Si haberse batido en duelo con Evelyn habría supuesto una derrota segura, la presencia de Helena hacía que la simple idea fuera poco más que un suicidio. Daire bajó la varita, relajando su postura. Si querían atacarle, no se defendería. Estaba indefenso: mejor demostrarlo.
-Rosier -saludó, esbozando una sonrisa resignada-. Veo que la montaña de papeleo de esta mañana no le ha impedido venir a disfrutar del clima escocés.
Acto seguido se acercó a Evelyn. Antes de guardar la varita intentó una última floritura, casi imperceptible, para hacer crecer unas flores cerca del árbol cercano, y fuera del campo visual de las dos brujas. Unos pendientes de la reina, de color amarillo.
-Vamos.
Tirada oculta
Motivo: Destreza + Sigilo + 1 FdV
Dificultad: 6
Tirada (4 dados): 5, 8, 10, 6
Éxitos: 3
La acusación de Daire hizo que la bruja agachase la mirada, más acongojada y culpable de lo que habría esperado en un principio. Lo bueno, le dejó un hueco magnífico para realizar aquel encantamiento que había apalabrado con Arthur. No estuvo seguro, sin embargo, de si Evelyn fue capaz de notarlo o no.
—¿No has mirado tu bolsillo? —inquirió con un hilo de voz.
Tirada oculta
Motivo: Percepción Rossier
Dificultad: 6
Tirada (5 dados): 1, 8, 3, 6, 4
Éxitos: 1
Tirada oculta
Motivo: Percepción Evelyn
Dificultad: 6
Tirada (6 dados): 8, 3, 10, 10, 2, 8
Éxitos: 4
1/2
Y yo poniendo Rosier con dos S. Odio cuando se me olvida cómo se escriben mis propios PNJs xD
—La varita —requirió su amiga, si es que podía seguir calificándola como tal, en un tono firme que no daba lugar a discusión. Si había notado algo, no dijo nada. —Luego lo demás.
Los ojos dispares de la mujer recorrieron el lugar brevemente mientras extendía la mano. Después hizo un gesto para que caminase delante suyo, señalando hacia el hueco entre dos casas donde no había más que una explanada y algunos árboles.
Mi idea es pasarte a otra escena y seguir hablando allí, así que te dejo que cierres.
Daire soltó un pequeño bufido de exasperación. No, no había mirado en sus bolsillos. Ahora, junto a la varita y lo que fuera que le hubiera metido Helena, había otras diez o doce cosas ahí dentro, entre las que probablemente se incluía, aunque no de forma exclusiva, un envoltorio de chicle superhinchable, varios knuts, una moneda de veinte peniques, un panfletillo de algún espectáculo al que no había asistido, algún que otro ticket y una pequeña aunque bastante molesta capa de migas y pelusas de naturaleza diversa. Y desde luego que no se le había podido ocurrir que una compañera del departamento, y menos alguien tan anodino como Rosier, le hubiera intentado dejar un mensaje secreto en relación a su investigación o a su vieja amiga. Fuera como fuera, ahora era tarde, y el daño estaba hecho.
Resignado, volvió a sacar su varita con cuidado y se la ofreció a Evelyn por la empuñadura. Al cederla, quedaba por completo y definitivamente a la merced de ella... Y de su gente. Gente capaz de asesinar a una mujer a sangre fría, y de ocasionar una fuga de criaturas mágicas por todo Londres. Gente enmascarada, sin ningún respeto por el estatuto de secreto o la ley del Ministerio. Gente dispuesta a todo. Pero Evelyn no era así. Seguía siendo su amiga, a pesar de todo aquel entuerto, y Daire estaba dispuesto a ayudarla. Quería creer esa verdad, quería pensar que todo era una sucesión de malentendidos. La alternativa...
El proceso de entregar el resto de cosas fue tan caótico como se podría haber esperado. Había que ver el punto positivo del asunto, al menos hacía limpia de chuminadas inservibles. No creía que las dos brujas fueran a ver la cara cómica de aquella situación, conociéndolas, pero no pudo evitar pensar que cualquier otro observador encontraría la escena un poco absurda. Una sonrisa furtiva apareció cuando, por fin, descubrió a lo que se estaba refiriendo Helena: una nota de papel, con las palabras "Necesito hablar contigo fuera del Ministerio. R.". Bueno, pues aquí estaba, fuera del Ministerio. Probablemente no en las condiciones que ella había previsto, pero poco se podía hacer a esas alturas.
Luego siguió las órdenes de Evelyn, a punta de varita, dirigiéndose hacia la incertidumbre.