Era por la mañana, tus viejos huesos reposaban en una de las camas del castillo cuando alguien golpeaba tu puerta con insistencia.
- Mi señor... ¿puedo pasar? - era la insistente voz del consejero
¿Que querria?
- ¿Pero que demonios...? -
Regthar se incorporó pesadamente, desviando los ojos entrecerrados a la ventana para hacerse una idea de la hora.
- Adelante, adelante. -
Abrió y apenas se adentró lo suficiente para cerrar a sus espaldas
- Mi señor, su hijo ha llegado, está en la fortaleza...en el salón, siendo recibido por Lord Kendrik
Ha pasado años fuera
Se frotó la cara antes de simplemente asentir.
- Gracias, bajaré enseguida. -
Se preparó con presteza y bajó al salón.