Partida Rol por web

La Recompensa, obtenida durante el asalto a Krolta durante la retirada ordenada por JERU-4000. A los Totempompf les costó mucho digerir que aquella sanguinaria campaña iba a terminar sin la conquista de aquella base de operaciones arrebatada a los torgon, el oro del Rhin de los relatos antiquísimos, el Rheingold como la llamaban algunos pero La Recompensa para la documentación oficial. Aquello que podían mostrar con orgullo en pago de tanto material y vidas de caballeros espaciales.

Y ahora tenían que vivir en ella mientras era machacada. Los cazas torgon sabían qué hacían y a dónde impactar para hacer el máximo daño posible, las órdenes de disparo a la desesperada, el reconducir energía a los escudos hasta el punto donde la nave apenas se movía en el vacío espacial, un depósito de suministros estalló, llevándose a muchos y valiosos componentes de la Segunda compañía.

- Se aprecia la asistencia, Capitán Gramélov, pero creo que todavía podemos ---

Con la pantalla reventándole en el rostro y dejándolé en shock, el Maestro de Ordenanza Nakser fue relevado del mando de la nave y, no sin cierto pánico, se dejó paso al anciano atamán Vakaipa, quien arrancó de la pared el panel que todavía chisporroteaba y levantó el comunicador para toda la nave.

- ¡Control de daños, seguridad a los puntos de acceso, capellanes a las computadoras! - rugió antes de mirar hacia los paneles translúcidos del puente de mando y ver volar a los cazas por delante, haciendo saltar por los aires compartimentos y piezas de artillería de La Recompensa - ¡Despejadme el cielo! ¡Disparad con todo!

El resto de Compañías se estaban enfrentando a la armada torgon y los hombres y mujeres de la Cuarta ardían en deseos de incorporarse a la misma, apoyando a sus compañeros. La tensión se podía palpar en la sala de mando de la Baba Yaga como un zumbido a baja frecuencia, mientras algunos de los navegantes intercambiaban miradas. Sin embargo, el Comandante Ebron mantuvo la calma y el control absoluto del puente. Pero antes de que pudiera dar más instrucciones, alguien entró: el líder de la Cuarta Compañía.

La Quimera.

Su nombre oficial no era ese, por supuesto. Oficialmente era «Capitán Nikta», pero ese nombre solo se usaba en las comunicaciones con gente externa a la compañía y en las crónicas espaciales. Los caballeros espaciales se clonaban en masa, siguiendo combinaciones genéticas que JERU-4000 iba mejorando con objeto de obtener los mejores soldados posibles. Pero, en ocasiones, ocurrían accidentes. Remesas enteras de caballeros espaciales podían ser consideradas no aptas para el combate y ser asignadas a trabajos manuales o, en el peor de los casos, «reciclados».

La Quimera podría haber sido uno de esos casos. Algo había sucedido durante su gestación y desarrollo, y su cuerpo presentaba rasgos de hombre y mujer. Su rostro era andrógino, no tanto repulsivo como poseedor de una otredad que podía hacer dudar de su humanidad. A ello contribuían los implantes cibernéticos que lo cubrían, pues si algo había hecho que Nikta fuera declarado apto para el servicio fue el hecho de que su especial organismo podía aguantar un nivel de manipulación nanotecnológica aparentemente infinito.

—Comandante —dijo, con un tono de voz extraño; duro y cálido a la vez. Su bastón nanotecnológico era sorprendentemente sencillo y poco ornamentado—, de la orden a la Maiden Voyage para que abandone el sistema y vuelva al planeta de origen del que provenga. Les ayudaremos a reparar sus motores de hiperimpulso si lo necesitan y cubriremos su retirada. El Consejo Arcano así lo ha decidido.

Los miembros del Consejo Arcano eran los expertos estrategas de la Cuarta. Sus mentes estaban conectadas en línea de forma constante y, en los momentos que necesitaban más velocidad de cálculo, directamente con cables de datos. Si habían tomado esa decisión es porque habían tenido en cuenta todos los distintos factores.

—Al instante, Capitán —respondió Ebron—. Abra un canal con la Maiden Voyage.

-Recibido, Totenkompf. Tenemos una trayectoria segura de salida del cinturón de asteroides pero el combustible de los hiperimpulsores está prácticamente agotado. Necesitamos reabastecernos: este viaje estaba pensado para ser sólo de ida.

La voz del capitán Cheng-Ho se notaba incómoda ante el cambio de planes y la incertidumbre. No desobedecería a los poderosos caballeros espaciales pero en su Leng Duan natal el cumplimiento del deber estaba por encima de todo y volver con su carga de colonos podía traerle problemas.

Los colonos obedecen, Cuarta. 

El flanco izquierdo del Destructor Torgon voló en pedazos con sus hangares de cazas. El último escuadrón que salía fue engullido por una llamarada de plasma. Los pocos que quedaron al alcance de la "Ventisca" fueron abatidos rápidamente.

Pero la enorme nave, aunque herida, todavía era un enemigo más que respetable: toda la sección superior empezó a desplegarse como la tapa de un ataud descomunal mientras dos largas secciones se abrieron por el vientre de la nave. La tecnología bélica Torgon siempre estaba llena de sorpresas desagradables.

CUENTA ATRÁS PARA EL CAÑÓN SIGURD: 0... ¡FUEGO!

Supongo que no quieres esperar a ver en qué se transforma la nave enemiga, ¿verdad? Adelante, Primera, describe cómo haces pedazos a tu adversario.

Los tres cazas Torgon restantes dieron vueltas furiosamente en torno a la "Recompensa" rociándola de disparos.

A pesar de los esfuerzos del personal de la Segunda Compañía, las pantallas parpadeaban ocasionalmente con líneas de código aberrante. La tecnología Torgon parecía reconocer a sus amos originales y se negaba a obedecer a los caballeros espaciales como una bestia salvaje negándose a ser domada. Los sistemas de puntería no reconocían los blancos fácilmente y la mayoría de los disparos erraban por mucho.

-¡Lo tenemos encima!-gritó alguien poco antes de que una veloz sombra cruzara el campo de visión de la cabina de mando.

El torpedo Torgon logró un impacto directo. 

Segunda, ese torpedo ha dolido. Tira 1d6 a ver qué se ha fastidiado esta vez.

-Baterías de misiles cuatro y cinco, fuego de cobertura-ordenó Gramélov.

Eran disparos difíciles: los cazas se movían a toda velocidad y estaban sobre la nave de la Primera. Un disparo en falso y, sin duda, haría más mal que bien en aquella...

Un súbito temblor agitó toda la nave obligándole a agarrarse para no caer.

-¿Qué demonios...? ¿Nos han dado? ¿Quién...?

-El cogitador 4B, señor. Venía perdiendo refrigerante desde antes de Krolta. Habíamos logrado mantenerlo en funcionamiento pero esa máquina se fabricó en Zhongxin hace noventa años. Me temo que ha dejado de ser un problema. Y la sección 4B, también.

Décima, márcate Casco. Estás empezando a forzar demasiado este cacharro...

- ¡Sensores tumbados!

- ¡Casco al 73% de integridad estructural!

- ¡Equipo de comunicación externa en llamas!

- ¡Depósitos de combustible 4 y 6 perforados y liberados del armazón central para prevenir mayores daños!

Alarmas sonando sin parar, luces en rojo alertando de peligros que requerían de atención inmediata, griterío estridente entre los artilleros, supervisores y mandos intermedios. A todo esto el atamás Vakaipa comenzó a reír, gutural y carrasposamente.

Gramélov inspiró profundamente. Ya debería estar acostumbrado a toda esta mierda. Comandaba una compañía irregular, parcheada de mala manera tanto en tropas como en suministros; viajaban en una nave pirata que ya era vieja cuando los padres de sus últimos propietarios todavía estaban en el forro de las pelotas de sus abuelos, y por si esto no fuera suficiente, pertenecía a la Totenkopf, una Orden que tenía obsoleto hasta el nombre.

—Teniente Halainen, si va a joderme dígame primero algo bonito. Cuénteme una historia fascinante de cómo podemos salir de esta sin tener que nadar por el espacio... De hecho, ¡qué coño!, cuénteme la fascinante historia de cómo salimos todos nadando por el espacio para tirarnos encima de esos putos cazas y reventarlos con nuestras propias manos...

—Mi capitán, no le entiendo... —fue lo único que supo responder el piloto.

—Quiero que se acerque lo más posible a la Recompensa, tanto que nuestros compañeros nos puedan ver el blanco de los ojos por las escotillas. Ellos tienen mejor armamento que nosotros: que sean la espada y nosotros el escudo; pero un escudo con púas envenenadas. Vamos a crear un campo minado de proyectiles sólidos y misiles, que esos bichos solamente puedan acercarse por donde los artilleros de la Segunda mejor les reciban con los brazos abierto.

Gramélov había transmitido la maniobra por el canal encriptado que le unía a la Segunda Compañía y al resto de la flota Totenkopf.

—Maestro Nakser, dénos un vector de aproximación segura hasta su nave para quedarnos a la menor distancia posible de su área más dañada.

Nadie podía responder, mucho menos el muy necesitado de asistencia médica Maestro de Ordenanza Nakser, pues todo aparato de comunicación humeaba, ardía o emitía farfullos ininteligibles.

- Te vi venir de lejos, incluso con los sensores destrozados, Boris - dijo barruntó el atamán, levantándose del sillón y acercándose a los amplios cristales blindados del puente de mando, allí estaba la Voluntad, en tan mal estado como la Recompensa -. No sé qué plan tienes pero...

- ¡Atamán! ¡Nos envían señales! - avisó una operadora.

- Sandeces las justas, Curcuma, esos cascos tuyos sólo pueden estar recogiendo estática en el estado en...

- La señal de radio se mantiene, mi atamán, les oigo alto y claro aunque no podamos responder. - se detuvo un segundo para prestar atención al audio, explosiones y disparos dificultando la escucha-: Se nos aproximan, muy cerca y tienen un plan.

La risa del atamán Vakaipa se hizo atronadora, el General de la Novena había sido considerado en múltiples ocasiones para unirse a la Segunda, donde sus dotes de mando servirían mejor, pero él era leal a su personal y no les abandonaría y la Compañía de Mando no hacía segundas invitaciones. El muy cabrón les estaba dando una lección de humildad que seguramente se tornase en envidia y rencor pero que ahora mismo iba a salvarles el culo.

- ¡Jor jor jor jor! Probemos a tu manera Boris, claro que sí - cogió el emisor de audio para toda la nave de La Recompensa - No tenemos detección, sensores ni lecturas por ecoradar, artilleros, así que la Décima nos lo ha puesto muy fácil, apuntad donde NO LANCEN SUS MINAS ¿¡Habéis comprendido!?

[Sí, mi atamán]

Fue la respuesta del coro de voces que le llegó a través de los pasillos.

- Curcuma, mándales señales con nuestro beneplácito, habrá de ser en morse, por las ventanas, pero que sepan que esta vez mandan ellos, jejejeje.

El Comandante Ebron se volvió hacia la Quimera. Con la información transmitida por los colonos, la orden de escapar no parecía factible.

—No podemos cederles parte de nuestro combustible, Capitán —indicó el navegante jefe—. Podemos acoplarnos con ellos, pero la transferencia del plasma de deuterio sería complicada, eso contando con que después no funda sus motores a mitad de salto.

El líder de la Cuarta recibió las palabras de Ebron con tranquilidad. En apariencia. Se quedó en silencio un tiempo hasta que finalmente pareció tomar una decisión.

—Continúe la aproximación y dígales que esperen. Si no pueden saltar con garantías, sería imprudente ordenarles hacerlo. Comprueben cómo transcurre la batalla, efectúe un barrido completo de sensores. Y determine la posición de la Escuadra Invierno. 

Ebron asintió y comenzó a dar las órdenes pertinentes a su equipo, aunque no fuera realmente necesario; todos habían comenzado activar los protocolos adecuados tan pronto como su líder dio sus órdenes.

Pirotecnia espacial como pocas veces se había visto con anterioridad. A falta de sensores que guiasen su puntería la tripulación de La Recompensa tiró de munición, de ingentes cantidades de munición torgon para alimentar el incesante vómito de fuego anticazas.

- Chupad plomo, desgraciaos ¡Jor jor jor jor! - rió a carcajadas el atamán Vakaipa, contagiando alguna risilla nerviosa a sus operadores presentes.

Pero los torgon habían probado sangre y no iban a retirarse sin devorar aquella víctima que había osado desafiarles y entendieron que este súbito revés no era más que un giro desafortunado de acontecimientos al que podían sobreponerse. De manera que varias alas de cazas se reagruparon, reorganizaron y cargaron de nuevo desde un nuevo ángulo, separándose entre ellas lo suficiente para que el reguero de disparos de los artilleros ciegos fuera menos efectivos.

Ese fue el momento en que los misiles y las minas hicieron impacto contra los cazas pendientes del objetivo más llamativo, bolas de cegadora energía llameante consumiendo vidas y material bélico a bocanadas insaciables; y entre todo ello los vítores y aplausos de la Segunda Compañía.

- Anotadla para futura referencia, jejejeje, la Maniobra Gramélov - un par de miradas inquisitivas, pues muy pocos miembros fuera de la Segunda Compañía figuraban en el Manual Estratégico Totemkompf -. Le pondría mi nombre pero el mérito es entero de Boris, soberano bastardo, jejejeje.

Te debo una, canalla, una bien grande - reconoció el atamán Vakaipa para sí mismo.

En el momento en que se empezó a desplegar lo que parecía un arma definitiva de la nave enemiga, la Ventisca disparó un rayo de color blanco que cruzó el espacio que separaba ambas naves en un instante, conectándolas por ese haz de luz.

-Energía al 110% y subiendo. Límites de seguridad anulados.

El puente de mando parpadeó, como era normal, pero lo que no era normal era que su rival aún aguantara, a pesar de las pequeñas explosiones que empezaban a surgir de la nave enemiga.

-125% y subiendo, señor -dijo la contramaestre.

-Es ellos o nosotros. Si caemos sin derribar esa bestia nuestros hermanos están perdidos. Seguiremos hasta que explote la Ventisca o explote esa mole.

-135% -fue la única respuesta.

Entonces, cuando se veía incluso desde el espacio como parpadeaban algunos de los motores de la nave insignia de la Primera Compañía, un pequeño destello surgió del destructor Torgon y en un parpadeo surgió una explosión blanca y la nave explotó en pedazos en todas direcciones, haciendo desaparecer el haz que unía ambas naves en el instante.

Los gritos de júbilo surgieron del puente de mando mientras se daban palmadas unos a otros.

-Décima y Segunda, aquí Ventisca. Nave nodriza enemiga destruida. Nos ponemos en marcha para ayudaros con vuestros enemigos. Escuadra Invierno, agrupaos con nosotros en torno al cinturón. Segunda, Décima, intentar realizar una salida* en las siguientes coordenadas.

-BIEN HECHO, HIJOS MÍOS. EN ESTE DÍA JUEVES 14 DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 14.564 POST-CALIX (SEGÚN EL CALENDARIO DENOVIANO) NUESTROS ENEMIGOS HAN CONOCIDO VUESTRO NOMBRE Y HAN PAGADO ESA REVELACIÓN CON TRAUMATISMOS Y PÉRDIDAS MATERIALES APRECIABLES. LAS DIRECTRICES DE VUESTRO COMETIDO HAN SIDO DEBIDAMENTE SATISFECHAS, A LA SAZÓN, VUESTRA EFICIENCIA ME LLENA DE PUNDONOR Y EUFORIA.

[TO BE CONTINUED]

Reagrupaos en la periferia:

• Primera, describe la llegada de la maltrecha Escuadra Invierno. 
• Segunda, ¿cómo vas a comunicarte con el resto? Tratar de cruzar los asteroides sin sensores es imposible. 
• Décima, informe de daños.
• Cuarta, ahora que no hay prisas puedes escoltar a los colonos con el resto de la flota. Ahora mismo, tú y los colonos estáis en el cinturón de asteroides y el resto, por fuera. Puedes reunirte con ellos sin problema (ahora no hay tanta prisa). No se detectan más enemigos pero Sinorix no responde. 

Cuando el Destructor Torgon estalló en millones de pedazos todo parecía que estaba más tranquilo, pero al ver llegar a la Escuadra Invierno, el Caballero-Capitán Scholtz no pudo más que lamentarse por los daños sufridos por sus naves escolta. La que mejor estaba parecía haber salido de una batalla peor que contra la mole que acababan de destruir, y todo por no calcular el tamaño de los asteroides de ese cinturón. Había sido una mala orden y había costado cientos de vidas y una nave.

Habían perdido la Escarcha, pero la White Out estaba muy dañada también. Tendrían que celebrar un funeral por todos los caídos en esa nave y sería muy difícil encontrar una que pudiera equipararse a las otras tres hermanas, pues las naves más modernas no tenían el mismo ritmo, velocidad y capacidad que las otras tres (eran mucho más rápidas, ágiles y potentes, pero no tan duras).

En la Sala de Ceremonias de la Ventisca se reunió a toda la oficialía de la Primera Compañía y a todo aquel que quisiera acudir a la ceremonia por los caballeros caídos, una ceremonia corta y escueta en la que se proyectaron imágenes de todos los tripulantes de la Escarcha y algunos momentos de los más valiosos de la nave tomadas en medio de batallas.

Dejar a los colonos al otro lado del cinturón de asteroides no era una buena idea. Sin la posibilidad de escapar del sistema por falta de combustible de hipersalto, eran una presa demasiado tentadora para cualquier nave torgon que hubiera sobrevivido a la batalla. Incluso un pequeño grupo de cazas podría destruirla con relativa facilidad. 

A pesar de que hacerlos regresar por donde habían venido seguía siendo la opción preferida por el Consejo Arcano, debían admitir que hasta que no tuvieran el combustible necesario para huir, los colonos estarían más seguros junto al resto de la flota de los Totemkompf.

Con la batalla finalizada y sin el peligro de los disparos de los torgon, volver a cruzar el cinturón de asteroides fue relativamente sencillo, aunque la pesada nave de colonización necesitó la ayuda de la Cuarta para lograrlo.

Una vez se unieron al resto de la flota, había llegado el momento de valorar los siguientes movimientos. 

- Despacio y con buena letra, no perdamos de vista los movimientos de La Voluntad.

La operadora Curcuma tenía de los nervios a los presentes en el puente de mando tras haber recibido el sillón de parte del atamán Vakaipa. Pese a que era innegable que sabía lo que hacía pedía que todo se hiciera distinto a como estaban acostumbrados, llevándose por delante tradición y hábitos que les obligaban a estar despiertos al volante y a pensar en cada cosa que hacían, en lugar de tirar de memoria muscular.

- Giro a dos con tres menos uno, cuidado, suave, velocidad incrementada en punto dos, giro a menos cero más uno, velocidad reducida en punto cuatro, fuego hacia proa babor, no permitáis que lleguen a tocar el fuselaje.

Tensos y agotados después la lucha contra los cazas, estaban convencidos que los únicos que seguían locos por salvar sus vidas eran ellos y que el resto de compañías se regocijaban.

- Nuevas intrucciones por parte del navegador de La Voluntad - comunicó el operador que la había sustituído en el puesto de escucha de comunicaciones.

- Retransmite y que se cumplan tal y como las dé, la Décima de Gramélov no nos ha auxiliado hasta ahora para dejarnos sueltos entre asteroides.

Y así, como perritos falderos, la Recompensa siguió muy de cerca a la Voluntad, abriendo fuego contra los asteroides de menor tamaño y siguiendo los movimientos al dedillo de su nave guía para tratar de escapar de aquella situación.

Entretanto, los capellanes y técnicos se volvían locos tratando de reactivar los sistemas muertos, su odio contra los torgon y su tecnología alcanzando cuotas sólo conocidas durante la campaña en Krolta.

Gramélov se separó de las pantallas que mostraban la explosión de la nave Torgon y con una enorme sonrisa bajo su mostacho se dirigió a sus hombres.

—¿Existe mayor honor, mayor gloria y mejor diversión que servir en la Totenkopf? —hizo una pausa dramática observando la reacción de sus subordinados, buscando algún gesto de desaprobación o de miedo. Cuando estuvo seguro de que lo más cercano a la insubordinación eran tan solo algunos rostros de alivio, continuó con su tarea.

La Voluntad había recibido un daño considerable, especialmente en el blindaje improvisado, en algunos sistemas de soporte vitales secundarios y en los sistemas de impulso; pero no parecía nada realmente serio¹. El hospital seguía a pleno rendimiento; si es que se le podía llamar así a tener que estar parcheando e improvisando constantemente para que no fallara el sistema eléctrico, el monitoreo y la asistencia médica robotizada.