Partida Rol por web

Mientras das una vuelta sin rumbo te encuentras con otro huesped al que no conocias. Se trata de un hombre bien vestido que te saluda cuando entras en la sala de juegos.

Hola, buenas tardes. Mi nombre es Julius y acabo de llegar. ¿Usted tambien ha venido a descansar?

Ivan paseaba con las manos en los bolsillos, absorto en sus propios pensamientos pero no por ello dejando de prestar atención a la casa. Era un lugar muy pintoresco, una casa grande, tal y como le gustaban al chico.

Sin saber muy bien por que se acordó de un libro de Agatha Cristie, diez negritos. Si bien aquello no era una lujosa mansión, si que guardaba alguna que otra similitud con la misma. Los mayordomos, las bellas vistas, los invitados. Quien sabía, puede que incluso algún que otro pasadizo secreto.

Todo era tan estimulante, tan maravilloso. Ivan estaba emocionado y ni siquiera sabía el motivo. Jamas se había encontrado un asesino y no quería, obviamente, que así fuese, pero siempre se podía permitir soñar con algún misterio que él pudiera resolver.

Todo sería perfecto...de no ser por la gente. Allí había demasiada, para disgusto de Ivan. Con la única con la que había podido permitir hablar había sido Karen. En cierto modo la admiraba por haber podido ir sola a un sitio como aquel, y también le gustaba su faceta artística. Había hecho una excepción con ella, pero no estaba muy seguro de poder mantener la relación mucho tiempo.

Para ser sincero consigo mismo, que un asperger se negase a mantener contacto humano era en parte por la enfermedad y en parte por puro y sencillo egoísmo. Los que padecían aquel trastorno se aislaban voluntariamente. Eran mucho mas felices leyendo un libro o escribiendo algo que perdiendo el tiempo mientras hablaban con alguien a quien, en la mayoría de los casos, no conocían de nada ni tenían intención de conocer. Solo en contadas ocasiones, como cuando su vida se volvía tan impredecible que necesitaban de algo tangible a su lado, era cuando se permitían el lujo de entablar una amistad.

Llevaba horas de trabajo a su espalda, era cierto, y se preparaban para poder enfrentarse al mundo real, un mundo donde las relaciones sociales eran vitales para la supervivencia. Pero el ser humano era un animal muy cómodo, y siempre prefería la pasividad de la costumbre al reto que supone un cambio en la vida. Ivan siempre había creído que manejaba las riendas de su vida, que podía cambiar cuando quisiese, pero todavía estaba a punto de llevarse una desilusión y los acontecimientos que había vivido en las últimas horas no hacían sino demostrarle lo contrario.

Y entonces lo encontró, un nuevo reto.

Ivan se había encontrado con otra cara nueva. El desconocido se había presentado como Julius y le estaba preguntando algo. ¿Que era? Algo referente a descansar.

-Ivan-Se presentó el chico sin sonreír y sin darle la mano al desconocido, aunque intentando mostrarse cortes-He venido a pasar unos días aquí-Dijo a modo de respuesta.

Con las manos en los bolsillos, esperó a ver si el desconocido quería preguntarle algo mas. Así lo esperaba Ivan. Si había llegado solo a aquel lugar estaría deseando entablar alguna amistad circunstancial o perder un rato el tiempo hablando de cosas irrelevantes. No le podía podía culpar, pues en aquella historia el raro era él. Lo sabía desde hacía mucho tiempo y lo aceptaba.

¿Que otra cosa podía hacer?

- Me alegro de encontrar a alguien mas... sociable. He tratado con una pareja que se aloja en la 101 y ella... bueno, me ha parecido una neurotica. El hombre hablaba con un tono amigable e incluso jocoso, como si tratase de contar una broma. Yo tambien he venido a descansar un tiempo, pero al verle por aqui he pensado que quiza quiera jugar una partida de ajedrez. ¿Le gusta el ajedrez?

Ding ding ding

Julius había pronunciado las palabras mágicas; Ajedrez.

Todo aquello que supusiera un reto para Ivan era bien recibido, y el ajedrez no era ninguna excepción. Para jugar a algo como aquello había que ser inteligente, y la inteligencia era una cualidad que el chico sabía valorar y que, por desgracia, escaseaba.

Si, Julius era un completo desconocido. Si, apenas habían intercambiado un par de palabras. Si, se sentía terriblemente incómodo en su presencia...pero aquella era una oferta que no podía rechazar.

-Me encanta-Dijo a modo de respuesta e ignorando el comentario sobre Sally-y me gustaría jugar con usted.

Quien sabía, a lo mejor Howard no hacía tan mal su trabajo...

- Magnifico. Voy a coger el tablero.

Julius se dirige a uno armario y lo abre. Tras examinarlo un momento saca de el un tablero de madera y una caja con las piezas del juego, y se dirige a la mesa donde te encuentras. Se sienta frente a ti, y coloca el tablero y las fichas en la mesa.

- Me alegro de tener con quien jugar. dice mientras va preparando el tablero. Y ¿puedo preguntar de donde viene?

Ivan ayuda a Julius a colocar las fichas del tablero.

No conocía de nada a aquel hombre, así que lo mejor era no comprometerse de ninguna manera.

-De donde vengo no es importante-Dijo de manera seca pero no por ello irrespetuosa

-Disculpe, no soy demasiado hablador. Sólo se escuchar-Continuó Ivan sin mirar a aquel hombre a los ojos. No le apetecía hablar si no iba a decir nada importante, y aquella vez no iba a ser una excepción.

El hombre te sonrie mientras acaba de mover las fichas.

- Le entiendo, despues de todo soy un desconocido.

Mientras Julius hace el primer movimiento, oyes que la puerta se abre, y ves que entran seis personas a las que no habias visto anteriormente. Julius no parece prestarles atencion, pero los seis comienzan a observarte, y se acercan hasta colocarse detras de Julius, sin apartar los ojos de ti.

- Empieze usted dice Julius.

Ivan notó como se le erizaba el vello de la nuca. ¿Es que no podía pasar un rato medianamente a solas sin que una multitud de desconocidos irrumpieran en la sala?

Estar con Julius era una cosa, pero tener a lo que parecían seis de sus amigos observando cada uno de sus movimientos era otra muy distinta.

En silencio, y planteándose muy seriamente terminar con aquella partida de un momento a otro, Ivan movió un peón dos casillas hacia adelante. Con un poco de suerte podría hacerle a Julius el jaque mate pastor y acabar con todo aquello rápidamente, pero sospechaba que el hombre no se dejaría ganar tan fácilmente.

¿Cuando había venido tanta gente? ¿Estaban allí incluso antes de llegar su grupo o lo habían hecho después?

Con la sangre bombeando en las sienes Ivan contempló las fichas de Julius, maldiciendo en silencio su debilidad por los juegos de inteligencia.

Julius observa tu movimiento y tuerce los labios en una sonrisa. Mientras decide que hacer, ves la puerta del salon de juegos se abre de nuevo, y entran casi una veintena de personas que se unen a los que ya estaban alli. Se colocan tambien detras de Julius y te observan en absoluto silencio.

De pronto Julius mueve una pieza rompiendo el silencio, el peon de la reina avanza una casilla.

- ¡SU TURNO!

Ivan tragó saliva. Le temblaba la mano derecha.

¿De donde salía tantísima gente? No había habitaciones para alojar a aquella marabunta de personas, y no podían ser del servicio. ¡Ninguna casa, por grande que fuera, necesitaba a tanto personal!

Una sensación prácticamente incontrolable de salir corriendo le inundó. A lo mejor Julius era jugador de ajedrez profesional y aquellas personas eran sus fans. ¿Podía un pseudo deporte como aquel congregar a tanta gente? ¿Estarían sólo de paso?

Movió el alfil hacia la izquierda, y al hacerlo derribó unas cuantas fichas por culpa de su temblor. Maldiciendo, se apresuró a recolocarlas.

El chico estaba empapado en un sudor frío que se le clavaba en los huesos y le perforaba los nervios. Aquella jugada no iba a funcionar, lo sabía. ¿Pero a quien le importaba en aquel momento?

Ivan se mordió el labio. Solo un poco mas. Se irían en unos minutos. Solo tenía que aguantar un poco mas.

Mas y mas gente sigue entrando, siempre en silencio, y siempre observandote.

La habitacion esta repleta, ya no solo estan detras de Julius sino que se apiñan a tu alrededor, cada vez mas cerca. Puedes notar el aire de su respiracion en tu piel.

Julius te coje la mano mientras recoges las piezas que has tirado.

- Que le ocurre. ¿Esta usted bien?

Levantas la cabeza del tablero, y ves que te mira con gesto de preocupacion, pero toda la gente ha desaparecido.

Antes de que tengas tiempo de pensar en que ha ocurrido, oyes un grito y reconoces la voz de Karen.

AHHHHHHHHHHHH Socorroooooo un mounstrooooooooooooooooo!!!!!!!

Gente.

Había gente por todas partes.

Mas de la que Ivan podía contar. Se apiñaban a su alrededor, tan cerca que podía sentir su respiración. Un zumbido nervioso resonaba en su oído incesantemente, producido sin duda por la tensión a la que el chico se estaba viendo sometido.

Tenía que salir de allí, le costaba respirar. Tenía que librarse de toda aquella presión. Tenía que...

Y entonces Julius le tocó. Ivan no solo no estaba acostumbrado al contacto físico, sino que lo aborrecía y en la situación en la que estaba reaccionó de la peor manera posible.

Con un gemido lastimero se levantó, golpeando la mesa y derribando las fichas de ajedrez, a la vez que se libraba del contacto de Julius con un manotazo poco sutil y nada endeble.

No podía aguantar mas tiempo en aquella sala. Las personas...

...habían desaparecido...

Ivan jadeaba, hiperventilado y con total seguridad taquicárdico. Le costó procesar unos segundos el grito de Karen y aún tardó más en decidir que hacer.

Dando un giro de 180 grados salió de la habitación, sin despedirse de Julius, a media carrera y esforzándose en coger aire por la nariz y soltarlo por la boca.

Sin pensarlo se dirigió hacia el lugar desde el que provenía el grito de Karen. Necesitaba estar solo, pero no era tan desalmado como para dejar a la chica sola si tenía algún problema. Iría, comprobaría que todo había sido una alucinación y se encerraría en la soledad y seguridad de su cuarto.

Cuando te levantas y te vuelves hacia la puerta ves a dos personas alli. Se te corta un instante la respiracion hasta que te das cuenta de que son la camarera, Meredith, y otro de tus compañeros de viaje, Chris.

Ivan se paró en seco al ver a las dos personas paradas en la puerta. Contuvo la respiración hasta reconocer a las dos caras familiares.

En lugar de pararse a hablar o intentar racionalizar algo de lo que había ocurrido, murmuró una excusa que ni él mismo entendió y salió de la sala con la idea de buscar a Karen y volver a su habitación.

Notaba el bombeo constante del corazón en su pecho, un bombeo que resultaba casi doloroso. Apoyándose en el marco de la puerta se obligó a contener la respiración una vez mas. Tenía que calmarse. Tenía que procesar la información.

Pero su cerebro se negaba a creer.

Al fin y al cabo, cientos de personas no desaparecen de una sala en cuestión de segundos...

Dejas a todos atras y regresas a tu habitacion, para tratar de ordenar tus ideas. Hasta que no cierras la puerta detras de ti no te sientes tranquilo.

Ivan cierra la puerta de su habitación en silencio y acto seguido corre hacia el baño.

El chico llena la pila del agua y se empapa la cara ayudándose de las manos.

¿Que ha pasado? ¿Que acaba de pasar?

Dificultades cognitivas

¿Estoy drogado?

Es incapaz de mantener el contacto visual

No hay tanta gente dentro del refugio. ¡No caben!

Comportamiento social y emocional inadecuado

¿Por que Julius no vino con nosotros en el coche?

Repite compulsivamente ciertas acciones para sentirse seguro consigo mismo.

Poco a poco, y ayudándose del sonido que hacía el agua al correr, Ivan fue recuperando la calma. El ritmo cardiaco volvió a la normalidad, el pitido en su oído desapareció y por fin pudo respirar con normalidad.

Como si fuera un ritual, volvió a tumbarse en su cama y a taparse un ojo con el brazo, dejando que el otro mirase al techo vacío. Si estaba drogado o no era algo que el chico no podía determinar. Si bien era cierto que en la facultad de psicología habían aprendido cómo reconocer los síntomas mas básicos, Ivan nunca había prestado demasiada atención en aquellas clases. Aquel era un tema que le aburría y a pesar de que se había esforzado en prestar atención, nunca lo había conseguido.

Ahora, estaba atrapado en una situación que no entendía, y él odiaba todo aquello que no entendía.

El chico se dio media vuelta, quedándose en postura fetal. Se estremeció al recordar la marabunta de gente que había entrado en la sala de juegos, y cómo ésta había desaparecido sin mas. No existía, no podían existir. Nadie podía salir tan rápido de una habitación, y menos cientos de personas.

La pregunta era, ¿Cómo?

¿Cómo había sido drogado Ivan? ¿Cómo había sido drogada Karen?

Porque tenían que haber sido drogados. Las otras explicaciones eran demasiado sobrenaturales, y, para bien o para mal, Ivan era un hombre de ciencia, no creía ni en las apariciones, ni en las maldiciones ni en ningún tipo de "Influencia demoniaca".

Ivan apretó su almohada. Era realmente cómoda, al igual que el colchón. El sueño le estaba inundando y en aquel momento le pareció lo mejor que le podía pasar. Si dormía no tendría que sentirse culpable por no haber podido sobrellevar su "enfermedad". No se sentiría mal por no haber podido entender a Karen y no se sentiría mal por ser incapaz de socializar, aunque él lo prefiriese así.

El chico cerró los ojos mientras se esforzaba en dejar la mente en blanco y, al cabo de un par de minutos se durmió.

Despiertas sobresaltado. El eco de aquella voz resuena en tus oidos. Te detienes un instate escuchando con atencion y vuelves a oir el rumor de una conversacion, pero muy alejada.

Miras el reloj y ves que llevas apenas 10 minutos durmiendo, aunque te ha parecido mucho mas tiempo.

Ivan se masajeó los ojos algo desorientado. Aquel sueño había sido desconcertante e interesante a partes iguales, jamas había tenido tanta libertad de movimiento, no de manera consciente al menos. Le había gustado, para que negarlo.

Con lentitud se sentó en la cama y respiró un par de veces, indeciso. La escena en la sala de juegos con Julius le roto todos los planes que tenía previstos, y eso era algo que odiaba. Sin planificación llega el caos, y el caos era algo inadmisible.

Suspirando, se levantó y se acercó a la terraza. Las vistas desde abajo eran magníficas y, con un poco de suerte, desde allí también lo serían.

Aspiró profundamente el aire de aquel lugar, le gustaba porque no se parecía en nada al de la ciudad. Aire al que, por desgracia, estaba malacostumbrado.

-Deberías ir a hablar con Karen-Se susurró a sí mismo con la mirada perdida. Todavía estaba algo adormilado.

Bostezando, salió de la terraza y de su habitación con intención de buscar a la chica pero sin saber muy bien que decirle.

Bajas las escaleras para ver que Garth, Raymond, Sally, Chris, y la camarera Meredith estan en el pasillo hablando. Sally parece bastante nerviosa, y te das cuenta de que fue la voz de ella la que escuchaste antes. Karen se encuentra en recepcion, hablando con Graham. Ninguno de los dos grupos ha reparado aun en ti.