Partida Rol por web

Después de expulsar todos los fluídos corporales que podía expulsar por diferentes orificios, Locken se encontraba allí, en ese lugar, en... ¿en donde estaba. Locken estaba bastante confuso. Si eso era la disformidad o la cabeza de un psíquico, empezaba a entender que se acabaran volviendo locos, pues eso le parecía una pesadilla.

El ver la montaña le había traído algún recuerdo de cuando estaban en los planetas. Le gustaban las montañas y todo aquello que le recordaba a Terra, pero ahora no sabía ni de donde eran. Y cuando se giró tenía delante una especie de réplica del Palacio del Emperador, con las puertas abiertas y con... con "eso" saliendo de sus entrañas, pues no era solo aire, le parecía algo más.

Empezó a palparse todas las armas para comprobar que estaban en su sitio. Pistola, espada, granadas, el rifle y su pequeño rifle de fusión. Cogió este y se lo dispuso para el combate, no pensaba andarse con chiquitas en ese lugar.

Una silueta dorada se ve al fondo, muy al fondo, es casi imperceptible, pero has sido capaz de percibirla. No sabrías diferenciar ni su naturaleza, ni si es buena o amiga, solo que esta ahí, y parece que os mira.

-Chicos, allí hay alguien o algo -dijo apuntando con el rifle en una dirección- pero no tengo ni idea de qué es -miró al Sargento- ¿Qué hacemos? ¿Nos acercamos y lo comprobamos? Parece humanoide y nos está mirando.

-Armas listas y dedos en el gatillo-dijo Jonah en respuesta a aquello, indicando con un cabeceo a Demetrius que les guiara hacia aquello que había visto.

"Dios Emperador mediante, será Isabella y podremos hacer algo... Pero no creo que sea tan fácil..." pensó el stormtrooper, mientras avanzaba junto a su grupo. 

Edgar miró hacia donde Demetrius indicaba alzando a Sally para ir apuntando al frente.

-¿Seguro que has visto algo?-preguntó poco antes de ver, o creer ver, lo mismo que había visto Demetrius.. Su voz sonó grave y rasposa, pero no pudo evitar la pregunta, después de todo él no había visto nada, aunque Demetrius era más agudo que él para esas cosas.-En marcha.

Se puso a la par de sus compañeros, al ir con el lanzallamas era mejor que no pillara a ninguno de ellos por delante y emprendió la marcha con pasos pesados y seguros...si es que se podía estar seguro en un sitio así.

Nada más internarse en el palacio Imperial, las puertas se cerraron de sopetón provocando un terrible estruendo, pero aquello no era lo peor... cuando el grupo se giró por puro instinto para ver que había pasado constataron que donde una vez había habido una puerta ahora tenían ante ellos un enorme muro de piedra y rococemento, las grandes puertas habían desaparecido... pero no contento con aquello, el equipo de los guardias también desapareció, sus armas no estaban, ninguna de ellas, ni las de cuerpo a cuerpo ni las de disparo... al menos conservaban las armaduras, pero esa sensación de estar indefensos se hizo tan patente y terrible que los storm troopers perdieron toda seguridad.

La sala donde estaban era una nave enorme, a ojo podría tener quinientos metros de largo y unos ciento cincuenta de ancho y el techo no se alcanzaba a ver por el intenso humo de los botafumeiros que colgaban, había poco mobiliario, solo una enorme alfombra, frescos colgados de las paredes y todo estaba iluminado por antorchas que bailaban al compás de una música que no se oía.

La figura dorada estaba al final del todo, y parecía que trataba de llamar vuestra atención

-Por el Trono... -dijo Locken cuando vio que las armas desaparecían. Ahora sí que se sentía mal. No tenía armas, estaba acorralado y en un lugar donde no tenía ningún tipo de decisión a gran escala.

Un rugido se escapó de su garganta cuando vio a la figura que hacía señas para que se fijaran en ella. Sin dudarlo dio un paso hacia allí- Si nos puede quitar las armas nos puede quitar la vida -dijo mientras se encaminaba hacia delante. Estaba bastante acojonado, y las cosas de psíquicos no eran su especialidad, ya que solo preguntaba donde encontrarlo y si lo traía vivo o muerto.

Aquello olía a trampa casi desde que habían entrado, así que aquello no sorprendió excesivamente a Jonah. No sabía muy bien que estaba pasando allí... ¡Pero por el Trono que pensaba averiguarlo! Eran stormtroopers inquisitoriales, habían sido criados para ser la élite dentro de las tropas de la Inquisición, y si tenían que internarse en el Ojo del Terror desnudos, nadando por el espacio disforme y aguantando la respiración para sacar de allí a algún traidor, lo harían sin rechistar. 

-La fe en el Emperador es la mejor arma y la más resistente armadura. Con Él de nuestro lado, no debemos fallar. Con Él de nuestro lado, ¡no podemos fracasar!

Estaban sin armas, pero el suboficial avanzó hacia aquella figura, lo único reconocible en aquel lugar. Fuera lo que fuera, más le valía servir a Terra, o él mismo se encargaría de acabar con sus manos desnudas con éso. 

No había puerta. No había vuelta atrás. Sus brazos se alzaron en el aire al desaparecer también el lanzallamas y toda la fuerza que empleaba para sostener el arma impulsó los brazos hacia el techo.

Un gruñido gutural brotó desde su pecho retumbando en el interior de la armadura. No solo le parecía una trampa, sino que la sensación de que estaban jugando con ellos se hizo más evidente y con ella el terror a no poder hacer frente a cualquier cosa que obstruyera su camino.

-Por el Emperador- dijo con dureza, rabia y decisión avanzando con pasos pesados a penas a un paso de distancia de Jonah. Se dejaría la vida si era necesario, pero lucharía como fuera. Debía hacerlo y quería.

El grupo volvió a avanzar... la sala era dantesca, cada paso que se daba eran mas conscientes de su enormidad, y aquello realmente asustaba. Seguramente quedaban otros doscientos metros para acercarse a la figura dorada que os llamaba y permanecía en el mismo punto todo el rato. Otros pasos dados, un agónico paseo y un destello os deslumbro... antes las armas y ahora las armaduras, los storm troopers ya no tenían nada, únicamente sus ropajes que vestían debajo de la armadura de caparazón que tantas veces os salvó la vida.

-Esto va mejorando-dijo Edgar sin detener el avance. Detenerlo habría sido una cobardía y por el Trono, él no era un cobarde. Su cuerpo, acostumbrado a la armadura y su peso, se le antojaba ligero y sus movimientos demasiado exagerados. Las manos le hormigueaban por la ausencia de su querida Sally pero sus pies seguían adelantándose uno delante del otro.

No había miedo, no había vuelta atrás.

Ahora eran sus armaduras las que habían desaparecido. Pero éso no bastaba para pararles, mientras siguieran vivos, seguirían adelante con su misión sin dudar, sin dar un paso atrás. Simplemente debían seguir adelante y encontrar a la astrópata.

-No hay miedo. No hay dolor. La lealtad al Emperador es lo único que importa. ¡Adelante!

La determinación estaba reflejada en el rostro del stormtrooper mientras decía estas palabras, animando a sus compañeros a no darse por vencidos. Ocurriera lo que ocurriera, allí vencerían o morirían. 

Esto no le gustaba. Para nada. Pero el tener cualquier tipo de flaqueza sería castigado con algo peor por el Inquisidor Demetricus. Se sentía raro, pues hacía tiempo que no estaba desarmado y sin su equipo fuera de una zona segura. 

La silueta seguía allí, a lo lejos, haciendo gestos para que la siguieran, ya fuera a donde debían ir o a una trampa. Locken nunca había llegado a entender todos los misterios de los psíquicos y lo que tenía que ver con el espacio disforme, pero el no preguntaba, nunca lo haría, aunque ahora empezaba a comprender porqué muchos de ellos se volvían locos. 

Vivir así siempre era un gran sacrificio por el Imperio y, además, el deber de los psíquicos, como el suyo era dar caza a los que se descarriaban.

Siguió su avance junto con sus compañeros. Los tres que quedaban de su grupo, y los únicos auténticos compañeros que tendría nunca.

Al final llegaron lo suficientemente cerca de la figura dorada como poder verla bien... se trataba de Isabella Kraj pero tenía un aspecto dorado, brillaba con luz propia, pero lejos de sentiros temerosos por su presencia y haber perdido todo vuestro equipo, un sentimiento cálido y tranquilo os invadió.
Paz, amor... completos, todas las masacres olvidadas, todas las penas,  todo el dolor infligido y sufrido, todo se evaporó en un instante...

La mujer os miraba con una sonrisa maternal en los labios, ya estabais frente a ella, mirándolo con cierta reverencia y admiración. Isabella no decía nada, solo os miraba...

Parecía que, al fin, habían encontrado lo que buscaban. Pero, aún con todo, algo en el fondo le decía a Jonah que allí había algo que no acababa de encajar. Algo que, simplemente, no estaba bien. Sin embargo, se adelantó un paso a sus compañeros y dijo:

-Señora, ¿es usted Isabella Kraj, la astrópata?

La sensación de que le faltaba Sally disminuyó según se acercaban, Edgar como tal había quedado atrás y una sensación extraña de paz nostálgica se iba apoderando de él. Solo era un hombre frente a una mujer de hermosa sonrisa que parecía ser la respuesta definitiva a todo sus problemas. Con ella olvidarían lo que era el dolor, olvidarían la violencia, olvidarían incluso qué les había llevado allí.

Un momento, ella es la que nos ha traído aquí.

Ese pensamiento no perturbó la paz que se imponía sobre él. Tampoco lo hizo la voz de Jonah, después de todo... solo estaba constatando un hecho.

Esta paz y tranquilidad era el objetivo del la Gran Cruzada si el Architraidor no se hubiera rebelado contra su padre -pensaba Locken, pero en realidad estaba relajado, como si todo lo demás hubiera sido una pesadilla y lo que tenía delante ahora fuera la realidad.

Las palabras de Jonah le habían devuelto un poco en sí, pero en realidad seguía estando en ese lugar que no era un lugar. Era la primera vez que estaba cómodo sin armas ni armadura, la primera vez que no tenía una herramienta asesina con la que trabajar, y eso le resultaba raro, muy raro.

¿Quién lo pregunta? ¿Quién osa violar mi mente de este modo? Habla rápido antes de que os destruya y vuestros cuerpos sean meros cascarones vacíos carentes de toda vida - su voz, al principio sonó cálida, pero tan pronto avanzaba por las cortas preguntas formuladas iba tomando un cariz más violento, más beligerante... más peligroso... Quizás no os daba miedo, pero era imposible no sentirse impresionado e intimidado de algún modo

-Somos servidores de la Inquisición, del Inquisidor Demeticus. Hemos venido a acabar con los traidores... En concreto, ejecutar a Jacob Dorn y capturar a Zacarias Schmidt para ser ejecutado por el propio inquisidor. Pero para ello, necesitamos despertarla y que nos ayude. 

¡MIENTES! - rugió con fiereza a la vez que empezaba a brillar con la intensidad de una estrella... una intensidad que fue creciendo y creciendo que los fotónes de luz que emitía empezaron a abrasaros irremisiblemente... el olor a carne quemada iba invadiendo todo el lugar y el dolor era espantoso, pero seguíais ahí, con vida pero muriendo lentamente... - ¡SOIS AGENTES DE DORN Y DE SU PERRO SCHMIDT!