Partida Rol por web

Quizás, replicó a Elynea. Pero yo no me aleajaría demasiado del cubo. Todavía no tenemos la menor idea de cómo funciona.

Khaled caminaba por la armería lentamente, inspeccionando las armas y armaduras que los thalmor habían almacenado. En algún momento, se quitó los guanteletes, los colgó de su cinturón y empezó a pasear los dedos por las bruñidas superficies de las piezas de factura altmer. Demasiado hermosas, como si hubieran sido diseñadas para decorar lossalones de un palacio, en lugar de para desgarrar carne y huesos.

Podríamos encontrarlo, apuntilló, adentrándonos en el complejo, hasta donde los thalmor no hayan llegado. Se encogió de hombros. También podríamos caer ante las defensas automáticas de los dwemer. Quedémonos si os sentís seguros.

—La verdad es que no me siento segura en ningún lugar dentro de una ruina dwemmer... —confesó Elynea—. Pero un encuentro desafortunado con algún cacharro de vapor asesino de los que suele haber por ellas nos complicaría las cosas. Cerremos la puerta de esto y descansemos un poco, estemos atentos a si oimos algo.

Suspiró tratando de liberar algo de la tensión acumulada. El encuentro con Valaste no sólo los había machacado físicamente, sino que a ella al menos le había mermado las energías.

—Y venid aquí que nos remiende con la varita.

Pudisteis descansar ocho horas sin interrupción. Ningún thalmor vino a coger nada del arsenal y ningún constructo dwemer echó la puerta abajo. La estancia estaba bañada con la tenue luz de color azul que provenía del cubo. La ruina permanecía en silencio, a excepción del siseo de los pistones y el molesto zumbido al que tratabais de no prestar atención.

La jornada previa había sido extenuante, el efecto de Imrarlatz que los había separado de sus compañeros, la intensa reyerta con Valaste y sus criaturas, y la carrera en la nieve para evitar que alcanzara el complejo dwemer con el cubo, las conjuros que habían sanado sus heridas. A pesar de sus dudas respecto a la seguridad de aquel lugar, y la preocupación por el destino de Delphine, el cansancio pudo más. Desde el momento en que cerró los ojos, acunado por el ritmo de los ruidos metálicos de las ruinas, Khaled no los volvió a abrir hasta que escuchó a los demás removerse al despertar.

Había dormido profundamente, sin sueños. Ni siquiera se había movido del lugar en el que se había dejado caer la noche anterior, con la espalda apoyada en la pared, las piernas cruzadas y la espada de Sigvatr sobre el regazo.

Giró el cuello a uno y otro lado para liberar la tensión, y desayunó. Pedazos de carne seca, queso y un trago de aguamiel que hizo romper a sudar su rostro. Prefería sus destilaciones, pero no llevaba ninguna consigo.

¿Listos para matar más thalmor y arreglar de una vez esta mierda? preguntó, poniéndose en pie.

K'Dan había dormido como un condenado y pese al profundo sueño, al despertar le dolía todo. Era comprensible teniendo en cuenta el trajín del día anterior más el cansancio acumulado que llevaba desde que se unión con a los thanes. Con pereza el khajita se incorporó y compartió desayuno con Khaled.

Estaba cerca. Aunque Azurah parecía haber perdonado sus pecados, él aún no sentía su honor restablecido. No se consideraba digno de servir a la Madre de las Rosas. Pero sentía que ese momento, su expiación, estaban próximos. Quizás esa misma noche pudiera dormir con su honra restablecida.

Esperanzado por esa perspectiva, K'Dan sonrió al escuchar los ánimos de Khaled. Era un hombre interesante el guardia rojo, un buen compañero de viaje.

—Es a lo que hemos venido, ¿no?—dijo levantándose con dificultad—. Démonos prisa antes de que los thalmor rompan algo más.

Los demás acababan sus desayunos, revisaban sus armas y armaduras, y se preparaban mental y físicamente para lo que habría de acontecer aquel día. Khaled, mientras tanto, tenía un asunto pendiente. No era uno fácil, no para él, pero había que hacerlo.

Acompáñame, pidió a la Joven Uthgerd. Era así como la llamaba mentalmente, no conseguía asociarla con la mujer que conocía, su amiga. Había evitado mirarla a la cara antes del descanso. Era extraño verla sin arrugas alrededor de los ojos y las comisuras de los labios. Ya las tenía cuando la conoció, poco después de establecerse en carrera Blanca. No ha pasado tanto maldito tiempo. Tengo que hablar contigo.

La condujo al exterior de la armería. A él le preocupaba poco su propia intimidad; Uthgerd era más reservada. No sabía si ya lo era cuando tenía esa edad, la que fuese. Era mejor hablar donde los demás no pudieran oírles.

Nos has acompañado sin hacer preguntas. Supongo que inspiramos más confianza que los thalmor, aunque no nos conozcas, y ni siquiera seamos nórdicos. Era una casualidad desafortunada que todos los oriundos de Skyrim hubieran quedado atrás, de un modo u otro. Aun así, tengo que ponerte al día. Debes saber, en primer lugar, que estamos en el año doscientos uno.

Hizo una pausa para esperar su reacción, o su respuesta.

El descanso le había sentado bien a todo el mundo aunque Eynea no se sentía tranquila, estaba deseando terminar con aquello; odiaba las ruinas dwemmer. Siempre que pisaba una la invadía aquella desagradable sensación de ominosidad. Parecía como si aquellos lugares estuviesen construidos para ser hostiles en todos los aspectos.

—Volvamos a la entrada principal y cojamos la otra puerta entonces. Imagino que la idea es seguir la ruta por la que el cubo pulse más fuerte—suspiró—. Sé que supuestamente los thalmor ya deberían haber pasado por ahí pero nunca viene mal estar atentos a trampas. No me fío un pelo de este maldito lugar.

- Abriré camino.

Fjorda aún se sentía ojerosa y como sin fuerzas, pero sus heridas estaban curadas y se sentía segura con sus compañeros. Le debía una sentencia de muerte a la Thalmor, pero no ahora, tenía otras prioridades.

- Y gracias, a todos, de no ser por vosotros estaría muerta.

La joven Uthgerd guardó silencio durante unos momentos.

—La verdad es que os he seguido porque esperaba que vosotros pudierais explicar qué ha pasado —admitió La Indómita—. En un momento estaba explorando una ruina dwemer y en el otro estaba en una habitación que no reconocía, tomada por esos elfos.

Miró a Khaled a los ojos.

—¿Estás de broma? —le dijo cuando le mencionó el año—. No he podido estar en Nchunzcharn durante tanto tiempo.

Ya no estás en Nchuznarn. Este complejo se llama Imrarlatz, en lacomarca Falkreath. Puedo explicar lo que ha sucedido, pero va a sonarte como un montón de mierda. Tendrás que escucharme, mantener la mente abierta y confiar en mí.

Se imaginó que esa mujer era la Uthgerd que conocía desde que había llegado a Skyrim. Alguien con quien había compartido diversión, batalla e intimidad. Una amiga. La miró como solía mirarla. Hizo una pausa, larga. Cómo explicarlo todo para que no pareciera una locura. Si había una forma de hacerlo, se le escapaba.

La mujer dunmer, Elynea; la bosmer, Fjorda; y yo mismo, enumeró, somos thanes de Carrera Blanca. Partimos de la ciudad hace tres días en misión encomendada por el jarl Balgruuf, para investigar las actividades de los thalmor en Helgen, junto con varios thanes más: Volshyene, Thadeus, Karin y Suro. Por el camino se nos unieron varios compañeros más.

Khaled explicó con brevedad cómo los dos magos, el cazador y la escalda habían dejado el grupo para ocuparse de otros asuntos.

Cuando llegamos a Helgen, la encontramos casi completamente desierta. Los ciudadanos habían muerto o huido. Cerró la boca con un chasquido para no mencionar los edificios calcinados, Alduin y el dragón del que habían huido. Por el momento. Le disgustaba mentir, pero la historia era lo suficientemente fantástica sin llevarla al terreno de las leyendas. Había alguien más investigando lo que había acontecido. Un mago, que nos aseguró que encontraríamos la causa de lo sucedido en este complejo.

Relató a continuación el encuentro con Nidryne y el niño que llevaba en brazos.

Ese niño era un mer adulto cuando exploraba este lugar. Aquí, se topó con un ingenio o un artefacto dwemer. Ahora es un bebé, y cada día se hace más joven. No sabemos qué es, ni cómo funciona, pero es capaz de joder el tiempo y el espacio como si fueran una bufanda; tiras de una hebra y la deshaces completamente. Pudimos comprobarlo en nuestras propias carnes cuando nos acercábamos a las ruinas. Fuimos afortunados; solo desaparecimos, y aparecimos en otro lugar, en mitad del campamento thalmor.

Eras una de las personas que nos acompañaban en esta misión, Uthgerd; desde el principio. Hace más de tres años que somos amigos, confesó. Tuviste que darte cuenta de que todos te reconocimos al verte, aunque tu aspecto fuera el de una mujer más joven. Ni siquiera me conoces todavía; a juzgar por tu edad, cuando entraste en Nchuznarn, yo debía ser todavía un muchachito viajando con mi padre, vendiendo licores.

La misma magia que hizo que la vida de ese dunmer se diera media vuelta te ha hecho joven. No solo en cuerpo, como hemos comprobado. Es como si te hubiera hecho desaparecer en el presente, y te hubiera traído aquí desde donde... desde cuando te encontrabas hace años.

Y ese será todo el mal que ha causado, si eres afortunada.

Ya hemos comprobado que sabemos moverse sin hacer ruido, y esconderte, reconoció Khaled, mientras se calzaba las botas encantadas que había encontrado en la armería que les había servido de refugio durante esas horas. Y supongo que conoces mejor que los demás las trampas dwemer, pero no te alejes demasiado; mantente a la vista.

Uthgerd puso aquel gesto obtuso que reconocerías en cualquier parte, frunciendo mucho el ceño. Se llevó una mano a la cabeza, como si le estuviera a punto de estallar con tanta información.

—Malditos magos y maldita magia —dijo, subrayando su opinión con un salivazo—. A ver si lo he entendido, ¿he viajado al futuro haciendo desaparecer a mi yo del presente? Es de locos.

Negó con la cabeza.

—¿Cómo ha podido pasar? Quiero decir, ¿ha sucedido porque estaba con vosotros en el futuro o es que ese artefacto dwemer está afectando también a otras ruinas en el pasado? ¿Con qué motivo está pasando esto, acaso están volviendo los enanos a Tamriel?

»¿Y cómo era yo en el futuro? —dijo, curvando levemente los labios en una sonrisa—. ¿Era una de Los Compañeros?

Rehicisteis el camino y volvisteis a la entrada de Imrarlatz. Allí, Fjorda al frente buscando trampas, tomasteis la otra puerta. El cubo dwemer empezó a brillar con más fuerza, y la dunmer pudo volver a sentir su palpitar rítmico, como si tuviera una música propia que reverberara más allá del límite de la audición.

No habíais recorrido ni una docena de pasos de aquel pasillo, cuando escuchasteis un sonido a vuestras espaldas. Girasteis sobre vuestros talones a tiempo de ver como una de las tuberías escupía una esfera del rutilante metal enano con una vaharada de vapor. Aprestasteis vuestras armas mientras la esfera enana se desplegaba, lista para atacar.

http://i.imgur.com/1NRzcAc.png

Posición inicial: Fjorda puede situarse en cualquier casilla del cuadrado verde. Los demás, en cualquier casilla del rectángulo del mismo color.

Asalto sorpresa: Una tirada de Percepción CD 17 os permite hacer una acción parcial en el asalto sorpresa, en el que la Esfera Enana está desplegándose.

Primer asalto: tirad iniciativa. Si sacáis más de 2 (je...) podéis actuar inmediatamente.

Demasiado ocupado en buscar un refugio y recuperarse, Khaled apenas había reparado en sus alrededores antes del reparador descanso. No era la primera ocasión en la que se adentraba en uno de los extraños complejos abandonados por los enanos tras su desaparición de Nirn. Raro era el espíritu aventurero, o el cazador de fortunas, que no se ponía a prueba frente a las trampas y engendros mecánicos que los dwemer habían dejado tras de sí, todavía impulsados por una energía incognoscible a pesar del paso de los siglos.

Cada vez que pisaba las baldosas deslustradas, caminando entre nubes de vapor y ruedas dentadas, algunas detenidas, otras girando eternamente como molinos de grano impulsados por inmortales, se sentía como un salvaje abandonando la espesura para darse de bruces con las ruinas de una civilización ignota. Fascinado y asombrado por sus secretos, al mismo tiempo que confuso y aturdido. No estaba preparado, nadie lo estaba todavía, para descifrar los misterios de aquella especie desvanecida.

Apenas hubieron abierto la puerta que los conduciría hacia Reilien y sus oficiales, las defensas automáticas del complejo se activaron. Un chirrido seguido de un tañido. Se dio media vuelta, a tiempo para ver cómo una esfera dorada caía sobre las losas, y se desplegaba como un compeljo rompecabezas capaz de resolverse a sí mismo.

Dejo la tirada de saber sin modificadores. Si el autómata cuenta como constructo, es +12 (total 21); si se aplica ingeniería o dungeons, es +6 (total: 15).

Iniciativa: 16.
Khaled se coloca en I4.

Dejo las acciones para más adelante, por si sé algo sobre la esfera.

Las esferas enanas son uno de los tipos de autómatas enanos que existen. A diferencia de otras máquinas, las esferas fueron diseñadas específicamente para el combate. Patrullan rodando en forma esférica por las ruinas dwemer, hasta que encuentran algo que perciben como una amenaza para sus desaparecidos señores. Entonces se despliegan, formando una figura humanoide. A veces se esconden en las tuberías y emergen para sorprender a los intrusos, como acaba de suceder.

Tu tirada revela que la esfera enana es un constructo, así como todos los rasgos e inmunidades típicas de estos.

Me vas a contestar a Uthgerd más tarde, ¿no?

No sé qué ha sido de tu yo del presente. Khaled se mordió inconscientemente el borde del labio inferior en un gesto de preocupación. Es una suposición tan buena como cualquiera otra. Espero que sepamos más cuando encontremos el ingenio que ha provocado todo esto.

Era todo lo que podía ofrecerle. Todo lo que sabía. La mención del retorno de los enanos puso en movimiento la mente de Khaled. La joven Uthgerd había articulado una posibilidad que no había considerado. ¿Estaban los dwemer detrás de todo aquello? No era todavía el momento de especular, pero no podía desterrar esa posibilidad. Podía ser importante.

Estabas con nosotros, confesó. Hemos luchado espalda contra espalda, hombro con hombro, tantas veces en estos tres años, que podríamos pelear la una contra el otro con los ojos vendados sin acertarnos un solo golpe. Esta iba a ser otra aventura más, una oportunidad de cruzar espadas con los thalmor. Y lo habían hecho, juntos, quizás por última vez.

Lo único que sabemos es lo que nos dijo Valaste. La nigromante altmer, explicó. Los dwemer dejaron en estas ruinas algo capaz de manipular el tiempo. Los thalmor lo han encontrado y pretenden usarlo para… dudó un instante. Sacudió la cabeza. Para hacer desaparecer el tiempo. No tengo maldita idea de qué pretenden conseguir, ni de si están siendo utiliados por los dwemer. No confiaría en esa escoria thalmor si supieran lo que hicieran, pero lo cierto es que dudo que lo tengan bajo control. Semejante poder es más peligroso en manos de unos fanáticos ignorantes que de una banda de villanos.

Dos preguntas más. Quizás las mismas que hubiera hecho él, al final. Las que cualquiera hubiera hecho.

Se estiró de los labios, dejando a la vista una pieza de acero que sustituía una de sus muelas. Es un recuerdo que me dejaste el día que nos conocimos. “Uno no conoce a una mujer nórdica hasta que se emborrachen juntos y pelee con ella”, ¿no? El único recuerdo que tengo de esa noche. Me desperté a mediodía en un catre de La Yegua Abanderada, con tal resaca que parecía que los príncipes daedra se habían cagado dentro de mi cabeza por turnos. Cuando salí, Hulda me dijo que me hubieran echado a la calle si no hubieras pagado la cama. Nunca lo reconociste, pero me he despertado en la calle más de una vez, desde entonces.

 ¿Cómo relatarle lo siguiente? Los Compañeros habían sido el sueño de Uthgerd. La joven que tenía ante él todavía no había intentado unirse a ellos, aún no había fallado. Habían hablado de ello en muchas ocasiones. Había en Uthgerd rencor, no con los Compañeros como se esforzaba en demostrar con bravuconería, sino consigo misma. Todavía le partía el corazón escucharla.

No eras uno de los Compañeros. Te probaste en duelo contra otro aspirante. Venciste, pero mataste a tu adversario. Levantó la mano para frenar la posible respuesta. ¿Me preguntas cómo eras? ¿Como serás? Fueron los Compañeros quienes salieron perdiendo al no aceptarte entre ellos.

Efectivamente. He tenido que salir, y no me ha dado tiempo a escribir los dos mensajes antes.

Por cierto, ¿qué edad aparenta esta Uthgerd?

Fjorda caminaba en tensión, mucha tensión. Las ruinas enanas eran lugares extraordinarios apra conseguir pergaminos y libros de tiempos remotos, pero también lugares peligrosísimos donde los autómatas saltaban a cada paso. Cuando iba en solitario tendía a tratar de que no la captasen, pero con el grupo eso no iba a ser posible. 

En cuanto la esfera saltó de su escondrijo Fjorda se puso en guardia y avanzó hacia la criatura.

Elynea se volvió al oir aquel maldito sonido de vapor expulsando algo seguido de la algarabía de metálica al montarse la esfera. Odiaba aquel sonido.

Se giró de golpe y en efecto, una esfera enana acababa de aparecer. El cómo aquella maquinaria de tubos continuaba funcionando con el paso del tiempo y detectando viandantes era un misterio para ella. Casi parecía que aquellas condenadas máquinas tuvieran consciencia, lo cuál sólo las hacía resultar más tétricas.

«Aquí vamos... »

Murmuró una plegaria para evocar la bendiciónd e Azura sobre sus compañeros mientras aquel cacharro se montaba.

—¡A por él!—dijo—. Pero con cuidado por lo que más querais. Últimamente cada vez que os hieren mi nivel de estrés se resiente.

Se quedó un momento callada y carraspeó.

—Si a alguien se le ocurre soltar en Carrera Blanca que he dicho eso, que sepais que lo negaré todo.

Elynea está en J4, lanza Escudo de la Fé sobre Khaled y sobre Fjorda. Se mueve a J5.

PC: 48/50

Al ver como sus compañeros se giraban, el khajita acabó imitándoles para ver como una esfera metálica comenzaba a desplegarse para dar forma a un amenazante humanoide mecánico, uno de esos inventos dwemmer. K'Dan soltó un ronco suspiró mientras tomaba sus armas.

—Dejadme a mí primero—dijo a sus compañeros arrastrando las palabras.

Teniendo en cuenta como había ido el último combate, prefería ser él el principal objetivo de la esfera, cosa que no iba a ser difícil. K'Dan era el último de la fila.  Tensando sus músculos, el khajita cargó contra el constructo. El devoto de Azurah parecía mucho más grande e impetuoso de lo que realmente era y tras dar dos pasos dios un pequeño salto para ganar más potencia y golpear a la esfera dwemmer. Pero cuanto los golpes más potentes pierden precisión y la lanza de K'Dan se desvió de su objetivo.

Acción de asalto completo: Carga con Minotauro en carga desde H4 hasta E4 fallando estrepitosamente (una vez más -.-")

PG: 66/77

Efectos activos: Piedra del guerrero (sólo este asalto)

Comentario: Nunca me quejo de las tiradas pero... ¡qué coño le pasa a K'Dan que lo falla todo! ¡WAAAAAAAAAAAAHG!

Comentario Serio: Como la esfera tiene tan poca CA, retrasad vuestras acciones hasta mi turno, a ver si así conseguimos que me ataque a mí que soy el más duro.

Khaled se detuvo, permitiendo al khajiita lanzarse como un proyectil peludo contra la esfera metálica. Un instante después, corrió tras él, asestando un violento corte horizontal con la espada de Sigvatr, máscercano a un golpe que a un tajo, al autómata dwemer.

Retraso acción hasta después de K'Dan.
A. asalto completo: Carga a E5. Ataque Poderoso -4/+8
Ataque: +12 base +2 carga -4 AP= +0. Resultado 24.
Daño: 2d6+6 base +8 AP. Resultado 26.
Designo a la esfera para esquiva. CA 20 base +2 esquiva +3 escudo fe- 2 carga= 23

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Pc: 19/19.