No hacía mas de una semana que habías vuelto a casa, aún no te acostumbraras a levantar entre esos fríos muros tan... solo. A veces creias que habría sido mejor seguir como pupilo, o quizá dejar atrás tu familia pero a la hora de la verdad no era algo tan fácil.
Tu padre tenia planes para ti en el muro, pero eso distaba mucho de lo que tu deseabas. En cualquier caso: vivías un día más, hacía un par de horas que había amanecido y seguias en cama.
Me estiro dejando escapar un largo bostezo y permanezco un buen rato más en cama antes de levantarme para asearme. Algo más despejado y ataviado con una muda cómoda a la par que elegante me dispongo a bajar a desayunar, armándome de la paciencia necesaria para soportar el muy posible encuentro con padre, así como sus constantes insinuaciones hacia la guardia de la noche.
Te retirabas ya hacia tus aposentos cuando viste a alguien salir de ellos ¿algún ladrón quizá?
De no haber advertido mi presencia, me acerco a la silueta todo lo sigiloso que puedo. Tras echar mano de la daga enjoyada que porto al cinto, trato de colocarla en su cuello sorprendiéndola desde detrás.
- ¿Vio algo de su agrado? - susurro a su oído.
Un leve gemido ahogado por la impresión, en un primer momento. Te diste cuenta de que no se trataba más que de una doncella joven con la parte más baja de la capa humedecida por la nieve, posiblemente estaría ocupándose de la leña de tu chimenea
- Solo hacía mi trabajo... señor...
Su tono de voz reflejaba su temor a ser castigada
Enfunda la daga de nuevo en su cinto, no sin antes palmear su nalga y guiñar un ojo picarón.
- Y no seré yo quien os impida hacerlo. Descuidad mis modales, me temo que fue una broma de mal gusto. En cualquier caso, ¿no pasareis frío con esa capa calada? ¿Por qué no os tomáis unos minutos de descanso para calentaros junto a la chimenea y disfrutar de una buena copa de vino? - esboza su sonrisilla típica mientras hace ademán con una mano señalando hacia los aposentos.
Se giro hacia ti con lentitud, aunque sin atreverse a mirarte a los ojos, todavía le temblaba el pulso.
- No creo que sea lo correcto, mi señor, no debo molestar a los invitados...
- Vamos vamos... - añade William haciendo un ademán con la mano para restarle importancia - no negareis que las noches por aquí son frías, ¿y no forman parte de vuestros quehaceres hacer sentir a los invitados cómodos? - guiña un ojo sin perder esa sonrisilla picarona suya - siempre he sido un tipo friolero, ¿no querréis que termine cogiendo una pulmonía?
Parecía aún nerviosa, quizá incluso más
- ¿Deseais entonces más leña?
Termina por dejar escapar una risita superado por la situación - Descuidad, de seguro os habréis encargado de caldear la habitación... - suspira encaminándose hacia sus aposentos - supongo que me tocará pasar la noche solo, será otra noche aburrida... - suspira una vez más.
La mujer se escabulló en cuanto le diste oportunidad, posiblemente no habiéndose encontrado antes en situaciones similares.
Preguntilla curiosa... desde que el figurín se cruza con la doncella hasta que se percatan de 'la caidita', ¿cuanto tiempo se supone que ha transcurrido aprox?