Lady Kathelin se encontraba sola, después de haber discutido con su marido y con su hijo mayo. No presentaba un semblante de buen humor y se sorprendió al ver al caballero Ser Heine cerca de ella.
-Que sucede Ser?- pregunto al verlo
El caballero hizo una ligera reverencia en entrar en el cuarto de su señora:
- Mi señora, como ya sabrá Lord Vignar me ha designado como campeón de la casa y deberé enfrentarme en combate a muerte contra el campeón de la casa Vance si los señores no llegan a un acuerdo previo. Nuestro acuerdo sigue en pie, entiendo que desea que pierda, pero yo valoro mi vida por encima de todo. -tras descansar un rato la voz y dejar que la señora tuviese tiempo de pensar sigue- no obstante, podría tratar de llegarse a un acuerdo entre los señores que conlleve el destierro de la muchacha. Podría salvar la cabeza y tener aventuras en otra parte con su bestia o con otra cualquiera. Deberíamos tratar de convencer a Lord Vignar de llegar a tal acuerdo. ¿Que opina vuesa merced?
-Claramente no voy a pedirle que muera por nuestro acuerdo Ser Heine, no se preocupe por eso.- Comenzó diciendo Lady Katherin. -Pero ahora que lo mencionas se me ocurre una buena idea.- Agregó pensativa.
-Si llego a un acuerdo con mi marido entonces necesitare de tu ayuda para llevar a cabo esta tarea y si la cumples, entonces llegare a un acuerdo con la casa Banefort para que te tomen como esposo de su única hija y heredera.- Agregó la mujer. Esto también puede requerir tu fuerza en combate pero no creo que puedas tener un mejor equipo del que tienes ya que esto sucederá en horas de la noche.
El caballero se mostró intrigado por las ideas maquiavélicas de la señora. Sin duda era una dama de recursos, algo que Sir Heine valoraba mucho en una mujer. Una mujer lista y con buenas artes era siempre más valiosa que un florero, ya que de la flor de ambas podía engendrarse un heredero.
- Contad conmigo mi señora -dijo Sir Heine con una sonrisa, mientras volvían a su mente sus incansables ansias de medrar, de convertirse en alguien en los Siete Reinos. No pensaba dejar echar a perder esta oportunidad. Al principio le daba pena la muchacha, pero ahora, después de que la acusasen de atacar a una noble, siendo ella no más que una bastarda... Una muchacha que no conoce su sitio... haría con ella lo que fuera necesario para ganar su trono- tendré la espada presta para vuesa merced.
Dicho lo cual el caballero hizo una profunda reverencia, sonriente, y salió de su estancia.