un error lo perdió, no para quien nunca ha tenido nada..
En aquel momento ya no pude contener las lágrimas así que agaché la cabeza y miré hacia otro lado, intentando que no me vieran, aunque no sabía por qué estaba segura de que si no me escuchaban hacerlo podrían sentirlo.
- ¿ Dos años escondida? - Eso sería como volver a estar en uan carcel pero sin guardias. - Presa en plena libertad.. desde luego eso ya era lo más triste del mundo. - ¿ Y Fred? - Pobre mujer.. o pobre chaval, pero no está con nosotros..
Sin decir ni una palabra me levanté de allí y me fui al baño y cerrando la puerta tras de mí, me desahogué hasta que incluso me dolían los ojos de tanto llorar. Me senté en el suelo del baño y simplemente me quedé allí, largos minutos sin decir ni una palabra, apenas sin moverme y eso sí que era raro... simplemente estando por estar, porque me tocaba estar en alguna parte.
A Anton le sonó raro en primero momentos todo aquello. Pero pautadamente fue viendo sus posibilidades en lo referente a la espera. Ahora tendría que esperar los 2 años. Algo tendría que hacer. El no dudaba en quedarse como lo hacia ese gordo ceboso idiota. Pero tendría que buscarse una ocupación, no era de los que vivía del cuento por la cara bonita. Su interés ahora estaba puesto en lo que vendría adelante.
Miro a Walter con desprecio y niego con la cabeza. El no sabia que hacer. Se creía que podría solo, o con su amiguita contra aquella organización. Sin duda se equivocaba. El no se había enfrentado a la ardilla… Ni a la manipuladora.. Sin duda ahí estaba su error pero yo no era quien para decirle nada. EL sabría que hacia. Mi deseo era ayudar a los demás y lo haría lo mejor que sabia. Tal vez pudiera trabajar en un hospital.. o algo similar. Tenia carnet de coche y tenia el curso de primeros auxilios igual podía conseguir ser conductor de ambulancia, así podría al menos curar a los demás. Salvar vidas. Ese era el deber que tenia que cumplir y aprovecharía lo que se me dio. Este poder. Aunque también podía usarlo de manera negativa, pero no iba a hacerlo a no ser que fuese imprescindible. No era un asesino, era un curador y asumía ese papel. Sabia que ahora su cuerpo era mucho mas fuerte y resistente que en antaño cuando cayo del árbol…
Por ello iba a hacerlo. No estaba prestando atención a lo que hacia Kate. Solo vi como se iba Walter, me daba mala espina tener que ir a salvarle. Sin duda tendríamos que hacerlo tal vez antes de que pasen esos dos años. Y bueno al saber que nos deparaba el futuro. Éramos los defensores del mundo, ante una amenaza que iba a desmoronarlo. Mis ideas sobre el asunto eran claras y mi fe en Adam se había fortificado. Esperaba poder hablar con el y que me ayudase en mi camino…
Es tu decisión irte, haz lo que te plazca yo voy a quedarme y tratar de ayudar como pueda a los demás. Ya oíste cual es mi poder, pienso utilizarlo. Y por tu bien espero que jamás te enfrentes a nosotros o te cruces en el camino que vamos a tomar en contra de esa dichosa organización. No dudare en usar lo malo contra ti. – dice con una calma y frieldad impresionante a Walter. Luego mira la puerta del baño esperando que Kate aparezca para saber lo que haría ella. – Ahora lárgate, cobarde.
Kate y Walter, podéis postearme una vez más, para no cortar a Anton. Cuandoa cabéis escribiré mi post final y daré por finalizada la partida.
Extendiendo su brazo, penetra en una nebulosa formación que relampaguea eléctricamente ante su decidido tacto, ascendiendo por su brazo en una serie de detonaciones restalleantes. Millones de datos de información cruzan ante sus ojos en una loca vorágine sin sentido. Hasta entonces solo había buscado recuerdos buenos y agradables, que le sirvieran para crear entornos positivos, pero ahora... ahora buscaba un arma con la que dar una buena lección, malos recuerdos y encontrarlos fue fácil pero solo tenia que centrarse en los peores de todos. Aunque como todo en su caso... solo era cuestión de concentrarse.
PD: Hala, tocho post de final de partida. XD
PD2: Dirge, eres una mala persona, mira lo que le haces hacer al bueno de Walter. XD
Las baldosas del sielo del baño comenzaban a hacer que el trasero se me quedara helado, aunque para darme cuenta de ello, tuve que dejar de llorar, pero llega un momento en el que las lágrimas ya no salen, como si se te acabara el agua y no tuvieras nada más que dejar fluir por muy mal que te sientas.
Me puse de pie, no sin darme un par de golpecitos en mi helada nalga, como queriendo que entrara en calor, aunque sabía que eso era un gesto que tendíamos a hacer todos, aunque en realidad fuera como un poco absurdo.
Abrí el grifo del lavabo suspiré mirando mis ojos hinchados por la llorera en el espejo y luego me lavé la cara para coger la toalla y secármela despacio, mientras seguía peleándome con todo lo que estaba sintiendo debido a aquello.. a todo lo que me estaba sucediendo desde el día que casi muero atropellada por un coche y acabé pudiendo hacer esto.. correr.
- ¿ Volver hacia atrás?
Seguía dándole vueltas en mi cabeza, pero sabía que aunque lo consiguiera, aunque consiguiera hacer que mi hermano no llevara a cabo aquel robo, aunque hubiera conseguido no tener que acompañarlo y librarme de la cárcel.. ¿ Habría alguna diferencia? Si es que había alguna, desde luego que en aquel momento yo no era capaz de vislumbrarla.
Otra cosa era lo de quedarse en aquel lugar. Casi estaba segura de que Walter y su chica se irían en breve, si no lo habían hecho ya y yo, no me pensaba quedar con Anton, aunque tuviera que esconderme en una alcantarilla, que ahora que lo pensaba, era el único lugar en el que podría estar, ya que no tenía dónde ir ni con quien, pero si algo sabía, es que ya era demasiado tarde para elegir ninguna otra opción. Estaba jodida y sola, y eso no cambiaría tanto si me quedaba como si me iba.
Nunca pensé que pensaría algo así, pero si quizás aquel coche me hubiera pasado por encima, me ahorraría todo el sufrimiento.. aunque no, si algún día volvía hacia atrás como había dicho la vieja, estaba segura, o quería estarlo, de que no sería ahí el lugar donde volviera.
No pensé lo que hacía, simplemente, no quería despedirme de nadie, ni decir nada, simplemente desaparecer. Elisabeth sabría donde estaba si necesitaba algo y el resto.. el resto me importaba tanto a mí como yo a ellos.
En aquel momento hice lo que sabía hacer y me moví muy rápido, tan rápido que ya estuviera lejos cuando se percatarand e que la puerta de la calle se había cerrado. Corrí todo lo rápido que pude, aunque eso sí, les cerré la puerta de verdad y no se la dejé abierta y bajé corriendo por aquellas escaleras como alma que lleva el diablo, seguramente, hasta más rápido.
No tenía un rumbo fijo, no sabía qué era lo que iba a pasar, pero sabía lo libre que me sentiría notando el aire en mi cara mientras corría, notando como el mundo era pequeño cuando podías recorrerlo tan sólo parándote a descansar.
No sabía qué sería de mí, pero pondría mi propio rumbo, sin metas de llegada, simplemente hasta que encontrara un horizonte que me gustara más que el que se veía desde ese lugar.
Walter Bailey
Tú y Margaret, solos ahora. Os encontrabais en la acera, junto al imponente bloque de pisos. Lo mirasteis por última vez. Margaret parecía haberse recuperado de tu súbito ataque a Anton. Te tomó la mano, fuertemente, y se pegó a ti. No teníais transporte, pero Margaret llevaba algo de dinero, por lo que os subisteis en un taxi.
A medida que avanzabais por la ciudad veíais como el cielo se iba oscureciendo más y más. No teníais un rumbo fijo, os encontrabais muy lejos de casa. Las farolas se encendieron de pronto, y Nueva York se convirtió en una gran masa de puntitos brillantes, como luciérnagas estáticas que se mantenían en el aire, mirándoos fijamente.
Las estrellas no brillaban en el cielo, pues la luz de la ciudad las enmascaraba con envidia. Mirasteis al cielo a través de las ventanillas del vehículo. Y os preguntasteis si en Los Ángeles el cielo también se vería enmascarado. No sabíais cómo estarían vuestras casas, ni siquiera sabíais qué habría pasado con vuestros trabajos.
Pero eso ya no importaba, porque ahora erais personas diferentes. Teníais un nuevo punto de vista, teníais un gran regalo, teníais un don. Porque durante todo este tiempo habíais cambiado.
Habíais renacido.
Kate Davis
Corrías, todo lo rápido que tus piernas te podían permitir. Como una exhalación te desplazabas por Nueva York. Había oscurecido, y todas las luces de la ciudad te parecían haces de luz en movimiento. Era una visión bella, pero no reparaste en ello. No tenías rumbo, tú sólo hacías eso que tan bien se te daba. Correr.
Diste varias vueltas a la ciudad en un tiempo récord, pero no te quisiste detener. No había suficiente, y te encaraste hacia el mar. Una gran extensión de agua, ¿serías lo suficientemente libre como para surcarla? No te paraste más que media milésima de segundo para preguntártelo, porque esa fue tu primera decisión, y te gustó.
Corriste hacia delante, sin mirar atrás, con la vista fija en el oscuro horizonte. Llegarías a donde fuera, sin ataduras, sin lastres, libre. Sólo cerraste los ojos durante unos instantes, medio asustada, medio sorprendida. Y te viste corriendo sobre el agua, sobre el mar. Porque no había nada que te impidiese ir a donde quisieras.
Y seguiste hacia delante, deleitándote en la posibilidad de… dar la vuelta al mundo quizá. Y después de todo este tiempo, después de todos estos malos tragos, después de haber llorado… sonreíste. Porque ahora tenías un regalo, un favor, un don. Y ya no eras la misma, porque tenías miles de nuevas posibilidades, porque habías cambiado. Porque el mundo ya no era el mismo, y tú tampoco.
Habías renacido.
Anton Flattery
Estuviste un buen rato esperando. Walter y Margaret ya se habían ido, y Elisabeth estaba por irse también. Finalmente abriste la puerta del lavabo, pero no había nadie allí. La ventana estaba cerrada, y Kate no estaba. Pero sabías que era muy rápida, y que quizá se habría marchado sin que os hubieseis dado cuenta.
Agachaste la cabeza, ahora estabas solo. Paseaste por el lujoso apartamento, que al parecer ahora sería tuyo. Elisabeth te dirigió una última sonrisa, porque ella ya tenía una vida montada. Y se fue, por la misma puerta por la que todos los demás se habían ido.
Entonces reflexionaste, sobre todo lo que había ocurrido, lo que ocurría, y lo que tenía que ocurrir. Todo era una sucesión de eventos sin sentido, conectados entre sí por el azar. Saliste fuera del piso, por el amplio balcón que este tenía. Había una maravillosa vista de Nueva York, ahora iluminada por miles y miles de puntos brillantes. Miraste al cielo, pero tanta luz enmascaraba las estrellas.
Pensaste en tu futuro, en lo que ibas a hacer. Querías salvar vidas, usar tu poder. Esa era tu determinación, porque siempre fue la misma. Siempre amaste todo lo vivo, pero ahora era diferente. Te veías con la capacidad de dar y quitar vida. Una gran poder, una gran responsabilidad.
Tu punto de vista se había tornado algo diferente, porque ahora tenías contigo un regalo, un don. Ahora lo podías ver todo como un continuo flujo de energía. El mundo ya no parecía el mismo, o quizá es que tú habías cambiado.
Habías renacido.