Te he creado una escena por si quieres hacer alguna cosa.
Mientras tanto te he sacado de la escena principal. Cuando dejes tu habitacion me lo indicas y te saco a la escena principal. No obstante dame un margen para que todos posteen lo que hacen y los 20 minutos de tu ducha sean los mismos que emplean los demas en deshacer equipaje y tal.
Ivan se frotaba la cabeza desanimadamente con movimientos circulares mientras pensaba en que podría hacer una vez que hubiese terminado de tomar aquella ducha. Repasó mentalmente los pasos que seguiría.
Primero, una vez vestido, comprobaría si quien quiera que fuese había subido sus maletas a su habitación. El contenido de éstas era de vital importancia, pues a parte de su ordenador portátil (El cual Ivan sospechaba que no iba a usar mucho) dentro se encontraban sus libros de psicología, y nadie le privaría de tener una cita con Pavlov o Sternberg a media noche. La lectura le ayudaba a evadirse parcialmente de la realidad, que ya de por si era desoladora, y le transportaba a mundos llenos de tecnicismos y ensayos prácticos que a cualquiera le habría parecido, como poco, aburridos, pero que Ivan encontraba deliciosos.
Mas tarde, y solo si la maleta estaba donde tenía que estar, bajaría a tomar algo al bar, y de paso daría una vuelta por toda la casa. Tendría que pasar unos cuantos días en la misma, y era mejor conocer todas las habitaciones para no perderse. Aquello parecía ser enorme...
Si se encontraba con gente, cabía la posibilidad...no...charlaría con él. <> se dijo, completamente a sabiendas de que no era mas que una excusa para buscar el calor del contacto humano que tanto necesitaba, pero que no sabía cómo obtener.
Una vez hecho aquello, independientemente de las dos vertientes que tomase, Ivan subiría a su habitación, colocaría la ropa en los armarios, buscaría sitio para los libros y bajaría a desayunar (o comer, dependiendo de la hora que fuese). Allí, en el comedor, se sentaría solo. Seguramente si alguien le pidiera permiso para sentarse con él o le invitase a unirse al grupo, se sentiría violento, pero aceptaría con un leve asentimiento y una sonrisa cortada, aunque esperaba que no fuese así. Ivan odiaba no controlar la situación, y si decidía codearse con los que serían sus compañeros de vacaciones, lo haría por iniciativa propia.
Mas tarde, cuando...
Ivan profirió un grito ahogado y lanzó una maldición al aire. Un poco de jabón le había caído en el ojo.
A tientas, buscó una toalla que había dejado justo al lado de la ducha y con ella se secó. Guiñando un par de veces, comprobó que todo estaba en perfectas condiciones, de no ser por ese escozor sordo y continuo que sentía.
Suspiró.
Una vez mas, su obsesiva planificación había hecho que ignorase las cosas mas elementales. Para alguien con su enfermedad el orden tanto en la vida cotidiana como con las cosas materiales era de especial importancia. No era algo que se pudiera controlar o cambiar con un simple chasquido de dedos, sino que era algo integrado en su cerebro, como escuchar ante un ruido que nos parece sospechoso. En algunas ocasiones, ese deseo de ordenar crecía y crecía de manera descontrolada hasta el punto de degenerar en un trastorno obsesivo compulsivo. Por suerte, a Ivan todavía le quedaba mucho para alcanzar aquel grado de insensatez. Pese a todo, el medico a cargo de su terapia (El señor Howard, un engreído y adinerado médico londinense) le había dado un par de pautas a seguir para controlar su "vicio", pero Ivan se las había saltado todas, muy a su pesar.
Aceleró el ritmo de la ducha, y una vez terminó ésta, se vistió con una camiseta blanca y unos vaqueros ligeramente rotos que daban el aspecto de ser modernos. El chico se pasó la mano por la cara. Raspaba.
Volvió a suspirar una vez mas. Había olvidado por completo las cuchillas de afeitar.
Mentalmente, se dijo que debía pedirle a quien fuera un par y espuma.
Con resignación, salió del cuarto de baño dispuesto a empezar su día, lo primero era comprobar las maletas.
Observas que mientras te duchabas alguien ha subido tus maletas dejandolas al pie de la cama. La puerta esta cerrada por lo que habra sido el servicio de habitaciones.
No alargo el post porque estoy pendiente de otro post antes de poder avanzar la linea temporal, para ti ha pasado mas tiempo que para algunos jugadores, que aun no me han respondido el primer post :P
Cuando me des el ok sigo ;)
Cuando quieras podemos continuar, puedes bajar y demas.
Ivan levantó un poco los carrillos en una sonrisa cortada. Allí estaba su maleta. Por lo pronto, sus predicciones se habían cumplido.
Con un cuidado infinito, desempaquetó todas sus cosas. Dejó el ordenador portátil al lado de su mesilla de noche, mas por buscarle un sitio que por verdadero interés, y ordenó sus libros con pulcritud en la estantería. Durante un instante se quedó con el vademecum en la mano, el libro que recogía todas las afecciones que podían presentarse a un psicólogo en cualquiera de sus consultas, preguntándose si lo necesitaría en el transcurso de su estancia en el hotel. Resolvió colocarlo delante de los demás, por lo que pudiera pasar.
¿De verdad piensas trabajar en tus vacaciones?-Inquirió una voz surgida de alguna parte de su propio ser-Se supone que estás aquí para descansar...
Ivan agitó una mano como si estuviese apartando una mosca muy pesada y colocó la ropa en en armario. Con satisfacción, recogió la maleta y la guardó en un lugar apartado de la habitación. Todo había quedado púlcramente ordenado, era hora de bajar a inspeccionar un poco el hotel.
Recogiendo la llave de su habitación y con el mp3 en el bolsillo, cerró con cuidado la puerta y se dispuso a bajar las escaleras en dirección al bar. Si no hubiese agarrado el picaporte con la mano no se habría dado cuenta de que temblaba como las hojas de un árbol en un día ventoso y de que una aprensión surgida de alguna parte se había apoderado de él.
Tsk...
Con cierto desprecio hacia si mismo bajó las escaleras en dirección al bar. Tenía la garganta reseca y necesitaba beber algo, sólo eso.
Nada mas...
Te cambio de escena y respondo a tu post alli.