Al ver entrar a aquella enorme criatura Rhialta sintió algo de temor, mezclado con emoción. Los gatosombras eran depredadores feroces y muy sigilosos. En las historias que contaban los maestros cazadores que llenaban la mesa de su padre con estupendas piezas, siempre se contaba como estar criaturas acechaban y a veces los atacaban, por lo que trataban de tener mucho cuidado con estas feroces criaturas.
Rhialta extendió su mano con cuidad y toco el lomo de la bestia, eligió tocarlo allí porque consideró que era menos riesgoso que acariciar la cabeza de aquel enorme felino.-Que emoción.- exclamo mientras acariciaba a la criatura. Su cara, antes entristecida por los acontecimientos de la recepción, mostraba ahora un semblante alegre.
Siguió acariciando a la criatura un poco más siguiendo las indicaciones que le decía Morgause de los lugares en los que el gatosombra prefería recibir las caricias. Luego de un rato el animal se aparto y busco un lugar cómodo en un costado de la habitación. Nor también se preparaba para oír la melodía de Morgause.
Las cuerdas sonaron y el dulce sonido comenzó a emanar del instrumento de la chica, llenando rápidamente la habitación de su hermosa música. Rhialta disfrutaba de cada melodía mientras miraba las manos de Morgause sobre las cuerdas y de vez en vez también su hermoso rostro, que mostraba mucha concentración.
-Que bella melodía.- dijo la chica maravillada por el show privado que acababa de recibir. Es diferente a los bardos que tocan cuando pasan de viaje a otras tierras, esos bardos tocan para la familia y estas melodías fueron solo para mí.- Agregó con mucha felicidad. Se notaba que rara vez era la protagonista de algo en ese castillo. -Me apena el corazón saber que cuando la boda termine te tendrás que ir y te llevaras con tigo esa hermosa música que produces. -Si tuviera mi propio oro te contrataría para que seas bardo en el castillo. Vivirías con todos los lujos que pudiera darte y comerías las cosas más exquisitas que un paladar pudiera probar.- Dijo con sinceridad. Morgause tuvo completa certeza de que su canción había quedado en el corazón de la chica para siempre.
El ver cómo la bella joven acariciaba a Nor, había sido algo apreciable para la pelirroja, en especial cuando parecía que a la gatosombra le gustaba las caricias que la hija menor de los Vance le dedicaba. Por un instante, había pensado que Rhialta se asustaría demasiado, lo suficiente como para rechazar nuevamente la invitación, si bien no había tardado mucho en armarse de valor para tocar a la mascota de la bastarda, algo que provocó una encantadora sonrisa en la misma. Sin dudarlo, se aseguró de enseñar los lugares que a la gatosombra le encantaba que la tocaran, como detrás de las orejas, o incluso cerca de las costillas y en el inicio de su cuello. Verla acariciar con tanta alegría a la criatura, realmente complació a Morgause, la cual sabía que aquello sería un buen paso a forjar una buena relación con la dulce muchacha. No podía evitarlo, deseaba llevarse bien con ella, e incluso, cuando fuera posible, tener algo más con la hermosa joven. Parecía que su familia no le ofrecían la atención que merecía, tal vez porque era la hija menor, y no la heredera como era el caso de su hermana, si bien a la pelirroja aquello no le importaba demasiado, no cuando tan sólo le importaba la joven en sí, su belleza, su actitud, el hecho de que se sonrojara, cuyo rubor no hacía más que mejorar lo bella que era, resaltando cierto aspecto de la muchacha que no hacía más que capturar aún más el corazón de Morgause, y, por ende, también creaba en la bastarda el deseo de hacerse con el afecto de la hija menor de los Vance, por sentir su cariño, su aprecio, su interés. No podían culparla por desear algo que, hasta el momento, no había logrado encontrar. Además, estaba claro que Rhialta necesitaba también algo que su familia no le ofrecía, y que la bastarda deseaba ofrecerle con todo su ser.
Por esa razón, en el momento en el que sus dedos dejaron de deslizarse por las cuerdas de su instrumento, abrió los ojos tras haber disfrutado de un bello instante de paz... y expresado lo que la joven frente a ella le hacía sentir. Lo que su belleza, su dulzura, provocaba en ella. - Me encantaría tocar siempre para vos, milady. - Aseguró dulcemente, antes de dedicarle una sonrisa gentil, encantadora, a medida que dejaba su arpa a un lado, para acercarse a la hermosa muchacha. - Me alegra saber que os ha gustado. Estaba nerviosa... pensé que tal vez no os gustaría, y eso me habría entristecido. - Afirmó, mostrándose un poco avergonzada ante lo que había dicho, ya que era verdad que había estado nerviosa por esa posibilidad, si bien, el escuchar que había disfrutado de la melodía, había servido para eliminar toda duda al respecto. No obstante, al escuchar a Rhialta decir que le apenaría que tuviera que marcharse, una vez que la boda terminara, no pudo evitar mostrar una clara expresión de tristeza. - ¿Tal vez... podríais visitarme en algún momento? Me aseguraría de que Lord Kelmstiern os diera la bienvenida y que tuvierais un buen lugar. Él es muy amable conmigo, así que seguro que me escuchará si os invito. - Prometió en un tono gentil, para luego dedicarle una mirada sincera, la cual denotaba lo mucho que le agradaría si aceptaba dicha invitación. Si bien, la mención de la posibilidad de actuar como un bardo en el hogar de los Vance, hizo que la pelirroja negara con la cabeza. - No creo que a vuestro padre le agrade mucho. No con Nor cerca. Además... sólo me gustaría tocar para vos. - Admitió en un tono suave, a la vez que alargaba su mano derecha para guiarla a la mejilla de la joven Vance, deseando acariciar su piel con delicadeza. - No deseo nada más que a milady. Vuestra compañía, vuestros atención cuando toco mi arpa... vuestra sonrisa. - Afirmó con honestidad, con aquella voz melodiosa, dedicándole tal muestra de cariño de su parte con el tacto de su mano, mientras la miraba dulcemente a los ojos. - Deseo todo de vos... - Sonrió encantadora, tras pronunciar lo que anhelaba, dejando en claro que sentía cierta atracción por ella.
Rhialta aún se encontraba aun embelesada por la música de Morgause y le parecía completamente injusto que la chica no pudiera tocar para ella en el castillo. Si el deseo de Morgause también era el de tocar ¿Por qué no podía hacerlo? Esa injusticia se le clavo en el pecho y le lleno los ojos de lágrimas.
-Tal vez no haga falta tener que ir a visitarte.- Dijo esperanzada en su ilusión. –Tal vez me revele contra mi padre y deje atrás mi manto de niña buena y le exija que te deje quedarte. Si al final el castillo será gobernado también por tu hermano. No sería raro que su hermana natural viviera con él, y si mi hermana piensa que está mal dejar vivir a una…- La chica frenó antes de decir la palabra bastarda ya que no quería herir a Morgause. –Si mi hermana no te quiere aquí entonces le exigiré a mi padre que me dé un hogar en el pueblo y allí podrás tocar para mí y para quien tú quieras las veces que tú quieras.- Rhialta estaba tan sumergida en su ilusión que no veía las complicaciones sociales y de seguridad que traían sus ideas.
La joven Vance acaricio la mano de Morgause que se encontraba tacando su mejilla con mucho afecto. La joven Bastarda supo que a la chica le faltaba mucho cariño por parte de los miembros de la familia y que claramente no notaban las necesidades de la menor de los Vance. El tacto provocó en la chica una presión fuerte en su pecho. Su corazón golpeteaba su pecho con fuerza y gran velocidad. Rhialta estaba experimentando una sensación no conocida por ella, le gustaba sentirse así pero algo en su cabeza le decía que estaba mal sentirse de ese modo tan… feliz.
- ¿No hará falta? - Preguntó confusa, al escuchar a la joven decir que no sería necesario que la visitara. A Morgause se le hacía difícil pensar otra opción para poder estar con la hija menor de los Vance, sin que el padre de la misma se molestara con las dos, en especial con la pelirroja. Sin embargo, al escuchar la idea de Rhialta, no pudo evitar abrir los ojos sorprendida, no sabiendo muy bien si alegrarse por semejante decisión por parte de la muchacha, o porque aquello podría traerle muchos problemas a la joven en sí. Después de todo, estaba claro que su familia no parecía darle mucha importancia a la hija menor, por lo que la bastarda no pensaba que aquello fuera a ofrecerle un buen resultado a la joven. Aún así, no deseaba desalentarla, en especial cuando Rhialta se había mostrado tan decidida ante semejante idea. Lo que menos deseaba era entristecerla. - Pero... ¿no se enojaría con vos? No quiero que tengáis problemas, milady. Tampoco desearía separarme de vos. - Le explicó con cierta tristeza, teniendo en cuenta que estaba demasiado embelesada con la belleza de la hija menor de los Vance, y aún más ahora que veía que ésta estaba tan predispuesta a enfrentar a su padre con tal de cumplir su deseo de tocar para ella y poder permanecer a su lado. - Creo... creo que podría convencer a Rantos de que me permita estar con vos. Estoy segura que él me escucharía, sí. - Dijo con cierta confianza, al escuchar con atención las palabras de la muchacha, pensando que, al final, sería Rantos el que tendría el poder de la Casa Vance, junto con la hermana de Rhialta, por lo que no era extraño que éste pudiera cumplir su deseo. Después de todo, no era mucho lo que pediría, tan sólo estar con la chica que había capturado su corazón con su belleza y dulzura. ¿Qué mal podía haber en semejante petición? Era mucho más leve que lo que Tristan deseaba, y que sin duda podía traerle problemas a su Casa. Si bien era obvio que no podía expresar su deseo romántico hacia la joven, tan sólo su deseo de estar con ella y tocar siempre para ésta.
No obstante, parecía que Rhialta estaba decidida a enfrentar a su padre, algo que la bastarda no pensaba que fuera una buena idea, en especial cuando la familia debía de permanecer unida. No deseaba semejante conflicto entre un padre y una hija, incluso si su corazón le reclamaba que no quería separarse de la hija menor de los Vance. - Tal vez haya una mejor opción. Cuando mi hermano y tu hermana se casen... podría convencer a mi hermano de permitirme estar con vos. No quiero que discutáis con vuestro padre. No deseo ese mal para vos. Sólo quiero estar con vos, milady. Es mi único deseo. La mayoría de mis melodías deberían de ser sólo para vos. - Aseguró en un tono dulce, antes de sonreír realmente alegre por el hecho de que la joven que le había robado su corazón hubiera decidido acariciar su mano, mientras ésta permanecía sobre su mejilla. ¿Acaso sentía lo mismo que ella? O tal vez sólo era su deseo por la atención que le había sido negada, por el cariño que sus padres habían concentrado principalmente en su hermana mayor. - Mi cariño es sólo para vos. Y mi amor también si lo aceptáis. - Afirmó con aquella voz melodiosa, mientras la miraba directamente a los ojos, una mirada dulce, amorosa, que dejaba en claro lo embelesada que estaba por ella. La joven Vance era demasiado adorable como para poder resistirse, como para no expresar en acciones y palabras lo que despertaba en su corazón. De haber estado sola, habría tocado otra canción con su arpa, si bien, en ese momento, no quería hacer otra cosa más que adorarla con sus ojos, con su tacto delicado, disfrutando de la caricia que la bella Rhialta le dedicaba en ese instante tan precioso para la bastarda. - No me importa que me llaméis... "bastarda". Es lo que soy. Es algo que he aceptado hace mucho tiempo. Sé que no lo diríais para no herirme, aunque tampoco me molesta. No si sale de vuestros labios, con vuestra hermosa voz. - Sonrió con calidez, a medida que se acercaba a ella, sintiendo cómo su corazón latía con rapidez, no pudiendo resistirse ante la idea que había surgido en su mente. - Tal vez me odies por esto pero... no puedo evitarlo. Sois... hermosa, milady. - Con su mano aún sobre su mejilla, la pelirroja no tardó mucho en acercar lo suficiente su rostro al de la bella joven, únicamente con la intención de unir sus labios con los de ella, en un beso delicado, cariñoso, que buscara expresar lo que sentía por ella, cómo la hija menor de los Vance se había ganado su afecto ante lo que ésta estaba dispuesta a hacer, con tal de que Morgause pudiera quedarse a su lado. Tal vez la rechazaría, si bien no podía resistirse a tal idea. La presión en su pecho lo ordenaba.
Rhialta escucho la idea de Morgause y coincidía en que era la opción menos problemática sin embargo no confiaba en que su hermana aceptara la idea de que una Bastarda viviera dentro el castillo aunque esta solo se dedique al entretenimiento. Principalmente porque ella no aceptaría que se la trate a Morgause como una simple sirvienta, en eso chocaría contra su hermana y teniendo en cuenta que sería ella la que estaría a cargo de la casa pondría en duda la permanencia de la chica.
-Tal vez podamos convencer a tu hermano pero el problema real seria mi hermana, ella tiene una visión diferente a la mía con respecto a las personas. No tiene la capacidad de ser amable con alguien como tú, te trataría como una persona de segunda y eso provocaría problemas a futuro.- Dijo un tanto decepcionada por que las cosas no salían como ellas dos querían.
Rhialta dio un suspiro de resignación, deseaba que las cosas fueran más fáciles pero no veía una buena resolución si su hermana estaba en medio del asunto. Mientras estaba sumida en su lamento vio que todo comenzó a marchar demasiado rápido como para comprender que sucedia. Morgause le había sonreído y se había acercado a ella aun con la mano en su mejilla. La joven Vance entendió que era lo que sucedía y su conciencia le grito diciéndole que no era correcto, pero aun así no rechazó el cálido beso que le dio la hija natural de Lord Vignar. Cerró los ojos y disfruto de la cálida sensación que se gestaba en su pecho. Se sentía muy emocionada, algo confundida y por primera vez en mucho tiempo también querida. Esos sentimientos fueron demasiado para ella y de sus ojos comenzaron a caer lágrimas.
Rhialta separo a Morgause con un suave empujón, desvió su mirada para abajo intentando que la chica no viera sus lágrimas y con mucha dificultad habló.
-no debemos hacer esto.- Dijo la chica sin encontrar en su corazón una razón justa que justificara sus palabras.
Las palabras de la joven Vance habían sido más que comprensibles para la bastarda, principalmente porque ésta le había dicho que su futura cuñada se comportaría de la misma manera que lo hacía su madrastra. Sin embargo, no había mucho que Morgause pudiera hacer al respecto, más que simplemente aceptar esa clase de maltrato, a menos que deseara hacer algo más extremo con dicha joven. Aún así, estaba claro que la hermana de Rhialta sería parte de la familia, en cuanto se celebrara la boda, por lo que la pelirroja no veía muy bien la idea de hacerle algo malo a la misma, sólo por el hecho de que ésta fuera a maltratarla. Después de todo, no deseaba perjudicar a su medio hermano, ni mucho menos dejarle viudo, incluso si bastaría con un poco de veneno para cumplir con dicho objetivo. La verdevidente no solía aceptar que la insultaran, con excepción de su madrastra, si bien tampoco deseaba atacar a alguien de la familia por algo así. Por tal razón, no le quedaría otra opción más que aceptarlo, o bien pensar en otra solución. La idea de Rhialta, respecto a enfrentar a su padre y solicitar algo extremo de éste, le parecía demasiado complicada, y sin duda podría causar el desagrado de Lord Vance hacia su hija menor, algo que Morgause no deseaba para nada. Además, incluso si Liane deseaba hacerle la vida imposible a la pelirroja, eso no quería decir que Rantos fuera a permitirlo. Morgause estaba segura de que su medio hermano la cuidaría como era debido, a menos que deseara provocar la ira de su padre, el cual ciertamente le tenía bastante cariño como para permitir algo así. Por más que Liane fuera a convertirse en la esposa de su medio hermano, eso no quería decir que fuera ella la que mandara, no cuando sería Rantos quien heredaría todo en el futuro. Bueno, era verdad que, aún así, debería de respetar un poco los deseos de la joven, si bien no por ello significaba que fuera a tolerar que insultaran a su hermana, por más que fuera una bastarda.
No obstante, nada de aquello importó demasiado en el momento en el que la bella Rhialta permaneció en su lugar, cuando la bastarda pretendía besarla, algo que no hizo otra cosa más que incentivarla a continuar con aquello que deseaba, disfrutando al final de sus hermosos labios, deleitándose con la suavidad de los mismos y la calidez de su aliento. Por un instante, la pelirroja había pensado que estaba en un sueño, tras haberse maravillado con la dulzura de aquella unión de sus labios con las de la hermosa doncella. No había duda alguna... la hija menor de los Vance le había robado su corazón por completo, por lo que, cuando Rhialta la apartó levemente de ella, la bastarda no pudo evitar sentir un fuerte deseo de volver a besarla, uno que tuvo que reprimir para poder escuchar lo que la joven tenía para decir al respecto. - ¿Por qué? - Preguntó confundida, no sabiendo muy bien el porqué la menor de los Vance deseaba rechazarla, incluso si estaba claro que ella también había disfrutado de aquel beso, tanto como lo había disfrutado la verdevidente. No había duda de que lo había hecho, principalmente porque Rhialta no había interrumpido aquella hermosa expresión de afecto, al menos no hasta que la había disfrutado lo suficiente. Estaba claro que la muchacha sentía algo por Morgause, o al menos se había visto lo suficientemente atraída por lo que habían hecho. - No deberíais alejaros de lo que os gusta, milady. - Aconsejó en un tono suave, cariñosa, a medida que rodeaba la cintura de la joven Vance con su mano izquierda, mientras que con la otra guiaba el rostro de Rhialta con delicadeza, para que pudiera verla a los ojos con una mirada dulce que expresaba lo embelesada que estaba la pelirroja por ella. - No me importa que vuestra hermana me deteste. Sólo vos me importáis. Os quiero, os deseo cerca de mí. - Aseguró con aquella voz melodiosa, al mismo tiempo que acercaba sus labios a su oreja, provocativa. - ¿No me deseáis? ¿No os provoco ninguna sensación? - Preguntó en susurros sobre su oído, buscando oír una respuesta positiva de la joven, antes de que sus labios se concentraran sobre su cuello, besando su piel de manera delicada, cariñosa. - Rantos no dejará que me maltrate. No debería... Y yo sólo deseo estar a vuestro lado. Sea aquí, o en otra parte. No deseo nada más. - Afirmó con dulzura para luego volver a mirarla a los ojos, deseando disfrutar de sus labios una vez más, mientras sus cuerpos permanecían tan cercanos en ese momento.
Rhialta tenía emociones encontradas, por un lado se sentía deseosa de arrojarse a los labios pasionales de aquella chica y por el otro sentía que estaba desobedeciendo las ordenanzas de los siete rompiendo su casta educación por los placeres terrenales.
Al encontrarse luchando internamente por lo que sentía y lo que debía "hacer" es que no pudo contestarle a Morgause el porqué ella consideraba el beso algo impropio.
-Es raro.- comenzó diciendo y guardo silencio para pensar un poco sus palabras y sus sentimientos. -Es decir, me gusto y lo sentí hermoso.- Agrego agarrándose la ropa a la altura de su corazón. -Pero no debemos mi lady. Ambas somos mujeres y eso no está bien visto por los siete. Que dos mujeres se quieran es algo prohibido- Dijo alegando a su lado religioso sin siquiera estar ella misma convencida de lo que decía.
-Fue solo un beso.- dijo una voz en su cabeza, la voz que estaba encantada por lo sucedido y a su vez con la que más se sentía a gusto la joven Rhialta. Las lagrimas comenzaron a caer por su rostro nuevamente y la chica agacho la mirada para esconder lo que sentía. A Morgause no le costó darse cuenta que la chica estaba tan "entrenada" para ser recatada y casi no sentir nada que al encontrarse con un sentimiento fuerte en su corazón este hacia que sus emociones se desbordaran y la reacción natural de muchas personas al encontrarse desbordadas era llorar.
-No quiero que se sienta ofendida por mi rechazo Lady Morgause, pero no se que sentir.- Agregó tomando de la mano a la joven bastarda y buscando en ella la aprobación de lo que decía con sus labios y no lo que sentía con su corazón
Avisame si queres iniciar una intriga.
La bastarda notaba con claridad la duda en la hija menor de los Vance, sabía muy bien que había disfrutado de aquel beso, si bien parecía que lo que le habían enseñado hacía eco en su mente, lo suficiente como para no mostrarse como un obstáculo a la relación que Morgause pretendía de ella. En el momento en el que la bella joven dijo que era "raro", no pudo evitar sentir cierta punzada en su pecho, sabiendo que había algo de verdad en sus palabras, teniendo en cuenta que la mayoría solía ver aquello como algo anti natural, al menos los que seguían la religión de los Siete. Con los Viejos Dioses, no había pecado alguno en esa clase de preferencias, incluso si tampoco era considerado como algo normal. Aún así, lo que le importaba a la pelirroja, en ese preciso instante, era el hecho de que la muchacha que deseaba se expresara de esa forma hacia ella, como si lo que pretendía no era algo más que anormal, algo que no debían de continuar. - ¿Raro? Tal vez... pero no quiere decir que sea malo. - Aseguró con cierta confianza en sus palabras, mientras mantenía aquella cercanía, no deseando apartarse de Rhialta, la cual se había ganado su afecto, y que tanto la había embelesado con su belleza y su forma de ser. No había duda de que la joven Vance deseaba el cariño que le había sido negado, y la bastarda estaba más que dispuesta a ofrecerle todo el cariño que pudiera desear, con tal de que permaneciera a su lado, con tal de disfrutar sus hermosos labios. - Si os gustó... ¿cuál es el problema? No hay nada malo en buscar lo que quieres, milady. - Afirmó en un tono dulce, mientras apreciaba la belleza que la joven demostraba a medida que se agarraba la ropa a la altura de su corazón, una visión hermosa, aunque también triste. Morgause se sentía de la misma manera, si bien no dejaría que la tristeza se apoderara de ella, no cuando deseaba a la hija menor de los Vance, no cuando no quería perderla ahora que la había conocido.
- No me llaméis "milady". Soy una bastarda, no merezco esa consideración de vos. No de mi musa. - Le pidió, reprimiendo el dolor que sentía en su pecho ante el rechazo que parecía demostrar la joven frente a ella. No podía aceptar ese "no", no cuando sabía que el sentimiento era ciertamente reciproco, y que tan sólo se guiaba por lo que le habían dicho que era lo correcto. No iba a perderla así de fácil, no sin pelear por lo que deseaba. - Yo no sigo a los Siete. Los Viejos Dioses no dicen nada en contra de lo que quiero de vos, milady. - Le explicó con aquella voz melodiosa, a la vez que la sujetaba de la cintura con delicadeza, su rostro bastante cercano al de Rhialta, tan sólo mirándola a los ojos, esperando convencerla de que abandonara semejante estúpida creencia que le negaba lo que deseaba. - Os deseo. Os quiero a mi lado. Y sé que vos también me deseáis. - Susurró con dulzura en su voz mientras la miraba de aquella forma cariñosa que sólo reservaba a sus seres queridos, aún más a alguien que había causado semejante impresión en ella. - Sabéis lo que debéis sentir. Es sólo que tenéis miedo de ir en contra de lo que os han enseñado, para así obtener lo que deseáis. - Continuó explicando, antes de abrazarla, apoyándose su mentón sobre su hombro, deseando sentir el contacto de su cuerpo contra el de ella. No podía desear nada más en ese instante en el cual sentía que se le saldría el corazón por la garganta. Estaba aterrada de perderla, no podía aceptarlo. - Admitidlo, milady. ¿No deseáis ser feliz? ¿Qué hay de malo con buscar lo que os hace feliz? No tiene sentido dejaros intimidar por algo así. - Afirmó con clara determinación en sus palabras, a la vez que sus labios buscaban la delicada piel de su cuello, besándola de forma afectuosa, deseando motivarla a abandonar semejantes pensamientos erróneos, con tal de que aceptara lo que realmente sentía por ella. Al mismo tiempo que sus labios dedicaban su afecto a su cuello, sus manos permanecían unidas en aquel abrazo intenso, no deseando que se apartara de ella ni por un segundo, no sin antes estar segura de los sentimientos de la joven.
Motivo: Iniciativa (Estatus)
Dificultad: 0
Tirada (3): 2, 5, 1
Guardados (3): 5, 2, 1
Total: 8, Éxito considerable
Motivo: Seducción (Persuasión)
Dificultad: 0
Tirada (5): 3, 6, 6, 2, 5
Guardados (4): 6, 6, 5, 3
Total: 20, Éxito asombroso
Pues bueno, comienzo la intriga, intentando seducir lo suficiente a Rhialta para hacerla cambiar de parecer, para ceder a sus sentimientos =P Tiro iniciativa y también hago la tirada de seducción (persuasión creo que es). Tú aplica los penalizadores o modificadores dependiendo de la actitud inicial. Hago la tirada ya para que ya esté hecha. No sé cuánto es el estatus de Rhialta, la verdad, si es superior, descuenta el 3 de mi tirada, ya que tiro con un dado menos en Persuasión si me supera en estatus.
La palabras de Morgause y el placer que sentía ante tal situación terminaron por romper la lógica impuesta por la familia y la educación religiosa que le había sido brindada desde chica. Esta ruptura hizo que Rhialta se apretara con más fuerza al cuerpo de Morgause y que escondiera su cara en el hombro de la colorada mientras se dedicaba a disfrutar de las caricias y los besos recibidos.
-Si los antiguos dioses no se imponen a mi felicidad entonces creo que será mejor para mi cambiar de fe.- Dijo la chica secando las lagrimas en el hombreo de Morgause.
Ahora fue Rhialta la que sorprendió a Morgause con un pasional y algo torpe beso en los labios que duro algunos minutos. Al separar sus rostros ya no había lagrimas sino una sonrisa dulce y picara. -Es la primera vez que me siento así.- Confesó la chica con sinceridad a la que fuera tal vez la primera persona que le mostraba total atención y afecto casi desde que nació. -No sé qué pensar ni que decir solamente quiero estar así con tigo para siempre.- Agregó mirando a los ojos a Morgause. No tenía intención alguna de volver a la cena ni de perder un solo segundo con atendiendo a los pomposos señores e invitados a la boda, quería estar todo el tiempo que pudiera sintiéndose así, tan llena de vida y junto con la persona que provocaba estos sentimientos.
Bueno vamos a definir los valores para que queden claros y visibles
Rhialta
Defensa en Intriga: 10
Actitud: Amistad
Persuasión: +3
F.A: 2
Morgause
Defensa en Intriga: 10
Actitud: Amistad
Persuasión: +3
F.A: 2
Bueno Rhialta tiene más estatus que vos por lo que descontamos el ultimo 3 quedando como resultado 17 pero tener +3 por la actitud de persuasión dando como resultado final 20 a 10 que son la defensa en intriga de Rhialta nos quedan 10 (Tres grados de Éxito) Tu voluntad es 5 por lo que estarías haciendo 15 da daño a su compostura. Le resta 2 a ese resultado por su F.A: dando un total de 13 sobrepasando por 3 a su compostura. Podría tomar Frustración para resistir pero no me parece que requiera el esfuerzo ya que no es que este por perder la vida o algo que lo amerite un poco más.
Al sentir cómo la muchacha se apretaba contra con mayor intensidad que antes, Morgause supo que había logrado convencerla, que había logrado vencer lo que su familia y aquella maldita creencia le habían impuesto, prohibiéndole algo que la joven Vance sentía en realidad. Las palabras de Rhialta hicieron que la pelirroja cesara en sus besos sobre su delicado cuello, antes de mirarla con clara adoración, disfrutando del hecho de que la muchacha hubiera optado por abandonar su religión, que prefiriera unirse al culto de los Viejos Dioses, con tal de obtener lo que deseaba. Aquello fue algo que hizo realmente feliz a la bastarda, la cual sonrió contenta, ciertamente de humor por lo que había oído, a medida que se deleitaba con la hermosa sensación al sentir el cuerpo de la joven contra ella, disfrutando de tal unión que hacía latir su corazón en demasía. - A los Viejos Dioses no les importa eso. No le prohíben la felicidad a sus seguidores. - Aseguró en un tono dulce, para luego mantener su mirada sobre los hermosos ojos de la preciosa chica frente a ella, una vez que ésta se secó las lágrimas contra su hombro. En el momento en el que la hija menor de los Vance mostró algo de iniciativa, besándola con cierta torpeza aunque con clara pasión en su beso, la bastarda no dudó en serle reciproca, aceptando la unión de sus labios, deseando expresar lo mucho que la había embelesado, lo mucho que la doncella le hacía latir el corazón, producto de lo adorable y hermosa que era Rhialta. Sabía muy bien que no se había equivocado, que la joven deseaba lo mismo que ella, que no podía reprimir lo que sentía, a pesar de que le hubieran dicho que aquello estaba mal. La pelirroja la había persuadido de lo contrario, de seguir lo que la hacía feliz, a pesar de las prohibiciones, de que no le hubieran permitido desear algo por sí misma, dejando que su hermana mayor se llevara toda la gloria. Morgause le ofrecería lo que Rhialta más necesitaba en ese momento, a cambio de que ésta le entregara su corazón.
Tras finalizar aquel beso, la bastarda se relamió los labios, ciertamente a gusto con la iniciativa demostrada por la joven Vance, no pudiendo evitar sonreír divertida ante las palabras que ésta le dedicó. - Me alegro de que sea así, milady. También es la primera vez que alguien como vos me atrae de ésta manera. Siento que debo dedicaros todo mi ser y mis melodías. - Se explicó con su voz melodiosa, disfrutando la cercanía que compartían y la bella sonrisa picara que la doncella había esbozado en ese momento. Por un instante breve, no pudo evitar morderse el labio inferior, un poco avergonzada aunque ciertamente a gusto con la presencia de Rhialta, para luego volver a mirarla a los ojos de manera afectuosa. - No debéis preocuparos... lo único que importa es lo que deseáis. Vuestra familia no debe alejaros de lo que os hace feliz. Ya habéis entregado demasiado por el bien de vuestra hermana. Es momento de que seáis feliz, ¿no es así? - Preguntó en un tono dulce, en el instante en el que acariciaba su mejilla derecha con delicadeza, manteniendo su mirada sobre sus hermosos ojos, intentando reconfortarla con sus palabras, de modo que la joven Vance no tuviera duda alguna en cuanto al hecho de anhelar su cariño. - No es necesario que digáis nada, ni que penséis. Las palabras y los pensamientos vendrán luego. Ahora... sólo deseo vuestro afecto, vuestra atención, y a cambio os ofreceré mi ser. - Susurró con clara dulzura, a medida que guiaba a hija menor de los Vance hacia la cama con paciencia y delicadeza. Quería amarla en todo detalle, si bien tampoco deseaba presionarla a hacer más de lo que la muchacha estaba dispuesta a ofrecer, si bien, al menos, anhelaba la idea de acurrucarse con ella en la comodidad de su lecho. Por esa razón, no tardó mucho en posicionarse sobre ella en la cama, tan sólo sonriendo con picardía, sus ojos fijos sobre los de la muchacha. - Deseo ser feliz con vos, por siempre, milady. - Tales palabras cargaban aquella honestidad inocente de la pelirroja, las cuales no tardó en respaldar con un beso apasionado, uniendo sus labios y deleitándose con la suavidad de los de su amante, al mismo tiempo que guiaba las manos de la joven a la delicada figura de su cuerpo, deseando sentir su tacto sobre el mismo. Le daba igual la cena, le daba igual el resto, sólo le importaba sumergirse en la calidez que Rhialta podía ofrecerle en ese momento.
Con esto, si quieres, puedes dejar tu post para hacer un pantallazo negro =P No creo que pueda ser más explícita si se da la ocasión, teniendo en cuenta que creo que la partida no está clasificada como +18 xP
Tras expresar su amor físicamente ambas mujeres quedaron agotadas. Rhialta se sorprendió por la particularidad física de Morgause pero no se alejo de la pelirroja en el momento de entregarse a la pasión.
Ahora ambas se encontraban cubiertas con una sabana de seda muy hermosa y suave, Rhialta dormía abrazada y enredada con sus piernas a Morgause casi como si tuviera miedo de que alguien se la arrancara de sus brazos. Con el silencio y el agotamiento la joven hija de Lord Vignar sintió sus parpados pesados y con la excusa de descansar sus ojos los cerro por un momento hasta que el sueño la envolvió.
Soñó con Dragones, esas criaturas eran a esta altura casi un mito siendo que paso tanto tiempo desde la desaparición del último. Muchos en poniente creían que nunca habían existido, otros daban fe de su existencia ya que en carios lugares algunas celebres personas poseían huevos de esas criaturas y otros tanto habían visto sus esqueletos en la fortaleza de desembarco del Rey.
El dragón con el que soñó Morgause era una criatura feroz y de negras escamas que protegía su nido con dedicación. En el nido habia un huevo de color rojo con vetas negras y doradas que parecía casi a punto de eclosionar. Cerca del nido apareció otra de esas hermosas y terribles criaturas, el animal era más pequeño y compartía el color de las escamas del primero y por su parecido ambas bestias podían ser del mismo linaje. El menor de los dragones se acerco al huevo del mayor y recibió una bocanada de fuego de aquel que protegía su nido. El dragón más pequeño cayo del terreno rocoso en el que se encontraban casi totalmente prendido en llamas y desapareció de la vista de Morgause.
Justo en ese momento el huevo comenzó a romperse y al caer los pedazos del mismo se emperezo a ver a la criatura que había sido protegida por la madre dragón y no fue una criatura de la misma especie la que salió del cascaron, sino un pez de largos bigotes que comenzó a saltar como cuando eran sacados del agua. La madre dragón en vez de sentir recelo por aquella criatura se acerco mas a él con el fin de proteger a aquella criatura que había cuidado con tanta devoción.
Morgause abrió los ojos de repente y volvió a la realidad, la habitación se sentía un poco más fría y por los ruidos que se escuchaban no había pasado mucho tiempo ya que aun había charlas y griterío no muy lejos de donde estaban. Morgause había sentido ese sueño muy real y eso la aterraba un poco. Sabía que cuando despertaba con esa sensación en su corazón todo lo soñado se haría realidad y ella no podría hacer nada para evitarlo, pero ¿Qué era lo que había soñado? Lamentablemente los llamados "sueños verdes" nunca eran muy claros
En un primer momento había pensado hacerla +18 pero preferí que era mejor no hacerla así ya que quería abrir más el espectro de jugadores ya que la idea principal era enseñar el sistema a gente que no lo conociera. Sin embargo es sabido que tanto el libro como la serie es para público adulto y si logramos hacer una segunda parte, me planteare hacerla +18.
La bastarda había disfrutado el momento de pasión que había compartido con la hija menor de los Vance, expresando lo que sentía por ella, con cada caricia, con cada beso, en cada detalle de su hermoso cuerpo. Por un instante, había pensado que Rhialta la rechazaría al notar su característica particular, algo que ni su madre ni su padre habían llegado a comprender el motivo de semejante anomalía, si bien la pelirroja estaba segura que tenía alguna relación con sus dones sobrenaturales, incluso si no quedaban muchos como ella a los cuales pudiera acudir para confirmar su suposición. De cualquier modo, su amante no la había rechazado, y, en cambio, la había aceptado por cómo era, tan sólo dejándose arrastrar por la pasión, y el cariño que Morgause le dedicó con cada uno de sus besos y caricias, mientras ambas disfrutaban de la calidez de sus cuerpos unidos en aquel momento de pasión intenso. No había duda de que la pelirroja había quedado satisfecha con lo que había sucedido, sabiendo muy bien que Rhialta la había aceptado por completo, entregándole su corazón, incluso si aquello se trataba de una relación prohibida, una que no podrían compartir en público, una que no podrían revelar a sus padres, a menos que desearan problemas innecesarios. Era algo que tendría que quedar entre ellas, en la privacidad de sus cuartos, y cuando estuvieran a solas, disfrutando de la compañía de la otra. Aún así, Morgause no tenía miedo, nunca lo había tenido, no cuando era una joven confiada y de gran intelecto, una que no le gustaba que nadie la pisoteara, exceptuando contadas excepciones que no podía hacer otra cosa más que simplemente aceptar a regañadientes... o porque dicha persona le daba cierta pena, como era el caso de su madrastra.
Sea lo que fuera, disfrutando de la hermosa sensación que el hermoso cuerpo de su amante le ofrecía, no tardó mucho en dejarse guiar por el agotamiento, cayendo un sueño profundo. Lamentablemente, lo que experimentó en su sueño, sería algo que causaría una clara confusión en la bastarda, así cierto terror y un sentimiento de inevitabilidad. Los ojos de la joven se abrieron de repente, a pesar de haberse dormido con una sonrisa de satisfacción por lo que había compartido con la joven Vance. Su mente no tardó mucho en comenzar a trabajar, intentando comprender lo que había visto en el sueño. No había duda de que era uno de esos sueños... "sueños verdes", de esos que no tardaban mucho en hacerse realidad, si bien no dejaban de ser demasiados confusos para ella, los cuales, en su mayoría, requerían de que la pelirroja los interpretara a su manera, si bien no siempre llegaba a comprender el verdadero significado de los mismos. Lo que estaba claro, era lo que había visto en el sueño, la visión de aquel dragón de escamas negras, atacando al más pequeño que probablemente compartía la misma sangre, para luego proteger al pez de largos bigotes. Durante un buen momento, la verdevidente permaneció con los ojos bien abiertos, tan sólo observando el techo de la habitación, reflexionando sobre lo que había visto, intentando obtener algún significado de todo aquello, si bien le costaba creer que fuera tan exacto como lo que había visto en el sueño. No había forma de que un dragón pudiera tener a un pez como cría, e incluso dudaba que fuera aceptarlo entre los suyos, o al menos eso era lo que la bastarda creía. Tenía que ser algún extraño simbolismo, si bien... lo que pudo imaginar de todo aquello, hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de Morgause.
¿Un bastardo? No sólo un bastardo. Aquel simbolismo entre el dragón y el pez... era posible que se tratara de alguna Casa en particular, o alguien que compartiera un apodo relacionado con alguna de esas criaturas. Era lo único que se le podía ocurrir. ¿Era realmente necesario que se preocupara por ello? Sí, si tenía en cuenta que aquello debía de estar relacionado con su propia Casa. ¿Los Vance no tenían un dragón en su heráldica? Aquello podría significar que uno de los Vance podría tener un bastardo... si bien, la forma en la que el dragón había protegido su cría... tenía que ser una mujer, una mujer que atacaría a alguien de su sangre, a alguien menor, para así proteger al bastardo, al pez de largos bigotes. Mientras pensaba en ello, la pelirroja desvió su mirada a la joven Vance, la cual continuaba aferrada a ella como si no deseara que nada la apartara de Morgause. - Es tan adorable... - Murmuró, antes de sonreír contenta, para luego acariciar la hermosa figura de su amante, disfrutando de la suavidad de su piel, a la vez que pensaba en el sueño que había tenido. Si lo que había deducido de tal sueño, resultaba ser verdad... no sería más que problemas para todos. Si bien aún no estaba segura si se trataba de una Casa en particular, o más bien de una persona. Por esa razón, decidió que sería mejor obtener algo de ayuda para comprender lo que había visto. - Milady... despertad. He tenido un sueño extraño. - Le susurró a Rhialta, en el momento en el que unía sus labios a los de la joven, en un beso delicado, cariñoso, esperando no molestarla demasiado por haberla despertado. - Debo revelaros algo... algo que no todos saben de mí. Yo, algunas veces... puedo ver el futuro en sueños o visiones pero... son confusos. - Se explicó, una vez que la hermosa muchacha despertó ante el temor que la pelirroja demostraba en ese instante. - He soñado con un dragón de escamas negras que protegía un huevo de color rojo, de vetas negras y doradas... dentro había un pez con bigotes, y el dragón mayor atacaba a otro dragón de menor tamaño, tan sólo para proteger al pez. Creo que significa algo... necesito vuestra ayuda para comprender el sueño que he tenido. - Pidió a su amante, esperando que ésta la ayudara, pensando que podría contar con ella, luego de los sentimientos que habían demostrado por la otra. Mientras tanto, su mano derecha continuaba acariciando el bello contorno de la joven Vance, dedicándole el cariño que ésta tanto parecía disfrutar.
No te preocupes por lo del +18, sólo decía la razón por la cual no daba demasiado detalle xP
Por cierto, tengo que hacer una tirada para recordar algunas heráldicas que pudieran estar relacionadas con el sueño que tuve? Estoy casi segura de que es algo así, aunque también podría ser cualquier otra cosa xD Ah, y la heráldica de los Vance tenía un dragón, verdad? O al menos eso leí cuando hiciste la descripción del escudo familiar xP
Rhialta despertó cuando Morgasue los solicito, aun se encontraba un poco perdida ya que la relajación que había sentido tras consumar la muestra física de afecto la habían sumido en un profundo sueño.
-¿sueño extraño?.- pregunto sin comprender. Y escucho la explicación de la pelirroja con algo de temor, ¿te refieres a ver el futuro como lo hacen las brujas de sangre?.- agregó con un tono de voz temeroso.
Por un momento Rhialta pensó que todo lo que había sucedido, aunque parecía maravilloso, no era otra cosa un embrujo. ¿Acaso no le habían dicho las septas que el camino del pecado estaba lleno de hermosas tentaciones? Al recapacitar sobre aquellas enseñanzas su corazón se lleno de culpa y algo de miedo.
-No sé a qué se refiere el sueño.- logró contestar manteniendo su compostura.
-La fiesta aún sigue, deberíamos volver.- Dijo desviando el tema por completo. -Mi padre seguro querrá que hable con los hijos de algunos Señores y también debo cumplir con mis obligaciones dentro de la casa.- Agregó sin especificar si quiera cuáles eran esas obligaciones.
Rhialta salió de la cama y comenzó a buscar su ropa tratando de vestirse con celeridad. -Tu tal vez podrías tocas el harpa para algunos invitados, seguro a alguien le gustara tu música tanto como a mi.- Comentaba mientras se ponía cada prenda que encontraba en el orden en que iban apareciendo.
La heráldica de los Vance la conoces ya que esta en todos los estandartes del castillo. Podes tratar de hacer una tirada de ingenio + Heráldica a dificultad 15 para ver que recordas.
*La heráldica de los Vance de descanso del caminante es la siguiente: Cuarteado, un dragón de sable en campo plata y dos ojos dorados en un anillo de oro
Al escuchar la pregunta que su amante le hizo, tras hablarle sobre sus sueños, la bastarda no pudo evitar mostrar una clara expresión de terror, a la vez que se sorprendía por el hecho de que la joven Vance hubiera llegado a semejante conclusión. En ese momento, no pudo evitar culparse a sí misma en su mente, sabiendo que había sido muy inocente al revelarle aquella información a la hija menor de los Vance, la cual era normal que pudiera pensar lo peor en el instante en el que alguien le dijera que tenía sueños premonitorios. - ¿Brujas de sangre? No, no... Yo no hago sacrificios o cosas tan... horribles. Sólo... suceden. - Se explicó con rapidez, notando la reacción de la bella muchacha, la cual parecía no darse cuenta de que estaba haciendo una clara demostración de miedo, e incluso podía notar la duda que Rhialta mostraba en su rostro. Era bastante obvio que pensaba que había sido una equivocación iniciar aquella relación con la pelirroja, si bien Morgause no iba a dejar que aquello terminara de esa forma, no si podía solucionarlo si actuaba con cierta rapidez. La idea de perder la calidez que la hermosa joven le había ofrecido... era algo que no podía aceptar, no cuando estaba tan a gusto con su compañía, con el cariño que ésta podía continuar obsequiándole. El tono de voz temeroso lo había dicho todo, lo suficiente como para que la bastarda supiera que debía de aclarar la situación, antes de que Rhialta pensara lo que no era. - Es algo que tengo desde que soy muy pequeña. Tal vez desde que nací... No es nada malo, os lo prometo. - Se explicó en un tono de voz que dejaba en claro que estaba a punto de llorar, tras haber notado el rechazo de la bella doncella. No quería perderla, y, aún así, había dicho algo que podía provocar la pérdida de su querida amante. Demasiado inocente al pensar que Rhialta podría comprender su extraño don, que no se mostraría temerosa, o que no la vería como una loca, tan sólo por pensar que pondría confiar en ella.
Sin embargo, tras notar cómo la hija menor de los Vance buscaba cambiar de tema con rapidez, explicándole que no sabía a qué se refería el sueño en sí, la pelirroja supo que debía de actuar, a menos que deseara que su amante se distanciara por completo de ella. Ni siquiera le había dicho qué obligaciones debía de atender, lo que significaba que estaba buscando escapar de ella con cierta rapidez, algo que ciertamente me dolió en demasía, ya que habría imaginado que al menos le daría una oportunidad, que le haría algunas preguntas, o algo parecido. No había duda de que Rhialta no era tan sabia como la bastarda, no tan comprensible, y, aún así, Morgause no deseaba perderla, porque en verdad le había gustado lo dulce que era, y lo que habían compartido anteriormente. Estaba a gusto con ella, demasiado. - Espera... creo que estáis confundida, milady. ¿Acaso me teméis? ¿Os he dado una razón para temerme? ¿No os he ofrecido todo mi cariño? - Preguntó, manteniendo aquel tono que demostraba que estaba realmente herida por la actitud de la joven, en el momento en el que se levantaba de la cama, sin siquiera vestirse, tan sólo deseando acercarse a la muchacha con su cuerpo desnudo, para así abrazarla con el afecto característico que le había dedicado hasta ese momento. - No quiero tocar para otros, sólo para vos... ¿habéis dejado de sentir algo por mí? ¿Es eso? - Volvió a preguntar, mientras la miraba directamente a los ojos, los suyos vidriosos, sin duda al límite de que las lágrimas brotaran y corrieran por sus mejillas, realmente dolida por la duda y el temor demostrado por la hermosa doncella. - No volveré a hablar de mis sueños, si ese es el problema... os lo juro. Sólo deseo estar con vos. Sólo deseaba que supierais todo lo que soy, nada más... No deseo ocultaros nada. - Explicó con claro dolor en su voz, mezclado con el temor de perderla, no pudiendo imaginar la idea de separarse de alguien que tanto la atraía. - Si deseáis regresar a la fiesta, podemos hacerlo pero... no quiero que lo nuestro termine. No debéis tener miedo de mí... jamás os haría daño, milady. ¿No dije acaso que os quiero? ¿Por qué dudáis de mis palabras? - Era algo que le costaba comprender, en especial cuando se había sincerado con ella. Mientras la abrazaba con su cuerpo desnudo, guió sus labios a los de la joven, con la intención de besarla y transmitirle su afecto, lo que sentía por ella, para que no tuviera dudas de lo que compartían.
Motivo: Recordar heráldicas
Dificultad: 0
Tirada (5): 6, 2, 4, 4, 1
Guardados (5): 6, 4, 4, 2, 1
Total: 17, Éxito asombroso
Tirada superada! Que Rhialta me rompe el corazón T_T
Rhialta se encontraba algo confusa con toda la situación, tenía miedo de Morgause y de sus encantos pero a su vez también quería arrojarse a sus brazos y complacerla en todo lo que ella quisiera. Las lagrimas contenidas por la pelirroja fueron lo que rompió en cierta medida la defensa de la joven Vance que ya no se alejo con intenciones de escapar de ella a toda costa sin importarle si quiera su pudor ni su decencia. Trato de calmarse y acomodar las ideas, para ella habían sido muchas emociones en unas cuantas horas y creía que eso podría estar alterando su comprensión de toda la situación, sin embargo aún sentía cierta desconfianza.
Decidió no contestar las primeras 3 preguntas que hizo la pelirroja ya que no sabía que era bueno contestas. -No, no he dejado de sentir algo por ti.- llego a contestar mientras levantaba su mirada hacia los ojos de su amante. -Siento en mi pecho un gran amor hacia ti pero también siento una sensación extraña que no puedo comprender.- Agregó sin especificar con claridad si lo que sentía era miedo o no.
Recibió el beso de Morgause y lo devolvió con gran pasión. Ese beso logro romper nuevamente sus defensas, se sentía una poderosa seducción hacia su amante y en parte quería complacerla en todo. Mientras unía sus labios juntos con los de la bastarda, la abrazo con gran fuerza y comenzó a empujar con fuerza su cuerpo en dirección a la cama para que ambas cayeran ahí y pudieran nuevamente demostrar su amor y su pasión pero esta vez con la intensidad de dos amantes reconciliados. Aun sentía miedo y sabia que debía volver a la fiesta, pero su deseo irrefrenable logro vencer sus miedos y preocupaciones para arrojar a Rhialta a los brazos de la pasión.
1)Rhialta aun te tiene algo de temor. Pensa que en su cabeza están pasando muchas cosas debido a que sus sentimientos se encuentran sacudidos tras encontrar a alguien que le demuestre algo de amor. Su formación ligada a la fe de los siete se vio vulnerada por una belleza de cabello color fuego, con una voz de miel que posee ambos sexos y que además puede que tenga sueños premonitores como los que tienen las llamadas brujas de sangre. La cabeza de la piba en este momento no es otra cosa que una licuadora si es que se me permite tal anacrónica.
2)Recordas que las casas que tienen un pez en su blasón son: Tully, Mooton, Shawney, Codd y Volmark.
A pesar del temor que la pelirroja sentía, no tardó en tranquilizarse un poco al oír las palabras de la joven Vance, las cuales sirvieron para tranquilizarla, y evitar que se echara a llorar por el dolor que sentía en su pecho. Se había entregado a Rhialta por completo, por lo que había esperado que ésta pudiera comprenderla. Aún así, no la culpaba, no cuando comprendía muy bien que la doncella debía de estar pasando por mucho. Después de todo, se había acostado con ella, expresando sus sentimientos con alguien que no sólo era una mujer, sino también una especie de aberración a los ojos de otros, en especial para aquellos seguidores de los Siete. Sabía muy bien que era difícil para la joven olvidarse de todos esos prejuicios establecidos en su mente, aún más cuando debía de tratar con alguien que parecía tener poderes digno de brujas que realizaban sacrificios. Por esa razón, incluso si estaba adolorida por el temor que Rhialta había demostrado anteriormente, no podía juzgarla, no podía odiarla por ello. Deseaba permanecer a su lado, sin importar lo que sucediera... no por nada le había jurado que tocaría para ella siempre que así lo deseara, o que le dedicaría todo su amor, entregándole su corazón si se lo pedía. No había conocido a nadie más hermosa y dulce que la hija menor de los Vance, no en todo ese tiempo que había estado en los dominios de su Casa, aislada del resto del mundo. No había podido evitar dedicarle esos sentimientos a alguien tan encantadora como la dulce chica frente a ella. Fue por eso, que, cuando Rhialta le dijo que no había dejado de sentir algo por ella, la bastarda sonrió feliz, aún con la mirada vidriosa, al borde del llanto. Lamentablemente, la mención de aquella extraña sensación de parte de la joven, no sirvió de mucho para tranquilizar por completo a la verdevidente, la cual cambió la expresión levemente a una de tristeza.
Sin embargo, en el instante en el que Rhialta le fue reciproca en su beso, disfrutando de la unión de sus labios, Morgause supo que aún había algo en ellas. Incluso si la joven Vance sentía algo de temor por sus extraños poderes, al menos sabía que la amaba, y que no la dejaría ir, no ahora que se habían reconciliado con aquel beso, a la vez que se dejaba guiar por su amante hacia la cama, demostrando que deseaba repetir lo que habían disfrutado anteriormente. Sonriendo con picardía, mientras se deleitaba con aquel apasionado e intenso beso, se dejó empujar, deseosa por sentir el cuerpo desnudo de su amante contra ella de nuevo. La idea de perderla... había alimentado su deseo de sentir su delicada piel contra su cuerpo, disfrutar de sus caricias, de sus besos, de todo el cariño, el amor, que la hija menor de los Vance podía dedicarle. Una vez que las dos terminaron sobre la cama, y sus labios se separaron por un breve instante, la bastarda le dedicó una mirada picara a su amante, deseando alimentar el fuego de la pasión en ella. - Os lo he jurado, milady. Os deseo con todo mi corazón. Jamás os haría daño. Sólo deseo vuestro amor. - Le aseguró en un tono meloso, con su dulce voz melodiosa, en el instante en el que apoyaba con delicadeza su mano derecha sobre la mejilla de la hermosa doncella, adorándola con todo su cariño. - No debéis temerme... sólo podría desear hacerle daño a aquellos que os desearan el mal. Jamás dejaré que alguien os haga daño. - Afirmó con dulzura, a medida que sus manos se deslizaban lentamente por la hermosa figura de la joven, dedicándole delicadas caricias con las yemas de sus dedos. - A nuestras familias no parece importarles mucho dónde estamos. Podemos divertirnos un poco más... ¿sí? Deseo amaros con todo mi ser... Sois demasiado hermosa. - Le susurró, seductora, antes de acercar su rostro al de su amante, uniendo de nuevo sus labios a los de ella, no deseando otra cosa que embelesarse aún más por su presencia, por el cariño que ésta le ofrecía. La pasión no tardó mucho en apoderarse de la pelirroja, desatando la lujuria que la joven Vance había despertado en ella, deleitándose con sus deliciosos gemidos que no eran más que melodías para ella. Se aseguraría de eliminar todo temor que Rhialta pudiera sentir por ella. Con su cuerpo y su cariño, le demostraría que no deseaba hacerle daño.
xD No te preocupes, dire, lo sé, sólo bromeaba. Es normal que Rhialta reaccione de esa manera =P
Por cierto, ¿tengo que hacer una tirada para intentar sacarle más sentido a la visión? Estoy casi segura que es una simbología de dos Casas, y que posiblemente alguien de una casa (creo que Shawney por el pez gato que tiene bigotes largos), tendrá un romance con alguien de la Casa Vance (no sé muy bien lo que quisiste decir con "dragón de sable", pero asumo que es un dragón con forma de sable o algo así xP). De lo contrario, ¿podría hacer una tirada para intentar recordar qué casas tienen un dragón en su heráldica? La única que se me ocurre son los Targaryen pero es un dragón de tres cabezas, y no sé si Morgause debería de saberlo.
xD No te preocupes, dire, lo sé, sólo bromeaba. Es normal que Rhialta reaccione de esa manera =P
Bien con este ultimo post podemos cerrar la escena ya que no quedan partes importantes a desarrollar en este episodio.
Entendi que venía por ese lado pero preferí aclarar por las dudas. No te imaginas la cantidad de veces que los jugadores piensan que el directori hace algo solo por capricho o por el gusto de perjudicar al jugador. No digo que sea tu caso pero como dice el dicho. "El que se quema con leche, ve una vaca y llora"
Bien con este ultimo post podemos cerrar la escena ya que no quedan partes importantes a desarrollar en este episodio.
Con respecto a tu pregunta te comento que los sueños verdes funcionan mostrándote algo que sucederá si o si. Pero al ser sueños a veces no tienen mucho sentido hasta que se lo analiza bien, sin embargo no se puede deshacer lo que sucederá solo estar preparado para aminorar las consecuencias. En tu caso en particular se te presento el sueño con cosas que pasaran o están pasando dentro de la trama. Ahora es tarea de Morgause revelar que sucederá y tratar de aminorar el impacto que tendrá dentro de su círculo. La tirada de Heráldica dio un resultado, el resto depende de la investigación que haga en el tiempo que tiene. Para agregar algún detalle ya sea importante o menor vas a tener que sacrificar o gastar puntos de destino.
Bien con este ultimo post podemos cerrar la escena ya que no quedan partes importantes a desarrollar en este episodio.
Me parece bien, dire x3 Queda bien para un cierre de escena :3
Entendi que venía por ese lado pero preferí aclarar por las dudas. No te imaginas la cantidad de veces que los jugadores piensan que el directori hace algo solo por capricho o por el gusto de perjudicar al jugador. No digo que sea tu caso pero como dice el dicho. "El que se quema con leche, ve una vaca y llora"
Sí, te comprendo, he visto esos ejemplos de jugadores xDD No te preocupes que lo es lógico, es lógico, no me vas a ver quejándome por algo así =P La razón por la que Morgause le contó eso a Rhialta, fue porque está encantada con ella, y, al fin y al cabo, es bastante joven, por lo que es normal que peque un poco de inocencia, incluso si es astuta, por lo general.
Con respecto a tu pregunta te comento que los sueños verdes funcionan mostrándote algo que sucederá si o si. Pero al ser sueños a veces no tienen mucho sentido hasta que se lo analiza bien, sin embargo no se puede deshacer lo que sucederá solo estar preparado para aminorar las consecuencias. En tu caso en particular se te presento el sueño con cosas que pasaran o están pasando dentro de la trama. Ahora es tarea de Morgause revelar que sucederá y tratar de aminorar el impacto que tendrá dentro de su círculo. La tirada de Heráldica dio un resultado, el resto depende de la investigación que haga en el tiempo que tiene. Para agregar algún detalle ya sea importante o menor vas a tener que sacrificar o gastar puntos de destino.
Sí, eso lo sabía, lo que quería saber, era si podía comprender un poco más el sueño en sí xD Pues tendré que investigar un poco más. De momento, probablemente hable con mi padre para contarle lo que vi, así como mi teoría. Por cierto, recuerda explicarme el asunto del dragón en la heráldica de los Vance. Es realmente un dragón ¿verdad? ¿Es negro? Lo digo porque no comprendí muy bien a qué te refieres cuando dices "dragón de sable", y no quiero confundirme cuando hable sobre eso.
Sí, eso lo sabía, lo que quería saber, era si podía comprender un poco más el sueño en sí xD Pues tendré que investigar un poco más. De momento, probablemente hable con mi padre para contarle lo que vi, así como mi teoría. Por cierto, recuerda explicarme el asunto del dragón en la heráldica de los Vance. Es realmente un dragón ¿verdad? ¿Es negro? Lo digo porque no comprendí muy bien a qué te refieres cuando dices "dragón de sable", y no quiero confundirme cuando hable sobre eso.
En la heráldica se usan metales y esmaltes que pueden ser combinados de cierta forma. El "Sable" es el esmalte que corresponde al negro. Si te fijas en la escena de "Creación de casa" hay un dibujo de un escudo de armas con las piezas, la distribución y los colores. Ahí se puede ver el negro representado con la palabra "sable", el rojo como "gules" el verde "sinople" y también están los metales.
Genial, dire! Eso era lo que quería saber xP No tengo mucha idea de heráldicas, así que no sabía muy bien los términos que se utilizan en algunas cosas =P Entonces es un dragón negro... oh oh xD Es bueno saberlo, y algo me dice que el pez es la Casa Shawney. Tendré que hablar con mi padre sobre eso xP